(DIEGO)
“Diego” “Diego” la escuchaba llamarme, mientras se lo metía bien duro, hasta el fondo. ¡Dios! Se sentía tan rico, que no quería detenerme, me daba igual todo lo demás, tan sólo quería follármela así, sintiendo sus gemidos debajo de mí.
Miré hacia su rostro, pues quería verla estremecerse al sentirme de aquella manera dentro de ella, pero tan pronto como vi el rostro de ella, de Calipso, debajo de mí, desencajado por el placer que le proporcionaba me detuve.
Y entonces, desperté.
¡Dios! ¿Cómo podía soñar cosas tan atroces como aquella?
La busqué en mi habitación, pero no podía hallarla por ninguna parte. ¿no se había quedado ella a dormir conmigo? Igual sólo lo había imaginado, ya que no podía recordar muy bien mucho después de lo mucho que habíamos bebido la noche anterior.
Lo último que podía recordar era a mí mismo haciéndome una paja mientras ella… ¿se tocaba? ¡Imposible! Seguramente sólo lo habría imaginado, seguramente ella no se estaba tocando frente a mí, sólo lo había imaginado para darme placer a mí mismo.
Pero ¿cómo podía excitarme con mi propia hermana tocándose? Me repudiaba a mí mismo en aquel justo instante.
Me levanté, me puse la parte de arriba del pijama, y bajé a desayunar, encontrándola en la cocina, con una amplia sonrisa en su rostro, mientras hablaba animadamente con mi papá.
***
La llevaba hacia la universidad en mi moto, sintiendo como ella se agarraba a mi espalda lo justo, como temerosa de agarrarme mucho más. Di un pequeño acelerón, sintiendo entonces como ella me abrazaba con fuerza, asustada por caerse, dibujando una tonta sonrisa en mi rostro.
Me detuve frente a la puerta del campus, siendo partícipe de miles de miradas, pero no me importó, ya estaba acostumbrado.
Ella se bajó despacio, se quitó el casco y me lo cedió a mí, para luego darme un seco “Gracias” que, por supuesto no acepté, y hacer amago de marcharse hacia sus clases.
La cogí del brazo, impidiéndole que pudiese avanzar, y la traje hasta mí, con la moto aún arrancada.
***
Llegué tarde a clases también, pero no me importó, había valido la pena si podía estar un poco más junto a ella. El día fue de lo más aburrido, el taller de física para principiantes me aburrió a más no poder. Era una idiotez para principiantes que ya me sabía de memoria.
Saqué el móvil y empecé a escribirle a mi mejor amigo, pero lo borré a la mitad, al recordar el día anterior, en cómo aquel capullo había intentado abusar de mi hermana.
“No iré hoy al taller. Estoy enfadado contigo por propasarte con Cali” – le escribí, para luego abrir una conversación nueva y observar la foto de improviso que ella tenía de perfil. Era una fotografía que le habían tomado de perfil, mientras miraba hacia algún punto. Sin lugar a dudas una de sus amigas, pues ella odiaba hacerse fotografías, y las redes sociales. Ya era toda una sorpresa que tuviese aplicación de mensajería.
“Siento si anoche me comporté como un capullo. No me acuerdo, así que, si lo hice, lo siento” – escribí, pues era cierto, no podía recordar por qué motivo ella no había dormido conmigo en mi habitación. Y por su seca despedida debía haber sido algo fuerte.
“No pasó nada” – recibí.
“Entonces, ¿por qué no dormiste conmigo?”
“Porque tú me lo pediste. El alcohol te pone demasiado cachondo, ¿no es cierto?” – Leí, haciendo que el miedo comenzase a envolverme. ¿Le había dicho yo eso a ella? ¿Cuán idiota había sido la noche anterior para llegar hasta ese punto? Cerré los ojos frustrado, en mitad de la explicación del profesor, recordando sus gemidos en la noche anterior.
Abrí los ojos de golpe, y me quedé pensando en ello. ¿No había sido un sueño? ¿en qué momento ella…? Podía verla, mirándome con deseo mientras se tocaba, gimiendo, sin dejar de mirarme. ¿no era un sueño? ¿no lo había imaginado? ¿había pasado de verdad? ¡Me cago en la puta! Lo había estropeado con ella por un puto calentón del que ni siquiera podía acordarme.
Me levanté de golpe, haciendo que todos mis compañeros mirasen hacia mí, y que el profesor se viese interrumpido por este suceso.
Corrí por los largos pasillos, dando una gran vuelta, por culpa de la maldita obra, hasta llegar a los aparcamientos, me monté en la moto, para luego arrancarla y poner rumbo a su campus. Era una completa locura lo que tenía en mente, pero necesitaba saber que todo seguía como antes, que no lo había estropeado con ella por ponerme a beber como un gilipollas, por dejar que el calentón que tenía hubiese podido más que lo que sentía por ella, que nuestra relación de hermanos se había ido al cuerno por mi culpa.
Dejé aparcada la moto en la puerta, importándome bien poco si no era un lugar adecuado para ello, corrí hacia el interior del edificio, ignorando las miles de miradas que se posaban sobre mí, para luego discutir con la secretaria en busca de la clase correcta en la que ella estaría. No era difícil de buscar, pues no había otra chica que tuviese su nombre, eso era lo que más me gustaba de ella, era única en todo.
Caminé a agigantados pasos y me detuve frente a la clase en cuestión, era el taller de exposiciones. Ni siquiera entré, tan sólo la observé desde el cristal de la puerta, estaba exponiendo un caso de violación, mientras su clase la observaba con atención. Me encantaba la forma tan correcta que tenía de hablar sobre aquello, su forma de defender al acusado, y todo en general. Nunca la había visto así, y eso me gusto demasiado.
Cuando terminó de exponer, la clase entera comenzó a aplaudir, incluso la profesora lo hizo, ante una feliz Calipso.
El timbre sonó en ese justo instante, haciéndome comprender que su clase había terminado. Toda su clase entera se levantó y salió por la puerta, incluida la profesora, mientras yo me hacía a un lado, esperando por ella, que salió una de las últimas, junto al chico de cabello moreno, y dos chicas más.
Sus palabras me molestaron terriblemente, no era porque me hubiese llamado su hermano, por supuesto que no, era exactamente eso lo que era para ella, eso siempre lo había tenido claro, aunque parecía que ya no. Lo que realmente me había herido, era que le diese tantas explicaciones a un tipo del que no conocía ni su existencia.
Caminamos hacia el pasillo, cerca de la cafetería, y nos sentamos en un pequeño banco que había junto a la pared. Al lado de una clase, ella me miró, mientras yo me hacía un poco el tonto, pues no tenía ni idea de cómo iba a preguntar aquello.
(CALIPSO)Le había perdido, a mi hermano, a mi único apoyo, a lo único que aún me quedaba de mis días felices. Ya no tenía a Javier, porque entendía perfectamente que él tuviese otra familia, y no quería pedir nada, aunque para mí el sería la única figura paterna que conocería jamás. Tampoco tenía a mamá, a ella la perdí cuando se casó con Martín, por culpa de la rivalidad que mi hermanastra tenía conmigo. Y ahora acababa de perder a lo más preciado que tenía en la vida, a Diego.Me pasaba los días en la universidad, en casa de Marina o en casa, y aquello me estaba matando, no poder verle, no poder dormir con él, no poder escuchar su risa o sentir su mirada sobre la mía.Ese día llegué temprano a casa de mi amiga, llamé al timbre como tres veces antes de que alguien me
(DIEGO)Me vestía para ir a ver a Teo, lucía arrepentido la noche anterior, cuando me llamó por teléfono para pedirme perdón por lo de mi hermana. Cuando llamaron a la puerta, con insistencia, y casi me caigo del susto cuando la vi, con lágrimas en los ojos, demacrada y con la misma ropa de ayer. ¿qué cojones le había pasado?Necesito quedarme unos días – me dijo, mientras yo la miraba sin comprender – sé que estar en la misma casa puede suponerte un reto, pero no puedo quedarme más tiempo allí – lucía atemorizada, y eso era lo único que me importaba en aquel momento.¿qué ha pasado?No necesito que hagas esto por mí – me dijo – sé qué ahora mismo no somos hermanos, es más no vendría si tuviese otro lu
(CALIPSO)Me pasé el día en casa de Diego, estuvimos largo rato hablando sobre cómo solían ser las cosas cuando aún vivíamos en la misma casa, recordando anécdotas y demás, sin dejar de reír durante todo el proceso, hasta que Javier apareció con Tamara.¡Cali! – Exclamó él al verme sentada en el sofá de su casa, junto a su hijo. Me levanté de golpe y corrí a abrazarle, ya os digo, él siempre fue como un verdadero padre para mí – hacía tiempo que no te veía por aquí – aseguraba, al mismo tiempo que me separaba de su abrazo y sonreía hacia él.Estuve muy liada con la universidad – mentí, poniendo una excusa simple, para luego mirar hacia Tamy, que sonreía hacia mí, con ilusión.Estás
(DIEGO)Acababa de llevar a Marina a su casa, me monté en la moto y pensé durante un momento en lo ocupada que había estado mi mañana. Primero la inesperada de Cali a casa, luego la cita con Teo, en la que me tuvo largo rato ocupado, pues había llegado al taller un nuevo modelo de Honda que era fantástico, más tarde, el encontronazo con Marina, lo que me obligó a invitarla a comer, y con ella había estado hasta entonces.Arranqué la moto y puse rumbo a casa, con una enorme sonrisa en el rostro, pues sabía perfectamente quién era la persona que me esperaría en casa, y eso me ponía de muy buen humor. Incluso había rechazado un buen polvo rápido en casa de mi nueva amiga con derechos, sólo por volver a ver a mi hermana.Aparqué la moto en el garaje y di la vuelta para entrar por la puerta de atrás, ya que no quería dar una vuel
(CALIPSO)Bajé a por un vaso de agua, justo después de pasarme horas en mi habitación, intentando encontrar un buen plan de fuga. Lo único que se me ocurría era escaparme al día siguiente, justo después de las clases, pues no habría otro modo de marcharme con la atenta mirada de mamá en ese día. Pero tan pronto como llegué a la cocina y la observé, arreglada con la ropa del hospital, y preparándose un bocadillo, me olvidé de todo.Tengo que ir al hospital – comenzó – acaban de llamarme para una guardia. Te he dejado un poco de berenjena en el microondas, así solo tienes que calentártela después – proseguía, metiendo todo en su bolsa del trabajo, para luego darme un leve beso en la mejilla – Martín ha ido a llevar a tu hermana a casa de su madre, así que llegará tarde. Pero tú debes
(DIEGO)Acababan de llamarme del hospital, me había levantado de un salto, e incluso mi viejo estaba allí, con legañas en los ojos, cogiendo la chaqueta y las llaves del coche, aún muerto de sueño, para conducir hacia el hospital, desde dónde acababan de llamar para comunicarnos que Calipso Osoria había sido encontrada inconsciente a las afueras del hospital, y que el segundo número de contacto que aparecía en su ficha era el nuestro, supongo que primero llamaron a su madre, pero al esta no responder, nos habían localizado a nosotros.Me temía lo peor ¿qué demonios habría pasado?Conduce tú, hijo – me pidió mi padre, temblando, sabía que había algo más que no quería contarme, pero no insistí demasiado en ello, no quería saber la verdad, sabía que, si me enteraba de que el causante de que ella
(CALIPSO)Al menos podía estar tranquila, las palabras de Diego fueron ciertas finalmente, no estaba embarazada, ninguno de sus asquerosos espermas se había agarrado a uno de mis óvulos.Diego tuvo una fuerte pelea con su padre y con mi madre, cuando les comunicó que no dejaría que mi madre me llevase con ella, que me llevaría con él a casa, y que cuidaría de mí.Tuve que tomarme un descanso en la universidad, porque aún no me sentía anímicamente bien como para volver a enfrentarme al mundo. Aunque hacía grandes progresos cada día, sobre todo gracias a mi ángel guardián, Diego el todo poderoso.Mi madre me llamaba todos los días, para preguntar por mi estado y los fines de semana venía a verme, siempre disculpando a Martín, pero yo sabía cuál era la razón de que aquel cabrón no quisiese acompa&nti
Cali no dejó de sonreír en toda la noche, ni siquiera su sonrisa se esfumó cuando vio aparecer a su madre y al hijo de puta que la violó, y no dejó que yo me acercase tampoco. Bailaba junto a ella, una bonita canción que mi madrastra estaba tocando, era muy buena con el piano. Era preciosa, o así nos parecía a Cali y a mí. Deberías de hacerles a todos, una exhibición de esgrima – bromeaba, haciendo que ella riese y negase con la cabeza, en señal de que yo era todo un caso, y estaba de acuerdo. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella, tan sólo quería verla reír – te quiero – le dije, observando como ella levantaba la vista para mirarme – y me encanta verte así, justo como tú eres – concluí. Ella sonrió. Marina está aquí – comenzó, perdiendo la sonrisa, mirando hacia alguien que había detrás de mí - ¿la invitaste? ¿No es tu mejor amiga? – pregunté, sin entender su actitud. ¿E