Christian Tras hablar con mi madre pude volver a mis labores sintiéndome un poco más tranquilo, pero la culpa se mantenía latente y necesitaba hablar con alguien más, un confidente, entonces me di cuenta que no tenía forma de enviar un correo al no haber una computadora, pregunté a Emilio por esto y él me dijo que el padre Ocampo nunca la solicitó, así que me encargué de que enviaran una desde la capital, lo bueno fue que me dieron el aval junto a otras cosas que necesitaríamos y así podría mantenerme en contacto con alguien, quizás de esa forma sacaría un poco esto que sentía. Sin embargo, ayer esperaba hablar con Alma respecto a lo ocurrido y aun cuando ella no se presentó en la iglesia, tampoco pude permanecer mucho tiempo en el despacho al ser llamado para varias reuniones en el pueblo con el alcalde y algunas familias. No sé de dónde saqué la cabeza para responder a tantas preguntas, pero comienzo a creer que el padre Enrique y el padre Claude tenían razón al decir que siempre
Alma El tiempo siguió su curso sin más y tres semanas han transcurrido trayendo varios cambios, por un lado, no volví a hablar con mis padres después de esa discusión, pero Raúl sí me informó que mi padre lo buscó preguntando por mí diciendo que quería hablar conmigo, lo bueno fue que mi hermano no le reveló la nueva dirección de mi casa, ante todo él siempre nos protegió a Francisco y a mí tanto como le era posible y siempre se lo agradeceré. Respecto al trabajo, la directora dijo que no podían darme un contrato diferente al no haber vacantes y tampoco me necesitaban más horas de las que ya tenía, pero en vez de eso, Chris dijo que si me dedicaba a trabajar con él de lleno después de la escuela me pagaría un salario completo, lo que obviamente me serviría demasiado económicamente. En cuanto a lo ocurrido aquella vez no volvimos a tocar el tema y tuvimos más cuidado con nuestro accionar, aunque cada que una discusión emergía las cosas entre nosotros se calentaban demasiado, sin emb
Christian—Christian, detente —demanda Alma con su agitada respiración. —no cometas una locura de la cual te puedas arrepentir —la culpa y el deseo desbordan en ella incrementando el palpitar de mi ser.—Cuando me arrepienta, entonces recurriré al secreto de confesión —bramé sobre sus labios.La solté encaminándome hasta la entrada y aseguré la reja viendo a la pareja perderse en el parque, cerré la puerta y ella llega a mi lado, pero antes de decir una palabra la silencio con otro beso.—Ven —ordené.Con un agarre firme la llevé hasta el confesionario donde me senté igual que hace ocho años, la atraje de un tiro subiendo su falda y la senté a horcajadas sobre mí arrebatando nuevamente sus labios. Estaba inundado en un éxtasis delirante que parecía contagiarla, pues toda muestra de temor o vergüenza moría en cada movimiento de nuestras lenguas.—Chris…Ante ese jadeo racional tomé su cadera pegándola a mi endurecida hombría y otro gemido salió de ella aumentando mi deseo.—Confiésate
Alma —¿Qué te preocupa Alma? Ya te dije que solo será por trabajo y si es la estadía en lo que piensas, entonces relájate que nos quedaremos en la casa parroquial de Santa Mónica. —Nunca fui a esa iglesia —respondí intentando no pensar realmente en nada malo. —¿En serio? ¿Jamás fuiste a Cosenza? —No, solo viajé a los pueblos aledaños con el padre Ocampo. —¿Cómo es posible que en veintiocho años no visitaras la capital de la provincia? —pregunta un poco en burla. —¿Qué quieres que te diga? Tan solo fui a esos pueblos y a Villa Clara —contesté fastidiada. —¿No visitaste la capital de la provincia en la que vives, pero sí la de la provincia vecina? ¿Qué hiciste allá? En ese instante comprendí que me dejé llevar por toda la situación y terminé hablando de más, lo peor era que él me insistía en la respuesta, pero no sabía cómo decirle que me escapaba allá para tener encuentros ocasionales con otros hombres, aunque tampoco sé por qué me sentía mal por eso si nosotros no éramos ni so
Dos semanas antes Parroquia de Andalucía Christian Toda esta semana me quedé pensando en cómo lloré en las piernas de Alma y la tranquilidad que brindó a mi corazón, pero más que nada a mi consciencia cuando ella me otorgó el perdón. Sé que mi madre dijo que debía poner en orden mis ideas y deseos, pero esas ideas y deseos con Alma son algo que no debían ser, especialmente porque ahora sabía que había dado un enorme retroceso y todo lo que pasé, aprendí y reprimí en estos años pareciera haberse ido al catre. No obstante, esta semana llegó la computadora y le hablé al padre Claude para que instalase todos los programas correspondientes, especialmente el que él manejaba. Si algo aprendí en tantos años era que la iglesia siempre estaba al pendiente de nuestras acciones y la tecnología era una gran herramienta para ellos involucrarse en nuestras vidas, es por eso que el padre Claude usaba un programa especial donde podía navegar e interactuar con otras personas sin ser rastreado. Una
Christian Carta II No era buena idea que regresara a casa sola, sería peligroso, llamar para que la recogieran era imposible ya que las líneas estaban desconectadas por la tormenta y tampoco tenía auto, y sin más alternativas accedí a su petición, lo que pareció alegrarla en demasía. Sin embargo, había una duda que calaba en mí y le pregunté por qué llegó a la parroquia en esas condiciones, pero ella solo decía que quería verme porque quería estar conmigo tanto como le fuese posible, lo que alegró mi corazón como nunca, aunque nunca se lo dije. Aun cuando la reñí suave por su peligrosa acción, ella acabó con mi firmeza al entristecer por mi partida y me sinceré diciéndole que quería irme para cumplir mi sueño de ser sacerdote, entonces me sorprende al pedirme que durmiera con ella. En mi inocencia realmente pensé que sería solo dormir y ya, pero el destino tenía otros planes para nosotros y una vez aseguré todo y organicé el despacho, regresé a la habitación encontrándola dormida c
Christian Hijo, me has dejado sin palabras con tus dos últimos correos, ahora comprendo a la perfección tu dilema con esa mujer y por qué tu penuria es tan grande con ella, pero todavía hay más por contar y esa parte tiene que ver contigo, hasta entonces, prefiero guardarme mis palabras referentes al asunto. Atte. P. Enrique Toledo. Nuevamente fue la única respuesta que recibí, estuve tentado en llamar al padre Claude para exigirle una respuesta, pero sabía que sería inútil, él es de los que prefiere tener todo el panorama antes de atacar, a veces pienso que en otra vida fue un general de guerra al salir con estrategias tan impresionantes. Sin más opciones esperé hasta la noche y en la soledad de mi habitación preparé el portátil dejándome inundar de los recuerdos para el siguiente mensaje. Carta IV Después de ese momento tan sublime no volví a verla, ni siquiera al día siguiente cuando partí de Andalucía llegó para despedirse de mí, anhelaba verla otra vez, anhelaba abrazarla a
Christian Carta V El escribir la cuarta carta fue algo que me afectó profundamente un par de días, mismos en los que pude mantenerme estable de los tormentosos recuerdos gracias a la compañía de Alma y Emilio, quienes con sus bromas y alegría me hicieron dejar a un lado todos estos sentimientos, por tanto, ahora tengo la fortaleza para continuar mi relato. Así, comienzo diciéndoles que los primeros tres años que pasé en la capital fueron un calvario por todas las cosas que vi y viví, teniendo que soportarlas en solitario al no tener ni un amigo y más al revivir la pesadilla de lo ocurrido en mi niñez. No entraré en detalles respecto a esto considerando el hecho de que ambos pasaron el mismo vía crucis que yo y supongo, se harán una perfecta idea de cuántas cosas debieron ocurrir para llegar al desconcertante punto en el cual me encontraba. No obstante, el momento más significativo para mí fue cuando me dieron la oportunidad de viajar a Roma para continuar mis estudios, creí que to