(DIEGO)
La película fue incómoda, no por la película en sí, sino por la conversación que habíamos mantenido antes. No podía dejar de pensar en lo que Cali había dicho, en lo que Teo había dicho sobre ella, y yo me sentía realmente estúpido.
La miraba por el rabillo del ojo, estaba sentada junto a mí y junto a Teo, y parecía inmersa en la trama. Aunque mi amigo, al igual que yo, no le quitaba ojo, y pude apreciar que lo que ella dijo aquella vez, sobre que la mayoría de los chicos tenían grandes tentáculos como pulpos era cierto, y mi amigo no era la excepción, pues sin saber muy bien como su mano derecha acabó sobre la izquierda de ella, haciéndola sentir incómoda.
No podía quitar la mirada de ahí, de ese justo punto en el que él acababa de tocarla, y me sentía realmente molesto por ello. Era mi sobreprotección de hermano, nada más que eso, lo sabía bien, yo no sentía nada más por Cali, pero, aun así, no podía evitarlo.
Estaba a punto de hablar, de decirle a mi amigo que se cortase un poco, cuando sentí la mano de Marina entrelazándose con la mía y su rostro cerca de mi cuello. Ladeé la cabeza, con la intención de mirarla y decirle que se apartase, que no estaba para nada interesado en ella, cuando sentí sus besos sobre mi cuello, haciéndome sentir una sensación extraña.
Cali se levantó de un salto, haciendo que todos mirásemos hacia ella, miró hacia mí, molesta, y luego se marchó de la sala, sin decir una sola palabra más. Y entonces lo supe, Teo había intentado algo más con ella, se había propasado.
Antes de que pudiese levantarme del asiento si quiera, Teo lo hizo, se levantó, lucía enfadado y salió tras ella. Tenía toda la intención del mundo de seguirlos, pero Marina me agarró la mano en ese justo instante, y cuando miré hacia ella para saber qué era lo que pretendía, esta me estampó un beso en los labios.
Quería apartarla y largarme a buscar a Cali, pero no lo hice. Era mi primer beso, y lo cierto es que me estaba gustando. Sus labios se fundieron con los míos con tanta naturalidad que este se volvió más intenso al cabo de unos segundos, y ni siquiera me importó. Al contrario, me encantaba la forma en la que nuestros labios encajaban.
Ni siquiera me enteré de la película, pues nos llevamos desde entonces hasta que terminó liándonos, sin parar a coger aire ni un solo minuto.
Las luces se encendieron y nos marchamos a casa. No había rastro de Cali o de Teo, y eso me preocupó un poco más, pero tan pronto como saqué el teléfono, dispuesto a llamarlos, me percaté de que tenía un mensaje, uno de cada uno, indicándome que se marchaban a casa, y que sentían haber estropeado la noche.
Dejé a Marina en su casa, y volvimos a besarnos en su porche, antes de que me hubiese marchado a casa. Ni siquiera sabía que era lo que eso significaba, pero me gustaba besarla.
Cuando llegué a casa de Cali me enteré de que estaba sola en casa, Martín se había marchado a dejar a su hermanastra, Megan, a la ciudad, y Ariel, su madre, estaba trabajando en el hospital.
Aparté la mirada al darme cuenta de en lo que estaba pensando. Quité la mano e intenté volver a la normalidad, intentando que no se me notase que estaba histérico.
Me lamí el labio inferior y luego lo mordí, aterrado porque ella pudiese averiguar qué era lo que estaba pasando por mi mente, para luego asentir y volver la vista hacia mi cerveza. La agarré y le di un largo sorbo.
Ninguno de los dos volvió a decir una sola palabra por un largo rato, ella volvió a la cocina, y trajo dos cervezas más cuando se terminó la suya.
La miré atónito. ¿Qué era lo que había cambiado entre nosotros para sentirnos así de incómodos el uno con el otro? Nosotros no solíamos ser así, siempre había algo especial, una confianza interminable, algo maravilloso. Pero en ese momento, ella se sentía tan cohibida conmigo allí, que dolía.
Bebimos todas las cervezas que había en la maldita casa, y luego empezamos por los chupitos de whisky. La conversación fue evolucionando, tocamos temas íntimos como aquel, luego hablamos sobre los chicos que estaban locos por ella en la universidad, y terminamos hablando sobre nuestros otros hermanos.
Yo por ejemplo tenía una hermana más, hija de la nueva esposa de mi padre, pero nunca estaba con nosotros en casa, pues vivía con su padre en París. Y ella tenía a Megan, hija de su padrastro, con la que se llevaba realmente mal, y a la que siempre estaban dándole la razón en todo, por eso ella se sentía tan desplazada y siempre estaba en casa con nosotros.
En algún momento de la tarde acabamos en el suelo, ella descansando su espalda sobre el sofá, aguantando su cabeza con la mano, al mismo tiempo que mantenía levantado un pie, apoyando la planta sobre el suelo, pero con la rodilla al aire, lo cual, había causado que su vestido se arremangase tanto que podían vérsele las bragas. Pero creo que ella estaba tan sumamente borracha que no se percató de ello.
Yo, estaba sentado junto a la mesita en la que habíamos ido amontonando las cervezas, mirando hacia ella con interés, percatándome entonces de sus bragas, quedándome embobado al verla tan sexy.
Era la primera vez en toda mi vida que la veía de aquella forma.
Tragué saliva, aterrado y curioso, al mismo tiempo, al darme cuenta de las muchas ganas que tenía de ver lo que había entre sus piernas, bajo sus bragas.
No era un santo, tampoco es que no hubiese visto a una mujer desnuda. Había visto alguna que otra porno, fotografías, y cosas varias, pero nunca la había tenido en carne y hueso, así que… tan sólo quería…
Empecé a comprender en ese justo instante eso que solía decir Mario, otro de mis grandes amigos “Cuando te mueres por entrar en las bragas de una tía, no te importa nada más que eso, incluso el deseo por tirártela es tan fuerte, que haces cualquier locura para conseguirlo” La pregunta que rondaba por mi mente en aquel momento era: ¿quería yo, realmente, meterme entre sus piernas?
Cali tenía razón, tenía que acostarme con Marina. Sabía que sólo así dejaría de tener tal erección cuando la tuviese delante. Aquello me estaba matando de una manera que odiaba.
Me acerqué a ella, arrastrándome por el suelo, hasta llegar al sofá, y apoyé mi codo sobre él, haciendo que ella ladease la cabeza para mirarme, haciendo justo lo mismo que yo con el codo.
(CALIPSO)Cenamos en su casa, con su padre y Tamara, las coles de Bruselas estaban deliciosas y el pastel de carne también. Y luego tomamos una copa junto a ellos, por lo que nos fuimos a dormir bastante tarde.Deberíamos ducharnos antes de irnos a dormir – comenzó él, haciéndome salir de mis pensamientos, mientras caminábamos por el pasillo de la planta superior hacia las habitaciones – así se nos pasará un poco la borrachera.Me duché en el baño de su habitación, sintiendo como el agua bajaba un poco la calentura que la borrachera me había aportado. Debía controlarme, o todo por lo que había luchado se iría a la mierda.Miré hacia el espejo empañado, con el cuerpo totalmente desnudo, observando con detenimiento mi cuerpo, por primera vez en la vida, dándome cuenta de que no est
(DIEGO)“Diego” “Diego” la escuchaba llamarme, mientras se lo metía bien duro, hasta el fondo. ¡Dios! Se sentía tan rico, que no quería detenerme, me daba igual todo lo demás, tan sólo quería follármela así, sintiendo sus gemidos debajo de mí.Miré hacia su rostro, pues quería verla estremecerse al sentirme de aquella manera dentro de ella, pero tan pronto como vi el rostro de ella, de Calipso, debajo de mí, desencajado por el placer que le proporcionaba me detuve.Y entonces, desperté.¡Dios! ¿Cómo podía soñar cosas tan atroces como aquella?La busqué en mi habitación, pero no podía hallarla por ninguna parte. ¿no se había quedado ella a dormir conmigo? Igual sólo lo había imaginado, ya que no podía recordar muy bien mucho después de
(CALIPSO)Le había perdido, a mi hermano, a mi único apoyo, a lo único que aún me quedaba de mis días felices. Ya no tenía a Javier, porque entendía perfectamente que él tuviese otra familia, y no quería pedir nada, aunque para mí el sería la única figura paterna que conocería jamás. Tampoco tenía a mamá, a ella la perdí cuando se casó con Martín, por culpa de la rivalidad que mi hermanastra tenía conmigo. Y ahora acababa de perder a lo más preciado que tenía en la vida, a Diego.Me pasaba los días en la universidad, en casa de Marina o en casa, y aquello me estaba matando, no poder verle, no poder dormir con él, no poder escuchar su risa o sentir su mirada sobre la mía.Ese día llegué temprano a casa de mi amiga, llamé al timbre como tres veces antes de que alguien me
(DIEGO)Me vestía para ir a ver a Teo, lucía arrepentido la noche anterior, cuando me llamó por teléfono para pedirme perdón por lo de mi hermana. Cuando llamaron a la puerta, con insistencia, y casi me caigo del susto cuando la vi, con lágrimas en los ojos, demacrada y con la misma ropa de ayer. ¿qué cojones le había pasado?Necesito quedarme unos días – me dijo, mientras yo la miraba sin comprender – sé que estar en la misma casa puede suponerte un reto, pero no puedo quedarme más tiempo allí – lucía atemorizada, y eso era lo único que me importaba en aquel momento.¿qué ha pasado?No necesito que hagas esto por mí – me dijo – sé qué ahora mismo no somos hermanos, es más no vendría si tuviese otro lu
(CALIPSO)Me pasé el día en casa de Diego, estuvimos largo rato hablando sobre cómo solían ser las cosas cuando aún vivíamos en la misma casa, recordando anécdotas y demás, sin dejar de reír durante todo el proceso, hasta que Javier apareció con Tamara.¡Cali! – Exclamó él al verme sentada en el sofá de su casa, junto a su hijo. Me levanté de golpe y corrí a abrazarle, ya os digo, él siempre fue como un verdadero padre para mí – hacía tiempo que no te veía por aquí – aseguraba, al mismo tiempo que me separaba de su abrazo y sonreía hacia él.Estuve muy liada con la universidad – mentí, poniendo una excusa simple, para luego mirar hacia Tamy, que sonreía hacia mí, con ilusión.Estás
(DIEGO)Acababa de llevar a Marina a su casa, me monté en la moto y pensé durante un momento en lo ocupada que había estado mi mañana. Primero la inesperada de Cali a casa, luego la cita con Teo, en la que me tuvo largo rato ocupado, pues había llegado al taller un nuevo modelo de Honda que era fantástico, más tarde, el encontronazo con Marina, lo que me obligó a invitarla a comer, y con ella había estado hasta entonces.Arranqué la moto y puse rumbo a casa, con una enorme sonrisa en el rostro, pues sabía perfectamente quién era la persona que me esperaría en casa, y eso me ponía de muy buen humor. Incluso había rechazado un buen polvo rápido en casa de mi nueva amiga con derechos, sólo por volver a ver a mi hermana.Aparqué la moto en el garaje y di la vuelta para entrar por la puerta de atrás, ya que no quería dar una vuel
(CALIPSO)Bajé a por un vaso de agua, justo después de pasarme horas en mi habitación, intentando encontrar un buen plan de fuga. Lo único que se me ocurría era escaparme al día siguiente, justo después de las clases, pues no habría otro modo de marcharme con la atenta mirada de mamá en ese día. Pero tan pronto como llegué a la cocina y la observé, arreglada con la ropa del hospital, y preparándose un bocadillo, me olvidé de todo.Tengo que ir al hospital – comenzó – acaban de llamarme para una guardia. Te he dejado un poco de berenjena en el microondas, así solo tienes que calentártela después – proseguía, metiendo todo en su bolsa del trabajo, para luego darme un leve beso en la mejilla – Martín ha ido a llevar a tu hermana a casa de su madre, así que llegará tarde. Pero tú debes
(DIEGO)Acababan de llamarme del hospital, me había levantado de un salto, e incluso mi viejo estaba allí, con legañas en los ojos, cogiendo la chaqueta y las llaves del coche, aún muerto de sueño, para conducir hacia el hospital, desde dónde acababan de llamar para comunicarnos que Calipso Osoria había sido encontrada inconsciente a las afueras del hospital, y que el segundo número de contacto que aparecía en su ficha era el nuestro, supongo que primero llamaron a su madre, pero al esta no responder, nos habían localizado a nosotros.Me temía lo peor ¿qué demonios habría pasado?Conduce tú, hijo – me pidió mi padre, temblando, sabía que había algo más que no quería contarme, pero no insistí demasiado en ello, no quería saber la verdad, sabía que, si me enteraba de que el causante de que ella