Tony se quedó parado en el marco de la puerta, sintiendo como si le hubieran echado un balde de agua helada encima.Sarah estaba ahí, parada en su porche como si los últimos casi dos años no hubieran existido, como si el abandono de Lupita hubiera sido solo un mal sueño.El rostro que tantas veces había visto reflejado en los ojos de su hija ahora lo miraba fijamente, esperando una respuesta.La mandíbula de Tony se tensó, y su habitual sonrisa desapareció como sol en día lluvioso. Era raro ver al alegre vaquero tan serio, pero la situación lo ameritaba.— ¿Qué quieres, Sarah? — su voz salió más dura de lo que pretendía, pero no le importó.— Ya te dije, necesito hablar contigo — respondió ella, sosteniendo su mirada sin pestañear.Tony pensó en Lupita, dormida en su camita con sus nuevas botas vaqueras junto a la cama. No había manera en el infierno de que dejara que Sarah se acercara a ella así como así. Su instinto protector se disparó como un caballo salvaje.— Espérame aquí — dij
Tony sintió como si le hubieran dado un fuerte golpe en el estómago, las palabras de Sarah resonaban en su cabeza como un eco interminable: "No es tu hija." Se levantó de golpe, su rostro, normalmente bronceado por el sol de Texas, estaba más pálido que un fantasma en una nevada. — Eres más baja que una serpiente venenosa del desierto — gruñó, encarando a Sarah, sus ojos brillaban con una mezcla de dolor y rabia — ¿Cómo te atreves a decir eso? Lupita es mi hija, ya sea por sangre o por derecho. A mí no me importa eso.Los clientes del café fingían no mirar, pero Tony podía sentir sus ojos clavados en él como agujas. Betty, detrás de la barra, había dejado de limpiar las tazas y observaba la escena.Sarah se sorprendió ante la intensidad de sus palabras, un destello de duda cruzó su rostro, por un momento, pareció la misma chica joven y asustada que había dejado a Lupita en su puerta años atrás. Pero como una víbora que se recupera después de fallar un ataque, rápidamente recobró su
El instinto maternal de Guadalupe, más certero que un detector de mentiras y más rápido que un caballo desbocado, detectó inmediatamente que algo no andaba bien con su hijo al observarlo parado en la puerta mirandolas.Los ojos cansados de Guadalupe, rodeados de profundas ojeras por la enfermedad, se clavaron en Tony como dos flechas, a pesar de su estado, seguía teniendo esa mirada que podía leer el alma de su hijo como si fuera un libro abierto.— ¿Qué haces ahí parado en la puerta, m'hijo? — preguntó Guadalupe, con voz débil pero firme como siempre — Siéntate para que desayunes. Tony intentó sonreír, pero el gesto le salió tan falso como un billete de tres dólares, se sentó en la mesa de madera, esa misma donde había pasado tantos desayunos felices, sintiendo que su corazón se encogía al ver lo delgada que estaba su madre.Lupita estaba sentada en su silla especial, la que Tony había construido él mismo, con un cojín extra para que alcanzara bien la mesa. María, que había resulta
Marjorie salió del Waldorf Astoria, no soportaba estar un minuto más cerca de Blake, los flashes de las cámaras iluminaban su rostro mientras bajaba los escalones de mármol, su vestido rojo llamaba la atención de todos los presentes. La multitud que esperaba afuera no paraba de murmurar y susurrar, creando un ambiente tenso y pesado.— ¡Qué descaro!— ¿Vieron las imágenes?— Dicen que tenía cámaras por toda la oficina...— ¡Pobre Blake!— ¿Pobre? ¡Se lo merece!Los reporteros habían estado esperando durante horas como buitres, y ahora se lanzaban sobre ella, empujando sus micrófonos en su cara. Parecían desesperados por conseguir aunque sea una palabra.— ¡Señorita Blackwell! ¿Esto significa el fin de su compromiso?— ¿Desde cuándo sabía del affair?— ¿Es verdad que hay más videos?— ¿Qué dice sobre las acusaciones de espionaje corporativo?Marjorie siguió caminando, con la cabeza en alto y la mirada al frente. Sus tacones hacían eco en el pavimento mientras se dirigía hacia la limusin
Tony sintió que el piso se abría bajo sus pies como una grieta en tierra seca. El mundo a su alrededor comenzó a dar vueltas como un carrusel descompuesto. Las palabras del doctor resonaban en su cabeza como un eco interminable: "no es su hija... no es su hija..."Se apoyó contra la pared más cercana, sus piernas temblaban más que un potrillo recién nacido. El aire del consultorio se sentía espeso, difícil de respirar, por un momento se había aferrado a la esperanza de que Sarah mentía.— ¿Está... está seguro, doc? — su voz sonó extraña, como si perteneciera a otra persona — ¿No puede haber algún error?El médico negó suavemente con la cabeza.— La prueba se realizó dos veces para estar seguros, el resultado es concluyente.Tony cerró los ojos con fuerza, intentando contener las lágrimas que amenazaban con escapar. Todas las palabras de Sarah, todas sus amenazas, cobraban ahora un nuevo y terrible significado. Ya no eran sólo amenazas vacías; ahora tenía pruebas. Dios mío — murmuró, c
Tony se quedó mirando a su madre, sintiendo que el corazón se le iba a salir del pecho. El color le iba y venía del rostro mientras buscaba las palabras correctas.— Siéntate, amá —dijo finalmente, señalando el sofá— esto va a ser largo.Guadalupe se sentó, sus manos apretaron su falda con nerviosismo.— Me estás asustando, hijo.Tony se pasó la mano por el pelo, respiró profundamente antes de comenzar a hablar.— Es sobre Lupita, amá —su voz temblaba— hoy fui al hospital por los resultados de... de una prueba.— ¿Qué prueba? —Guadalupe se inclinó hacia adelante— ¿Está enferma mi niña?— No, no es eso —Tony se sentó junto a ella— Sarah... Sarah ha regresado, pidió una prueba de paternidad.El silencio que siguió fue tan pesado que Tony podía escuchar su propio corazón latiendo.— Y... —Guadalupe agarró la mano de su hijo— ¿Qué dicen esos resultados?Tony cerró los ojos, las lágrimas amenazaron con salir de nuevo.— Lupita no es mi hija biológica, amá.Guadalupe soltó un sollozo, llevá
En la Corte Federal de Nueva York, el aire se podía cortar con un cuchillo. Marjorie, sentada con la espalda recta y los ojos fijos en el juez, escuchaba mientras Richard presentaba la última evidencia.— Como puede ver, su Señoría —su abogado extendió los documentos sobre la mesa— aquí están los registros detallados de cada transferencia ilegal realizada por el señor Thompson desde las cuentas corporativas a sus cuentas personales.Blake se removió en su asiento como una serpiente inquieta. Su abogado intentaba calmarlo, pero él tenía los ojos clavados en Marjorie.— Esta evidencia es irrefutable —continuó Richard— además, tenemos las grabaciones de las cámaras de seguridad donde el señor Thompson claramente admite el fraude.— ¡Esas grabaciones son ilegales! —saltó el abogado de Blake.— Las cámaras estaban debidamente registradas y señalizadas —respondió Richard— el señor Thompson firmó el conocimiento de su instalación —el abogado omitió que no lo había hecho con conocimiento.El
El martillazo de la jueza sonó como un disparo en el corazón de Tony, sintió sus piernas ablandarse y tuvo que apoyarse en la mesa para no caer.— Lupita deberá ser entregada a la señora Johnson —continuó la jueza— Se establecerá un régimen de visitas...Tony ya no escuchaba. Sus oídos zumbaban y el mundo parecía dar vueltas, a través de la niebla que nublaba sus ojos, vio a Sarah sonreír discretamente.— Apá... —la vocecita de Lupita lo trajo de vuelta a la realidad, la niña se había despertado y estiraba sus bracitos hacia él desde el regazo de Guadalupe.— Mi reinita... —Tony la alzó, apretándola contra su pecho como si quisiera fundirla con su corazón.— No, no, no... —María sollozaba en voz baja, aferrada al rosario entre sus manos— la Virgencita no puede permitir esto...— Su Señoría —la voz de Tony salió ronca, quebrada—. Por favor... Esta niña es mi vida entera. No puede...— Lo siento, señor Treviño —respondió la jueza— la decisión está tomada —la jueza contestó de manera aut