La conferencia continúa por la tarde, pero a Alex no consigo verlo porque ha quedado ubicado justo detrás del podio. Además, esta vez me he sentado más cerca de la puerta, para salir en cuanto esto termine.
El tiempo se me pasa más rápido, lo que agradezco porque solo quiero irme, pero a la vez quiero quedarme. en cuanto lo dan por finalizado, me paro y salgo del auditorio. Recibo un mensaje de él y sonrío, me voy hasta el estacionamiento.
Pero esos ojos azules no se me salen de la mente, me hubiese gustado verlos una vez más
-Aurora… hija… ¡Aurora!
Me sobresalto, mi padre me hace señas con la mano libre, sin dejar de ver hacia adelante. Él ha pasado por mí hoy a la universidad, iremos a pasar tiempo de calidad entre padre e hija a un bowling.
-Hija, ¿estás bien? – me mira confundido cuando nos detenemos frente al establecimiento -. Te noto rara, no sé si estás enferma o ida.
-Ida, papi, se me fue la mente a otro lugar – miro mis manos y me sonrojo de pensar en esas manos fuerte que me rodearon -.
-¿Te pasó algo hoy en la universidad? No me digas que volviste a dejar a tu profesor callado…
-No, recuerda, hoy no teníamos clases. La facultad de economía estuvo a cargo de una conferencia.
-Y dejaste callados a los profesores de la facultad de economía… Aurora, ya hablamos de eso hija.
-No, en realidad pude debatir con uno de los alumnos – me sonrojo otra vez, porque ese chico en verdad es muy inteligente, no solo una cara bonita -. Y… y fue interesante.
-Ya veo – dice distraído -. La conferencia o el chico – lo miro con los ojos abiertos -. Guau, pensé que jamás vería a mi hija interesada en un chico.
-¡No! No es lo que crees…
-Aurora Gabriela, eres mi hija. Te conozco como a la palma de mi mano y esa expresión – me señala completa -, jamás la vi antes. Así que sí, el interesante fue el chico – frunce el ceño como si estuviera molesto -. ¿Era guapo? – dice divertido -.
-Sí, mucho. Y alto, inteligente… y sus brazos, muy fuertes…
-¿Qué? Espera. ¿De qué manera puedes saber que sus brazos son fuertes si estaba exponiendo?
-E-es que me caí, al entrar a la biblioteca, y él me atrapó. Caí sobre él, si no de seguro ahora me dolería todo.
-¿Y te tocó mucho? – pregunta levantando una ceja -. Digo, para saber si debo agradecerle o golpearlo cuando lo vea.
-¡Papá!
-¡¿Qué?! Oye, sé que tienes diecinueve años, eres adulta y eso, pero es la primera vez que levantas la vista de tus libros y te fijas en un chico. Y estoy seguro que él en ti, debo comenzar a entrenar otra vez tres veces por semana.
-¡Papá!... – él se ríe y yo no puedo evitar hacer lo mismo -. ¿tú crees que le intereso?
-¿Era ciego? – niego con la cabeza -. Entonces claro que le interesas, solo un ciego no vería lo hermosa que eres, además de inteligente. Seguro lo dejaste callado.
-Puede ser – sonrío y miro afuera -. ¿Vamos a ir o vas a seguir haciéndote la idea de matar al primer chico que me atrae?
-Claro, vamos, pero te aseguro que mientras jugamos puedo seguir pensando cómo intimidarlo.
-Bueno, es alto… más que tú.
-Pero te apuesto que no sabe golpear como yo – me guiña un ojo y salimos del auto -.
Entramos al recinto, me río de las mujeres descaradas que no pasan de los veinticinco años y le echan el ojo a mi padre sin pena. Él, como siempre, ignora todas esas atenciones, una porque solo tiene ojos para mi madre y la otra, porque si mi madre se enterara que mi padre ha estado coqueteando, es hombre muerto.
Buscamos un lugar, nos instalamos, nos ponemos nuestros zapatos para jugar al boliche y comienza la diversión.
Me río de las caras que mi padre hace antes de cada lanzamiento, como si estuviese buscando microbios en un microscopio. Pero ni siquiera eso le sirve, porque sigo ganando.
-Asúmelo, Marco Russo, tu hija te dará paliza.
-Lo dudo, porque nunca pierdo, jamás te he dejado ganar.
-Pero hoy vas muy abajo, solo mira este tiro.
Me preparo para el tiro, pero cuando voy a lanzar la bola, escucho su voz. Frunzo el ceño, suelto la bola que cae en cualquier parte, no sé dónde, porque me dedico a buscar al dueño de esa voz.
Y lo encuentro.
Abrazado de una chica rubia y voluptuosa.
Por alguna razón siento una decepción tan grande, que quiero llorar. Se me nubla la vista, mi padre se me acerca riendo y burlándose de mí, hasta que ve mi expresión. Ve en la misma dirección que yo y me abraza. Escucho a la señora de al lado escandalizada y decir “sucio” sin cuidado de ser escuchada, sonrío, pero no lo suficiente para quitarme la pena.
-¿Es él?
-Sí, tal parece que tiene novia. Pero era obvio, ¿no? Solo míralo, es… es perfecto.
-Solo es un niño rubio, de ojos azules y alto – me acaricia la espalda, porque estoy teniendo los espasmos previos a llorar -. Mejor nos vamos. Te invito una pizza y una coca-cola, para ahogar las penas.
-Está bien, pero mañana me ayudas a quemar las calorías.
-Tú no necesitas eso, las quemas estudiando y corriendo por el campus todo el día – sonríe, besa mi frente y me estrecha fuerte -. Mi pequeña… tu primera decepción y espero que la última.
Arreglamos nuestras cosas, nos cambiamos los zapatos y salimos de allí, al pasar por delante de la señora curiosa la miro seria y le digo enojada.
-Es mi padre, mal pensada.
Lo tomo de la mano, mientras él se ríe de la cara de la señora, yo doy una última mirada hacia atrás, veo cómo la rubia está sentada sobre él, besándolo de una manera que bien podría ser digna de una película para mayores.
Me limpio las lágrimas que se me escapan sin que pueda hacer nada. Mi padre me lleva a comer pizza, bebemos bebida hasta no poder más y luego nos vamos a casa, donde mi madre mantiene a César con las manos sosteniendo lana cruda, mientras ella hace un ovillo.
Mi padre la besa con amor, ella lo abraza dejando su cabeza en su abdomen un momento, feliz de estar con su hombre. Luego, mi padre deja un beso en la frente de mi hermano y lo libera de la tarea de ovillar. Yo saludo a mi madre, le doy un beso de buenas noches y me voy a mi habitación.
-¿Estás bien, hermana?
César me saca de mis pensamientos, donde Alex se me viene a la mente una y otra vez, con la rubia entre sus brazos.
-Sí, solo una decepción.
-¿Decepción? Pero si nunca te ha pasado eso.
-Bueno, siempre hay una primera vez, pero prefiero no hablar, enano – lo abrazo, quedando mi cabeza en su pecho porque es más alto que yo, incluso que papá -. Vete a dormir, te amo.
-Y yo a ti, hermanita, descansa.
Cierro la puerta de mi habitación, me tiro a la cama y no puedo contener más mi llanto, que sale a raudales.
-Eres una tonta, Aurora. Apenas lo conoces y estás llorando por él.
Suspiro con frustración, me levanto y busco mi pijama, me lo coloco de mala gana, me lavo los dientes y, por esta noche, paso de estudiar.
Me acuesto, tapándome hasta el cuello, buscando una posición cómoda para dormirme pronto. Al silencio de mi habitación llegan las risas de mis padres.
“-Marco, no… pueden bajar los niños, ¡ah!
-No deberían bajar si no quieren ver una película subida de tono en vivo y en directo.
-Marco, cálmate…
-No, me lo debes de esta mañana, me atacaste en la oficina, mi pequeño ángel, me lo debes.”
Me cubro los oídos con las almohadas, no me da ni asco ni mucho menos me espanto de saber lo que hacen mis papás, eso solo me dice lo mucho que se aman y lo que disfrutan estar juntos.
Quiero eso en mi vida, no importa lo que me lleve encontrarlo, pero no espero menos que eso para mí.
Para mi mala suerte hemos regresado a la conferencia y he quedado detrás del podio, por lo que no consigo tener mucha visión del salón, además, mi Aurora no ha ocupado el mismo lugar, no tengo idea de dónde se ha ubicado esta vez.Las exposiciones se me hacen eternas, pero terminan. En cuanto nos dejan ponernos de pie, salgo disparado y rodeo el edificio para ir por ella, quiero ver si consigo intercambiar números, para mantener contacto, salir, conocernos. Logro verla a lo lejos y comienzo a correr para alcanzarla, hasta que veo que un hombre alto, de cuerpo bien formado y mayor se acerca a ella.Ambos se abrazan, él le quita la mochila y caminan de la mano hacia el estacionamiento. Sabía que existía la posibilidad de que ella tuviera novio, porque es demasiado bella, y eso de la soledad sea una manera de alejar a otros chicos, pero nunca me imaginé que le gustaran los hombres mayores.-&ique
Llego al campus enterrada en mi abrigo, siempre los días posteriores a la lluvia son fríos, pero este me parece aún peor, porque el frío viene desde dentro. Camino hacia mi sala, como siempre soy la primera en llegar, me quedo esperando fuera, mientras me pongo unos audífonos y comienzo a estudiar, motivo por el cual no me doy cuenta de la presencia de otra persona, hasta que alguien me toca el hombro. Me quito los audífonos, porque veo a Alex sonriendo. -Lo siento, no quise molestarte. Pero me di cuenta que te gusta mucho estudiar y te traje un obsequio – me extiende una bolsa de regalo mediana, la recibo con algo de recelo, sobre todo porque no me saco de la mente la imagen de ayer -. Espero que te sirvan. Luego me dices, porque ahora llego tarde a mi clase. Sale corriendo, mientras yo me quedo sonriendo por la forma tan infantil de acercarse a mí y luego salir corriendo. Pero la curiosidad es más fuerte que la descortesía, así que miro el contenido
Han pasado algunos días desde que vi a Alex, luego de alejarme de él ese día, se me encargó la tarea de formar parte del equipo que presentará la carrera en una exposición.Ya presentados todos mis exámenes, ahora me encuentro tirada en mi cama, mirando el techo sin ganas de nada porque ese niño idiota de ojos azules me ha dejado total y completamente deprimida.En lugar de estar disfrutando mi receso de invierno entre mis libros y la clínica de mi madre, estoy aquí llorando, cantando “Duele el Amor” con todo el sentimiento acumulado toda mi vida.Llaman a la puerta, me limpio las lágrimas y me siento en la cama, tratando de ocultar mi pena.-Pase – la puerta se abre y se asoma mi hermano -.-Hola hermanita – entra con su sonrisa, pero se le borra de inmediato cuando me ve y corre hacia mí-. ¿Qué te pasó hermanita? T&uacu
Por más que Francesca me diga que mirando el techo este no va a cambiar, no puedo dejar de hacerlo. Por alguna razón Aurora me bloqueo en su teléfono, no puedo llamarla ni enviarle mensajes, lo peor de todo es que no sé a qué se debe.Agustín me dice que la busca, lo mejor es enfrentarla y preguntarle los motivos para escaparse de mí, pero no es algo que pueda hacer, aunque me muera de ganas por hacerlo, pero la realidad des la siguiente: ella y yo no tenemos más que unos pocos cruces de palabras.No estamos saliendo, no somos novios, ni siquiera podría decir que somos amigos.Y eso duele.No puedo evitar llorar por ella, porque siento un vacío en mi corazón tan grande que ni siquiera la música más deprimente ni los pasteles de yogurt de mi hermana me han ayudado. Canto bajito una canción que una vez le oí a Francesca, “Duele el Amor”&helli
-Aprovecharé de sacar folletos e información de todas las carreras.-No tenías que venir conmigo, padre.-No me quedaba de otra, Edgar debía llevar a tu madre a una conferencia donde quedan achispados y yo luego me beneficio de eso – su sonrisa pícara me hace poner un gesto reprobatorio -. Ella no bebe, pero me aprovecho igual.-¡Papá! – le digo chillona -.-¡¿Qué?! – me dice, imitando mi voz -. Cuando estés igual que nosotros, me vas a entender.-Puede ser, pero no te voy a dar la razón jamás.-¡Si lo hicieras, no serías hija de tu madre! – me dice y suelta una carcajada feliz -.Hoy él será mi guardaespaldas, porque Edgar está con mi madre y Anthony con César, el que se nos unirá en un rato porque fue de compras, la próxima semana se va unos días con un amigo a
-Pero que mierda… ¡Son dos! ¡Eran dos! Maldición, ¡son gemelos!-¡Papá! – se gira y ve a César -. ¿Por qué le pegaste al doble de Alex?-¿Ese no es Alex?-¡No! – gritamos César, Lorenzo y yo -.-Ustedes dos, vengan conmigo ahora – dice señalándonos con el dedo -. Tú, al auto con tu hermana, está muy triste porque vio al gemelo malvado con otra chica.-Yo no soy el gemelo malvado – dice Lorenzo poniéndose de pie con mi ayuda -.-Serás el idiota, entonces – se gira a su hijo -. No le digas nada, hasta que llegue uno de nosotros dos a aclarar las cosas.-¿Qué pasa aquí? ¿Qué hay que aclarar? – pregunto mirando al señor Russo y a mi gemelo, que baja la vista -. Maldición, Lorenzo… lo hiciste otra vez.Cierro los ojo
No puedo dejar de llorar, ver a ese tonto de nuevo con la misma chica de antes me tiene cayendo en un infierno horrible.La amenaza de mi padre me demostró que era un falso, pero verlo hoy… como no la iba a tener fácil conmigo, volvió con ella. Me entierro en el asiento, sin dejar de estremecerme por el dolor, hasta que suaves golpes en la ventana a mi lado me hacen incorporarme.-Hola, hermanita, ¿necesitas un abrazo? – dice extendiendo sus manos y una linda sonrisa -.Abro la puerta y me bajo, para enterrarme en el cariño de mi hermano. Allí vuelvo a rendirme al dolor, humedeciendo la camisa de mi hermano en pocos segundos.-Tranquila, sshhh – me dice acariciando mi cabeza -. Te prometo que cuando llegue papá, serás feliz y verás que tus lágrimas han sido en vano.-¡Claro que son en vano! Ese idiota no las merece.-El idiota al que viste no &ndas
No dejo de limpiar el sudor de mis manos en mi pantalón, agradezco la oscuridad que el auto nos ofrece, porque no creo que mi cara estuviese alguna vez tan roja. Además, un ligero silencio se ha instalado en nosotros y eso me tiene más nerviosa aún.¿Y si se aburre de mí antes de llegar a donde me lleva?-Aurora – baja la velocidad y se detiene a un costado -. ¿Te arrepientes de haber salido conmigo?Me mira fijamente y enciende la luz del auto para verme. Incluso en esta penumbra, sus ojos son un destello de luminosidad, se me olvidan los nervios, respiro con toda la normalidad que puedo y le respondo.-No, es solo que… no tengo idea de qué hablar – bajo la vista a mis manos, pero él me levanta la barbilla con su mano cálida -.-De lo que sea, universidad, música, libros, de tu familia…-No, de ellos no, por favor – vuelvo a sonrojar