Narrado por María.
La música estaba muy alta en aquella fiesta improvisada en casa de su primo. Todos sus amigos estaban allí, la mayoría me conocía por "la amiga rara de Amélie". Yo estaba cómoda aquellos días con ese extraño chico al que todos llamaban "el extranjero"
- Deberías ponerle un poco por aquí – dijo su voz a mis espaldas, apareciendo por detrás, agarrando unas cuantas rodajas de tomate para ponerlas sobre un lugar poco poblado de la pizza. Le di un manotazo a su mano y él se quejó al respecto.
- ¿Quién está haciendo la comida? – rompió a reír, mientras su primo miraba hacia nosotros, sin dejar de bailar junto a su novia.
- ¿Qué se traen esos dos? – quiso saber. Ella se encogió de hombros, nunca se interesó demasiado por mi vida. De hecho, la única persona con la que me abrí en dos años para contarle sobre mis desventuras con Darío era Santiago - ¿no te ha contado nada?
- Ella no es muy comunicativa que digamos – se quejó sin más.
- Es sólo que he pensado que un poco más de tomate podría quedar bien – retiré las manos al darme cuenta de que había quedado perfecta, tan sólo quedaba meterla en el horno – Mira – metió las manos entre mis brazos y mi cuerpo hasta llegar a la pizza. Le sentía allí detrás como si estuviese abrazándome, y me hacía sentir de lo más incómoda - ¿qué tal si doblamos los bordes así? Esto impedirá que se derramen los ingredientes – me fijé en su idea - ¿por qué has echado tanto tomate? – se quejó. Siempre estaba corrigiéndome, a veces me sacaba de quicio – Parece una gran piscina donde el resto de ingredientes se deslizan...
- La próxima vez propón hacerlo tú, así evitaremos cosas como estas – me quejé, ladeando la cabeza para que me escuchase bien.
- Es mucho mejor que lo hagas tú, así luego puedo venir a corregirte – le asesiné con la mirada, y eso hizo que volviese a reír, contagiándome.
¿Por qué me sentía tan bien cuándo él estaba a mi lado?
Habíamos congeniado muy bien, nos habíamos hecho buenos amigos en tan sólo tres días.
Me ayudó a meter la pizza en el horno y luego me cogió de la mano para tirar de mí hacia el salón. Una oleada de sensaciones me abrumó en cuanto nuestros dedos se entrelazaron, pero no le di más importancia de la que tenía en ese momento.
- Y ahora es cuando propones que bailemos ¿no? – le miré con cierta broma en el ambiente. Sus risas invadieron mis oídos antes de contestar.
- No – contestó – Por raro que parezca... soy un pato bailando.
- Mentiroso.
- Nunca miento – contestó. Y era cierto. Podía quizás callarse algunas cosas si se mordía mucho la lengua, pero jamás decía algo que no era verdad.
- ¿Y si yo te lo pido? – sonrió y dejó que me colgase de su cuello, sujetándome de la cintura después. Era agradable, a pesar de que su cercanía creaba en mí esas sensaciones contradictorias de las que quería huir a toda costa. Yo aún estaba enamorada de otro tío, y él era un buen amigo. Quería que las cosas siguiesen siendo tan sencillas justo como eran – Te contaré un secreto – se fijó en mi rostro, mientras recogía mis rebeldes flequillos detrás de mi oreja para poder verme mejor – yo también soy pésima bailando – volvió a reír.
Hacía mucho que no bailaba. La última vez que lo hice Darío era mi pareja y yo era feliz a su lado. Esa felicidad tuvo fecha de caducidad y me demostró una vez más que el amor incondicional que tenían mis padres es algo al que no todos podemos llegar.
- ¿En qué piensas? – preguntó tras un largo rato en silencio. Negué con la cabeza y dejé caer la cabeza sobre su hombro. Se sintió muy bien abrazar a ese desconocido, como si estuviese haciéndolo con un amigo de toda la vida, alguien cercano. Me sentí en casa. Quizás era porque ambos éramos españoles ¿no?
Mis ojos pronto se llenaron de lágrimas al pensar en el pasado y sin apenas darme cuenta dejé que aquel llanto silencioso invadiese el momento.
- Ven – tiró de mi mano, alejándome de aquella fiesta, sacándome al balcón. Me sentó en la hamaca y se agachó frente a mí. Me sentía tan abochornada de que me viese en ese estado – no pasa nada – me calmó, mientras agarraba mi rostro entre sus manos y limpiaba mis lágrimas con sus pulgares - ¿sabes una cosa? – negué con la cabeza, esperando a que me la contase – Existen en el mundo dos grandes amores para cada persona. Dos personas con las que estás destinada a estar. Esto es así por seguridad, porque si la primera se marcha de tu vida, la segunda se quedará y te hará feliz – sonreí. Él siempre sabía exactamente lo que decir para calmarme – Algunas personas ni siquiera tienen la oportunidad de conocer a ninguna de ellos, tan sólo se conforman con cualquier cosa por temor a no encontrarlos. Pero tú... - su voz se quebró y yo bajé la mirada - ... tu conociste al amor de tu vida una vez, María. Era ese hombre del que evitas hablar constamente – sonreí. Él era fascinante – Terminó y te dejó herida mirando al pasado, pero ... ¿no crees que ya es tiempo de pasar página y mirar hacia adelante? – una delgada lágrima recorrió mi mejilla y él la limpió con rapidez – tu segundo gran amor está por ahí, en alguna parte, y si sigues mirando hacia atrás probablemente no te des cuenta cuando te cruces con él.
- Gracias – le dije, con una sonrisa que fue ensanchándose a medida que él se ponía en pie y me agarraba de la mano para ponerme a su altura - ¿te lo has inventado? – negó con la cabeza.
- Es algo en lo que creo. Les pasó a mis padres, ¿sabes? – negué con la cabeza – Mi madre tuvo un amor imposible antes de conocer a mi padre – eso me sorprendió – El tipo era hijo de una familia importante en España. Es una historia larga de contar, a ella le gusta hablar de ello a veces.
- ¿Y tu padre no se enfada? – negó con la cabeza – Debe de ser incómodo para él.
- Era mi tío – eso me sorprendió incluso más que todo lo anterior, me olvidé del todo de mis dramas – Parece una locura ¿no? Mi madre se enamoró de mi tío perdidamente, y después de su trágica muerte en un atentado terrorista, mi padre se quedó a consolar a la viuda. Y ahí fue cuando mi madre conoció a su segundo gran amor, pero estaba tan ocupada llorando la pérdida de su primer amor, que ni siquiera se dio cuenta.
- Eres todo un romántico – sonrió, divertido - ¿cómo es que un tipo tan interesante como tú está soltero?
- Eso es porque soy demasiado sincero, apasionado e intenso – contestó, negué con la cabeza, en señal de que no estaba de acuerdo – Las mujeres no aguantan mi ritmo de vida. Ni siquiera comparten mis inquietudes y se aburren con facilidad de un tío que está más obsesionado con fósiles que con ellas mismas.
- Eso es porque nunca te has enamorado – me atreví a decirle. Él me observó, con detenimiento – creo que cuando te enamores tu mundo entero cambiará, tu forma de verlo, tu pasión por las cosas.
- ¿Tú crees? – asentí.
- ¿Te has tomado en serio alguna vez una relación? –rompí a reír.
- Me has pillado, no tengo demasiado tiempo para chicas, y no suelo llamar la atención de ellas de primeras. No sé si te habrás dado cuenta, pero ... soy un friki, María.
- A mí me gustas – dije sin pensar. Él me observó, con detenimiento, y esa sensación que solía perseguirme a menudo cuando él estaba cerca me inundó entera.
- Eso es porque me reprimo mucho – contestó. Le miré, sin comprender – si fuese tan intenso como suelo ser... te abrumarías – negué, no estaba de acuerdo con eso – Lo prometo – insistió – Por eso no suelo caer bien, porque los filtros no van conmigo.
- Chicos – nos llamó André – la pizza ya está.
Narrado por Darío.Habían pasado dos años, se suponía que había olvidado, es lo que fingía casi a diario. Sentado en la terraza, disfrutando del desayuno, mientras Neus y Lucas gorroneaban, como de costumbre, fingiendo estar allí para recomponerme, ¿para qué? No había nada en este mundo que pudiese hacerme sentir mejor, no después de a lo que tuve que renunciar para mantener a salvo a mi familia.- Mira – señalaba hacia una de sus revistas de moda, emocionada, enseñándoselo a su esposo, mientras yo terminaba mi café – la presentación es mañana por la noche, podríamos ir – ambos se fijaron entonces en mí – tú también deberías venir.- No pienso ir a ningún sitio – contesté, con el humor de perros que me gastaba casi a diario. Bromear. Eso es algo que dejé atrás hacía mucho.- Venga cuñado – me animó Lucas, negué con la cabeza, en señal de que no iban a convencerme – quizás conozcas a alguna chica allí.- He terminado con eso – contesté. Estaba cansado, me pasé todo un año, después de q
(Narrado por María)Santiago Polo era toda una caja de sorpresas, cuanto más descubría de él más fascinada me sentía y más cosas quería conocer.Los días con él eran intensos, como en una maldita montaña rusa, y apenas tenía tiempo para pensar en las cosas que me preocupaban, por lo que Darío casi nunca estaba en mi mente.El broche a aquellos días lo puso él en aquella pequeña excusión en la playa junto a sus primos y sus amigos.- María – me llamó justo cuando recogía mi toalla y miraba hacia el bonito atardecer. Le observé, estaba muy guapo sin gafas - ¿puedes ayudarme? ¿Qué significa "faisons l'amour ce soir"? – sonreí, divertida, al darme cuenta de que una de las chicas quería pasar la noche con él – Ambra me lo acaba de decir y no tengo ni idea de lo que significa.- Significa que quiere que os acostéis – eso le sorprendió del todo. Miró hacia ella y luego hacia mí, y luego rompió a reír – Deberías aprovechar la oportunidad y tener sexo con una francesa.- Sexo sin compromiso –
Narrado por María.Cenar con nuestros amigos entre risas y bromas por su parte fue agradable. A pesar de que no podía hablar en francés se había hecho querer entre todos los demás. Era una de esas personas que brillaba con luz propia y lo llenaba todo con su luz allí donde iba.Caminar hacia casa con él siguiéndome de cerca, con las manos metidas dentro de su chaqueta que en aquel momento tenía sobre los hombros. Había refrescado.No quería pensar en esa sensación que aún tenía dentro de mí. Me sentía decepcionada, y no tenía nada que ver con Darío aquella vez. Era a causa del beso que Ambra le había dado frente a los servicios y del que yo fingí no darme cuenta.Me volví a mirar hacia él, no me gustaba nada lo que André había insinuado sobre que había algo otro tipo de relación entre nosotros. Sólo éramos amigos.- Si quieres pasar la noche con ella y cancelar nuestro plan no me importa – le dije. Él me observó, sin comprender – He visto como la besabas cuando volvía del baño – sonri
(Narrado por María)Daba leves pasos por el salón abrazada a él sin poder dejar de llorar como una estúpida, porque dolía demasiado, no estaba preparada para enfrentarme a la maldita situación. No quería que mi único apoyo en la ciudad se marchase y menos aún enfrentar la situación en la que podría volver a ver a Darío.La culpa de todo aquello era mía. ¿Por qué me bebí aquella botella de vino que mamá me envió el año pasado para mi cumpleaños? Sin lugar a dudas ya estaría caducada y por eso se me había subido tanto a la cabeza.Él no opinó cuando me vio bebérmela entera, tan sólo siguió hablándome sobre lo mucho que le gustaban los deportes de riesgo. Aseguraba que uno dejaba de pensar en las cosas que no eran importantes después de tirarse de un avión y estar tan cerca de la muerte.- Te sentirás mejor – prometió, sin hacer otra cosa más que abrazarme con fuerza, como si estuviese absorbiendo todo mi dolor y mis pesares – yo estaré siempre aquí por si necesitas cualquier cosa ¿lo sa
(Darío Espier)Neus Espier es una de esas personas que no aceptan un no por respuesta, sobre todo si eres su hermano, y quiere sacarte de casa, reunirte con un antiguo amor, o ... Dios sabe que ideas pasaron por su mente, pero lo cierto, es que me arrastró en su viaje de pareja con su esposo, y no dejó de hablar sobre la importancia de dar segundas oportunidades, hasta que llegamos al hotel, y me encerré en mi habitación.Odiaba la puta situación de mierda. Pero una cosa estaba clara, no iba a reunirme con María, no iba a buscarla, ni a hacer nada que pudiese involucrarme en su vida de nuevo.Estaba decidido a escapar de los planes de mi hermana menor, así que me escapé, me marché a hacer un poco de turismo, sin ellos, fui a dar un paseo por el club náutico, y me detuve a mirar al cielo, cerca de una cafetería, parecía que de un momento a otro rompería a llover, sólo agradecía que el desfile fuese en un lugar cerrado, en el interior del hotel que había unos cinco metros a la izquierda
(Narrado por María)Caminaba a paso ligero por el aeropuerto arrastrando mi maleta. No quería pensar en lo patética que fui la noche anterior, en las locuras que estaba cometiendo para huir de ese hombre que me hacía daño una vez más.Dejar toda mi vida en pausa y volver a huir con el rabo entre las piernas, porque no podía enfrentar aquella situación.Me quería, pero no lo suficiente. Yo lo elegí a él por encima de todo y él prefirió el dinero a nuestro amor.¿Por qué el ser humano estaba tan podrido?Una vez un buen amigo me dijo que cada persona en este mundo tiene dos grandes amores. Yo ya había conocido y perdido al primero, quizás era el momento de dejarle atrás y conocer al segundo. Sonreí, ante la sola idea de volver a verle.Me bajé del autobús y miré hacia la universidad con una gran sonrisa. Todo el dolor que había sentido por Darío se disipaba al pensar en Santiago. Eso era algo bueno ¿no? Que él tuviese la capacidad de sanarme de esa manera.- Piense en las posibilidades
(Narrado por María)Su padre era un buen tipo, sólo había que ver como trataba a su mujer para saber cuánto la amaba. No dejó de preguntarme sobre el trabajo que me apasionaba en un buen rato. Lucía tremendamente interesado en conocer los detalles sobre por qué una diseñadora se había fijado en un profesor universitario.- Su hijo me hizo olvidarme de todo en cuánto hablé con él un par de palabras – contesté. Él entrelazó nuestros dedos de una forma especial y yo sonreí – Me hace reír.- Las risas son muy importantes – aseguró su madre, mientras disfrutada de aquella lasaña que la cocinera había preparado. Parecía una persona normal. Nadie nunca habría notado que ella estaba enferma si no estaba al tanto de la situación – Santi es para ella lo que tú para mí, Martín.- Ya veo... - sonrió y brindó con su vino mientras su hijo y yo lo hacíamos con agua.- Nosotros nos marcharemos ya – dijo él de pronto. Ladeé la cabeza para mirarle, mientras se ponía en pie y me obligaba a hacerlo a mí
Narrado por MaríaDimos varios traspiés por mi habitación entre risas divertidas. Me lo había pasado muy bien, él era todo un payaso. Me gustaba mucho.- ¿Cuánto tiempo vas a quedarte? – preguntó de pronto. Me apoyé en el escritorio y le observé, ni siquiera había pensado en ello.- ¿Cuánto tiempo puedo quedarme? – sonrió, divertido.- Tengo responsabilidades aquí, pero ... me encanta que estés aquí – sonreí, sabía que era lo que quería decir – Por mí puedes quedarte toda la vida.- Mi trabajo está en Mónaco.- Puedes trasladar tu estudio aquí – sugirió.- Aún tengo sentimientos por otro tío.- Tienes razón, estoy corriendo mucho – se quejó, desviando la vista un momento – no quiero presionarte. Sabes que esa nunca ha sido mi intención – asentí, pues sabía que era justo así – Debería irme y dejarte descansar – dio un paso hacia tras y le agarré del suéter impidiendo que pudiese marcharse a ningún lugar.- No te vayas.- No creo en el sexo sin compromiso – asentí. Sabía que él era así.