Esas fueron las primeras palabras que escuché de sus rosáceos labios, su voz seguía siendo angelical y al mismo tiempo guardaba algo en ella, no sabría decir si era dolor, ira, resentimiento o quizás era producto de mi imaginación ante la tensión que sentía por verla nuevamente. Me dije mentalmente que no debía desfallecer, lo pasado es pasado y ahora eran ocho años los que nos separaban, años en los que pasaron muchas cosas con nosotros, años en los que cada uno hizo una vida lejos de aquí, del otro… y aun así me hacía sentir tan nervioso ante su presencia.
—Gracias, me alegra saber que estás aquí y por lo visto muy bien —dije. Sus mejillas se ruborizaron haciéndonos esbozar una sonrisa maravillosa.
—Es usted muy amable… padre Valencia.
Debí tragar grueso ante su pecaminosa voz con rostro celestial, pero en mi nerviosismo intenté retomar el autocontrol.
—No veo motivos para no serlo cuando todos se han portado bien conmigo.
—¿Yo me he portado bien con usted? Vaya, me halaga.
Dos minutos, ¡DOS! y ella despertó todo lo ocurrido en la última semana que mis pies pasearon por estas tierras… Dios, ayúdame esta vez por favor, ayúdame a dejar todo claro y no permitir que las cosas se salgan de control.
—Hasta ahora no has hecho nada malo y por lo que he escuchado en estos días, las referencias de ti han sido formidables.
—Padre Valencia, tenga cuidado con lo que dice o alguien podría mal interpretarlo —soltó perspicaz.
Alma sigue siendo tan descarada y casta a la vez que es imposible no darse cuenta de eso, solo espero no terminar igual que el padre Enrique, flagelándome cada noche por mis pensamientos.
—No he dicho nada comprometedor y lo sabe bien señora… —hice una pausa esperando su apellido de casada, pero el cómo frunció su entrecejo me dio a entender que hice mal.
—¡Señorita Alma!
Escuchamos la voz de Emilio, quien vino corriendo hasta ella dándole un fuerte abrazo el cual fue muy bien recibido, se nota el cariño que ella le tiene y de paso, no se imagina cuánto me acaba de ayudar al llegar con nosotros, al menos teniendo una tercera persona me hará controlarme más fácil.
—¿Estuve bien en mi primera ceremonia señorita Alma?
—No estuviste bien, estuviste perfecto —contesta ella con mucho entusiasmo y orgullo, dándole un sonoro beso en su mejilla que lo avergüenza un poco.
—Gracias, incluso mi mamá estuvo presente a pesar de que no se encontraba bien —sus palabras nos preocuparon a ambos.
—¿Dónde está? —pregunta ella.
—Mi papá llegó al despacho diciendo que la llevaría a casa y nos veríamos allá, así que debo irme para saber cómo está.
—De acuerdo, cualquier cosa sabes dónde encontrarme o puedes llegar también con Sarah.
—Sí señorita —el joven pasó su mirada de ella a la mía. —padre Valencia, ya dejé todo como me lo indicó ¿necesita que le ayude en algo más?
—Tranquilo Emilio que yo me haré cargo de lo que haga falta, mejor ve a ver a tu mamá, sé que estás preocupado por ella.
—Mucho, pero no quiero dejarlo solo porque sé que también necesita de mí aquí.
—Tú no te preocupes que yo me haré cargo de lo que haga falta —intercede Alma. —igual recuerda que el padre y yo debemos hablar de las novedades que habrá en el pueblo.
—Es cierto… Bueno, entonces me voy corriendo, adiós señorita Alma, adiós padre Valencia.
El joven sale disparado a todo lo que le da el cuerpo para ir a casa mientras los dos lo vemos alejarse y después su firmamento recaer sobre mí con intensidad.
—¿Tiene tiempo padre Valencia o deberé sacar una cita en la semana como los demás feligreses? —Dios… ayúdame…
—Creo que será mejor que pasemos al despacho considerando que eres la guardiana en este momento.
Hice una señal para que siguiera el camino en lo que yo cerraba las puertas de la iglesia, pero grande fue mi sorpresa al encontrarla detrás de mí cuando di la vuelta llegando a sobresaltarme un poco y ella, como era de esperarse, sutilmente ríe divertida por mi reacción.
—Tranquilo padre, quien lo ve creería que es un gato asustadizo.
—Lo siento, supongo que debe ser la emoción por la primera misa dominical en el pueblo.
—No creo que sea su primera vez ¿O sí?
¿Soy yo o ella en verdad está lanzando frases con otra intención? Rayos, por lo visto sigo siendo un inocente, aunque no sé si es con todos o solo con ella.
—Por supuesto que no —respondí amable. —pero vamos al despacho para hablar con más calma.
Me lanza una mirada felina que me hace pensar que en cualquier momento se irá sobre mí igual que antes, pero no, en vez de eso se gira continuando el camino a lo que yo voy detrás de ella. Una vez en el despacho retiro la túnica y demás prendas quedando únicamente con el traje eclesiástico, dejo todo sobre un gancho y tomo asiento frente a ella quien no ha retirado su intimidante vista de mí.
—Antes que nada, quiero saber cómo dirigirme a usted —habla antes que yo. —No me lo tome a mal, pero me es extraño llamarlo padre Valencia considerando que nos conocemos desde siempre.
—Como se sienta más cómoda, puede ser por el nombre o el apellido —esa sonrisa….
—Si es así, entonces quiero que nos tratemos de tú y puede seguirme diciendo Alma… si no le incomoda claro está.
—Me parece bien ¿Alguna pregunta o aclaración más que desees hacer?
Ella entrecierra sus ojos e inclina su cuerpo apoyando sus codos en el escritorio y su mentón en el dorso de sus manos que están cruzadas a la altura de su rostro.
—Sí, pero primero el trabajo y quizás después tengamos tiempo para ponernos al día… si es que todavía seguimos siendo amigos —menciona lo último no con la picardía con la cual venía, sino con honestidad, con pureza, incluso con una sutil tristeza que me conmueve un poco.
—Por mi parte te puedo asegurar que sí, porque jamás dejaste de ser la increíble amiga que ocupó mis últimos meses aquí regalándome momentos que atesoro —respondí con total honestidad.
Un ambiente cándido nos envolvió, recordándome los primeros días cuando era solo una amistad y ella me enamoraba con sus sueños e ilusiones, porque reconozco que en ese instante no la vi como mujer, no hasta la noche en que llegó a este mismo despacho y cambió mi vida para siempre.
—Gracias, tú tampoco dejaste de ser importante para mí.
—Quizás no sea mucho, pero cualquier cosa en lo que te pueda ayudar, no dudes que estaré para ti —ella se removió un poco en el asiento quedando un poco más seria.
—Bueno, tú me dirás en qué necesitas mi ayuda.
Algo pasa, esa manera de cortar tan tajante el momento ameno que teníamos no es normal, igual no le di vueltas al asunto, quizás estaba perturbada por algo y yo no era quién para meterme en su vida si ella no lo quería. Así, estuvimos hasta el mediodía revisando varios puntos donde tenía dudas, ella me aclaró varias cosas, resolvió mis inquietudes y también me puso al tanto de las festividades las cuales tenía conocimiento gracias a los apuntes que había dejado entre los archivos.
Cuando se hizo la una de la tarde, recibí una llamada de mi madre quien me preguntó si iría a almorzar, a lo cual afirmé y de paso me disculpé por la tardanza explicándole el motivo, mismo que ella no tardó en recalcarme entre líneas para después hacer que viera a Alma un poco avergonzado.
—Disculpa esto, pero mi madre quiere saber si vas a almorzar con nosotros.
—Dile que por esta ocasión no, es mejor que la pase con su familia y especialmente contigo ahora que llegaste.
—Dile a Alma que la estaremos esperando y mejor que llegue contigo o me enojaré de verdad —dijo mi madre muy autoritaria cortando de inmediato y dejándome con una cara de desconcierto que no me quitaba nadie.
¿Acaso esta mujer enloqueció en mi ausencia?
Colgué el teléfono sin más y ella soltó su respiración pesadamente como si supiera lo que ocurría.
—No te preocupes, ya me hago una idea de lo que dijo —ladeó una sonrisa que pareció más una mueca.
—No tienes que ir si no quieres, aunque me sorprendió un poco la “cálida invitación” de ella —hice las comillas con mis dedos haciéndola relajarse nuevamente.
—Será mejor que vaya, pero si tú no quieres no hay problema, sé que hace mucho no los ves y no quiero incomodar a nadie.
—No incomodas a nadie con tu presencia y es evidente que todos te esperan, especialmente ella, así que mejor nos vamos de una vez si no queremos que venga a buscarnos como un par de niños —ambos reímos levemente mejorando el ambiente.
Recogí y aseguré todo antes de partir, le pregunté si quería que tomáramos un taxi pero ella me sorprendió diciendo que prefería ir a pie, lo que terminó por alegrarme ya que me daría más tiempo para hablar con ella, aunque esos planes se vieron arruinados rápidamente ante la llegada de Juan Carlos quien nos ordenó subir a su auto. Así que aquí vamos los tres, ellos en una charla como si fueran los mejores amigos de toda la vida (algo que nunca pasó cuando estuve aquí) y yo en un silencio sepulcral acompañado de una extraña sensación en el pecho ante la cercanía de ellos.
Alma El camino a casa de los Valencia fue un poco extraño para mí, pese a que los hermanos iban al frente en la camioneta, éramos Juanca y yo los que conversábamos mientras Christian iba con un cara de pocos amigos mirando por la ventana en silencio, intentamos involucrarlo en la conversación un par de veces, pero sus cortas respuestas me dieron a entender que no se sentía cómodo con nosotros, no quise sacar conclusiones apresuradas, pero es algo que abordaría con él cuando estuviéramos nuevamente a solas. Al llegar a casa fuimos recibidos con una cálida bienvenida, todo estaba servido en el comedor y cada uno fue tomando asiento, aunque se me hizo extraño la “sutil” insinuación de Sarah, que no tuvo en verdad nada de sutil porque prácticamente fue a empujones que ella nos organizó a Christian y a mí para dejarnos juntos, igual ninguno pronunció nada y comimos tranquilamente entre conversaciones triviales. Poco a poco nos fuimos relajando dejándonos llevar por todos, él se involucr
Hacienda MontenegroAlmaEsta semana ha sido bastante entretenida para mí, desde aquel domingo que hablamos volviéndonos amigos otra vez las cosas han estado bien entre Christian y yo, lo mejor de todo han sido los juegos provocativos que suelen dejarlo muy nervioso, pero que a mí me sacan más de una sonrisa, especialmente porque no me atrevo a cruzar el límite de lo físico como antes, aunque no lo negaré, ansío hacerlo, pero sé que él está muy metido en ese tema de la castidad y ahora mismo le traería muchos problemas, por lo que disfruto de esta manera.Otro punto que me ha gustado bastante es que he podido conocerlo mucho más, me ha contado sobre lo que ha hecho a lo largo de los años en la capital, también que estuvo viajando bastante como voluntario en algunos pueblos remotos ayudando a muchas familias de escasos recursos, algo que me encantaba de él pues no se enfocaba en tomar una biblia para convencerlos de Dios, sino que él se mostraba y veía a otros como lo que eran, persona
Christian Todos se quedaron viendo en mi dirección dejándome un poco nervioso y muy avergonzado, pero igual no lo hice notar, aunque sin duda el rostro de Alma me dio mucha tranquilidad desde que llegué al jardín en compañía de uno de los empleados que amablemente me guio hasta aquí, pero entre más la veía, más relucía esa sonrisa traviesa que ya conocía a la perfección y que definitivamente se convertía en mi advertencia de que ella saldría con algo en cualquier momento, tal y como hizo cada día de esta semana. Igual no lo negaré, pese a todas las bromas que me jugó me hacía muy feliz el tenerla a mi lado, ella mejoraba significativamente mis días y al estar con Emilio las locuras eran mayores porque él le seguía el juego en algunas, suponiendo que no cayera en otras al ser tan inocente como yo, o bueno, mucho más inocente que yo, porque hasta ahora ese niño no tenía ni idea de lo que era siquiera un beso en la boca. En ese instante el padre de Alma se acerca a mí estirando su man
Christian Abrí mis ojos a más no poder al escuchar la insistente voz de Ana, la sobrina de Alma, quien seguía tocando la puerta con fuerza preguntando si había alguien aquí. Literalmente sentí mi cuerpo temblar y un horrible frío me recorría por completo. Cuando estaba a punto a decirle algo a Alma ella coloca sus manos en mi boca silenciándome por completo. —Princesa ya deja de golpear la puerta o la vas a dañar —dice ella con dulzura, pero no puedo evitar verla atemorizado. —¿Estás con el padre Chris? Mi abuelo lo está buscando. —No, yo necesitaba entrar al baño también y él me dejó entrar a este, pero él está en otro. —¿En cuál? Yo lo buscaré —propone con entusiasmo. Le pregunté con la mirada qué haríamos ahora, pero ella levanta sus hombros sin saber qué hacer. —Mejor regresa con tu abuelo y dile lo que te dije, pero ya mismo lo busco y vamos para allá ¿De acuerdo? —¡Sí tía! —Alma baja sus manos y cuando creo que estamos nuevamente a solas estoy a punto de decirle algo, pe
AlmaDios, creo que si todavía puedo mantener la poca fe en ti es gracias a Christian, Emilio y los Valencia, ellos son mi único motivo para conservarla tanto como mi cordura ante las cosas que hace mi familia y ahora que he recibido esta noticia, solo tengo el corazón bombeándome gasolina encendida entre las llamas más descomunales jamás vistas desde hace muchos años.Después de escuchar lo que dijo mi padre y más frente a todas las familias, pero especialmente frente a Christian, sentí que mi mundo se desmoronó por completo y la ira junto al resentimiento que llevo guardando dentro de mi corazón se desprendió de la forma más impresionante de todas, realmente me convertí en un dragón en ese instante, pero en cuestión de segundos Christian presionó mi mano llamando mi atención, haciéndome ver en su reflejo algo que no sabía si era producto de mis tontos sentimientos por él o en verdad era él, pues una profunda tristeza y desilusión abundaba su mirar que poco a poco se iba opacando.Se
AlmaPude percatarme de la tensión en el cuerpo de Christian cuando empuñó sus manos al escuchar mi voz; a lo que él se gira bastante sorprendido, mas su semblante cambia prontamente dándome una inocente sonrisa tan propia de él, una que por lo general aceleraría mi corazón con júbilo, aunque ahora mismo estaba que lo hacía pasar por un maldito vía crucis con su nombre plasmado en mayúscula.—Señorita Alma, buenos días —saluda tan cordial e inocente mi bello cordero.—No sabía que tenía tanto tiempo libre como para estar paseando en el parque tomado del brazo de sus feligresas y dando este tipo de espectáculos tan comprometedores —reclamé sin un ápice de vergüenza.—¿Qué? No… no es lo que piensas —se excusa rápidamente.Era evidente que respondería muy nervioso ante su inocencia, una que todavía me encanta, pero que no pienso permitir que otra tome ventaja sobre él excepto Sarah y quizás mis sobrinas, pero solo porque ellas son unas niñas.—Un abrazo puede recibirlo fácilmente de cual
Christian La primera vez que me sentí entre el cielo y el infierno, fue a mis diecisiete años cuando tuve aquel accidente donde estuve clínicamente muerto dos minutos, ese día descubrí cuál sería mi vocación al querer convertirme en un servidor de Dios, pero la segunda vez que me sentí entre el cielo y el infierno, fue el día que los labios de Alma Montenegro tocaron los míos. Esa noche descubrí que no quería que otros labios ni otras manos tocasen mi piel, ella era un torbellino lleno de pasión, locura, calma, éxtasis, cariño, confianza y mucho más, pero asimismo, Alma también poseía algo que despertaba una extraña sensación en mí, algo oscuro, un fuego pasional que no podía apagar con nada, disminuía, sí, pero nunca pude apagar la llama que ella encendió desde la dermis hasta mi ánima como nadie más lo ha hecho en treinta años de vida, y ahora que tenía nuevamente sus labios rozando con los míos a solo un movimiento de caer en el deseo y la lujuria, no sabía qué hacer. —No lo hag
Alma Desperté sin abrir todavía mis ojos evocando todo lo ocurrido con Christian y mi corazón se estrujó en ese instante, entonces el recuerdo de sus labios acercándose a los míos me generó un cosquilleo en el estómago y más al recordar cómo giré levemente mi cara provocando que su beso, aquel que llevo ocho años deseando sentir otra vez, posase en la comisura de mis labios y seguido uniera nuestras frentes sonriendo tristemente ante mi reacción. ¿Soy tan estúpida por hacer semejante cosa al hombre que ha movido mi mundo entero? Sí, mil millones de veces ¡SÍ!, pero a su vez, ese mismo hombre es tan increíble, que en vez de abandonarme me llevó a su recámara acostándose conmigo, abrigándome entre sus brazos en completo silencio y regalándome la tranquilidad que solo él habría de brindarme, mas es ahora cuando abro mis ojos que lo encuentro todavía junto a mí prestándome su pecho de almohada mientras él descansa igual que un niño. Acaricié su barbilla moviéndome lo más suave posible