Por la mañana, Tony salió al porche, la conversación con Marjorie de la noche anterior aún resonaba en su cabeza como un eco persistente.— Buenos días, vaquero —la voz de Marjorie lo sorprendió— parece que ninguno de los dos pudo dormir mucho.Tony se giró para verla, notando las ojeras bajo sus ojos.— Princesa, tienes un aspecto tan fresco como una lechuga en el desierto. ¿Problemas para conciliar el sueño?Marjorie soltó una risa cansada.— Algo así, supongo que revelar secretos y enfrentarse a magnates corruptos no es la mejor receta para un sueño reparador.— Bah —Tony hizo un gesto con la mano— eso no es nada, espera a que tengas que lidiar con un toro enfurruñado a las tres de la mañana, eso sí que te quita el sueño.Se quedaron en silencio por un momento, mirando el amanecer, finalmente, Tony habló.— Entonces, princesa, ¿Cuál es el plan? Porque te aseguro que Johnson no se va a rendir tan fácilmente, ese tipo es más persistente que un cactus en temporada de sequía.Marjorie
El sol apenas asomaba por el horizonte cuando Tony y Pancho salieron en la vieja camioneta, listos para comenzar su misión de convencer a los rancheros vecinos.— Bueno, compadre —dijo Tony, ajustándose el sombrero— espero que hayas traído tu encanto, porque vamos a necesitarlo más que un cactus necesita agua en agosto.Pancho rió, sacudiendo la cabeza.— Tony, si dependemos de mi encanto, estamos más fritos que una tortilla en el desierto, tú eres el del carisma aquí.— Bah —Tony hizo un gesto con la mano— no te menosprecies, tienes un encanto... peculiar, como un armadillo con sombrero de copa.Su primera parada fue el rancho de los hermanos Rodríguez, al llegar, encontraron a Pedro Rodríguez intentando, sin éxito, reparar una cerca.— ¡Pedro! —gritó Tony mientras se acercaban— ¿Qué haces? ¿Intentas convencer a la cerca de que se arregle sola con la fuerza de tu mirada?Pedro se giró, una sonrisa formándose en su rostro sudoroso.— Tony, Pancho, qué sorpresa, ¿Qué los trae por aquí?
El amanecer encontró a Marjorie en el porche de la casa grande, su teléfono pegado a la oreja y una expresión de frustración en su rostro.— Por última vez, Blake, no voy a vender el rancho —dijo, con voz tensa— No me importa cuánto ofrezca Johnson.Tony, que salía de los establos, se detuvo al escuchar la conversación, se acercó sigilosamente, tratando de no interrumpir.— No, no entiendes... —continuó Marjorie— este lugar es más que solo una propiedad, es... —se detuvo, notando a Tony— te llamaré después.Colgó el teléfono con más fuerza de la necesaria y soltó un suspiro exasperado.— Buenos días, princesa —saludó Tony, apoyándose en la barandilla del porche— parece que has tenido una conversación igual de agradable que un cactus en los pantalones.Marjorie soltó una risa sin humor.— Buenos días, Tony, solo era Blake, siendo... Blake.— Ah, el famoso Blake —Tony fingió reflexionar— ¿Es el que tiene cara de haber chupado un limón o el que parece un palo de escoba con traje?Marjori
Al otro día muy temprano, el sonido de un motor lujoso rompió la tranquilidad del Rancho Blackwell. Tony, que estaba en el establo alimentando a los caballos, se asomó para ver un flamante Porsche plateado levantando una nube de polvo en el camino de entrada.— Vaya, vaya —murmuró para sí mismo— parece que el circo llegó al pueblo, y yo sin mis palomitas.El auto se detuvo frente a la casa principal, y Tony observó con una mezcla de curiosidad y recelo cómo dos figuras emergían del vehículo. Un hombre alto y rubio, vestido con un traje que probablemente costaba más que todo el ganado del rancho, y una mujer pelirroja con un vestido que parecía más apropiado para una pasarela que para una visita al campo.Tony se acercó, limpiándose las manos en los jeans.— Buenos días, forasteros, ¿Se perdieron de camino a la convención de modelos de Nueva York?El hombre lo miró con desdén.— Tú debes ser el... vaquero atrevido, ¿Dónde está Marjorie?Tony sintió que su sangre comenzaba a hervir, pe
Al atardecer, un Porsche plateado se detuvo frente al único motel del pequeño pueblo cercano al Rancho Blackwell. Blake Thompson y Danna Mitchell emergieron del vehículo.Blake miró el edificio de dos pisos con desdén, sus ojos grises recorrieron la fachada descolorida y las ventanas polvorientas.— Dios mío, ¿Esto es lo mejor que tienen por aquí? Parece que no lo han renovado desde la guerra civil, es peor que esos horribles hoteles temáticos de Las Vegas.Danna arrugó su nariz perfectamente maquillada, sus pecas eran apenas visibles bajo el rubor caro.— Al menos espero que tengan agua caliente, no pienso bañarme con agua fría, me da miedo imaginar qué podría salir de esas tuberías oxidadas. Se acercaron a la recepción, donde un hombre mayor con una camiseta manchada los recibió con una sonrisa desdentada. El olor a tabaco rancio y cerveza barata impregnaba el aire.— Buenas noches, forasteros, ¿En qué puedo ayudarlos? —preguntó el hombre, rascándose la barba descuidada.Blake, tra
Tony sabía que no podía hacer nada ante la visita de esos dos buitres.— Parece que tus amigos no pudieron resistir el encanto de nuestro pequeño paraíso vaquero, ¿Crees que esta vez hayan traído sus propios caballos de fuerza?Marjorie soltó una risa nerviosa.— Tony, por favor, sé amable.— ¿Yo? Siempre soy amable, soy prácticamente un ángel con botas de vaquero.El Porsche se detuvo, y Blake emergió, luciendo tan fuera de lugar como un pingüino en el desierto, se dirigió directamente hacia Marjorie, ignorando completamente a Tony.— ¡Marjorie, cariño! —exclamó, extendiendo los brazos— ¿Me extrañaste?Antes de que Marjorie pudiera responder, Blake la envolvió en un abrazo, plantando un beso en su mejilla que duró más de lo necesario, Tony sintió que su mandíbula se tensaba, pero mantuvo su sonrisa.— Vaya, Blake, si hubiera sabido que venías, habría preparado un comité de bienvenida, las vacas estaban ansiosas por verte de nuevo.Blake finalmente se dignó a mirar a Tony, su sonrisa
El amanecer en el Rancho Blackwell trajo consigo una visión que Tony Treviño jamás olvidaría. Blake Thompson, el sofisticado hombre de negocios de Nueva York, emergió de la casa grande vestido con lo que él consideraba un "auténtico" atuendo de vaquero.Tony, que estaba en el corral revisando a los caballos, casi se ahogó con su propia saliva al verlo.— Santo cielo —murmuró para sí mismo— parece que el Llanero Solitario se encontró con un arcoíris y perdió una apuesta.Blake se pavoneaba con un sombrero de vaquero demasiado grande, una camisa de cuadros tan brillante que podía verse desde el espacio, y botas de cowboy recién compradas que chirriaban con cada paso. A su lado, Danna no se quedaba atrás, con un sombrero de cowgirl rosa chillón y botas de serpiente que claramente le apretaban.— ¡Buenos días, Tony! —saludó Blake con falso entusiasmo— ¿Qué te parece? Nos hemos vestido para la ocasión.Tony tuvo que morderse el interior de la mejilla para no reír.— Vaya, vaya, si no lo v
Por la mañana, Tony, Marjorie, Blake y Danna estaban sentados alrededor de la mesa de la cocina, disfrutando del desayuno preparado por Guadalupe, cuando el sonido de un vehículo acercándose llamó su atención.Tony se levantó, mirando por la ventana.— Vaya, vaya. Parece que tenemos visitas. Blake, aún adolorido por sus aventuras del día anterior, gruñó.— ¿Más sorpresas del rancho? Espero que no sea otro animal que quiera darme una paliza.Tony sonrió, guiñando un ojo.— No te preocupes, citadino, los animales ya tuvieron su diversión contigo ayer. Hoy les toca descanso.El recién llegado resultó ser Don Pedro, el dueño del Rusty Spur, Tony salió a recibirlo.— Don Pedro, qué sorpresa, ¿Pasó algo en el bar? ¿Las chicas finalmente se dieron cuenta de que no soy real y soy producto de su imaginación colectiva?Don Pedro rió, sacudiendo la cabeza.— Ojalá fuera eso, Toño, la verdad es que las cosas no han ido muy bien desde que dejaste de bailar, el bar está más frío que un iglú en inv