cariño, estoy aquí

Entonces Daniel se acercó por detrás a Luz y la abrazó con suavidad. Ella sintió el calor que emanaba del cuerpo de Daniel y poco a poco se fue tranquilizando. Con una voz suave, Daniel pronunció:

—Cariño, suéltalo. Déjame a mí. Sino lo haces te perderé.

—Dan. ¿Eres tú? —respondió Luz, con lágrimas comenzando a caer por su rostro.

Mientras tanto, Cristian se revolcaba de dolor en el suelo, como si algo o alguien lo estuviera aplastando. Gotas de sangre salían de su boca, y su cuerpo se convulsionaba.

Daniel, al notar la situación, se apresuró aún más:

—Bebé, mírame. Soy yo. Aquí estoy junto a ti.

Luz volteó lentamente y cruzó la mirada con la de Daniel, sus ojos brillantes color de esmeralda la envolvieron por completo, transmitiendole seguridad y calor.

—Dan, ¿eres tú? —Su voz ahora sonaba diferente, llena de incredulidad y alivio.

Acarició el rostro de Daniel, mientras él poco a poco la hacía soltar su puño cerrado.

—Bebé, déjame a mí. Yo me haré cargo de él. Tú solo abrázame. Te e
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