Me encontré con Maxwell en la noche, en el momento que los novios se encontraban en un restaurante cenando en familia.
Se encontraba Tanner, la madre de Greta y su amiga. No era que fuera la gran cosa, sino que me hacía sentir amargura el hecho de que no nos tomara en cuenta en lo absoluto. Me hubiera gustado saber por la propia boca de mi hermano que estaba enamorado y se casaría, así no nos invitara a compartir su día especial con él.
—¿Dónde estuviste todo el día?
—Investigando, buscando información y asegurándome de que la m****a italiana no esté pisando nuestros talones.
—¿Qué encontraste? —indagué, viendo desde lejos lo feliz que se veía la nueva familia de Holden.
—No hay nada de lo que debamos preocuparnos —lo oí suspirar y giré el rostro hacia él—. Hol es feliz.
—Lo es —concordé—. Se lo merece, después de todo, era lo que tanto quería.
—¿No lo vamos a felicitar? —dijo con un dejo de diversión y negué.
—No, lo mejor que podemos hacer es cuidarlo desde las sombras.
Bufó y reí, pero pronto mi sonrisa se borró de mi rostro al ver a Holden compartir y reír con su nueva familia.
Me siento tan feliz por él, por luchar arduamente hasta alcanzar lo que tanto deseaba su corazón. Me siento tranquila ahora que puedo darme cuenta con mis propios ojos que es feliz y está cumpliendo todos sueños.
Él, a diferencia mía, no tenía esa necesidad de cobrar venganza. Solo quería olvidar el sufrimiento marchándose lejos y haciendo todo lo que anheló de niño.
Miré a Tanner y su sonrisa calentó mi corazón. Aunque no esté a mi lado, deseo que sea muy feliz en su nueva vida. Y si esa chica es la mujer indicada y con la cual compartirá sus días, solo espero que sean muy felices y que en ella encuentre todo lo que un día soñó de su verdadero amor.
Quería regresar a casa, estar lo más lejos posible de ellos y no ser consciente de su felicidad. Pero debía estar ahí cuidando sus espaldas, así doliera ver al amor de mi vida siendo feliz con otra y a mi hermano mellizo ignorando mi existencia.
—Iré al baño —me levanté de mi lugar y salí del restaurante a tomar algo de aire.
Aspiré fuerte y dejé que el aire llenara mis pulmones. No podía seguir viéndolos y darme cuenta de que son muy felices sin mí, que ni siquiera hago parte de sus pensamientos. Supongo que ninguno de los dos debe extrañarme en lo más mínimo.
Cerré los ojos por un instante, sintiendo un dolor agudo en el pecho y un gran nudo en la garganta.
—¡Llorar no es una opción para un Walsh, Holden! —papá rugió, tomando a mi hermano de la nuca, obligándolo a mirarme a mí—. Blair es mujer y nunca ha soltado una sola lágrima. Tú, que eres todo un hombre, ¿vas a dejarte aplacar por ella?
Las palabras de mi padre llegaron a mi cabeza y me negué a sentir. Un Walsh no llora, un Walsh no sufre, un Walsh no siente, un Walsh nunca debe mostrar debilidad.
Y yo soy una Walsh, y por más dolor que sienta en el alma, no permitiré que nadie vea mis debilidades, siquiera yo misma debo verlas.
Mi padre fue un hombre severo, que siempre nos exigió de más pese a ser solo unos niños. Ni siquiera cuando mamá murió lo vi derramar una sola lágrima. Si le dolió su muerte, nunca lo demostró.
Abrí los ojos y cuando toda frustración se alejó de mí, observé la calle con frialdad e indiferencia, antes de darme la vuelta y entrar de nuevo al restaurante.
Pero un hombre en la entrada hizo que detuviera todo paso y acelerara los latidos de mi corazón.
—Conque eras tú, eh —una sonrisa burlona se ensanchó en sus labios—. Algo me decía que estabas más cerca de lo que creía.
—Alguien debe hacerse cargo de toda la m****a, ¿no crees?
—¿Qué haces aquí, Blair?
Lo miré a los ojos y sentí que el mundo a mi alrededor se reducía a la nada. Su mirada azulada siempre será una debilidad para mí, quizás sea por la intensidad de sus ojos o porque en ellos puedo reflejarme de una manera que solo ha existido en mi mente.
—¿No es obvio? —dije con total Indiferencia—. Holden se casó y no tuvo el mayor de los cuidados. Los enemigos pueden estar cerca, Tanner.
—Aunque conocía el riesgo, él lo quiso tomar. Esa fue su decisión y debemos respetarla.
—No vine a decirle a mi hermanito lo que debe o no hacer. He venido a cuidarle el culo antes de que los italianos se lo rompan —di un paso hacia él—. No le digas que estamos cuidando sus pasos, porque lo que menos quiero es arruinar su día y su inigualable felicidad. Además, sé de sobra que nosotros no somos bien recibidos aquí.
Observé sus labios por breves instantes, sintiendo deseos locos de besarlo, pero rápido aparté la mirada y seguí caminando, pasando por su lado como si de nadie se tratara.
—Blair...
Mi corazón se hizo más chico en mi pecho en cuanto sentí su toque en mi brazo.
Intenté zafarme de él antes de que esa careta indiferente que me había puesto cayera al suelo, pero afianzó su mano en mi brazo, haciéndome caminar con él.
—Aún no hemos terminado de hablar —dijo, arrastrándome hacia un callejón—. Sigues siendo una maleducada.
—Tú y yo no tenemos nada de qué hablar.
—Ah, ¿no? —me estampó contra una pared y me acorraló contra ella, apoyando sus brazos a cada lado de mi cuerpo—. ¿Olvidaste que tenemos una conversación pendiente?
—¿Conversación pendiente? —reí, haciendo todo lo posible para no mirarlo a los ojos—. Qué hijo de perra eres al decirme que tienes una conversación pendiente conmigo cuando tu novia te está esperando.
Rio por lo bajo y me tomó de la barbilla, ladeando mi rostro hacia el suyo.
—¿Estás celosa? —buscó mi mirada.
—¿Por qué habría de estar celosa, imbécil?
—No lo sé, dímelo tú —tomó el collar entre sus dedos y sonrió—. A diferencia tuya, yo sí estoy muy feliz de verte y de saber que estás bien.
Mi corazón latía con mucha más fuerza y rapidez. No quería sentir porque todo sería mucho más complicado que antes, pero teniéndolo así de cerca me dejaba en claro que todavía sentía mucho por él, que mi corazón lo seguía eligiendo y amando de una manera que mi razón no podía entender.
—Si hubiera muerto, esa sería la primera noticia que hubieses recibido de mí.
—¡Caramba! ¿Por qué estás tan a la defensiva conmigo? ¿No me extrañabas? Pensé que sí, ya sabes, como hace tiempo no tomas mis llamadas.
—He estado ocupada, además de que no podemos seguir tomando riesgos, Tanner. Por el bien tuyo y de Holden, es mejor que no sigamos manteniendo comunicación alguna.
Nos miramos por largos segundos en los que no sabíamos qué más decirnos, pero sin ganas de alejarnos del otro.
Por mi parte tenía tanto que decirle, pero una parte de mí se negaba a confesar lo mucho que lo extrañaba y lo necesitaba.
—Debes volver o Holden puede sospechar de ti —murmuré.
—Está tan idiotizado que siquiera notará que me demoré más en el baño.
—Tu novia sí lo hará...
—Mi novia —dijo y soltó una risita—. Será mejor que vuelva antes de que Maxwell venga a buscarte y todo se complique más.
Asentí, viéndolo alejarse lentamente de mí.
Me miró una última vez y apoyó su mano en mi mejilla, antes de sonreír y volver al interior del restaurante.
Me mantuve en mi lugar por varios instantes, tranquilizando mi corazón que no podía dejar de latir con fuerza y rapidez.
Tanner ya no siente nada por mí y no lo voy a culpar, si fui yo ya la que le dijo que hiciera su vida con otra persona y fuera muy feliz con ella.
Algún día dejaré de amarlo y todo será mejor para mí, ya que así no tendré ni una sola debilidad.
No sé qué es peor, si ver de lejos a mi mellizo casarse o ver al hombre que más he amado de la mano de otra mujer. He querido mantenerme fuerte, pero entre más recuerdo la cercanía que tuve anoche con él y después verlo amoroso con su novia, más miserable me siento.Solté un suspiro al ver a Holden. Su sonrisa deja entrever su felicidad y lo nervioso que está. El hecho de que no nos haya invitado a su matrimonio lo puedo perdonar, pues entiendo que en su nueva vida quiere estar lo más lejos posible de nosotros y de todos los riesgos que ser un Walsh conlleva.—¿Te aseguraste de la seguridad, Harry? —pregunté.—Sí, señora. Todos los guardias están en sus lugares.—Mantente alerta, no sé por qué tengo el presentimiento de que los Barone están más cerca de lo que creemos.Asintió, observando cada persona que entraba a la iglesia con suspicacia.Vi a Tanner hablando con Holden en la entrada de la iglesia y Maxwell soltó uno de sus comentarios sátiros y poco graciosos sobre nuestro hermano
Nunca quise que nada de esto pasar, pero Holden sabía el riesgo que corría en el instante que se reveló en Irlanda. Sabía que nuestros enemigos estaban al acecho y que no perderían oportunidad alguna para atacarnos en nuestro punto de quiebre. Informé a Aedus en un escueto mensaje y me dijo que tan pronto se supiera algo de Holden y estuviera en condiciones, lo lleváramos de vuelta a casa. Tenía la cabeza hecha un desastre, pensando en mi hermano y en toda esta situación, y no ayudaba en lo absoluto el incesante llanto de su esposa y sus constantes preguntas.Debía mantenerme frívola y a raya, pero pensar que algo malo podía pasarle a uno de los míos, no me permitía tener calma alguna. Ni siquiera tuve noción cuando dejé escapar unas cuantas lágrimas y maldije sin cesar esta vida de mierda. En cuanto vi llegar a Tanner con la madre de Greta mi corazón sintió calma. Al parecer nadie más que Holden había salido herido.Mi hermano solo quería ser feliz y estar lo más lejos posible de e
Aunque Holden estaba reacio a ir a Irlanda, terminó por aceptar de mala gana. Sabía que no había lugar más seguro para ellos en el mundo que la isla, además de que así podría tener mejor recuperación luego del ataque. Mis hermanos y yo hemos hecho hasta lo indecible para encontrar a esos malditos italianos que se atrevieron a tocar a uno de los nuestros una vez más, pero son demasiado escurridizos. Siempre han sabido sortearnos de manera efectiva y audaz. Este juego del gato y el ratón ya me está fastidiando.Miré la pantalla de mi computador y maldije en voz alta en cuanto perdí la señal y en la pantalla salió "Error". Por más que intente infiltrarme en su red, no he podido. Su sistema de seguridad es demasiado bueno, y al segundo filtro, me expulsa de inmediato como si me tratara de un virus. —Cuando los encuentre no habrá nadie que los proteja, cabrones de mierda —murmuré de malhumor, cerrando de golpe la laptop. Me recosté en mi silla, tratando de pensar en una mejor opción
No abrí los ojos ni emití palabra alguna, pues su perfume se filtró en mi interior y aceleró aún más los latidos de mi corazón.—¿Qué sucede? —me giró hacia él y abrí los ojos, viéndolo con fijeza—. ¿Puedo saber por qué estás de malhumor?—Eso no te importa —me zafé de su agarre y puse el collar en su pecho—. Esto ya no debe estar bajo mi poder. Te lo entrego, para que cuando te vayas, no tengas el pensamiento de que seguiré tus pasos. No me importa dónde estés y lo que pase con tu vida.Recibió el collar sin apartar su mirada de la mía. Podía ver en sus ojos claros un millar de emociones y contradicciones.—¿Es así como te deshaces de lo que te molesta en la vida? Dime, ¿alguna vez significó algo para ti? —inquirió.—¿Acaso debía tener algún significado? —ataqué de vuelta, esbozando una sonrisa ladeada—. Me diste el collar por si algo sucedía, ¿no? Pues sucedió y no pude salvarle el culo a mi hermano, pero después de esto, cuando regrese a casa, me mantendré lejos de su vida. Holden
Tanner—¿Pudiste hablar con Blair? —inquirió Jana y resoplé, bebiéndome de golpe el trago que acababa de servir—. No quiero que piense que entre tú y yo existe algo, lo que menos quiero es causarles problemas. Reí, rellenando el vaso una vez más. —Antes ya teníamos problemas, así que no te sientas mal por nuestras constantes discusiones y malas miradas. —Es que siento que le caigo muy mal. Cada vez que me mira siento frpio por todo el cuerpo. Tiene una mirada muy intimidante. —Eso es pura pantalla —le resté importancia—. No le prestes atención, ella está loca. Soltó una risita, sentándose a mi lado. es curiosa la amistad que ha surgido entre nosotros. Aunque al principio intentamos tener algo, lo cierto es que no pudimos y lo dejamos por la paz. Ahora nos llevamos muy bien, nos aconsejamos cuando es necesario y estamos ahí para apoyar el otro. Con Jana me siento en calma, quizá porque trasmite ternura y bondad. —No me dijiste si hablaste con ella y limaron las asperezas —inqu
Enredó su mano en mi camisa y me empujó con la furia y el deseo latiendo en su mirada, por lo que mordí mis labios ocultando la sonrisa que patinaba en mi rostro.Me gusta y me enciende a más no poder cada vez que discutimos, pero debía confesar que dejarla sin palabras me generaba gran satisfacción y despertaba esos deseos locos de besarla hasta gastar sus labios.Subimos al yate en completo silencio y mi mente se llenó de recuerdos del pasado. Recordé cuando navegamos Blair, Holden y yo hasta que fuimos un punto diminuto y muerto en medio de la inmensidad del mar. Ese momento quizá fue el más natural y corriente que tuvimos antes de que la muerte del Sr. Walsh llegara y arrasara con todo a su paso.Allí me enamoré más de ella si era posible, tal vez se debía a la preciosidad que mostraba su mirada al perderse en el horizonte, luciendo tranquila y riendo por las bromas que salían sin parar de mis labios. Quizás fue la forma en que nuestras miradas hicieron una sublime conexión cuando
BlairCerré los ojos y solté un largo suspiro de satisfacción, llevando la cabeza hacía atrás para darle el mayor acceso posible de mi cuello a su boca cuando dejó la mía y descendió sus labios por mi barbilla, con tal suavidad haciéndome estremecer. No quería abrir los ojos y caer en la realidad, quizá porque estaba tan embriagada como excitada por esas caricias tan suaves y poderosas que Tanner dejaba con sus labios que no quería arruinar este momento con algunas de mis estupideces.No iba a permitirme arruinar nada, no cuando había pasado tanto tiempo deseando que llegara este momento.Si me dejaba gobernar por la razón, dejaría de sentir todo el fuego que me quemaba con fiereza y, a decir verdad, estaba disfrutando como jamás lo había hecho de una caricia dominante y suave. Siempre pensé cómo sería el sexo con Tanner. Me preguntaba si sería dulce y comprensivo o salvaje y dominante, pero teniendo en cuenta de que era un hombre completamente cazador y ególatra, la segunda opción
El silencio que se formó entre nosotros fue largo, pero de cierta manera se sentía cómodo y tranquilo.Luego de sacarnos las ganas de encima y tener sexo rudo en la cabina del yate, permanecimos sentados en el suelo —yo entre sus piernas usando su camisa y él detrás de mí, envolviendo mi cuerpo con el suyo—, viendo la calma del mar y el sol empezar su descenso.El cielo se teñía de colores hermosos y la calma que sentía al estar en una posición tan íntima luego de descargar las frustraciones, empezaba a desaparecer. Pronto tendríamos que ir a la casa y aquello que había sido tan perfecto quedaría donde estábamos; en medio del océano y siendo arrastrado por las olas.Cerré los ojos, dejándome envolver un minuto más por su calor. Las palabras entre nosotros no hacían falta, si sabíamos de antemano que, pasara lo que pasara, la realidad seguía siendo la misma.Nada cambiaría, ni siquiera nuestra unión de cuerpos que había sido como un eterno sello que nadie, siquiera nosotros mismos podí