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2. Una charla sobre sexo (CALIPSO)

(CALIPSO)

No entendía en qué momento me había dejado arrastrar a aquella tontería, pero allí estaba, junto a mi mejor amiga, Marina, esperando en la puerta del cine a que llegasen Teo y Diego.

Iba muy normal, no me había arreglado en exceso aquel domingo, tan sólo quería que pasase rápido, tenía trabajos que preparar para el día siguiente, para la universidad, y pocas ganas de aquella encerrona. Al contrario que mi amiga, que estaba entusiasmada con aquella salida, como si siempre hubiese querido salir con mi hermano, pero nunca se hubiese atrevido a decírmelo.

  • ¿te gusta Diego? – pregunté, haciendo que ella mirase hacia mí, algo cobarde, como si se sintiese descubierta – no pasa nada si te gusta, yo …

  • Me gusta – aseguró ella – claro que me gusta, está buenísimo. – insistía - ¿te has fijado en esos abdominales que se le marcan cuando lleva camisetas?

  • Pues no – reconocía, pues lo cierto es que no tenía ni idea de lo que hablaba – no mucho.

  • Pues veras ahora cuando llegue, espero que se haya puesto una de esas – proseguía mi amiga – me encantaría ver lo que tiene debajo…

  • ¡Marina! – la regañé, al darme cuenta de que estaba hablando de la posibilidad de acostarse con mi hermano - ¡qué es mi hermano! – me quejé.

  • ¿sabes si es virgen aún? – insistió, haciendo oídos sordos a lo que acababa de decirle – si es así, me encantaría…

  • Ya estamos aquí – dijo una voz junto a nosotras, haciendo que mi amiga se callase de pronto, y que yo sonriese de oreja a oreja al verle allí. Pero entonces le miré, y comprendí perfectamente las palabras de Marina.

Él era un galán de telenovela. Tenía el cabello castaño claro, una recortada barba, ojos verdes y saltones, y rostro bien enmarcado, de complexión atlética y hombros anchos, alto y muy guapo. Y sí, se le marcaban los abdominales bajo aquella camiseta blanca.

Ni siquiera pude fijarme en su amigo Teo, tan sólo tenía ojos para mi hermano.

  • ¿habéis esperado mucho tiempo? – insistió, haciendo que saliese de mis pensamientos, y dejase de babear como una idiota. Pero ¿qué demonios me estaba pasando? Yo no era así, y menos con él. ¿Por qué sentía que todo en él me gustaba? - ¿Cali? – me llamó, al ver mi rostro desencajado, al darme cuenta de que era cierto, él me resultaba atractivo, me gustaba, y acababa de darme cuenta de que no era normal que me gustase de esa forma, sólo éramos hermanos, por dios.

  • ¿Qué? – pregunté, aterrorizada, intentando volver a la normalidad, intentando alejar todos aquellos pensamientos de mi mente, quería volver al tiempo en el que sólo sentía amor de hermano. ¿qué demonios eran todas aquellas sensaciones nuevas? – Si… - contesté, pero al ver el rostro extrañado de mi hermano, negué con la cabeza - … no, es decir…

  • ¿por qué titubeas? – preguntó mi amiga sin comprender, mientras yo luchaba con mis propios sentimientos por volver a estar bien.

  • ¿estás bien? – insistió él, haciéndome estremecer al sentir el contacto de su mano sobre mi brazo. Mis ojos se fijaron en ese justo punto, dejándome embriagar por aquella sensación extraña – Cali – me llamó, nuevamente – estás pálida.

  • Estoy bien – respondí, apartando su mano de la mía, provocando que él me mirase aún más preocupado.

  • Hola Cali – me saludó Teo, en ese momento, haciendo que me mordiese el labio, al darme cuenta de que él también estaba guapo, y nunca antes me había fijado en ello. ¿por qué me pasaba esto a mí? ¿por qué en ese justo momento?

Teo era moreno, con flequillo, cejas pobladas, ojos grises, nariz perfecta, labios carnosos y una barba de al menos tres días. Era guapo, más guapo de lo que solía recordar, aunque tampoco es que me hubiese fijado mucho en él con anterioridad.

Siempre fue el amigo raro de mi hermano, desde que tenía uso de razón. Aún podía recordar cuando le vi por primera vez, en su taller. Solía ser un chico muy reservado en ese entonces, aunque siempre bromista, lo que lo hacía realmente famoso entre las chicas.

Perdió la virginidad joven, o eso tenía entendido.

Él y yo nunca antes tuvimos relación, apenas cruzamos un par de palabras en toda nuestra vida, por eso me resultaba tan extraño que dijese que le gustase, tan sólo sería una broma, era imposible que yo pudiese gustarle.

  • ¿Qué película os apetece ver? – preguntó en ese momento mi mejor amiga, haciéndome salir de mis pensamientos - ¿qué os parece la de Furia de Titanes? Me muero de ganas por verla.

  • Esa no es hasta las cuatro – acepté, dándome cuenta de que aún eran las dos – así que podríamos comer algo antes.

  • Buena idea – dijo mi amiga, para luego agarrarse del brazo de mi hermano, haciendo que este pusiese una cara rara, como si no estuviese a gusto en lo absoluto.

Y allí estábamos, terminando de comer, mientras la conversación parecía haber dado un giro de 180 grados, y hablábamos sobre sexo. Más bien ellos hablaban, porque yo sólo escuchaba.

  • Tengo entendido – comenzó Diego – que cuando sientes ese deseo sexual – proseguía – haces locuras realmente estúpidas, incluso te arrepientes después, sólo para saciar dicho deseo.

  • Es cierto – aceptó Teo – he hecho locuras realmente catastróficas por acostarme con una tía.

  • Creo que soy el único virgen aquí, ¿no? – insistió mi hermano, haciendo que todos mirásemos hacia él.

  • No – negó mi amiga – Cali también lo es – declaró, haciendo que la mirase con odio, ¿cómo se le ocurría decir algo como aquello sin mi permiso?

  • Pero no es algo malo – insistía Teo, intentando hacerme sentir mejor – a los tíos nos gusta más hacerlo con las vírgenes, son inexpertas y tienen su sexo tan apretado… eso nos encanta – aseguraba, haciendo que yo me muriese de vergüenza en ese justo instante.

  • ¿ni siquiera os habéis tocado? – preguntaba Marina, totalmente sorprendida con todo aquello - ¿no os habéis…?

  • Claro que nos hemos tocado – mentí, pues no quería ser aún más rara. Todos miraron hacia mí, mientras yo volvía a morirme de la vergüenza.

  • ¿piensas en alguien en particular cuando te tocas? – preguntaba Teo, haciéndome sentir aún más incómoda.

  • Claro – volví a mentir.

  • ¿y por qué eres virgen aún? Quiero decir, eres guapa, así que no entiendo cómo es que … - comenzaba Diego, haciéndome sentir incómoda de nuevo, es decir… a él le parecía guapa. Jamás pensé que él se hubiese dado cuenta de ello.

  • Quizás aún estoy esperando a esa persona, a alguien especial. ¿y tú?

  • Creo que, como tú, también espero a alguien especial.

  • Tenéis el sexo sobre valorado – se quejaba Teo – para perder la virginidad no hace falta hacerlo con alguien especial, con que sea alguien que te gusta, al que conozcas y que sepas que no te va a hacer daño, es suficiente.

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