(CALIPSO)
Cenamos en su casa, con su padre y Tamara, las coles de Bruselas estaban deliciosas y el pastel de carne también. Y luego tomamos una copa junto a ellos, por lo que nos fuimos a dormir bastante tarde.
Me duché en el baño de su habitación, sintiendo como el agua bajaba un poco la calentura que la borrachera me había aportado. Debía controlarme, o todo por lo que había luchado se iría a la m****a.
Miré hacia el espejo empañado, con el cuerpo totalmente desnudo, observando con detenimiento mi cuerpo, por primera vez en la vida, dándome cuenta de que no estaba mal. Tenía los pechos medianos, no demasiado grandes, pero me resultaban bonitos, mi abdomen era delgado, y tras este estaba mi sexo, depilado en forma de línea, pues solía ir algunas veces a natación sincronizada cuando no tenía clases en la universidad o tenía algún hueco libre, y por ello, siempre tenía la zona bien cuidada. Con escaso bello, y bien recortado.
Agarré la toalla y me cubrí con ella, para luego salir del baño, observando como él miraba hacia mí.
Pasó por mi lado, sin dirigirme la palabra, y a mí se me detuvo el corazón tan pronto como él irrumpió en mi espacio de seguridad, rozando su mano con la mía.
Me puse mi pijama, con rapidez, mientras escuchaba la ducha, él se estaba duchando, y me metí en la cama. Nunca había sido tan incómodo para mi aquella situación, pero en aquel momento lo era. Estaba más nerviosa que nunca.
Él salió del baño, con el pecho descubierto, sacudiéndose el cabello con una toalla más pequeña, con miles de pequeñas gotas sobre su torso desnudo, provocando que me mordiese el labio inferior con fuerza, al notar lo terriblemente bueno que estaba. Recordando las palabras de Marina “Cuando te mueres por acostarte con un tío, sientes como la humedad de tu sexo te moja las bragas, y entonces sabes que estás lista para ser embestida”
¡Dios Mio! Era cierto, me moría de ganas por acostarme con él, pues sentía como la humedad en mi intimidad me estaba haciendo mojar las bragas.
Tragué saliva, aterrada, bajando la mirada, rezando porque él no se diese cuenta de las ganas que tenía de abrirme de piernas.
El maldito alcohol me estaba haciendo confundirlo todo y no podía ceder a eso, no, ya que sabía que al día siguiente me arrepentiría horrores.
Cuando volví a mirar hacia él, ya tenía puesta la parte de debajo de su pijama y se metía en la cama.
Me di la vuelta, incómoda, y le di la espalda, intentando coger el sueño, pero era en vano, podía sentir como mi corazón latía con fuerza, en mis oídos, y una fuerte sensación me invadía el estómago, bajando hasta mi pelvis, quedándose ahí un poco. Eso era lo que Marina solía llamar “deseo” no había otra explicación.
Me quité los pantalones bajo las sábanas y lo dejé caer sobre la mesilla de noche. Al mismo tiempo que sentía el roce de sus piernas con las mías, volviéndome a producir una corriente eléctrica por la pelvis al sentirle tan cerca de mí. Apreté los labios, evitando emitir sonido alguno, sintiendo sus susurros sobre mi cuello, haciéndome estremecer, de nuevo.
Se me hizo la boca agua al sólo pensar en él observando mi sexo desnudo, me gustó tanto que tuve que morderme el labio para evitar soltar algún sonido.
¡Oh Dios mío! Tenía que cortar el rollo e irme a otra habitación, si no lo hacía ya me consumiría aquel deseo que sentía hacia él, y terminaríamos haciendo cosas de las que nos arrepentiríamos al día siguiente.
Metí mis dedos entre los pliegues de las bragas y comencé a tirar de ellas, quitándomelas despacio, observando como él se moría por verlo. Me detuve cuando hube bajado hasta los tobillos y lo miré, aterrada por la mirada de desesperación que estaba echándome.
Le obedecí en ese justo instante, sabiendo que nada volvería a ser igual después de aquello, sabiendo el error tan grande que estábamos a punto de cometer.
Un gemido se escapó de su garganta al observar mi sexo desnudo, recortado y húmedo. Temblaba, toda yo lo hacía, no podía dejar de hacerlo, la sensación que él me hacía sentir con su mirada sobre mi punto más frágil la provocaba.
Volví a cerrar las piernas, nerviosa, aterrada, por lo mucho que su mirada me estaba haciendo sentir, al mismo tiempo que él me agarraba las piernas y volvía a abrírmelas, haciendo fuerza con ellas sobre el colchón para que no pudiese volver a cerrarlas.
Me levanté la camisa, y le dejé observar mis pechos, mientras él se relamía los labios con placer, y el bulto de sus pantalones crecía un poco más. Bajé la blusa y miré hacia él.
Levanté una pierna, con deseo, mordiéndome el labio, mientras él se acariciaba su sexo.
Le hice caso, comencé a hacer lo que él me decía, apretando los labios al sentir como me gustaba. Él tenía razón, mis dedos iban solos, en círculos, mientras yo apretaba la boca, aterrada por gritar más de lo que debía, observando su mano, moviendo habilidosamente su polla.
Nuestros gemidos crecieron y ambos supimos que estábamos cerca del final. Terminó antes de que lo hubiese hecho yo, derramando su leche sobre su pecho, alargando la mano, hacia la mesilla de noche, agarrando un par de pañuelos para limpiar aquel desastre.
Seguí tocándome observando como él se ponía de lado y me miraba, esta vez hacia mi rostro, con detenimiento.
Me corrí en ese justo instante, sintiendo como cada poro de mi cuerpo se expandía, y él sonreía al verme en aquel estado.
(DIEGO)“Diego” “Diego” la escuchaba llamarme, mientras se lo metía bien duro, hasta el fondo. ¡Dios! Se sentía tan rico, que no quería detenerme, me daba igual todo lo demás, tan sólo quería follármela así, sintiendo sus gemidos debajo de mí.Miré hacia su rostro, pues quería verla estremecerse al sentirme de aquella manera dentro de ella, pero tan pronto como vi el rostro de ella, de Calipso, debajo de mí, desencajado por el placer que le proporcionaba me detuve.Y entonces, desperté.¡Dios! ¿Cómo podía soñar cosas tan atroces como aquella?La busqué en mi habitación, pero no podía hallarla por ninguna parte. ¿no se había quedado ella a dormir conmigo? Igual sólo lo había imaginado, ya que no podía recordar muy bien mucho después de
(CALIPSO)Le había perdido, a mi hermano, a mi único apoyo, a lo único que aún me quedaba de mis días felices. Ya no tenía a Javier, porque entendía perfectamente que él tuviese otra familia, y no quería pedir nada, aunque para mí el sería la única figura paterna que conocería jamás. Tampoco tenía a mamá, a ella la perdí cuando se casó con Martín, por culpa de la rivalidad que mi hermanastra tenía conmigo. Y ahora acababa de perder a lo más preciado que tenía en la vida, a Diego.Me pasaba los días en la universidad, en casa de Marina o en casa, y aquello me estaba matando, no poder verle, no poder dormir con él, no poder escuchar su risa o sentir su mirada sobre la mía.Ese día llegué temprano a casa de mi amiga, llamé al timbre como tres veces antes de que alguien me
(DIEGO)Me vestía para ir a ver a Teo, lucía arrepentido la noche anterior, cuando me llamó por teléfono para pedirme perdón por lo de mi hermana. Cuando llamaron a la puerta, con insistencia, y casi me caigo del susto cuando la vi, con lágrimas en los ojos, demacrada y con la misma ropa de ayer. ¿qué cojones le había pasado?Necesito quedarme unos días – me dijo, mientras yo la miraba sin comprender – sé que estar en la misma casa puede suponerte un reto, pero no puedo quedarme más tiempo allí – lucía atemorizada, y eso era lo único que me importaba en aquel momento.¿qué ha pasado?No necesito que hagas esto por mí – me dijo – sé qué ahora mismo no somos hermanos, es más no vendría si tuviese otro lu
(CALIPSO)Me pasé el día en casa de Diego, estuvimos largo rato hablando sobre cómo solían ser las cosas cuando aún vivíamos en la misma casa, recordando anécdotas y demás, sin dejar de reír durante todo el proceso, hasta que Javier apareció con Tamara.¡Cali! – Exclamó él al verme sentada en el sofá de su casa, junto a su hijo. Me levanté de golpe y corrí a abrazarle, ya os digo, él siempre fue como un verdadero padre para mí – hacía tiempo que no te veía por aquí – aseguraba, al mismo tiempo que me separaba de su abrazo y sonreía hacia él.Estuve muy liada con la universidad – mentí, poniendo una excusa simple, para luego mirar hacia Tamy, que sonreía hacia mí, con ilusión.Estás
(DIEGO)Acababa de llevar a Marina a su casa, me monté en la moto y pensé durante un momento en lo ocupada que había estado mi mañana. Primero la inesperada de Cali a casa, luego la cita con Teo, en la que me tuvo largo rato ocupado, pues había llegado al taller un nuevo modelo de Honda que era fantástico, más tarde, el encontronazo con Marina, lo que me obligó a invitarla a comer, y con ella había estado hasta entonces.Arranqué la moto y puse rumbo a casa, con una enorme sonrisa en el rostro, pues sabía perfectamente quién era la persona que me esperaría en casa, y eso me ponía de muy buen humor. Incluso había rechazado un buen polvo rápido en casa de mi nueva amiga con derechos, sólo por volver a ver a mi hermana.Aparqué la moto en el garaje y di la vuelta para entrar por la puerta de atrás, ya que no quería dar una vuel
(CALIPSO)Bajé a por un vaso de agua, justo después de pasarme horas en mi habitación, intentando encontrar un buen plan de fuga. Lo único que se me ocurría era escaparme al día siguiente, justo después de las clases, pues no habría otro modo de marcharme con la atenta mirada de mamá en ese día. Pero tan pronto como llegué a la cocina y la observé, arreglada con la ropa del hospital, y preparándose un bocadillo, me olvidé de todo.Tengo que ir al hospital – comenzó – acaban de llamarme para una guardia. Te he dejado un poco de berenjena en el microondas, así solo tienes que calentártela después – proseguía, metiendo todo en su bolsa del trabajo, para luego darme un leve beso en la mejilla – Martín ha ido a llevar a tu hermana a casa de su madre, así que llegará tarde. Pero tú debes
(DIEGO)Acababan de llamarme del hospital, me había levantado de un salto, e incluso mi viejo estaba allí, con legañas en los ojos, cogiendo la chaqueta y las llaves del coche, aún muerto de sueño, para conducir hacia el hospital, desde dónde acababan de llamar para comunicarnos que Calipso Osoria había sido encontrada inconsciente a las afueras del hospital, y que el segundo número de contacto que aparecía en su ficha era el nuestro, supongo que primero llamaron a su madre, pero al esta no responder, nos habían localizado a nosotros.Me temía lo peor ¿qué demonios habría pasado?Conduce tú, hijo – me pidió mi padre, temblando, sabía que había algo más que no quería contarme, pero no insistí demasiado en ello, no quería saber la verdad, sabía que, si me enteraba de que el causante de que ella
(CALIPSO)Al menos podía estar tranquila, las palabras de Diego fueron ciertas finalmente, no estaba embarazada, ninguno de sus asquerosos espermas se había agarrado a uno de mis óvulos.Diego tuvo una fuerte pelea con su padre y con mi madre, cuando les comunicó que no dejaría que mi madre me llevase con ella, que me llevaría con él a casa, y que cuidaría de mí.Tuve que tomarme un descanso en la universidad, porque aún no me sentía anímicamente bien como para volver a enfrentarme al mundo. Aunque hacía grandes progresos cada día, sobre todo gracias a mi ángel guardián, Diego el todo poderoso.Mi madre me llamaba todos los días, para preguntar por mi estado y los fines de semana venía a verme, siempre disculpando a Martín, pero yo sabía cuál era la razón de que aquel cabrón no quisiese acompa&nti