La reunión (III)

—"Román, hermano, necesito que llames a la Srta. Gutiérrez. Invítala a una cena en tu casa con Vanessa. Será una cortesía por haber considerado nuestra oferta. Además, aprovecha para disculparte por el... incidente que ocurrió con tu jefe. El ambiente se puso tenso, y es necesario suavizar las cosas."

Román me miró con una mezcla de sorpresa y curiosidad, notando la intensidad en mi mirada, la cual debía tener ese aro rojizo que suele aparecer cuando Zeus está alterado.

—"Dile también que pondremos a su disposición el jet de la compañía para que su equipo venga a Seattle. Que trabajen desde aquí si es necesario. Pero ella no debe irse."

Román asintió, comprendiendo que esta petición mia, iba más allá de una simple negociación empresarial. Mi comportamiento en la reunión había sido inusual, la conexión que parecía existir entre Amira y yo, no era algo que pudiera ignorarse. Sin más, Román tomó su teléfono para cumplir con mi solicitud, mientras yo permanecía de pie, con Zeus inquieto, esperando el próximo movimiento.

Román, al notar la intensidad en mi mirada, retrocedió un paso sin darse cuenta, evaluando con rapidez la situación. Sabía que cuando Zeus estaba alterado, mis ojos solían adquirir un sutil pero distintivo aro rojizo, señal clara de que algo me estaba afectando más de lo habitual.

—"David, ¿todo bien?" —preguntó Román, su voz más baja, como si no quisiera provocar más tensión.

—"Haz lo que te pedí, Román," respondí con un tono firme, luchando por mantener la compostura mientras sentía la energía de Zeus bajo la superficie, ansioso, casi indomable. "La cena tiene que ser esta noche. No hay tiempo que perder."

Román asintió de nuevo, entendiendo que la situación era más compleja de lo que parecía. Mientras tomaba su teléfono, me giré hacia la ventana, tratando de calmar a Zeus. Necesitaba mantener el control, pero cada pensamiento de Amira hacía que mi lobo interno rugiera, queriendo reclamar lo que consideraba suyo.

—"Zeus, tranquilo," susurré para mis adentros, aunque sabía que mis palabras no le traerían paz.

Román marcó el número de Amira quien contestó al tercer timbre.

-Halo, Amira Gutiérrez, con quien tengo el gusto, -dijo al dueño de ese número desconocido.

-Hola Srta. Gutiérrez, soy el Sr. Smith. – contestó- Con la premura con que se retiró, olvide invitarla a una cena organizada por mi esposa esta noche en mi casa, es la primera desde nuestro matrimonio y nos encantaría contar con su presencia.

-Además le comunico que cuenta con el jet de la compañía para que pueda mover a su equipo a fin de que pueda revisar aquí la propuesta, sólo dígame que día deben ir a buscarlos.

Amira quedó momentáneamente en silencio, sorprendida por la inesperada invitación. Román no solo le estaba ofreciendo una cena, sino que también le estaba sugiriendo de manera indirecta que extendiera su estadía en Seattle, trasladando a su equipo desde Florida. No era una invitación cualquiera; era un movimiento estratégico y difícil de rechazar.

—"Sr. Smith," —respondió Amira después de una pausa—, "la verdad, no esperaba una invitación tan... formal. Pero agradezco su consideración. Acepto la invitación para la cena esta noche. En cuanto al jet y a mi equipo, lo consultaré con ellos y le haré saber tan pronto tenga una respuesta."

Aunque mantenía un tono profesional, Amira estaba procesando la jugada. Sabía que esta invitación no era solo cortesía; algo más estaba en juego, y ella debía estar preparada para manejarlo. La oferta del jet privado era generosa, pero también aumentaba la presión.

—"Perfecto, Srta. Gutiérrez. Mi esposa estará encantada de conocerla mejor. La esperaremos a las 8:00 p.m. Le enviaré la dirección." —Román sonaba cordial, pero Amira percibía que la invitación tenía algo más detrás.

Al colgar, Amira tomó un respiro profundo. Esta cena prometía ser más que una simple reunión social. Sabía que tendría que estar a la altura y jugar sus cartas con inteligencia.

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