Capítulo 2

Dana

La luz débil de la mañana entra por la gran ventana de mi habitación. Suspiro, no quiero abrir mis ojos. Pero tengo que hacerlo si quiero disfrutar este último viernes con mis pequeños.

«Cinco minutos más...» escucho pasos cerca. «Oh, oh»

Creo que esos cinco minutos los dejaré para otra ocasión. Siento como mi cama se hunde en completo silencio, unas manos suaves acarician mi cabello y otras mi rostro.

— ¡Mamá! ¡Mamá! —dicen entre risas Dánae y Damián.

Mis dos hermosos hijos, mis dos traviesos que cuando quieren algo, lo consiguen, eso me recuerda mucho a su padre.

Temperamentales. Decididos. Sobre protectores y sobre todo...muy celosos.

Lo único que tienen de mí, son mis ojos aceitunados y las largas pestañas. El resto genética de Demetrio.

— ¿Me dan...cinco minutos? —e imito un puchero.

Pero las risas se intensifican.

— ¡Mamá! —gritan al mismo tiempo y mi risa sale a la superficie. Amenazan con sus pequeñas manos en hacer cosquillas entre los dos, pero inmediatamente los detengo.

«Cosquillas...»

— ¡Está bien, está bien! Voy a levantarme—levanto las manos en rendición, abro los ojos y ahí están. En sus pijamas y con sus cabellos cobrizos revueltos—...pero solo diré una cosa. Si salgo de esta habitación lista y ustedes no lo están...—de un salto los dos intentan bajar de la cama— ¡No iremos a desayunar panqueques! —se escuchan las risas por todo el pasillo hasta sus habitaciones. Escucho una pequeña discusión. ¿Quién se irá a bañar primero?

Gana Dánae.

Y eso me hace soltar una risa.

Me siento un poco más tranquila al ver que realmente disfrutan su infancia. Cierro los ojos y las imágenes llegan a mí.

Ojos azules, su boca, su barbilla, su risa...

«Dueles aún...» El nudo se instala en mi garganta y las lágrimas amenazan con salir. Pero soy fuerte, soy una guerrera. Y por mis hijos, por nuestros hijos, tengo que serlo.

—Sí, solo...—No Dana, no más. Basta, tomo aire lentamente y lo suelto. Tengo que tranquilizarme.

Entro a la bañera y a lo lejos escucho que han encendido la televisión.

Cierro los ojos e intento relajarme, el olor a jazmín inunda la habitación. Cómo todos los días, Demetrio llega a mí en forma de ola arrastrando a la orilla los recuerdos de nosotros.

La pasión que desbordábamos juntos. Poco a poco mientras lavo mi cuerpo, un cuerpo que carga una pequeña cicatriz en el vientre, mis manos pasan por encima de ella, y la acaricia. Después se deslizan entre mis muslos, durante estos años, había aprendido a satisfacerme a mí misma, nunca había pensado en tener a otro hombre, y no lo quería. Nunca, aunque Demetrio si pudo tener otras mujeres. He ahí la diferencia entre los dos, yo realmente lo amaba, y él no. Solo era otra adquisición en su vida, un trofeo. Y eso se repetía en mi cabeza atormentada.

«Él no te amaba»

Cierro los ojos y llego a mi clímax sin sabor a pasión y fuego. Pero a la final, satisfecha de alguna manera.

Pero hoy, no importaba yo. Solo mis hijos, mis dos grandes motivos.

Ya no podía confiar en nadie, solo en mí. Al salir de la bañera, tomo asiento en la orilla mientras sigo envuelta en la toalla. Mi mirada se pierde en algún punto del suelo y mi mente intenta esquivar todo lo que tenga que ver con Demetrio.

«Dana, no vayas ahí de nuevo»

Tenía que seguir avanzando sola, con mis hijos. Solo con ellos y por ellos.

FLASHBACK (Recuerdos del pasado)

La escena era perturbadora. El día que le di la noticia de mi embarazo. No lo esperaba ya que quería disfrutar de nuestro matrimonio, teníamos solo tres meses de casados...y sus palabras retumbaban en mis oídos:

« ¿Te has embarazado a propósito?» «Solo traerán problemas a nuestras vidas» ¿Y nosotros qué, Dana?» Y después de horas de espera al verlo salir conmocionado y sin la leve intención de regresar esa noche, Jefferson me llevaba a buscarlo después de amenazarlo. Algo en mi me decía que viniera. Y finalmente lo vi todo. Abrazado de Bárbara frente a su casa. Bárbara lo invitaba a pasar, no sé por cuánto tiempo contuve el aire en ese momento, mis manos se volvieron puños. La cabeza me estallaría.

Una hora después de contener la ira, y de no ver las señales, pensaba que solo hablaría con ella, con la exnovia, la ex prometida, con la cual no regresaría a tener contacto de nuevo por todo el daño que nos había hecho meses atrás, pero ahí estaba. Esa promesa la había roto y ahí estaba. ¿A quién quieres engañar Dana?

Jefferson se gira hacia mí.

—Dana...—lo interrumpo.

—No. No digas nada, voy a entrar por mi esposo y lo voy a arrebatar de las garras de esa mujer. Y no me vas a detener.

Bajo a toda prisa, y detrás de mí viene Jefferson preocupado. Jefferson veía más por lo que nos fuese pasar a mí y a mi bebe, no por Demetrio. Quería saber si lo que acaba de ver...es verdad.

«Ellos dos...»

La mujer me abre la puerta vestida en un conjunto de corsé negro y ligueros. Su boca estaba manchada de lápiz labial rojo. Necesitaba llegar a la verdad, y no me importaba meterme en el lodo.

— ¿Dónde está mi esposo? —las palabras salieron cargadas de ira.

—Pasa, lo puedes encontrar en nuestra habitación, quizás descansando después de nuestra ronda de sexo salvaje... ¿Y quién será el padre de tu bastardo? —no pude contenerme, y mi mano se estrelló bruscamente en su mejilla haciéndola girar hacia otro lado. Siento las manos de Jefferson por la cintura para alejarme cuando ve mis intenciones de brincarle encima y arrastrarla por toda la maldita carretera.

— ¡Maldita, mil veces maldita Bárbara! —grito cargada aún con la ira. Me suelto del agarre de Jefferson y empujo a Bárbara para entrar a la casa. Subo las escaleras gritando el nombre de Demetrio. Comienzo por buscar en todas las habitaciones, hasta que observo al final la puerta semi abierta y deduzco que es esa la habitación.

«Nuestra habitación» Llego a ella, empujo para terminar de abrirla completamente mientras mi mano tiembla por lo que me estoy imaginando. Entro y ahí está.

«Desnudo, en medio de la cama, atado de las muñecas»

—Demetrio...—susurro con dolor. La mano de Jefferson me sostiene del brazo y maldice entre dientes. Sé que debe de estar decepcionado como yo, aunque en mi caso pasó de nivel. Intenta sacarme de la habitación, pero la adrenalina del momento, me suelto de su agarre mientras me llama «Dana, por favor, piensa en tu bebe»

Doy unos pasos y me acerco al pie de la cama. A un lado de él está tirada su ropa. Mi agitación es acelerada, no sé qué va a suceder después de todo lo que estoy viendo...

Su rostro cuelga mirando a su estómago desnudo, las perlas de sudor están por todo su cuerpo. Me cubro mi boca con mi mano para acallar el jadeo de terror al mirar esta escena.

—Demetrio...—susurro. Y de nuevo mi mano temblorosa se va a mi boca.

—Lárgate—su voz está cargada de odio.

Niego con las lágrimas en mis mejillas, mi corazón aumenta su velocidad y mi mano libre se va a mi vientre.

—Nunca te he amado, nunca lo haré, no te amo...yo amo a otra mujer...una mujer que me ama...Bárbara…ella…tu solo eres... «Nada» —remarcó con odio esa última palabra. Su rostro aún sigue mirando hacia abajo, apenas puede parpadear.

—Dana, vamos. —murmura Jefferson intentando sacarme de ahí, pero falla. Pasan segundos eternos delante de él, levanto su barbilla. Sus ojos estaban rojos y cristalinos. Pero al verme reflejada en ellos, se abrieron aún más por la sorpresa. Palideció...fue decir poco.

— ¿Nunca me has amado? —susurro débilmente. Sus ojos se clavan en los míos. Y yo en ellos encuentro pánico...

—Da-a-Dana...yo—su rostro se contrae por el dolor. Es como si regresara a la realidad.

Intento decir algo, pero nada salió.

—Nada de Dana...—los dientes los aprieto—...no más Dana. —agita sus muñecas del respaldo de herrería con bastante fuerza.

— ¡Jefferson! ¡Saca a Dana! ¡Sácala de aquí! —comienza a gritar desesperado intentando soltarse, pero era imposible. — ¡Jeffersonnnnnn! —volvió a gritar histérico.

Me vuelvo hacia Jefferson, quien está pálido por nuestra escena. Él puede ver el dolor que cargo, ve mi decepción, desesperanza y al final...mi decisión.

El solo asiente en silencio, paso a su lado y me dirijo a la puerta, sus gritos llamándome, maldiciendo a Bárbara, quien sonríe al ver mi rostro y a Demetrio pidiendo ayuda a Jefferson.

Pero no miro atrás. Ni el corazón que ha destrozado volverá a ser el mismo. Ni la Dana que aceptó compartir su vida a lado de él...

Y tampoco el futuro, juntos.

Esa Dana...había muerto para él y para el resto del mundo.

FIN DEL FLASHBACK

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