El día después de la fiesta de compromiso, todo parecía haber vuelto a la abrumadora y monótona cotidianidad.
Elena se encontraba sentada junto a la ventana cuya vista retrataba un hermoso y perfecto jardín, iluminado por el cálido sol de la mañana. Con la mirada perdida tomó un largo sorbo de la tasa de café que apresaba entre sus dedos.
Pronto iría a trabajar a la oficina y vería a Dorian, quizás el coquetearle e intentar provocarlo le levantaría el ánimo, pero en el fondo ella sabía que solo había un hombre capaz de tener un control sobre sus emociones.
—¿Te encuentras bien querida?—preguntó la amable voz de Jackob a sus espaldas.
—No puedo despedirme—murmuró Daphne con un hilo de voz observando el rostro de Luca. La compasión brillaba en sus ojos color gris tormenta, mientras se inclinaba hacia adelante y la estrechaba entre sus brazos. Ella contuvo la quemazón que amenazaba sus ojos, mientras intentaba tragar el nudo apresado en su garganta. Habían acordado que Luca se quedaría a darle la noticia, ya que Daphne no soportaba la idea de una despedida mientras veía los ojos azules del millonario cargados de reproche al descubrir que ella le había mentido. Solo pedía que no la odiara luego de enterarse de la verdad. —Le escribí una carta, dile que me perdone por no poder despedirme en perso
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Sin emitir una sola palabra, tanto Margarita como Dorian, se deslizaron dentro del Chevrolet Impala y comenzaron su silencioso viaje de regreso.Dorian se arrepentía en su totalidad, de haber dado su dirección, después de todo podrían enviar a cualquier persona a su casa. El no confiaba con plenitud en aquella extraña agencia, pero si en Margarita, y quizás ella era el verdadero motivo por el cual no paraba las calles a toda velocidad conduciendo como un maniático, loco por llegar a su casa para encontrarla desvalijada.El auto devoró las calles demasiado rápido, antes de darse cuenta, Dorian se encontraba fuera de la humilde casa donde vivía Margarita.Un pequeño dolor punzante se instaló en
Los labios de Daphne tenían un suave gusto a frambuesas, Dorian no podía decidir si era algo natural de ella o se debía a su labial.Un calor embriagador recorrió su cuerpo acompañado de un delicado y electrizante cosquilleo que se concentró en el preciso lugar donde minutos antes había tenido un manojo de nudos.Las sensaciones anularon su mente, las emociones lo transportaron al pasado, a un viejo recuerdo de una mujer de cabello color vino tinto que descansaba desnuda sobre su cama, mientras él marcaba de forma perezosa un camino de besos desde el nacimiento de su espina dorsal hacia abajo, pasando por sus omoplatos, por su espalda media, su cadera, hasta…El recuerdo transformó el dulce sabor de aquel
A Daphne le gustaba jugar con sus clientes, en especial cuando estos eran jóvenes y guapos, como era el caso de Dorian Fleyman.El beso había sido una prueba, para ver qué clase de hombre era, y un reto, para ver hasta dónde sería capaz de llegar.Para su asombro, él había sido la primera persona que la había alejado de forma tan rápida. Pero ella no se lo diría, prefirió hacerlo sentir culpable antes de darle motivos para vanagloriarse, después de todo era un hombre y estaba en sus instintos ser así.—¿Tu tienes los papeles para el acuerdo de confidencialidad?— dijo él, su voz tratando de sonar fría pero estaba claro que sus palabras lo habían a
Ella sabía a lo que se refería él, al parecer lo había subestimado y no era otro joven rico de cerebro hueco, este al parecer tenía un poco más de sesos que los anteriores.La respiración de Daphne era irregular, la recta nariz de Dorian estaba a escasos centímetros de su pómulo derecho; ella podía jurar olor el aroma de su colonia dulce mezclada con algo cítrico que no logró descifrar.Ella tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no golpear su entrepierna en un intento desesperado por apartarlo.—No intento jugar a nada, solo hago mi trabajo y esto es parte de mis deberes— susurró ella, no por miedo de su reacción, más bien lo susurró
El corazón de Daphne se saltó un latido y su boca se secó de forma abrupta, estaban tan cerca que podía sentir la suavidad de un oscuro mechón de cabello rebelde que se deslizaba por su mejilla.Su mente se nublo y por un instante solo logró concentrar su mirada en el océano azul vibrante en los ojos de Dorian.Pero un destello de dientes color perla, expuestos en una sonrisa lobuna le indicó que había caído en la trampa. Al parecer, él también podía jugar sus juegos imponiendo sus propias reglas.—Muy bien señor guapetón, ya entendí—contestó ella levantando las manos en el aire-ahora se que tu tambien puedes jugar con fuego y en verdad te sienta