Capítulo 4.

Maxine.

Salgo del restaurante y miro alrededor, me siento como una estúpida porque todos me ven como tal, parezco una niña perdida buscando algo, el problema es que yo no estoy perdida y lo que estoy buscando es a alguien a quien en realidad no quiero encontrar.

Saco mi celular del bolso y marco a su número, Trevor contesta al segundo tono.

-¿Dónde demonios estas?

Él suelta una carcajada – parece que alguien no está de buenas pulgas esta noche – me dice al otro lado del teléfono.

-Te equivocas, yo estaba pasando un muy bien rato – enfatizo – hasta que me obligaron a buscarte.

-¿A buscarme para qué?

-Para que vuelvas a la mesa y podamos terminar de cenar como si fuéramos personas normales, ¿Enserio no podías esperar un poco más para desaparecer?

Trevor se queda en silencio por algunos segundos y entonces habla – estoy en la parte trasera del restaurante, cerca de la fuente pornográfica – dice y me cuelga.

Suelto un gruñido, guardo mi celular y me dirijo hacia donde me dijo que esta, tengo que atravesar prácticamente todo el contorno del restaurante, mis zapatos no son cómodos y estoy un poco cansada, pero claro, esas son cosas que a Trevor no le interesan en lo mínimo y tal parece que a mi madre tampoco, porque me ha obligado a buscarlo sin saber ni siquiera donde está el idiota ese.

Cuando me acerco a la fuente que tiene un ángel de cemento como adorno, veo la silueta alta, fuerte y musculosa de Trevor, que esta enfundada en un traje super elegante de color negro, en realidad se ve jodidamente bien, si solo en chándal y luce guapo, en traje de color negro, es algo de otro mundo, si tan solo no fuera tan estúpido, entonces…. Entonces nada, porque el punto de todo esto es que lo detesto.

-Esa cosa te va a matar – le digo, acercándome a donde él, que tiene un cigarrillo entre los labios - ¿Has visto alguna vez como son los pulmones de un fumador? Negros y asquerosos – me respondo yo misma.

-Si, si los he visto.

-¿Entonces porque sigues haciéndolo?

-Porque no me importa – levanta los hombros – no me interesa como deje mis pulmones, esto me calma, Prior, y solo eso que hace valga la pena.

-¿Te calma? Yo nunca te he visto en calma.

-Ahora estoy en calma – me dice, mirándome de reojo.

-A largo plazo terminara matándote de todas formas.

-Digamos que me gusta vivir el ahora, Maxine, es algo que tu jamás entenderías.

Yo suelto una risa seca.

-¿Por qué crees eso?

-Porque eres una controladora, tienes siempre todo tan planeado, tan meticulosamente controlado… eres aburrida.

Yo frunzo el ceño, ahora a parte de monja también soy aburrida. Bueno saberlo.

-¡Yo no soy aburrida! – me defiendo.

-Dime cuando fue la última vez que hiciste algo que no tenías planeado.

Yo busco un momento en mi cabeza, de alguna forma necesito demostrarle que no es cierto lo que esta diciendo y ni siquiera se porque, Trevor no es mi amigo, no tengo que demostrarle nada porque en realidad no debería importarme lo que él piense de mí. El problema es que si me importa, y por desgracia en este momento, tiene razón, mi cabeza no es capaz de encontrar algo que yo haya hecho que no haya planeado con por lo menos doce horas de antelación.

-Creo que ahí tienes tu respuesta – él suelta una risa burlona y yo frunzo los labios.

-El hecho de que no ande fumando, o drogándome, o yendo a fiestas cada fin de semana, no quiere decir que sea alguien aburrida.

-Yo nunca hable de fiestas, ni de fumar – suelta con un gesto – hable de cualquier cosa, de la vida, de hacer lo que se te antoja en el momento en que el que quieres hacerlo.

Me quedo en silencio, observando las estrellas que titilan sobre el cielo de Arizona. Quiza Trevor tenga razón, quizá me gusta planearlo todo, pero no creo que eso tenga nada de malo, soy organizada, eso es todo, y hasta el momento me ha dado muy buenos resultados, es decir, he conseguido todo lo que me he propuesto a lo largo de mis cortos dieciocho años.

-¿Entonces eso fue lo que paso allá adentro? ¿Saliste del restaurante porque se te dio la gana y ya? ¿Por qué quisiste ser espontaneo? – pregunto, con el entrecejo fruncido.

-Algo parecido, queria tomar el aire y aquí estoy.

-No creo que esto pueda ser denominado como tomar aire.

-Llámalo como quieras.

Yo miro hacia Trevor que también está viendo hacia el horizonte. De lado su perfil se ve hermoso, su nariz respingada sobre sus labios rosados, y la línea de su mandíbula muy marcada en su rostro, y su cabello despeinado, lo hacen ver como un ser mitológico y casi me gustaría alargar la mano para tocarlo.

-Pensé en invitarte a venir conmigo un rato aquí afuera, pero sabia que dirías que no – dijo luego de un rato en silencio y un par de caladas profundas a su cigarrillo.

-¿Enserio, Trevor? Pensabas invitarme a venir contigo en frente de tus padres y tu hermano – le pregunto, con un gesto de incredulidad.

-Claramente no te lo iba a pedir enfrente de todos, iba a enviarte un mensaje de texto.

-Ese es otro tema del que debemos hablar, ¿Cómo demonios conseguiste mi número de teléfono?

-Siempre lo he tenido.

-¿Entonces porque nunca me habías escrito?

-Porque me aburres – susurra sin pensar en como me hacen sentir sus palabras.

-¿Y qué cambió ahora?

Él no responde, solamente me ve con el rabillo del ojo y con una sonrisa de medio lado que hace que se me ponga los pelos de punta. Trevor es la persona mas bipolar que yo he conocido en mi vida, es el chico que en un momento te habla con rabia y te dice cosas hirientes y al siguiente instante, te sonríe y te mira como si hubiera descubierto oro en ti, es desesperante, es impredecible, y eso me molesta, me molestan sus cambios de humor, sus acciones contradictorias y básicamente todo él.

-Responde – le pido, sintiendo la boca momentáneamente seca.

-Cállate, Prior – suspira – tu solo mira el horizonte.

Lo miro con el ceño fruncido, pero lo imito de inmediato y miro al horizonte, es hermoso, tanto o mas que él, la luna llena esta puesta en el cielo, armando un paisaje con las nubes y las estrellas que están titilando, por un momento, un extraño sentimiento me embarga, y siento un escalofrió que hace que se me erice el vello.

Yo me paso la mano por lo hombros desnudos, y Trevor me mira con atención.

-¿Tienes frio? – me pregunta.

-No – le miento.

Veo como rueda sus ojos negros y niega con la cabeza, y entonces, antes de que yo pueda decir algo o si quiera procesar lo que está sucediendo, Trevor se acerca a mí, se posiciona tras de mi espalda y pone su blazer negro sobre mis hombros.

La tela negra me arropa los brazos y de inmediato siento el olor de Trevor, a tabaco y a perfume, como siempre, aunque en este momento no me resulta tan desagradable la combinación.

Las cosas que él hace son tan extrañas y yo quisiera encontrarle una explicación.

Pasan un par de segundos en que nos mantenemos allí, simplemente viendo hacia el norte, hasta que decido romper el silencio, porque me parece estúpido estar afuera junto a él, cuando adentro nos esta esperando un postre delicioso y café caliente.

-Ya Trevor, enserio, ¿Qué estamos haciendo aquí? – le pregunto.

-Ya te dije que estoy tomando el aire.

-¿Por qué te molesta tanto estar con tu familia y con nosotros? ¿Se trata de mí?, ¿Te molesta que mi madre y yo hayamos venido?

Él me mira como si no pudiera creer lo que estoy diciendo.

-No se trata de ti, Maxine, me tiene sin cuidado que tu y tu madre hayan venido.

-¿Entonces? ¿Por qué te empeñas tanto en pasarla mal? – le pregunto.

Trevor me mira fijamente a los ojos y yo hago lo mismo, juro que quisiera poder entenderlo, pero entre mas miro en sus ojos, más vacíos los siento, como si estuvieran llenos de nada, como si estuviera reprimiendo lo que fuera que estuviera pasando en su interior y no lo comprendo, no somos amigos, eso es cierto, pero yo jamás me burlaría de él, por ejemplo, si es que eso es lo que le da tanto temor.

-¿Qué es lo que sucede?

-Nada – responde, pero yo puedo ver con claridad su mandíbula apretada, delatándolo.

-No te creo.

-Deja de intentar psicoanalizarme, Prior, tu y yo no somos amigos, no quieras jugar a la psiquiatra – suelta, y yo lo siento como una puñalada en el estómago.

-Solo estoy tratando de ayudar.

-Pues no lo hagas.

-Es que estas molesto, y quiero saber porque – insto.

-¿Cómo sabes que estoy cabreado?

-Por la forma en la que aprietas la mandíbula, prácticamente puedo oír tus dientes sonándolos unos contra los otros y sé que haces eso cuando estas molesto, te he observado

De repente, él suelta una risa socarrona y chasquea la lengua – ¿Entonces me has estado observando?

-No… bueno, si – titubeo nerviosa – no de una forma acosadora, o extraña, solo te he visto.

-¡Aja! – dice, con una sonrisa de oreja a oreja.

El ambiente a nuestro alrededor se relaja y siento que lo he conseguido, ya no se ve tenso, y yo también me siento mas relajada.

- ¿Entonces vas a volver a la mesa por el postre? – pregunto, aprovechando el ánimo.

-No.

-¿Por qué no?

Yo frunzo los ojos y espero su respuesta, pero antes de que él diga algo más, el valet parking se acerca hacia nosotros con la motocicleta de Trevor.

El empleado del restaurante se baja de ella, y le entrega las llaves a Trevor.

-¿Enserio vas a irte ahora? ¿Asi como asi?

-Si.

Trevor se sube en la moto que parece un monstruo, se acomoda en ella y enseguida me mira.

-Dijiste que no eras aburrida y que no eras una controladora de todo, entonces demuéstralo – él extiende su mano hacia mi – demuéstrame que no eres como creo que eres y ven conmigo – me pide.

¡Si! ¡Si! Y ¡Si! Ve con él, Maxine, deja que te lleve a donde quiera – me grita mi subconsciente.

-Hay una mesa con tus padres, tu hermano, y mi madre, y nos están esperando, no voy a irme contigo – respondo, aunque quiero hacer justamente lo contrario.

Él frunce los labios, y suspira.

-Lo sabía – me dice mientras yo lo observo con atención.

¿Qué es lo que estoy viendo en su rostro? ¿Decepción? – me pregunto a mi misma.

-Trevor, no puedes irte – le recuerdo.

Pero él no me presta atención, por el contrario mueve la mano y acelera, y yo me quedo allí, como una estúpida, viendo cómo se aleja mientras tengo su aroma encima de mí, lo único que me queda de Trevor es su chaqueta.

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