El festivo tumulto de gente parecía reír y celebrar bajo las carpas color hueso, dispersadas entre los hermosos árboles de verdes copas.
Las personas a su alrededor sonreían y la felicitaban a cada paso que daba, ahogandola en palabras empalagosas y halagadoras.A cada palabra o gesto, Elena respondía con una sonrisa forzada y palabras igual de falsas que las que le decían.
Todo aquello le parecía un circo, un cruel y mediocre vistazo a la vida que le esperaba, plagada de falsas amistades, convenientes arreglos susurrados en la privacidad y mentiras asfixiantes. Un mundo al que irremediablemente iba a pertenecer.
Jackob estaba alejado de ella, bajo una carpa rodeado por un grupo de hombres exitosos, poderosos y peligrosos.
PorEl día después de la fiesta de compromiso, todo parecía haber vuelto a la abrumadora y monótona cotidianidad.Elena se encontraba sentada junto a la ventana cuya vista retrataba un hermoso y perfecto jardín, iluminado por el cálido sol de la mañana. Con la mirada perdida tomó un largo sorbo de la tasa de café que apresaba entre sus dedos.Pronto iría a trabajar a la oficina y vería a Dorian, quizás el coquetearle e intentar provocarlo le levantaría el ánimo, pero en el fondo ella sabía que solo había un hombre capaz de tener un control sobre sus emociones.—¿Te encuentras bien querida?—preguntó la amable voz de Jackob a sus espaldas.
—No puedo despedirme—murmuró Daphne con un hilo de voz observando el rostro de Luca. La compasión brillaba en sus ojos color gris tormenta, mientras se inclinaba hacia adelante y la estrechaba entre sus brazos. Ella contuvo la quemazón que amenazaba sus ojos, mientras intentaba tragar el nudo apresado en su garganta. Habían acordado que Luca se quedaría a darle la noticia, ya que Daphne no soportaba la idea de una despedida mientras veía los ojos azules del millonario cargados de reproche al descubrir que ella le había mentido. Solo pedía que no la odiara luego de enterarse de la verdad. —Le escribí una carta, dile que me perdone por no poder despedirme en perso
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Sin emitir una sola palabra, tanto Margarita como Dorian, se deslizaron dentro del Chevrolet Impala y comenzaron su silencioso viaje de regreso.Dorian se arrepentía en su totalidad, de haber dado su dirección, después de todo podrían enviar a cualquier persona a su casa. El no confiaba con plenitud en aquella extraña agencia, pero si en Margarita, y quizás ella era el verdadero motivo por el cual no paraba las calles a toda velocidad conduciendo como un maniático, loco por llegar a su casa para encontrarla desvalijada.El auto devoró las calles demasiado rápido, antes de darse cuenta, Dorian se encontraba fuera de la humilde casa donde vivía Margarita.Un pequeño dolor punzante se instaló en
Los labios de Daphne tenían un suave gusto a frambuesas, Dorian no podía decidir si era algo natural de ella o se debía a su labial.Un calor embriagador recorrió su cuerpo acompañado de un delicado y electrizante cosquilleo que se concentró en el preciso lugar donde minutos antes había tenido un manojo de nudos.Las sensaciones anularon su mente, las emociones lo transportaron al pasado, a un viejo recuerdo de una mujer de cabello color vino tinto que descansaba desnuda sobre su cama, mientras él marcaba de forma perezosa un camino de besos desde el nacimiento de su espina dorsal hacia abajo, pasando por sus omoplatos, por su espalda media, su cadera, hasta…El recuerdo transformó el dulce sabor de aquel
A Daphne le gustaba jugar con sus clientes, en especial cuando estos eran jóvenes y guapos, como era el caso de Dorian Fleyman.El beso había sido una prueba, para ver qué clase de hombre era, y un reto, para ver hasta dónde sería capaz de llegar.Para su asombro, él había sido la primera persona que la había alejado de forma tan rápida. Pero ella no se lo diría, prefirió hacerlo sentir culpable antes de darle motivos para vanagloriarse, después de todo era un hombre y estaba en sus instintos ser así.—¿Tu tienes los papeles para el acuerdo de confidencialidad?— dijo él, su voz tratando de sonar fría pero estaba claro que sus palabras lo habían a
Ella sabía a lo que se refería él, al parecer lo había subestimado y no era otro joven rico de cerebro hueco, este al parecer tenía un poco más de sesos que los anteriores.La respiración de Daphne era irregular, la recta nariz de Dorian estaba a escasos centímetros de su pómulo derecho; ella podía jurar olor el aroma de su colonia dulce mezclada con algo cítrico que no logró descifrar.Ella tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no golpear su entrepierna en un intento desesperado por apartarlo.—No intento jugar a nada, solo hago mi trabajo y esto es parte de mis deberes— susurró ella, no por miedo de su reacción, más bien lo susurró