Me voy con la encargada, quien me acompaña hasta la recepción y me renueva la suscripción de los libros, diciendo que esa la última oportunidad y que tengo quince días. Le agradezco, mientras coloco los libros en su protección, salgo de la biblioteca hacia el auditorio con más tranquilidad, pero sin dejar de pensar en esos bellos ojos azules.
Al llegar al auditorio me cambio el abrigo por uno seco que guardaba en mi mochila, busco un asiento cerca de la ventana y a media altura, todavía hay muy pocos compañeros en el lugar, por lo que decido seguir hojeando el libro de procedimientos quirúrgicos, que me mantiene ocupada, pero esta vez no consigo concentrarme del todo, porque esos ojos no me dejan en paz.
He visto cientos de ellos desde pequeña, de todos los tonos y formas, pero estos son los primeros que me perturban o más bien me invitan a la calma. Cierro los ojos un momento, respiro profundo y dejo que ese recuerdo ayude a relajarme después de tres semanas de estrés, preparando exámenes.
Dejo que la lectura vuelva a absorberme y me pierdo entre las páginas de los libros. Estoy tan inmersa en la lectura, que no me doy cuenta que mis compañeros comienzan a llenar la sala, los oradores toman sus posiciones adelante, en el sector del podio, el rector da inicio a la jornada.
Sigo así, concentrada leyendo, marcando con post-it lo más relevante, tomando notas de algunas cosas y de lo que debo investigar más a fondo, eso significa preguntarle a mamá. Nada es capaz de sacarme de mi mundo de procedimientos, medicina y más información, no soy capaz de darme cuenta de que inicia ya la tercera exposición, pero ante las primeras palabras del expositor levanto la cabeza con los ojos muy abiertos, esa voz no la podría olvidar, al mirar hacia el pódium, veo al chico que me ayudó. “Mi Alex”, me digo en mi mente y me confundo por las palabras que mi conciencia dice para identificar a un chico que apenas sé su nombre, pero que sin embargo me ha afectado de tal manera, que no quito más la vista de él.
Todo lo que habla demuestra la preparación que hay detrás, no es solo una cara bonita, además es inteligente, porque tengo entendido que en estas conferencias solo participan los mejores alumnos, los más destacados y que solo se les asigna el tema, pero ellos son quienes deben buscar toda la información para desarrollarlo.
Estoy embobada y agradezco que las luces no iluminen lo suficiente, al quedarme en una zona donde no están encendidas.
Lo veo observar la sala, como buscando algo o a alguien. “A ti no, eso es obvio” me dice mi subconsciente, debe estar buscando a su novia y ese pensamiento me hace sentir algo que jamás experimenté, una rabia profunda de saber que otra más pueda ocupar su corazón.
“Que bruta eres, ese bombón es obvio que tiene pareja, míralo esta buenísimo”.
Pero en un segundo sus ojos llegan a los míos, esboza una sonrisa que me desarma, y no aparta más sus ojos de los míos. Es como si la presentación fuese para mí, como si no existiese nadie más en el auditorio, solo nosotros dos.
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Detrás del escenario me siento nervioso, todos creen que es por tener que exponer delante de decenas de compañeros de las facultades de ciencias y humanidades, perola verdad es que es porque no dejo de pensar en esos ojitos de miel tan bellos, que me van a estar observando.
Ya es la hora, nos anuncian que el auditorio está lleno y salimos a tomar nuestras posiciones. De inmediato comienzo a buscarla, pero allí sentado no tengo toda la visión del enorme salón.
Cuando es mi turno, me esfuerzo por no perder el hilo de mi presentación, sin embargo, no dejo de buscarla.
Hasta que, a la altura media de la sala, cerca de la ventana y donde uno de los focos no funciona, la encuentro mirándome atenta, fijamente y, de vez en cuando tomando apuntes.
Veo que se ha cambiado el abrigo que llevaba en la biblioteca y por eso me costó tanto encontrarla.
Mientras expongo mi tema, no aparto la mirada de ella en el resto de mi exposición, como si le hablara solo a ella, como si con la mirada pudiera ser posible decirle cuanto deseo besarla y no apartarme nunca más de ella, de amortiguar todas las caídas que tenga en el futuro y cargar todos los libros que quiera.
Cuando termino, mi profesor da el espacio para preguntas y opiniones, como luego de una de las presentaciones. La primera en levantar la mano es ella, el asistente se dirige a ella con el micrófono, se pone de pie arreglando su abrigo corto y habla con decisión.
-Entiendo que tu enfoque es para que los alumnos aquí presentes puedan motivarse y montar sus propias empresas, sin embargo creo que eso no es del todo posible, mucho menos justo. ¿Dónde dejas el principio de ayudar a la población más vulnerable?
-Disculpe – interrumpe mi profesor -. No ha dicho su nombre ni su carrera – y se lo agradezco mentalmente, porque sabré dónde encontrarla -.
-Aurora Russo, Medicina.
-Bueno, Aurora – le digo tratando de calmarme, es imposible dejar pensar que esa chica tiene el mejor nombre del mundo -. Sabemos que no todos se gradúan, y también sabemos que algunos pocos ya tienen lugares en donde trabajar. Pero a esos que aún no saben sobre su futuro laboral una vez graduados, los incentivamos a que formen sus propios proyectos.
-Me parece más bien una utopía que una realidad, sin embargo la realidad que presentas no carece de sentido. Aunque sería mejor enfocarla a la ayuda social, a dirigirla a aquellos que no tienen libre acceso por sus recursos. Eso es todo.
Bella, inteligente y con consciencia social. Esto último me hace pensar que es una de esas chicas endeudadas hasta la próxima vida por estudiar en una universidad como esta, por eso habla de esa manera.
Solo una pregunta más, para nada interesante porque es apenas para pedir un dato que no consiguió entender. El rector nos anuncia un receso de hora y media, y yo salgo lo más rápido posible para ir a buscar a esa bella chica, pero debo hacerlo por la parte trasera del escenario.
Salgo justo cuando la veo salir del auditorio, peleando con los libros, su mochila y el abrigo mojado.
-¿Te ayudo? – se voltea asustada y no puedo más que sonreír -. Te ves bastante liada con todo eso.
-Gra-gracias – me dice nerviosa, pero antes de escuchar una negación, tomo su mochila y sus libros -.
-¿Almuerzas aquí?
-No, demasiada gente para mí. Iré a un restaurante a unas cuadras de aquí.
-Te acompaño.
-N-no es necesario, tengo quien me ayude – sus palabras me causan escozor, pero una chica tan bella es obvio que debe tener novio -.
-Señorita Aurora – un hombre mayor, de traje negro se nos acerca -. Estoy estacionado dentro del campus.
Se acerca a mí y me pide silenciosamente las cosas de Aurora.
-Él es Anthony, mi guardaespaldas – me dice con una sonrisa, seguro por mi ceño fruncido-.
-Ah – así que no es una chica endeudada, más admiración siento por ella, porque defiende en lo que cree es lo correcto -.
Le entrego las cosas al hombre y él camina rumbo al estacionamiento. La lluvia a menguado bastante, solo una leve y fina llovizna se ve más adelante.
-Supongo que nos veremos más tarde – le digo con decepción -.
-O tal vez no. En realidad eres el primer chico con el que cruzo palabras desde… toda la vida.
-¿Te dan miedo los chicos? – bromeo con ella -.
-No, es solo que trato de no entablar amistades con nadie, para mis metas son una distracción.
-Suena muy solitario.
-Para eso tengo a mi familia – se encoge de hombros y sonríe, Dios me derrito sin poder hacer nada para evitarlo-. Bueno, me tengo que ir, tenemos el tiempo contando para comer algo. Suerte y felicidades, esa exposición estuvo bastante buena.
Se va caminando y yo me quedo embobado mirándola, hasta que siento un par de palmadas en la espalda.
-Mirando a la chica solitaria, ¿eh?
-¿Quién? Le pregunto a Agustín-.
-La chica solitaria, la que vimos el otro día en la biblioteca. Ella siempre está sola, ¿recuerdas?
-Pero ya no más, me tendrá a mí para acompañarla.
-Wow, en serio esto es un milagro, al fin una chica que le interesa a Alex Castelli. Esto hay que celebrarlo, con unas papas fritas y un jugo de fresa, yo invito, vamos.
Sigo a mi primo, mientras me habla de miles de cosas, pero yo solo puedo pensar en esos ojitos bellos, esa sonrisa y ese cuerpo menudo que pude abrazar por escasos segundos.
-Es ella – le digo a Agustín, interrumpiendo su análisis de las chicas que pasan por nuestro lado -.
-¿Quién?
-Aurora, la chica solitaria, ella es la mujer de mi vida.
-Te pegaste en la cabeza o la exposición te fundió el cerebro.
La conferencia continúa por la tarde, pero a Alex no consigo verlo porque ha quedado ubicado justo detrás del podio. Además, esta vez me he sentado más cerca de la puerta, para salir en cuanto esto termine.El tiempo se me pasa más rápido, lo que agradezco porque solo quiero irme, pero a la vez quiero quedarme. en cuanto lo dan por finalizado, me paro y salgo del auditorio. Recibo un mensaje de él y sonrío, me voy hasta el estacionamiento.Pero esos ojos azules no se me salen de la mente, me hubiese gustado verlos una vez más-Aurora… hija… ¡Aurora!Me sobresalto, mi padre me hace señas con la mano libre, sin dejar de ver hacia adelante. Él ha pasado por mí hoy a la universidad, iremos a pasar tiempo de calidad entre padre e hija a un bowling.-Hija, ¿estás bien? – me mira confundido cuando nos dete
Para mi mala suerte hemos regresado a la conferencia y he quedado detrás del podio, por lo que no consigo tener mucha visión del salón, además, mi Aurora no ha ocupado el mismo lugar, no tengo idea de dónde se ha ubicado esta vez.Las exposiciones se me hacen eternas, pero terminan. En cuanto nos dejan ponernos de pie, salgo disparado y rodeo el edificio para ir por ella, quiero ver si consigo intercambiar números, para mantener contacto, salir, conocernos. Logro verla a lo lejos y comienzo a correr para alcanzarla, hasta que veo que un hombre alto, de cuerpo bien formado y mayor se acerca a ella.Ambos se abrazan, él le quita la mochila y caminan de la mano hacia el estacionamiento. Sabía que existía la posibilidad de que ella tuviera novio, porque es demasiado bella, y eso de la soledad sea una manera de alejar a otros chicos, pero nunca me imaginé que le gustaran los hombres mayores.-&ique
Llego al campus enterrada en mi abrigo, siempre los días posteriores a la lluvia son fríos, pero este me parece aún peor, porque el frío viene desde dentro. Camino hacia mi sala, como siempre soy la primera en llegar, me quedo esperando fuera, mientras me pongo unos audífonos y comienzo a estudiar, motivo por el cual no me doy cuenta de la presencia de otra persona, hasta que alguien me toca el hombro. Me quito los audífonos, porque veo a Alex sonriendo. -Lo siento, no quise molestarte. Pero me di cuenta que te gusta mucho estudiar y te traje un obsequio – me extiende una bolsa de regalo mediana, la recibo con algo de recelo, sobre todo porque no me saco de la mente la imagen de ayer -. Espero que te sirvan. Luego me dices, porque ahora llego tarde a mi clase. Sale corriendo, mientras yo me quedo sonriendo por la forma tan infantil de acercarse a mí y luego salir corriendo. Pero la curiosidad es más fuerte que la descortesía, así que miro el contenido
Han pasado algunos días desde que vi a Alex, luego de alejarme de él ese día, se me encargó la tarea de formar parte del equipo que presentará la carrera en una exposición.Ya presentados todos mis exámenes, ahora me encuentro tirada en mi cama, mirando el techo sin ganas de nada porque ese niño idiota de ojos azules me ha dejado total y completamente deprimida.En lugar de estar disfrutando mi receso de invierno entre mis libros y la clínica de mi madre, estoy aquí llorando, cantando “Duele el Amor” con todo el sentimiento acumulado toda mi vida.Llaman a la puerta, me limpio las lágrimas y me siento en la cama, tratando de ocultar mi pena.-Pase – la puerta se abre y se asoma mi hermano -.-Hola hermanita – entra con su sonrisa, pero se le borra de inmediato cuando me ve y corre hacia mí-. ¿Qué te pasó hermanita? T&uacu
Por más que Francesca me diga que mirando el techo este no va a cambiar, no puedo dejar de hacerlo. Por alguna razón Aurora me bloqueo en su teléfono, no puedo llamarla ni enviarle mensajes, lo peor de todo es que no sé a qué se debe.Agustín me dice que la busca, lo mejor es enfrentarla y preguntarle los motivos para escaparse de mí, pero no es algo que pueda hacer, aunque me muera de ganas por hacerlo, pero la realidad des la siguiente: ella y yo no tenemos más que unos pocos cruces de palabras.No estamos saliendo, no somos novios, ni siquiera podría decir que somos amigos.Y eso duele.No puedo evitar llorar por ella, porque siento un vacío en mi corazón tan grande que ni siquiera la música más deprimente ni los pasteles de yogurt de mi hermana me han ayudado. Canto bajito una canción que una vez le oí a Francesca, “Duele el Amor”&helli
-Aprovecharé de sacar folletos e información de todas las carreras.-No tenías que venir conmigo, padre.-No me quedaba de otra, Edgar debía llevar a tu madre a una conferencia donde quedan achispados y yo luego me beneficio de eso – su sonrisa pícara me hace poner un gesto reprobatorio -. Ella no bebe, pero me aprovecho igual.-¡Papá! – le digo chillona -.-¡¿Qué?! – me dice, imitando mi voz -. Cuando estés igual que nosotros, me vas a entender.-Puede ser, pero no te voy a dar la razón jamás.-¡Si lo hicieras, no serías hija de tu madre! – me dice y suelta una carcajada feliz -.Hoy él será mi guardaespaldas, porque Edgar está con mi madre y Anthony con César, el que se nos unirá en un rato porque fue de compras, la próxima semana se va unos días con un amigo a
-Pero que mierda… ¡Son dos! ¡Eran dos! Maldición, ¡son gemelos!-¡Papá! – se gira y ve a César -. ¿Por qué le pegaste al doble de Alex?-¿Ese no es Alex?-¡No! – gritamos César, Lorenzo y yo -.-Ustedes dos, vengan conmigo ahora – dice señalándonos con el dedo -. Tú, al auto con tu hermana, está muy triste porque vio al gemelo malvado con otra chica.-Yo no soy el gemelo malvado – dice Lorenzo poniéndose de pie con mi ayuda -.-Serás el idiota, entonces – se gira a su hijo -. No le digas nada, hasta que llegue uno de nosotros dos a aclarar las cosas.-¿Qué pasa aquí? ¿Qué hay que aclarar? – pregunto mirando al señor Russo y a mi gemelo, que baja la vista -. Maldición, Lorenzo… lo hiciste otra vez.Cierro los ojo
No puedo dejar de llorar, ver a ese tonto de nuevo con la misma chica de antes me tiene cayendo en un infierno horrible.La amenaza de mi padre me demostró que era un falso, pero verlo hoy… como no la iba a tener fácil conmigo, volvió con ella. Me entierro en el asiento, sin dejar de estremecerme por el dolor, hasta que suaves golpes en la ventana a mi lado me hacen incorporarme.-Hola, hermanita, ¿necesitas un abrazo? – dice extendiendo sus manos y una linda sonrisa -.Abro la puerta y me bajo, para enterrarme en el cariño de mi hermano. Allí vuelvo a rendirme al dolor, humedeciendo la camisa de mi hermano en pocos segundos.-Tranquila, sshhh – me dice acariciando mi cabeza -. Te prometo que cuando llegue papá, serás feliz y verás que tus lágrimas han sido en vano.-¡Claro que son en vano! Ese idiota no las merece.-El idiota al que viste no &ndas