El instinto maternal de Guadalupe, más certero que un detector de mentiras y más rápido que un caballo desbocado, detectó inmediatamente que algo no andaba bien con su hijo al observarlo parado en la puerta mirandolas.Los ojos cansados de Guadalupe, rodeados de profundas ojeras por la enfermedad, se clavaron en Tony como dos flechas, a pesar de su estado, seguía teniendo esa mirada que podía leer el alma de su hijo como si fuera un libro abierto.— ¿Qué haces ahí parado en la puerta, m'hijo? — preguntó Guadalupe, con voz débil pero firme como siempre — Siéntate para que desayunes. Tony intentó sonreír, pero el gesto le salió tan falso como un billete de tres dólares, se sentó en la mesa de madera, esa misma donde había pasado tantos desayunos felices, sintiendo que su corazón se encogía al ver lo delgada que estaba su madre.Lupita estaba sentada en su silla especial, la que Tony había construido él mismo, con un cojín extra para que alcanzara bien la mesa. María, que había resulta
Marjorie salió del Waldorf Astoria, no soportaba estar un minuto más cerca de Blake, los flashes de las cámaras iluminaban su rostro mientras bajaba los escalones de mármol, su vestido rojo llamaba la atención de todos los presentes. La multitud que esperaba afuera no paraba de murmurar y susurrar, creando un ambiente tenso y pesado.— ¡Qué descaro!— ¿Vieron las imágenes?— Dicen que tenía cámaras por toda la oficina...— ¡Pobre Blake!— ¿Pobre? ¡Se lo merece!Los reporteros habían estado esperando durante horas como buitres, y ahora se lanzaban sobre ella, empujando sus micrófonos en su cara. Parecían desesperados por conseguir aunque sea una palabra.— ¡Señorita Blackwell! ¿Esto significa el fin de su compromiso?— ¿Desde cuándo sabía del affair?— ¿Es verdad que hay más videos?— ¿Qué dice sobre las acusaciones de espionaje corporativo?Marjorie siguió caminando, con la cabeza en alto y la mirada al frente. Sus tacones hacían eco en el pavimento mientras se dirigía hacia la limusin
Tony sintió que el piso se abría bajo sus pies como una grieta en tierra seca. El mundo a su alrededor comenzó a dar vueltas como un carrusel descompuesto. Las palabras del doctor resonaban en su cabeza como un eco interminable: "no es su hija... no es su hija..."Se apoyó contra la pared más cercana, sus piernas temblaban más que un potrillo recién nacido. El aire del consultorio se sentía espeso, difícil de respirar, por un momento se había aferrado a la esperanza de que Sarah mentía.— ¿Está... está seguro, doc? — su voz sonó extraña, como si perteneciera a otra persona — ¿No puede haber algún error?El médico negó suavemente con la cabeza.— La prueba se realizó dos veces para estar seguros, el resultado es concluyente.Tony cerró los ojos con fuerza, intentando contener las lágrimas que amenazaban con escapar. Todas las palabras de Sarah, todas sus amenazas, cobraban ahora un nuevo y terrible significado. Ya no eran sólo amenazas vacías; ahora tenía pruebas. Dios mío — murmuró, c
Tony se quedó mirando a su madre, sintiendo que el corazón se le iba a salir del pecho. El color le iba y venía del rostro mientras buscaba las palabras correctas.— Siéntate, amá —dijo finalmente, señalando el sofá— esto va a ser largo.Guadalupe se sentó, sus manos apretaron su falda con nerviosismo.— Me estás asustando, hijo.Tony se pasó la mano por el pelo, respiró profundamente antes de comenzar a hablar.— Es sobre Lupita, amá —su voz temblaba— hoy fui al hospital por los resultados de... de una prueba.— ¿Qué prueba? —Guadalupe se inclinó hacia adelante— ¿Está enferma mi niña?— No, no es eso —Tony se sentó junto a ella— Sarah... Sarah ha regresado, pidió una prueba de paternidad.El silencio que siguió fue tan pesado que Tony podía escuchar su propio corazón latiendo.— Y... —Guadalupe agarró la mano de su hijo— ¿Qué dicen esos resultados?Tony cerró los ojos, las lágrimas amenazaron con salir de nuevo.— Lupita no es mi hija biológica, amá.Guadalupe soltó un sollozo, llevá
En la Corte Federal de Nueva York, el aire se podía cortar con un cuchillo. Marjorie, sentada con la espalda recta y los ojos fijos en el juez, escuchaba mientras Richard presentaba la última evidencia.— Como puede ver, su Señoría —su abogado extendió los documentos sobre la mesa— aquí están los registros detallados de cada transferencia ilegal realizada por el señor Thompson desde las cuentas corporativas a sus cuentas personales.Blake se removió en su asiento como una serpiente inquieta. Su abogado intentaba calmarlo, pero él tenía los ojos clavados en Marjorie.— Esta evidencia es irrefutable —continuó Richard— además, tenemos las grabaciones de las cámaras de seguridad donde el señor Thompson claramente admite el fraude.— ¡Esas grabaciones son ilegales! —saltó el abogado de Blake.— Las cámaras estaban debidamente registradas y señalizadas —respondió Richard— el señor Thompson firmó el conocimiento de su instalación —el abogado omitió que no lo había hecho con conocimiento.El
El martillazo de la jueza sonó como un disparo en el corazón de Tony, sintió sus piernas ablandarse y tuvo que apoyarse en la mesa para no caer.— Lupita deberá ser entregada a la señora Johnson —continuó la jueza— Se establecerá un régimen de visitas...Tony ya no escuchaba. Sus oídos zumbaban y el mundo parecía dar vueltas, a través de la niebla que nublaba sus ojos, vio a Sarah sonreír discretamente.— Apá... —la vocecita de Lupita lo trajo de vuelta a la realidad, la niña se había despertado y estiraba sus bracitos hacia él desde el regazo de Guadalupe.— Mi reinita... —Tony la alzó, apretándola contra su pecho como si quisiera fundirla con su corazón.— No, no, no... —María sollozaba en voz baja, aferrada al rosario entre sus manos— la Virgencita no puede permitir esto...— Su Señoría —la voz de Tony salió ronca, quebrada—. Por favor... Esta niña es mi vida entera. No puede...— Lo siento, señor Treviño —respondió la jueza— la decisión está tomada —la jueza contestó de manera aut
Los bracitos de Lupita se extendían hacia Tony, su carita reflejaba el terror que la niña estaba sintiendo, el tiempo pareció detenerse en ese momento.Pero antes de que pudiera alcanzar a su padre, Sarah la atrapó en el aire. La niña pataleaba mientras su madre la alejaba a toda prisa del lugar, sus pequeños zapatos golpeando el aire en protesta.Lupita luchaba con todas sus fuerzas, sus ojitos se llenaron de lágrimas, pero a Sarah poco le importó eso.Los gritos desgarradores resonaron por el pasillo, haciéndose cada vez más débiles.Tony se quedó paralizado, sintiendo cómo cada grito de su hija era una puñalada en su corazón. El dolor en su pecho creció hasta hacerse insoportable, como si mil agujas lo atravesaran al mismo tiempo.— Mi reinita... mi pequeña... —susurró, mientras el aire comenzaba a escapársele de los pulmones.Sus piernas temblaron, y el mundo comenzó a dar vueltas a su alrededor. La garganta se le cerró como si una mano invisible lo estrangulara.— No... no puedo.
Las palabras de Sarah flotaban en el aire como el polvo en un día ventoso del rancho. Tony sintió que su corazón galopaba desbocado, igual que aquellos potros salvajes que domaba en su juventud.— ¿Qué... qué dijiste? —logró articular finalmente, su acento texano se escuchó más marcado por la sorpresa— ¿Te has vuelto loca, mujer?Sarah se mantuvo firme, con su mirada puesta sobre Tony en todo momento.— Ya me oíste, Tony, cásate conmigo y podrás ver a Lupita todos los días, hazlo por ella, no ha parado de llorar desde que la lleve conmigo.Tony soltó una risa amarga al imaginar a Lupita sufriendo, apretó los puños bajo las sábanas, — ¡Pos 'ta bueno! ¡Esta sí que no me la esperaba! —se pasó una mano por el pelo revuelto— Primero me quitas a mi chamaca y luego vienes con esta locura. ¿Qué mosca te picó, Sarah?— No es locura, Tony —Sarah se acercó más, con su voz suavizándose— es la única manera legal de que puedas estar cerca de Lupita sin restricciones, ¿No es eso lo que quieres? Es