Capítulo 7: Sólo déjame tranquila.

Llego al campus enterrada en mi abrigo, siempre los días posteriores a la lluvia son fríos, pero este me parece aún peor, porque el frío viene desde dentro.

Camino hacia mi sala, como siempre soy la primera en llegar, me quedo esperando fuera, mientras me pongo unos audífonos y comienzo a estudiar, motivo por el cual no me doy cuenta de la presencia de otra persona, hasta que alguien me toca el hombro.

Me quito los audífonos, porque veo a Alex sonriendo.

-Lo siento, no quise molestarte. Pero me di cuenta que te gusta mucho estudiar y te traje un obsequio – me extiende una bolsa de regalo mediana, la recibo con algo de recelo, sobre todo porque no me saco de la mente la imagen de ayer -. Espero que te sirvan. Luego me dices, porque ahora llego tarde a mi clase.

Sale corriendo, mientras yo me quedo sonriendo por la forma tan infantil de acercarse a mí y luego salir corriendo. Pero la curiosidad es más fuerte que la descortesía, así que miro el contenido y no puedo evitar volver a sonreír con verdadera alegría.

Está lleno de post-it, pequeñas libretas de apuntes, destacadores, marcadores, bolígrafos… es realmente un lindo gesto, porque amo estas cosas. Veo que una de las libretas está abierta, la reviso y me encuentro con su número de teléfono, junto con un pequeño retrato de mí hecho a carboncillo, es muy hermoso…

Levanto la mirada hacia donde él se fue, sin borrar la sonrisa que me ha dejado instalada.

Los chicos que estuvieron alguna vez interesados en mí, siempre me regalaban flores, peluches, cartas, hasta joyas. Jamás acepté nada de eso, porque no son lo mío. Pero esto… esto es diferente, esto es en verdad útil, no se marchitará, no se ensuciará de polvo en un rincón… es el gesto más sincero y cercano a lo que soy.

Solo con haberme visto una vez, sabe lo que me puede gustar y le funcionó. Guardo su número de teléfono en mi móvil, luego de la clase le escribiré para darle las gracias.

Comienzan a llegar más compañeros de clases, luego el profesor y entramos a la sala, donde durante una hora y media se utiliza para despejar dudas, porque la siguiente es de examen. Y por supuesto, ocupo algunos de mis marcadores nuevos para dar énfasis a mis apuntes.

Al salir de la clase le escribo de inmediato.

“Gracias por el obsequio, debo decir que ya estrené varios de los artículos que venían dentro, es un lindo detalle.”

Y eso es todo, mantengo el teléfono escondido en mi bolsillo, con el miedo de que no responderá, porque eso es muy típico, en especial en los chicos bonitos. Pero vuelvo a equivocarme, mi teléfono comienza a vibrar y eso significa un llamado.

Lo saco y veo que es él quién llama. Mi corazón se vuelve loco, me sudan las manos y solo me está llamando. Respiro profundo y contesto.

-¿Hola? – digo bajito y con vergüenza -.

-Ho-hola – lo noto igual de nervioso a cuando vino a dejarme el regalo -. Me alegra que te gustara, supuse que las flores y peluches no son lo tuyo.

-Sí… - me da miedo -. No considero esas cosas de gran utilidad.

-Yo tampoco… - se queda en silencio, quisiera decirle muchas cosas, pero no se me ocurre nada -. Bueno, te dejo, debo entrar a un examen.

-Oh, yo también, te deseo que tu cerebro recuerde todo lo estudiado.

-Jajaja… eso es mejor que desear suerte, pero tienes toda la razón, te deseo lo mismo.

Más silencio, escucho un suspiro de su parte y una sonrisa.

-Nos vemos luego, Aurora – y mi nombre en su boca es casi un poema -.

-Nos vemos luego, Alex.

Colgamos, me quedo abrazada al teléfono, hasta que me doy cuenta que el profesor comienza a cerrar la puerta.

-Si no fuera porque me agrada y porque no le he visto esa sonrisa en más de año y medio, la habría dejado afuera.

-Disculpe, gracias.

Entro, tomo asiento en el puesto al lado de la puerta y espero a que me entreguen la hoja con el examen. Al verlo, cierro mis ojos y me permito el último pensamiento para él, al abrirlos otra vez tengo la claridad de la meta en ese trozo de papel: aprobar.

Una hora después, camino hacia el casino para comprar algo de beber, ese examen ha estado muy sencillo, bueno, si estudiaste lo suficiente. Camino con una sonrisa, pensando en Alex y si le irá bien a él también. Siento un chillido, de esos típicos de las chicas que se exhiben en el campus con sus novios, me permito mirar para aprender lo que jamás debo hacer.

Mala idea.

Me quedo helada al alcanzar a ver tras uno de los arbustos a Alex, con la misma chica de ayer.

Le dedico una mirada furiosa, justo cuando él me mira directo a los ojos. Su expresión cambia y se queda como embobado, pero no le compro ese cuento. Niego con la cabeza y sigo mi camino, necesito algo caliente y además algo dulce, porque este chico me dará un soponcio.

Tras de mí siento que alguien corre.

-¡Oye, espera! – me toman del brazo y, esta vez su contacto no me provoca nada, porque estoy furiosa con él -. ¿Por qué me miraste así?

-Alex, no sé con qué tipo de chicas estás acostumbrado a estar, pero yo no soy igual, se supone que ya lo sabías.

-N-no entiendo… - me mira y se ve realmente desconcertado -.

-Alex, solo déjame tranquila, si me ves, olvídate que existo. Agradezco que ayer me ayudaras en la biblioteca y por el regalo de esta mañana, pero lo dejamos hasta ahí. Adiós.

-Ey, espera – me toma de la mano y yo lo fulmino con la mirada, se aparta de inmediato, pero antes de que lo increpe, alguien me llama -.

-¡Aurora! – me giro y veo al asistente del profesor de la primera clase -. El profesor Estrada quiere verte en su oficina, necesita pedirte algo.

-Bien, voy de inmediato – le respondo, sin dejar de matar a Alex -. Ya sabes.

Y camino dando las zancadas más largas que mi tamaño me permite, secando las lágrimas apenas salen de mis ojos, esta es la razón por la que nunca levanté la vista de los libros.

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Estoy con Mariela jugueteando entre los arbustos cercanos al casino, ella corre de mí dando un grito chillón, que me hace fruncir el rostro. De pronto siento que alguien me mira, busco quién es y veo a una chica de unos ojos bellísimos, ella niega muy molesta y sale caminando muy rápido. Me causa curiosidad, al ver a Mariela entretenida con una amiga, salgo tras la chica, para saber qué le pasa.

En cuanto la toco, ella me da mil balazos con esos bellos ojos claros, que ahora están muy furiosos. Me dice que no es igual a las demás chicas con las que suelo andar, yo me preguntaba de dónde me conocía, pero me está confundiendo con Alex.

Así que mi gemelo la ayudó con algo y hasta le dio un regalo. Le insisto por su atención, para aclararle la situación, decirle que soy el hermano gemelo de Alex, pero ella no me deja.

Un chico la llama y se me hace que su nombre es de lo más evocativo… me encanta, y si Alex no se pone pilas con ella lo haré yo. La veo irse, luego de una advertencia y veo su figura pequeña y hermosa.

En este momento, Mariela se puede ir al carajo, Aurora es la chica con la que quiero experimentar nuevas emociones y no descansaré hasta conseguirlo.

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Hola a todos, quiero invitarlos a seguirme en mis red3s, me pueden buscar como Sofía de Orellana.

Gracias por leerme ;)

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