Al atardecer, un Porsche plateado se detuvo frente al único motel del pequeño pueblo cercano al Rancho Blackwell. Blake Thompson y Danna Mitchell emergieron del vehículo.Blake miró el edificio de dos pisos con desdén, sus ojos grises recorrieron la fachada descolorida y las ventanas polvorientas.— Dios mío, ¿Esto es lo mejor que tienen por aquí? Parece que no lo han renovado desde la guerra civil, es peor que esos horribles hoteles temáticos de Las Vegas.Danna arrugó su nariz perfectamente maquillada, sus pecas eran apenas visibles bajo el rubor caro.— Al menos espero que tengan agua caliente, no pienso bañarme con agua fría, me da miedo imaginar qué podría salir de esas tuberías oxidadas. Se acercaron a la recepción, donde un hombre mayor con una camiseta manchada los recibió con una sonrisa desdentada. El olor a tabaco rancio y cerveza barata impregnaba el aire.— Buenas noches, forasteros, ¿En qué puedo ayudarlos? —preguntó el hombre, rascándose la barba descuidada.Blake, tra
Tony sabía que no podía hacer nada ante la visita de esos dos buitres.— Parece que tus amigos no pudieron resistir el encanto de nuestro pequeño paraíso vaquero, ¿Crees que esta vez hayan traído sus propios caballos de fuerza?Marjorie soltó una risa nerviosa.— Tony, por favor, sé amable.— ¿Yo? Siempre soy amable, soy prácticamente un ángel con botas de vaquero.El Porsche se detuvo, y Blake emergió, luciendo tan fuera de lugar como un pingüino en el desierto, se dirigió directamente hacia Marjorie, ignorando completamente a Tony.— ¡Marjorie, cariño! —exclamó, extendiendo los brazos— ¿Me extrañaste?Antes de que Marjorie pudiera responder, Blake la envolvió en un abrazo, plantando un beso en su mejilla que duró más de lo necesario, Tony sintió que su mandíbula se tensaba, pero mantuvo su sonrisa.— Vaya, Blake, si hubiera sabido que venías, habría preparado un comité de bienvenida, las vacas estaban ansiosas por verte de nuevo.Blake finalmente se dignó a mirar a Tony, su sonrisa
El amanecer en el Rancho Blackwell trajo consigo una visión que Tony Treviño jamás olvidaría. Blake Thompson, el sofisticado hombre de negocios de Nueva York, emergió de la casa grande vestido con lo que él consideraba un "auténtico" atuendo de vaquero.Tony, que estaba en el corral revisando a los caballos, casi se ahogó con su propia saliva al verlo.— Santo cielo —murmuró para sí mismo— parece que el Llanero Solitario se encontró con un arcoíris y perdió una apuesta.Blake se pavoneaba con un sombrero de vaquero demasiado grande, una camisa de cuadros tan brillante que podía verse desde el espacio, y botas de cowboy recién compradas que chirriaban con cada paso. A su lado, Danna no se quedaba atrás, con un sombrero de cowgirl rosa chillón y botas de serpiente que claramente le apretaban.— ¡Buenos días, Tony! —saludó Blake con falso entusiasmo— ¿Qué te parece? Nos hemos vestido para la ocasión.Tony tuvo que morderse el interior de la mejilla para no reír.— Vaya, vaya, si no lo v
Por la mañana, Tony, Marjorie, Blake y Danna estaban sentados alrededor de la mesa de la cocina, disfrutando del desayuno preparado por Guadalupe, cuando el sonido de un vehículo acercándose llamó su atención.Tony se levantó, mirando por la ventana.— Vaya, vaya. Parece que tenemos visitas. Blake, aún adolorido por sus aventuras del día anterior, gruñó.— ¿Más sorpresas del rancho? Espero que no sea otro animal que quiera darme una paliza.Tony sonrió, guiñando un ojo.— No te preocupes, citadino, los animales ya tuvieron su diversión contigo ayer. Hoy les toca descanso.El recién llegado resultó ser Don Pedro, el dueño del Rusty Spur, Tony salió a recibirlo.— Don Pedro, qué sorpresa, ¿Pasó algo en el bar? ¿Las chicas finalmente se dieron cuenta de que no soy real y soy producto de su imaginación colectiva?Don Pedro rió, sacudiendo la cabeza.— Ojalá fuera eso, Toño, la verdad es que las cosas no han ido muy bien desde que dejaste de bailar, el bar está más frío que un iglú en inv
Lo que siguió fue una pelea que quedaría en la leyenda del Rusty Spur por años. Tony y Blake rodaron por el suelo, intercambiando golpes mientras la multitud los rodeaba, gritando y apostando.— ¡Veinte dólares al vaquero! —gritó un hombre corpulento con sombrero de cowboy.— ¡Cincuenta al citadino! —respondió una mujer con un vestido de flecos.El caos reinaba en el bar, botellas y vasos caían al suelo, rompiéndose en mil pedazos. La música country que sonaba de fondo parecía una banda sonora irónica para la violenta escena que se desarrollaba.Marjorie intentaba desesperadamente separarlos, su voz era apenas audible sobre el tumulto.— ¡Tony, Blake, por favor! ¡Deténganse! ¡Esto es una locura!Mientras tanto, Danna observaba con horror lo que sucedía, sus ojos seguían cada movimiento de los hombres en el suelo. Su corazón latía con fuerza, dividida entre su lealtad a Blake y la innegable atracción que sentía por Tony.Don Pedro, el dueño del bar, gritaba algo sobre llamar al sheriff
Por un momento, el tiempo pareció detenerse, como si el mundo entero contuviera la respiración. Luego, como si alguien hubiera presionado el botón de reproducción, el caos se desató.Tony Treviño, con la agilidad de un felino, se lanzó hacia adelante, su cuerpo moviéndose por puro instinto. En un abrir y cerrar de ojos, había desarmado a Blake Thompson de un golpe certero.Mientras tanto, Marjorie Blackwell, con el rostro pálido y los ojos abiertos de par en par, corrió hacia donde Danna Mitchell yacía en el suelo. Un charco de sangre se formaba rápidamente bajo el cuerpo inmóvil de la pelirroja.— ¡Alguien llame a una ambulancia! —gritó Marjorie, sin pensarlo dos veces, presionó sus manos temblorosas sobre la herida en el hombro de Danna, intentando detener la hemorragia.Blake, ahora desarmado pero lejos de estar arrepentido, observaba la escena con ira, sus ojos, fríos como el hielo, recorrieron el bar, deteniéndose brevemente en Marjorie antes de volver a Danna.— Esto no habría p
Los días siguientes en el Rancho Blackwell transcurrieron con normalidad. Danna, instalada cómodamente en la habitación de invitados, parecía estar recuperándose bien, pero su presencia había alterado sutilmente la dinámica entre Tony y Marjorie.Una mañana, mientras Tony trabajaba en el establo, Marjorie se acercó.— Tony, ¿Tienes un momento? —preguntó, su voz era apenas audible sobre el relincho de los caballos.Tony dejó el cepillo que estaba usando y se giró hacia ella, limpiándose las manos en los jeans.— Claro, princesa, ¿Qué pasa? Pareces más preocupada que una gallina en un restaurante de pollo frito.Marjorie esbozó una sonrisa débil, pero rápidamente volvió a su expresión seria.— Es sobre Danna... y Blake, algo no me cuadra en toda esta situación.Tony frunció el ceño, apoyándose contra la pared del establo.— ¿A qué te refieres?— No lo sé exactamente —confesó Marjorie, pasándose una mano por el cabello en un gesto de frustración— es solo una sensación. Danna parece... di
La noche había caído sobre el Rancho Blackwell, Marjorie se encontraba en la cocina de la casa grande, preparando una taza de té de manzanilla, esperando que la bebida calmara sus nervios alterados.El sonido de pasos suaves la alertó de la presencia de alguien más. Danna apareció en el umbral de la puerta, su cabello rojo brillaba bajo la tenue luz de la cocina.— Hey, Marj —saludó Danna con una sonrisa que parecía demasiado dulce— ¿No puedes dormir?Marjorie negó con la cabeza.— Solo quería un té, ¿Y tú? ¿Cómo te sientes?Danna se acercó, apoyándose contra la encimera.— Mucho mejor, gracias, de hecho, quería hablar contigo.Marjorie sintió un nudo en el estómago, pero se esforzó por mantener una expresión neutral.— Claro, ¿Qué pasa?Danna tomó una respiración profunda, como si estuviera preparándose para decir algo importante.— Primero, quiero agradecerte por ser una amiga tan maravillosa, Marj. No sé qué habría hecho sin ti durante todo esto.— No tienes que agradecer nada, Dan