Para mi mala suerte hemos regresado a la conferencia y he quedado detrás del podio, por lo que no consigo tener mucha visión del salón, además, mi Aurora no ha ocupado el mismo lugar, no tengo idea de dónde se ha ubicado esta vez.
Las exposiciones se me hacen eternas, pero terminan. En cuanto nos dejan ponernos de pie, salgo disparado y rodeo el edificio para ir por ella, quiero ver si consigo intercambiar números, para mantener contacto, salir, conocernos. Logro verla a lo lejos y comienzo a correr para alcanzarla, hasta que veo que un hombre alto, de cuerpo bien formado y mayor se acerca a ella.
Ambos se abrazan, él le quita la mochila y caminan de la mano hacia el estacionamiento. Sabía que existía la posibilidad de que ella tuviera novio, porque es demasiado bella, y eso de la soledad sea una manera de alejar a otros chicos, pero nunca me imaginé que le gustaran los hombres mayores.
-¿Qué pasa? – Agustín pone su mano en mi hombro, sacándome de mi decepción -.
-Tiene novio.
-Vaya, que mal, pero puedes dar la pelea… ¿es guapo?
-No lo sé, era alto, musculoso y mayor, mucho mayor.
-Uf, la tienes difícil entonces, le gusta la experiencia.
-Agustín, no me levantes el ánimo – comienzo a caminar hacia la oficina de mi profesor, en donde he dejado mis cosas -. No puedo creer, la primera chica que me gusta y ya está comprometida.
-Conquístala.
-Claro, se lo dices al más experto en conquista.
-Oye, tienes el porte, la facha y el encanto, solo debes usarlos.
-No tengo idea cómo.
-Solo… propóntelo y ya verás. Si te gusta la chica ermitaña, que no te intimide un gorila de cuarenta.
Me río de la descripción de Agustín, pero es cierto. No hay nada que un chico bien parecido no pueda competirle a un hombre de cuarenta de buena apariencia. Mi primo se queda fuera de la oficina, me cambio de ropa y salgo con mis cosas. Él me ayuda con el traje y un par de libros, caminamos hasta el estacionamiento, guardo todo en el auto y me despido de Agustín.
Mientras voy rumbo a casa no puedo dejar de pensar en ella, en sus ojos, en su cuerpo, su aroma… olía a lluvia, a mañana y a paz, una mezcla exquisita que quiero cada día junto a mí. Así que me decido, haré lo que Agustín me aconsejó, conquistarla, aunque no tenga idea de cómo se hace eso.
Llego a casa, Francesca sale a recibirme con los brazos abiertos y sonriente. Tiene dieciséis años y es la chica con más entusiasmo por construir que he conocido, su pieza es una galería de maquetas bien hechas de casas y edificios, ha comprado libros de edificación y no sabe si estudiar ingeniería o construcción civil.
-Hermanito, quiero pedirte un favor – me dice tomando mi traje y cerrando la puerta trasera del auto -. ¿Me llevarías a comprar materiales?
-¿Otra maqueta? – le pregunto divertido, porque es obvio que sí -.
-Sí, pero si no puedes no te preocupes, puedo pedirle a Pía que me lleve.
-Hagamos algo, si puedes esperarme una hora, te llevo a donde quieras y cargaré todo lo que compres.
-¡Por eso eres el mejor hermano de todos!
-Es un insulto para los otros cinco hermanos que tienes – dice Lorenzo tras nosotros -.
-¿Tienes auto? – le dice Francesca, Lorenzo se molesta -. Eso creí… además, Alex en lugar de meterme en problemas, me enseña a tomar buenas decisiones.
-Todos dicen lo mismo, ¿no se aburren? – dice Lorenzo muy molesto -.
-Francesca, no es bueno hacer comparaciones. Lorenzo es un gran hermano, ahora está sufriendo el castigo por tomar una mala decisión y estoy seguro que él te habría llevado sin problemas a comprar tus materiales.
-Por supuesto, hasta te ayudaría con la pintura si me dejaras – le dice Lorenzo, dándole un beso en la frente -.
-No, gracias, prefiero hacerlo sola – dice ella muy seria -.
-Solo piensa que, en construcción, las cosas no se hacen solos – le dice Lorenzo con una sonrisa y camina hacia la cocina -. Mientras esperas a Alex, te preparo un sándwich.
-¡Sí, por eso te amo tanto, hermanito! – me río de mi voluble hermana, que a las voces de comida siempre cede a sus enojos, berrinches y depresiones adolescentes -.
Subo las escaleras y llego hasta mi cuarto, busco ropa seca y limpia, me meto a la ducha y dejo que el agua me ayude a aclarar mis ideas. Puede ser que mi hermana me ayude, ella es muy enamoradiza, aunque no ha tenido un novio hasta ahora, la pobre es demasiado hermosa, pero también inteligente y los chicos de su edad no las quieren inteligentes.
Salgo, me miro al espejo y me digo que tal vez hacer ejercicio cada días ya no es suficiente, así que deberé recurrir a mi padre, quiero aprender kickboxing, a ver si así consigo un cuerpo parecido al del tipo que se quedará sin mi Aurora, porque no la voy a dejar.
En la tienda, donde mi hermana pone en el carro palos de maqueta, planchas miniatura de corcho y madera, entre otras cosas, pienso en algún regalo que podría darle a Aurora, algo que le sirva.
-Hermana, tú eres muy estudiosa… ¿hay algo que te guste para estudiar?
-Destacadores, post-it, libretas, bolígrafos, marcadores para libros… - se queda pensando y luego sonríe -, los amo.
-Te invito a comprar algo de eso, si me ayudas a elegir algo lindo para una amiga.
-¡Sí! Te aseguro que no compro solo uno de cada cosa.
-No importa – le digo riendo, mientras saco palos redondos y ella abre los ojos feliz -. No me dejarás en bancarrota.
-Ya quiero ser mayor, para tener mi propia tarjeta de crédito – suspira -.
-Dudo que te la den – me mira feo -. Pía no la tiene, porque ella se gasta el dinero en ropa, tú te lo gastarías en esto – le muestro unas láminas de acrílico, ideales para hacer ventanas -.
-Te perdono solo porque eres el acompañante perfecto para venir de compras.
-Solo dime con tiempo y te acompaño cada vez que quieras.
Se cuelga de mi cuello, aunque ella es la más alta de las mujeres de la familia, sigo siendo alto para ella, tanto Lorenzo como yo somos tan altos como mi padre.
Pasamos por el pasillo donde encontramos los artículos de oficina, Francesca da un suspiro cuando ve todo lo que hay disponible. Elige varias cosas para ella y me ayuda a elegir un par de cosas para mi Aurora. Cuando estamos en la caja, me mira tomando uno de los regalos y sonríe.
-Es una amiga, ¿cierto?
-Sí – le pregunto, avanzando en la fila -.
-¿Ella te interesa? – me pregunta preocupada -.
-Un poco, ¿por qué?
-Porque no me gustaría verte sufrir por amor, eres demasiado lindo para pasar por eso.
-Los hombres no sufren…
-No me digas esa tontería, los hombres sufren tanto o más que nosotras, porque nosotras al menos lloramos cuando se nos da la gana hasta que nos quedamos secas, ustedes se aguantan todo – pone su mano a la altura de mi corazón -. Y eso se acumula aquí, produciendo más dolor.
-Vaya, eres muy sabia para ser una enana.
-Búrlate, pero sabes que tengo razón. Pero solo te pido que, si llegas a sufrir, no me consideres enana y me cuentes lo que te pasa.
-¿Por qué debería hacerlo?
-Porque si alguna vez llego a sufrir, yo voy a recurrir a ti y solo a ti.
-Lo tendré en cuenta, hermanita.
Es nuestro turno de pagar, la cajera se sonroja al verme y luego sonríe al ver a mi hermana saltar cuando dejan una bolsa todo le que le he regalado. Al llegar al auto, ella me ayuda a colocar todo lo que le he comprado a Aurora en una bolsa de regalo, ya se hace tarde y la invito a comer, idea que por supuesto le gusta.
Llegamos a una zona donde hay varios locales de comida rápida, yo quiero ir a una pizzería, pero mi hermana me ruega ir a un local donde sirven hot dogs. Nos sentamos al lado de la ventana, mientras hablamos de cientos de cosas que mi hermana quiere hacer cuando sea mayor de edad.
Ella se pone de pie para ir a buscar más aderezos, yo miro por la ventana y en la pizzería del frente la veo a ella, sentada con el hombre. Ambos tomados de la mano, riendo, siendo felices, no puedo evitar sentir celos, tristeza y una ganas de llorar tremendas.
-¿Qué pasa, hermanito? – me dice Francesca, mirando a la misma dirección que yo -. Oh, ¿es ella?
-Sí… - devuelvo la vista a mi soda, porque de pronto perdí el apetito -.
-Que linda es y su papá no está nada mal – me dice divertida -.
-No creo que sea su papá.
-Oye, si fuera su novio, él no la besaría en la frente, te lo aseguro – miro otra vez y veo lo que Francesca me dice, luego se sienta al lado de ella y la abraza con ternura, creo estar seguro de ella está llorando -. Es un excelente padre, como el nuestro. Tu chica es muy afortunada.
-No es mi chica, solo hemos cruzado unas pocas palabras.
-Vaya… pero ese regalo seguro le encantará. Ahora – vuelvo mi atención a ella -, cómete tus hot dogs o me los comeré yo.
Río un poco más tranquilo, esperando a tener una oportunidad con ella, porque en verdad me gusta y quiero repetir esa sensación de tenerla cerca, rogando que, en lugar de una caída, sea un beso lo que de la cercanía.
Llego al campus enterrada en mi abrigo, siempre los días posteriores a la lluvia son fríos, pero este me parece aún peor, porque el frío viene desde dentro. Camino hacia mi sala, como siempre soy la primera en llegar, me quedo esperando fuera, mientras me pongo unos audífonos y comienzo a estudiar, motivo por el cual no me doy cuenta de la presencia de otra persona, hasta que alguien me toca el hombro. Me quito los audífonos, porque veo a Alex sonriendo. -Lo siento, no quise molestarte. Pero me di cuenta que te gusta mucho estudiar y te traje un obsequio – me extiende una bolsa de regalo mediana, la recibo con algo de recelo, sobre todo porque no me saco de la mente la imagen de ayer -. Espero que te sirvan. Luego me dices, porque ahora llego tarde a mi clase. Sale corriendo, mientras yo me quedo sonriendo por la forma tan infantil de acercarse a mí y luego salir corriendo. Pero la curiosidad es más fuerte que la descortesía, así que miro el contenido
Han pasado algunos días desde que vi a Alex, luego de alejarme de él ese día, se me encargó la tarea de formar parte del equipo que presentará la carrera en una exposición.Ya presentados todos mis exámenes, ahora me encuentro tirada en mi cama, mirando el techo sin ganas de nada porque ese niño idiota de ojos azules me ha dejado total y completamente deprimida.En lugar de estar disfrutando mi receso de invierno entre mis libros y la clínica de mi madre, estoy aquí llorando, cantando “Duele el Amor” con todo el sentimiento acumulado toda mi vida.Llaman a la puerta, me limpio las lágrimas y me siento en la cama, tratando de ocultar mi pena.-Pase – la puerta se abre y se asoma mi hermano -.-Hola hermanita – entra con su sonrisa, pero se le borra de inmediato cuando me ve y corre hacia mí-. ¿Qué te pasó hermanita? T&uacu
Por más que Francesca me diga que mirando el techo este no va a cambiar, no puedo dejar de hacerlo. Por alguna razón Aurora me bloqueo en su teléfono, no puedo llamarla ni enviarle mensajes, lo peor de todo es que no sé a qué se debe.Agustín me dice que la busca, lo mejor es enfrentarla y preguntarle los motivos para escaparse de mí, pero no es algo que pueda hacer, aunque me muera de ganas por hacerlo, pero la realidad des la siguiente: ella y yo no tenemos más que unos pocos cruces de palabras.No estamos saliendo, no somos novios, ni siquiera podría decir que somos amigos.Y eso duele.No puedo evitar llorar por ella, porque siento un vacío en mi corazón tan grande que ni siquiera la música más deprimente ni los pasteles de yogurt de mi hermana me han ayudado. Canto bajito una canción que una vez le oí a Francesca, “Duele el Amor”&helli
-Aprovecharé de sacar folletos e información de todas las carreras.-No tenías que venir conmigo, padre.-No me quedaba de otra, Edgar debía llevar a tu madre a una conferencia donde quedan achispados y yo luego me beneficio de eso – su sonrisa pícara me hace poner un gesto reprobatorio -. Ella no bebe, pero me aprovecho igual.-¡Papá! – le digo chillona -.-¡¿Qué?! – me dice, imitando mi voz -. Cuando estés igual que nosotros, me vas a entender.-Puede ser, pero no te voy a dar la razón jamás.-¡Si lo hicieras, no serías hija de tu madre! – me dice y suelta una carcajada feliz -.Hoy él será mi guardaespaldas, porque Edgar está con mi madre y Anthony con César, el que se nos unirá en un rato porque fue de compras, la próxima semana se va unos días con un amigo a
-Pero que mierda… ¡Son dos! ¡Eran dos! Maldición, ¡son gemelos!-¡Papá! – se gira y ve a César -. ¿Por qué le pegaste al doble de Alex?-¿Ese no es Alex?-¡No! – gritamos César, Lorenzo y yo -.-Ustedes dos, vengan conmigo ahora – dice señalándonos con el dedo -. Tú, al auto con tu hermana, está muy triste porque vio al gemelo malvado con otra chica.-Yo no soy el gemelo malvado – dice Lorenzo poniéndose de pie con mi ayuda -.-Serás el idiota, entonces – se gira a su hijo -. No le digas nada, hasta que llegue uno de nosotros dos a aclarar las cosas.-¿Qué pasa aquí? ¿Qué hay que aclarar? – pregunto mirando al señor Russo y a mi gemelo, que baja la vista -. Maldición, Lorenzo… lo hiciste otra vez.Cierro los ojo
No puedo dejar de llorar, ver a ese tonto de nuevo con la misma chica de antes me tiene cayendo en un infierno horrible.La amenaza de mi padre me demostró que era un falso, pero verlo hoy… como no la iba a tener fácil conmigo, volvió con ella. Me entierro en el asiento, sin dejar de estremecerme por el dolor, hasta que suaves golpes en la ventana a mi lado me hacen incorporarme.-Hola, hermanita, ¿necesitas un abrazo? – dice extendiendo sus manos y una linda sonrisa -.Abro la puerta y me bajo, para enterrarme en el cariño de mi hermano. Allí vuelvo a rendirme al dolor, humedeciendo la camisa de mi hermano en pocos segundos.-Tranquila, sshhh – me dice acariciando mi cabeza -. Te prometo que cuando llegue papá, serás feliz y verás que tus lágrimas han sido en vano.-¡Claro que son en vano! Ese idiota no las merece.-El idiota al que viste no &ndas
No dejo de limpiar el sudor de mis manos en mi pantalón, agradezco la oscuridad que el auto nos ofrece, porque no creo que mi cara estuviese alguna vez tan roja. Además, un ligero silencio se ha instalado en nosotros y eso me tiene más nerviosa aún.¿Y si se aburre de mí antes de llegar a donde me lleva?-Aurora – baja la velocidad y se detiene a un costado -. ¿Te arrepientes de haber salido conmigo?Me mira fijamente y enciende la luz del auto para verme. Incluso en esta penumbra, sus ojos son un destello de luminosidad, se me olvidan los nervios, respiro con toda la normalidad que puedo y le respondo.-No, es solo que… no tengo idea de qué hablar – bajo la vista a mis manos, pero él me levanta la barbilla con su mano cálida -.-De lo que sea, universidad, música, libros, de tu familia…-No, de ellos no, por favor – vuelvo a sonrojar
Si la tierra seguía girando, ahora mismo se detuvo, sola para evitar que el tiempo avance y pueda quedarme así con mi princesa unos minutos más.Sus labios son suaves, dulces y la gloria. Un brazo se queda en su cintura, mientras que el otro sube para colocarlo en su nuca. Sus manos suben por mi espalda, este beso debe ser el más inocente del que este lugar ha sido testigo.Muevo mis labios un poco, ella hace lo mismo y por instinto nuestras lenguas comienzan juguetear, ella me pega más a su cuerpo, la subo a mis pies y comienzo a moverme al ritmo de la música y nuestro beso.La tierra comienza a girar otra vez y nosotros nos separamos solo un poco para insuflar aire a nuestros pulmones, apoyo mi frente a la de ella, con los ojos cerrados disfrutando del momento.-No tienes idea de cuanto agradezco al universo que fueras tú el primero en besarme – abro mis ojos y me encuentro los suyos aguados y felic