Han pasado algunos días desde que vi a Alex, luego de alejarme de él ese día, se me encargó la tarea de formar parte del equipo que presentará la carrera en una exposición.
Ya presentados todos mis exámenes, ahora me encuentro tirada en mi cama, mirando el techo sin ganas de nada porque ese niño idiota de ojos azules me ha dejado total y completamente deprimida.
En lugar de estar disfrutando mi receso de invierno entre mis libros y la clínica de mi madre, estoy aquí llorando, cantando “Duele el Amor” con todo el sentimiento acumulado toda mi vida.
Llaman a la puerta, me limpio las lágrimas y me siento en la cama, tratando de ocultar mi pena.
-Pase – la puerta se abre y se asoma mi hermano -.
-Hola hermanita – entra con su sonrisa, pero se le borra de inmediato cuando me ve y corre hacia mí-. ¿Qué te pasó hermanita? T&uacu
Por más que Francesca me diga que mirando el techo este no va a cambiar, no puedo dejar de hacerlo. Por alguna razón Aurora me bloqueo en su teléfono, no puedo llamarla ni enviarle mensajes, lo peor de todo es que no sé a qué se debe.Agustín me dice que la busca, lo mejor es enfrentarla y preguntarle los motivos para escaparse de mí, pero no es algo que pueda hacer, aunque me muera de ganas por hacerlo, pero la realidad des la siguiente: ella y yo no tenemos más que unos pocos cruces de palabras.No estamos saliendo, no somos novios, ni siquiera podría decir que somos amigos.Y eso duele.No puedo evitar llorar por ella, porque siento un vacío en mi corazón tan grande que ni siquiera la música más deprimente ni los pasteles de yogurt de mi hermana me han ayudado. Canto bajito una canción que una vez le oí a Francesca, “Duele el Amor”&helli
-Aprovecharé de sacar folletos e información de todas las carreras.-No tenías que venir conmigo, padre.-No me quedaba de otra, Edgar debía llevar a tu madre a una conferencia donde quedan achispados y yo luego me beneficio de eso – su sonrisa pícara me hace poner un gesto reprobatorio -. Ella no bebe, pero me aprovecho igual.-¡Papá! – le digo chillona -.-¡¿Qué?! – me dice, imitando mi voz -. Cuando estés igual que nosotros, me vas a entender.-Puede ser, pero no te voy a dar la razón jamás.-¡Si lo hicieras, no serías hija de tu madre! – me dice y suelta una carcajada feliz -.Hoy él será mi guardaespaldas, porque Edgar está con mi madre y Anthony con César, el que se nos unirá en un rato porque fue de compras, la próxima semana se va unos días con un amigo a
-Pero que mierda… ¡Son dos! ¡Eran dos! Maldición, ¡son gemelos!-¡Papá! – se gira y ve a César -. ¿Por qué le pegaste al doble de Alex?-¿Ese no es Alex?-¡No! – gritamos César, Lorenzo y yo -.-Ustedes dos, vengan conmigo ahora – dice señalándonos con el dedo -. Tú, al auto con tu hermana, está muy triste porque vio al gemelo malvado con otra chica.-Yo no soy el gemelo malvado – dice Lorenzo poniéndose de pie con mi ayuda -.-Serás el idiota, entonces – se gira a su hijo -. No le digas nada, hasta que llegue uno de nosotros dos a aclarar las cosas.-¿Qué pasa aquí? ¿Qué hay que aclarar? – pregunto mirando al señor Russo y a mi gemelo, que baja la vista -. Maldición, Lorenzo… lo hiciste otra vez.Cierro los ojo
No puedo dejar de llorar, ver a ese tonto de nuevo con la misma chica de antes me tiene cayendo en un infierno horrible.La amenaza de mi padre me demostró que era un falso, pero verlo hoy… como no la iba a tener fácil conmigo, volvió con ella. Me entierro en el asiento, sin dejar de estremecerme por el dolor, hasta que suaves golpes en la ventana a mi lado me hacen incorporarme.-Hola, hermanita, ¿necesitas un abrazo? – dice extendiendo sus manos y una linda sonrisa -.Abro la puerta y me bajo, para enterrarme en el cariño de mi hermano. Allí vuelvo a rendirme al dolor, humedeciendo la camisa de mi hermano en pocos segundos.-Tranquila, sshhh – me dice acariciando mi cabeza -. Te prometo que cuando llegue papá, serás feliz y verás que tus lágrimas han sido en vano.-¡Claro que son en vano! Ese idiota no las merece.-El idiota al que viste no &ndas
No dejo de limpiar el sudor de mis manos en mi pantalón, agradezco la oscuridad que el auto nos ofrece, porque no creo que mi cara estuviese alguna vez tan roja. Además, un ligero silencio se ha instalado en nosotros y eso me tiene más nerviosa aún.¿Y si se aburre de mí antes de llegar a donde me lleva?-Aurora – baja la velocidad y se detiene a un costado -. ¿Te arrepientes de haber salido conmigo?Me mira fijamente y enciende la luz del auto para verme. Incluso en esta penumbra, sus ojos son un destello de luminosidad, se me olvidan los nervios, respiro con toda la normalidad que puedo y le respondo.-No, es solo que… no tengo idea de qué hablar – bajo la vista a mis manos, pero él me levanta la barbilla con su mano cálida -.-De lo que sea, universidad, música, libros, de tu familia…-No, de ellos no, por favor – vuelvo a sonrojar
Si la tierra seguía girando, ahora mismo se detuvo, sola para evitar que el tiempo avance y pueda quedarme así con mi princesa unos minutos más.Sus labios son suaves, dulces y la gloria. Un brazo se queda en su cintura, mientras que el otro sube para colocarlo en su nuca. Sus manos suben por mi espalda, este beso debe ser el más inocente del que este lugar ha sido testigo.Muevo mis labios un poco, ella hace lo mismo y por instinto nuestras lenguas comienzan juguetear, ella me pega más a su cuerpo, la subo a mis pies y comienzo a moverme al ritmo de la música y nuestro beso.La tierra comienza a girar otra vez y nosotros nos separamos solo un poco para insuflar aire a nuestros pulmones, apoyo mi frente a la de ella, con los ojos cerrados disfrutando del momento.-No tienes idea de cuanto agradezco al universo que fueras tú el primero en besarme – abro mis ojos y me encuentro los suyos aguados y felic
Me quito la chaqueta y la cubro con ella, porque pareciera que tiene frío, a pesar de la calefacción. Enciendo el auto y emprendo el rumbo a su casa, ya veré si le pido a su padre que la cargue, porque es claro que no tendría objeción, aunque feliz lo haría yo.En cada parada que me veo obligado a hacer giro la vista para observarla, se ve hermosa durmiendo, esa escena para el resto de mi vida sería mejor que el café. Con cuidado de despertarla, le quito un mechón de cabello de su rostro, es una chica dulce y delicada. Realmente frágil y por eso desde ahora me dedicaré a protegerla.Llegamos a su casa, uno de los guardias nos permite la entrada y le pido que avise a su padre.Me detengo frente a la puerta, lo más cerca posible, veo que el señor Russo sale con una bata de dormir que parece fuera de su esposa. Me bajo para hablar con él, pero recuerdo que solo traigo
Los primeros rayos del sol me despiertan, me giro en la cama para que la luz no dañe mis ojos al abrirlos. No puedo evitar sonreír cuando recuerdo la noche anterior, pero de pronto…-¡Alex! – me siento en la cama asustada, porque estoy en mi habitación y no tengo idea como -.El último recuerdo que tengo es de nosotros, tomados de la mano en su auto, admirando el cielo despejado de invierno.Me doy cuenta que estoy vestida con la ropa de anoche, cargo incluso el abrigo. Por una extraña razón, el perfume de mi príncipe se me ha quedado en la ropa, me acuesto y llevo el abrigo a mi nariz… así debería despertar cada día.Pero alguien llama a la puerta y me tapo hasta el cuello.-Pase – digo algo nerviosa. Mi padre se asoma por la puerta -. Hola papi, buenos días.-Hola, princesa – no puedo evitar pensar que Alex me llama igual -. &