(Narrado por María)
Trabajar en el estudio hasta bien entrada la noche era mi forma de huir de mis pensamientos aquellos días.
Habían pasado dos años y se suponía que ya tenía que haberle olvidado. Al menos era lo que me gustaba admitir cuando hablaba con mamá y las chicas. Pero ... lo cierto es que aún tenía sentimientos por el hombre que más daño me hizo, incluso más que Antonio. Tenía el corazón lleno de cicatrices, remordimientos y pesadez. Y no podía lidiar con ello, así que ... simplemente huía todo el tiempo.
La vida en Mónaco era todo lo que podía desear en aquellos días: trabajar dando clases en una academia de moda y colaborar con distintas tiendas de la ciudad proporcionándoles mis propios diseños a un precio muy por debajo. Al menos me daba para pagar las facturas.
Unos leves golpes en la puerta me hicieron salir de mis pensamientos, giré la cabeza para mirar hacia Amélie y sonreí tenuemente.
- Sabía que aún estarías aquí – volví la vista hacia el diseño que dibujaba – Tienes que venirte a la fiesta del puerto.
- No me gustan los lugares concurridos – contesté. Era la frase que solía decir cada vez que me proponía salir con más gente. Prefería la soledad de mi estudio, el silencio, las olas del mar, la playa al atardecer, cuando la mayoría ya se marchaba a casa. Me había vuelto más tímida y distante con el paso de los años.
- Estaremos en casa de André viéndolo todo desde arriba – sonreí. Me gustaba mucho las maravillosas vistas que se veían desde ahí arriba.
- ¿Ya volvió de su viaje de negocios? – quise saber. Asintió.
- Se ha traído a su primo Santiago de las islas – contestó. Esa información no me interesaba demasiado, pero mientras me levantaba y cogía el abrigo, no se detuvo – no sabe nada de francés, así que es tan divertido burlarnos de él.
- ¿De dónde es? – me interesé, pues nunca me ha gustado que traten de hacer vacío a alguien por su procedencia. Quizás tenía algo que ver con que me hicieron lo mismo cuando estudiaba en el instituto.
- Acabo de decírtelo – se cruzó de brazos, molesta de que nunca le prestase atención. Recogí el bolso y apagué las luces, indicándole con eso que ya estaba lista para que nos marchásemos – Es de las islas Baleares.
- Es español – me percaté. Lo cierto es que hacía tiempo que no hablaba con nadie allí en mi idioma natal.
- ¿No quieres pasarte por casa a cambiarte? – negué con la cabeza y ambas cruzamos la calle en dirección al puerto. Su tema de conversación varió, hasta centrarse en el bueno de André al que quería beneficiarse esa noche.
Desconecté y no me molestó demasiado cuando entramos en el apartamento del susodicho y se lanzó a sus brazos a besarlo apasionadamente. Sabía que estaban empezando y esa etapa es la más bonita en una pareja. Es cuando eres tan ilusa que ni siquiera puedes ver lo que está por venir. Porque la felicidad no es algo que dura eternamente, son pequeños momentos. Y es justamente eso lo que hace que el final duela tanto.
Alguien me dijo una vez que no existen historias de amor con final feliz, pues el ser humano no es un ser eterno, por lo que el final es algo irremediable.
El final no es feliz, así que debemos ser felices en los momentos que podemos. La felicidad está en esos pequeños momentos, no podemos aferrarnos y perseguir la gran felicidad.
¿No es algo así lo que decía una canción de Alex Ubago? Creo que ese hombre era todo un poeta musical.
Si pudiese quedarme sólo con los momentos felices y volver a vivirlos una y otra vez en bucle, aun conociendo el final, creo que lo haría. Y hablo de todos en general, no solo de los que tuve con Darío.
Terminó antes de lo previsto, pero eso no quiere decir que no fuese feliz el tiempo que estuvimos juntos. Es más... era justo por esos momentos por lo que dolía tanto. Pero no voy a hablaros ahora sobre Darío y sobre lo contradictorios que son mis pensamientos en estos momentos.
Nos centraremos en la fiesta de ese día. No conocía a nadie, apenas me relacionaba demasiado en aquellos días, ya os lo he dicho. Así que... que terminase en la terraza con una copa de coca cola fue algo inevitable.
- Bonjour – dijo una voz a mis espaldas. Ni siquiera me giré. No me interesaba mucho ligar en esos momentos. No me impactaba la belleza de los muchachos, ni quería volver a enamorarme.
Sinceramente... soy de las que piensan que no deberías empezar algo nuevo con alguien hasta que no hayas olvidado o dejado atrás lo que sientes por otra persona. Eso era lo que me ocurría, aún tenía sentimientos por ese Darío.
Hacía ya tiempo que no me sentía molesta con él por haber elegido el dinero antes que a nosotros. Tenía que respetar sus decisiones, porque eran parte de él. Pero ... eso no hacía que doliese menos.
- M*****a sea – escuché a mi lado, giré la cabeza, despreocupada y sonreí al descubrir que el tal Santiago estaba junto a mí. Lucía frustrado por no poder comunicarse con nadie más.
- Hola – saludé, dejándole sin habla, pues no esperó que alguien en aquel lugar hablase español tan bien – soy María.
- ¡Vaya! – Su sonrisa inundó el lugar y me sorprendió demasiado que me pareciese bonita – No sabes cómo me alegro de encontrar a una española... - rompí a reír, porque parecía estar aterrado. Y eso fue agradable. Hacía tiempo que no reía despreocupada olvidándome de todo lo demás – Soy Santiago – se acercó y me dio dos besos de presentación, algo incómodo.
Me di cuenta en seguida de que él era muy parecido a mí. Era tímido y algo patoso, solía avergonzase con facilidad.
Me fijé en su atuendo, iba demasiado formal: llevaba una camisa de franela y unos pantalones de vestir, un gran reloj plateado y una cadena del mismo tono colgada de su cuello que podía entreverse por los pocos botones que tenía desabrochados.
- ¿De qué parte de España eres? Porque... eres española ¿no? – asentí, dando un sorbo a mi coca cola, observando su agua. Él parecía ser más parecido a mí también en eso.
- ¿No bebes? – negó con la cabeza.
- El alcohol luego me da pesadillas – contestó. No entendía bien lo que quería decir con eso – Yo soy de Ibiza, ¿y tú?
- ¿De Ibiza? – eso me sorprendió demasiado. Él sonrió algo tímido, asintiendo.
- Sí, sé lo que vas a decir... soy demasiado blanco, enclenque y feo para ser de la isla – rompí a reír, sin lugar a dudas él tenía sentido del humor.
- Yo soy de Barcelona – Contesté, él asintió, volviendo a dar otro sorbo a su agua. Parecía encontrarse totalmente fuera de lugar – He oído que eres el primo del dueño del piso – ensanchó la sonrisa, y eso hizo que me fijase de nuevo en su rostro.
Era un chico con apariencia delgada, más o menos de mi misma estatura, quizás un poco más alto. Sus rasgos eran finos, nariz respingona, labios carnosos rodeados por una espesa barba que parecía no salir de forma uniforme por todas partes y dientes redondeados, sobre todo los incisivos superiores. Sus ojos eran pequeños, de un negro intenso, bajo unas gafas redondas. Sus cabellos oscuros eran mecidos por la leve brisa de la noche y estaban peinados hacia atrás, a pesar de que los flequillos tendían a caer sobre su rostro.
- Juegas con ventaja – se quejó – porque yo no sé absolutamente nada sobre ti.
- Soy María, de Barcelona y adoro diseñar ropa – él sonrió, encantado con mi actitud - ¿y tú? ¿A qué te dedicas?
- No hago algo muy importante – se quejó – trabajo de profesor– asentí al darme cuenta de que él no quería hablar mucho sobre su persona. Quizás me estaba excediendo. Las personas en España son distintas a las de Francia. Supongo que la cultura es un poco diferente.
- María – llamó André detrás de nosotros – Te me has adelantado, yo quería darle una sorpresa a Santiago y demostrarle que saber idiomas no es tan importante... - sonreí - ... sé buena con él. Me ha costado mucho convencerle para venir.
- ¿Por qué? – pregunté con interés, sorprendiéndole, pues yo casi nunca solía interesarme por nada.
- Es un hombre muy comprometido con su trabajo – contestó, encogiéndose de hombros – Nunca se coge vacaciones, se la pasa metido en la universidad.
- ¿la universidad?
- ¿No te lo ha dicho? Es catedrático en la universidad – eso me sorprendió – No le gusta mucho alardear, es un tipo muy humilde.
- ¿Por qué me martirizáis hablando en francés? – se quejó a mi lado. Sonreí y miré hacia él.
- André – le llamó mi amiga por detrás, agarrándole de la mano para que la acompañase a bailar.
- Te dejo en buenas manos – le dijo a su primo antes de marcharse sin más.
Ambos miramos hacia el mar por un momento. Después de que André se marchase había dejado el ambiente de lo más incómodo.
- ¿Cuánto tiempo estarás por la ciudad? – quise saber, intentando romper el incómodo silencio. Él sonrió, terminando de beber su agua, dejando la copa en una de las mesas bajas que nos rodeaban. Parecía estar nervioso con la situación – No tienes por qué contestar si no quieres...
- Unos días – contestó. Asentí, evitando mirarle. Me sentía de lo más incómoda en ese momento – no me gusta ausentarme tanto tiempo del trabajo – no dije nada, tan sólo seguí disfrutando de las vistas, mirando hacia el espectáculo que estaban montando ahí abajo. Sabía que los fuegos estarían a punto de empezar – Mira, sé que lo haces con buena intención, pero ... no quiero que hables conmigo solo porque mi primo te lo haya pedido.
- No lo hago por eso – contesté, dejando mi copa ya vacía sobre la misma mesa en la que él dejó la suya – te parecerá mentira, pero ... no suelo hacer esto muy a menudo.
Los fuegos comenzaron, el cielo entero se llenó de hermosos dibujos, luces de colores y yo me centré en ese hermoso momento, dejando mis pesares y mis miedos a un lado. Era hermoso.
Lo siento – aseguró. No quería mirar hacia él yestropear mi noche, se estaba bien allí – no se me da bien hablar con chicas –ladeé la cabeza para mirarle. Él estaba mirando hacia el cielo, algo nervioso –ni con nadie, en realidad.
(Narrado por María)Las palabras fluyeron entre nosotros como si fuese un grifo abierto después de que perdiésemos la sensación de incomodidad.Me di cuenta en seguida de que él era distinto a lo que se veía a simple vista. Hablaba por los codos y se apasionaba tanto con las cosas que le gustaban, en especial con su trabajo. Quería contar tanto en tan poco tiempo que iba saltando de un tema a otro con rapidez. Quizás podía resultar confuso para cualquier otro ser humano, yo me acoplé y me fue fácil seguirle.Antropología era el tema principal. Nunca antes me resultó tan fascinante como cuando él hablaba de ella. Sentía que podía pasarme horas escuchándole hablar sobre fósiles de todo tipo, antiguas culturas o pueblos perdidos del África central. Era todo un cerebrito.No dejaba de dar vueltas al anillo que tenía en el meñique, como si se sintiese ansioso todo el tiempo y hacía bromas con una gran destreza. Lo cierto es que me olvidé de todo y me centré en esa conversación tan agradabl
(Narrado por María)Reconozco que nunca antes había disfrutado de la ciudad como hasta ese momento. Visitar cada lugar con una persona tan intensa fue abrumador. Era como si nada importase, solo nosotros y el lugar que nos rodeaba.Me di cuenta en seguida de que él era un tipo con el que se podía hablar de cualquier tema, incluso de moda y no era de extrañar, tenía gran estilo vistiendo. Me sorprendió que conociese de oídas a algunos diseñadores de moda.- Es demasiado – me quejaba después de que viésemos a una pareja que perfectamente podría haber tenido sexo en aquel banco, delante de todo el mundo. La forma en la que se besaban lo dejaba bien claro, lo mucho que se deseaban – hay que saber comportarse en sociedad.- Hay veces que no puedes evitarlo – contestó. Me fijé en él que tiraba el envoltorio del caramelo a la papelera más cercana justo cuando pasamos por delante – para ellos no existe nada más... ¿nunca has sentido un amor tan apasionado como ese? – nos detuvimos junto al ma
Narrado por María.La música estaba muy alta en aquella fiesta improvisada en casa de su primo. Todos sus amigos estaban allí, la mayoría me conocía por "la amiga rara de Amélie". Yo estaba cómoda aquellos días con ese extraño chico al que todos llamaban "el extranjero"- Deberías ponerle un poco por aquí – dijo su voz a mis espaldas, apareciendo por detrás, agarrando unas cuantas rodajas de tomate para ponerlas sobre un lugar poco poblado de la pizza. Le di un manotazo a su mano y él se quejó al respecto.- ¿Quién está haciendo la comida? – rompió a reír, mientras su primo miraba hacia nosotros, sin dejar de bailar junto a su novia.- ¿Qué se traen esos dos? – quiso saber. Ella se encogió de hombros, nunca se interesó demasiado por mi vida. De hecho, la única persona con la que me abrí en dos años para contarle sobre mis desventuras con Darío era Santiago - ¿no te ha contado nada?- Ella no es muy comunicativa que digamos – se quejó sin más.- Es sólo que he pensado que un poco más d
Narrado por Darío.Habían pasado dos años, se suponía que había olvidado, es lo que fingía casi a diario. Sentado en la terraza, disfrutando del desayuno, mientras Neus y Lucas gorroneaban, como de costumbre, fingiendo estar allí para recomponerme, ¿para qué? No había nada en este mundo que pudiese hacerme sentir mejor, no después de a lo que tuve que renunciar para mantener a salvo a mi familia.- Mira – señalaba hacia una de sus revistas de moda, emocionada, enseñándoselo a su esposo, mientras yo terminaba mi café – la presentación es mañana por la noche, podríamos ir – ambos se fijaron entonces en mí – tú también deberías venir.- No pienso ir a ningún sitio – contesté, con el humor de perros que me gastaba casi a diario. Bromear. Eso es algo que dejé atrás hacía mucho.- Venga cuñado – me animó Lucas, negué con la cabeza, en señal de que no iban a convencerme – quizás conozcas a alguna chica allí.- He terminado con eso – contesté. Estaba cansado, me pasé todo un año, después de q
(Narrado por María)Santiago Polo era toda una caja de sorpresas, cuanto más descubría de él más fascinada me sentía y más cosas quería conocer.Los días con él eran intensos, como en una maldita montaña rusa, y apenas tenía tiempo para pensar en las cosas que me preocupaban, por lo que Darío casi nunca estaba en mi mente.El broche a aquellos días lo puso él en aquella pequeña excusión en la playa junto a sus primos y sus amigos.- María – me llamó justo cuando recogía mi toalla y miraba hacia el bonito atardecer. Le observé, estaba muy guapo sin gafas - ¿puedes ayudarme? ¿Qué significa "faisons l'amour ce soir"? – sonreí, divertida, al darme cuenta de que una de las chicas quería pasar la noche con él – Ambra me lo acaba de decir y no tengo ni idea de lo que significa.- Significa que quiere que os acostéis – eso le sorprendió del todo. Miró hacia ella y luego hacia mí, y luego rompió a reír – Deberías aprovechar la oportunidad y tener sexo con una francesa.- Sexo sin compromiso –
Narrado por María.Cenar con nuestros amigos entre risas y bromas por su parte fue agradable. A pesar de que no podía hablar en francés se había hecho querer entre todos los demás. Era una de esas personas que brillaba con luz propia y lo llenaba todo con su luz allí donde iba.Caminar hacia casa con él siguiéndome de cerca, con las manos metidas dentro de su chaqueta que en aquel momento tenía sobre los hombros. Había refrescado.No quería pensar en esa sensación que aún tenía dentro de mí. Me sentía decepcionada, y no tenía nada que ver con Darío aquella vez. Era a causa del beso que Ambra le había dado frente a los servicios y del que yo fingí no darme cuenta.Me volví a mirar hacia él, no me gustaba nada lo que André había insinuado sobre que había algo otro tipo de relación entre nosotros. Sólo éramos amigos.- Si quieres pasar la noche con ella y cancelar nuestro plan no me importa – le dije. Él me observó, sin comprender – He visto como la besabas cuando volvía del baño – sonri
(Narrado por María)Daba leves pasos por el salón abrazada a él sin poder dejar de llorar como una estúpida, porque dolía demasiado, no estaba preparada para enfrentarme a la maldita situación. No quería que mi único apoyo en la ciudad se marchase y menos aún enfrentar la situación en la que podría volver a ver a Darío.La culpa de todo aquello era mía. ¿Por qué me bebí aquella botella de vino que mamá me envió el año pasado para mi cumpleaños? Sin lugar a dudas ya estaría caducada y por eso se me había subido tanto a la cabeza.Él no opinó cuando me vio bebérmela entera, tan sólo siguió hablándome sobre lo mucho que le gustaban los deportes de riesgo. Aseguraba que uno dejaba de pensar en las cosas que no eran importantes después de tirarse de un avión y estar tan cerca de la muerte.- Te sentirás mejor – prometió, sin hacer otra cosa más que abrazarme con fuerza, como si estuviese absorbiendo todo mi dolor y mis pesares – yo estaré siempre aquí por si necesitas cualquier cosa ¿lo sa
(Darío Espier)Neus Espier es una de esas personas que no aceptan un no por respuesta, sobre todo si eres su hermano, y quiere sacarte de casa, reunirte con un antiguo amor, o ... Dios sabe que ideas pasaron por su mente, pero lo cierto, es que me arrastró en su viaje de pareja con su esposo, y no dejó de hablar sobre la importancia de dar segundas oportunidades, hasta que llegamos al hotel, y me encerré en mi habitación.Odiaba la puta situación de mierda. Pero una cosa estaba clara, no iba a reunirme con María, no iba a buscarla, ni a hacer nada que pudiese involucrarme en su vida de nuevo.Estaba decidido a escapar de los planes de mi hermana menor, así que me escapé, me marché a hacer un poco de turismo, sin ellos, fui a dar un paseo por el club náutico, y me detuve a mirar al cielo, cerca de una cafetería, parecía que de un momento a otro rompería a llover, sólo agradecía que el desfile fuese en un lugar cerrado, en el interior del hotel que había unos cinco metros a la izquierda