AlmaPude percatarme de la tensión en el cuerpo de Christian cuando empuñó sus manos al escuchar mi voz; a lo que él se gira bastante sorprendido, mas su semblante cambia prontamente dándome una inocente sonrisa tan propia de él, una que por lo general aceleraría mi corazón con júbilo, aunque ahora mismo estaba que lo hacía pasar por un maldito vía crucis con su nombre plasmado en mayúscula.—Señorita Alma, buenos días —saluda tan cordial e inocente mi bello cordero.—No sabía que tenía tanto tiempo libre como para estar paseando en el parque tomado del brazo de sus feligresas y dando este tipo de espectáculos tan comprometedores —reclamé sin un ápice de vergüenza.—¿Qué? No… no es lo que piensas —se excusa rápidamente.Era evidente que respondería muy nervioso ante su inocencia, una que todavía me encanta, pero que no pienso permitir que otra tome ventaja sobre él excepto Sarah y quizás mis sobrinas, pero solo porque ellas son unas niñas.—Un abrazo puede recibirlo fácilmente de cual
Christian La primera vez que me sentí entre el cielo y el infierno, fue a mis diecisiete años cuando tuve aquel accidente donde estuve clínicamente muerto dos minutos, ese día descubrí cuál sería mi vocación al querer convertirme en un servidor de Dios, pero la segunda vez que me sentí entre el cielo y el infierno, fue el día que los labios de Alma Montenegro tocaron los míos. Esa noche descubrí que no quería que otros labios ni otras manos tocasen mi piel, ella era un torbellino lleno de pasión, locura, calma, éxtasis, cariño, confianza y mucho más, pero asimismo, Alma también poseía algo que despertaba una extraña sensación en mí, algo oscuro, un fuego pasional que no podía apagar con nada, disminuía, sí, pero nunca pude apagar la llama que ella encendió desde la dermis hasta mi ánima como nadie más lo ha hecho en treinta años de vida, y ahora que tenía nuevamente sus labios rozando con los míos a solo un movimiento de caer en el deseo y la lujuria, no sabía qué hacer. —No lo hag
Alma Desperté sin abrir todavía mis ojos evocando todo lo ocurrido con Christian y mi corazón se estrujó en ese instante, entonces el recuerdo de sus labios acercándose a los míos me generó un cosquilleo en el estómago y más al recordar cómo giré levemente mi cara provocando que su beso, aquel que llevo ocho años deseando sentir otra vez, posase en la comisura de mis labios y seguido uniera nuestras frentes sonriendo tristemente ante mi reacción. ¿Soy tan estúpida por hacer semejante cosa al hombre que ha movido mi mundo entero? Sí, mil millones de veces ¡SÍ!, pero a su vez, ese mismo hombre es tan increíble, que en vez de abandonarme me llevó a su recámara acostándose conmigo, abrigándome entre sus brazos en completo silencio y regalándome la tranquilidad que solo él habría de brindarme, mas es ahora cuando abro mis ojos que lo encuentro todavía junto a mí prestándome su pecho de almohada mientras él descansa igual que un niño. Acaricié su barbilla moviéndome lo más suave posible
AlmaDespués de lo ocurrido con Christian no tuve la cara para seguir en casa de los Valencia, solo con verlos recordaba lo ocurrido con su hijo y las dudas volvían a mí intensamente, así que me fui al atardecer a casa de mi hermano Raúl quien me recibió sin problema, quedó un poco sorprendido por mi repentina llegada, pero le dije que no quería causarle molestias a los Valencia y de igual forma debía enfocarme en arreglar todo el tema del matrimonio con Manuel.Pese a nuestro acto inmoral, Christian me dio mucha fortaleza al saber que podía contar con él y aunque sé que necesitamos hablar respecto al beso que nos dimos, primero debía ir a la hacienda Montenegro para confrontar a mis padres por este matrimonio arreglado. Es por ese motivo que mi hermano y yo nos levantamos hoy bastante temprano, nos arreglamos y salimos directo a la hacienda donde Juan Carlos nos informa que mi padre se encuentra en su despacho junto a Pedro, lo que haría mejor la reunión porque podría confrontar a to
Christian Tras hablar con mi madre pude volver a mis labores sintiéndome un poco más tranquilo, pero la culpa se mantenía latente y necesitaba hablar con alguien más, un confidente, entonces me di cuenta que no tenía forma de enviar un correo al no haber una computadora, pregunté a Emilio por esto y él me dijo que el padre Ocampo nunca la solicitó, así que me encargué de que enviaran una desde la capital, lo bueno fue que me dieron el aval junto a otras cosas que necesitaríamos y así podría mantenerme en contacto con alguien, quizás de esa forma sacaría un poco esto que sentía. Sin embargo, ayer esperaba hablar con Alma respecto a lo ocurrido y aun cuando ella no se presentó en la iglesia, tampoco pude permanecer mucho tiempo en el despacho al ser llamado para varias reuniones en el pueblo con el alcalde y algunas familias. No sé de dónde saqué la cabeza para responder a tantas preguntas, pero comienzo a creer que el padre Enrique y el padre Claude tenían razón al decir que siempre
Alma El tiempo siguió su curso sin más y tres semanas han transcurrido trayendo varios cambios, por un lado, no volví a hablar con mis padres después de esa discusión, pero Raúl sí me informó que mi padre lo buscó preguntando por mí diciendo que quería hablar conmigo, lo bueno fue que mi hermano no le reveló la nueva dirección de mi casa, ante todo él siempre nos protegió a Francisco y a mí tanto como le era posible y siempre se lo agradeceré. Respecto al trabajo, la directora dijo que no podían darme un contrato diferente al no haber vacantes y tampoco me necesitaban más horas de las que ya tenía, pero en vez de eso, Chris dijo que si me dedicaba a trabajar con él de lleno después de la escuela me pagaría un salario completo, lo que obviamente me serviría demasiado económicamente. En cuanto a lo ocurrido aquella vez no volvimos a tocar el tema y tuvimos más cuidado con nuestro accionar, aunque cada que una discusión emergía las cosas entre nosotros se calentaban demasiado, sin emb
Christian—Christian, detente —demanda Alma con su agitada respiración. —no cometas una locura de la cual te puedas arrepentir —la culpa y el deseo desbordan en ella incrementando el palpitar de mi ser.—Cuando me arrepienta, entonces recurriré al secreto de confesión —bramé sobre sus labios.La solté encaminándome hasta la entrada y aseguré la reja viendo a la pareja perderse en el parque, cerré la puerta y ella llega a mi lado, pero antes de decir una palabra la silencio con otro beso.—Ven —ordené.Con un agarre firme la llevé hasta el confesionario donde me senté igual que hace ocho años, la atraje de un tiro subiendo su falda y la senté a horcajadas sobre mí arrebatando nuevamente sus labios. Estaba inundado en un éxtasis delirante que parecía contagiarla, pues toda muestra de temor o vergüenza moría en cada movimiento de nuestras lenguas.—Chris…Ante ese jadeo racional tomé su cadera pegándola a mi endurecida hombría y otro gemido salió de ella aumentando mi deseo.—Confiésate
Alma —¿Qué te preocupa Alma? Ya te dije que solo será por trabajo y si es la estadía en lo que piensas, entonces relájate que nos quedaremos en la casa parroquial de Santa Mónica. —Nunca fui a esa iglesia —respondí intentando no pensar realmente en nada malo. —¿En serio? ¿Jamás fuiste a Cosenza? —No, solo viajé a los pueblos aledaños con el padre Ocampo. —¿Cómo es posible que en veintiocho años no visitaras la capital de la provincia? —pregunta un poco en burla. —¿Qué quieres que te diga? Tan solo fui a esos pueblos y a Villa Clara —contesté fastidiada. —¿No visitaste la capital de la provincia en la que vives, pero sí la de la provincia vecina? ¿Qué hiciste allá? En ese instante comprendí que me dejé llevar por toda la situación y terminé hablando de más, lo peor era que él me insistía en la respuesta, pero no sabía cómo decirle que me escapaba allá para tener encuentros ocasionales con otros hombres, aunque tampoco sé por qué me sentía mal por eso si nosotros no éramos ni so