Darío.Reconozco que estaba impaciente por volver a verla, a pesar de todo. Quizás me había vuelto masoquista y tan sólo quería que ella me destrozase una vez más. ¿Qué era? ¿un maldito enfermo?Aún quedaban algunas semanas para nuestra próxima reunión, por lo que no me pareció mala idea quedar con uno de mis clientes y su prometida, pero la cena no le sentó nada bien, y se llevó la noche en el baño. Finalmente, allí estaba, en la barra, tratando de hablarle a Cintia de mil remedios que su novio podría usar para aliviar su estómago.–Muchas gracias por todo, Darío, de verdad – aseguró ella después de que la camarera pusiese a su alcance la infusión que le había recomendado. Besó mi mejilla y se marchó al baño.–¿Qué es tu nueva víctima? – dijo una voz a mis espaldas. Sonreí y me di la vuelta, descubriendo allí a María. Estaba tan molesta como aquella vez en la que pensó que iba a acostarme con la periodista – Pobrecilla, ni siquiera sabe lo que le espera.–Te veo demasiado molesta par
María. No podía dejar de pensar en lo que Darío y yo terminamos haciendo en su auto la noche anterior, incluso en su casa, en su cama, en su alfombra. En lo mucho que había añorado sentir todo eso por él, lo mucho que ansiaba volver a estar con él, ser novios como antes. Pero el miedo seguía acechándome, el miedo a que volviese a dejarme en la estacada cuando estuviese terriblemente enamorada de él. –Tienes un aspecto horrible, nena – se quejó mamá al llegar al salón y verme toda resacosa – La salida con las chicas fue bien ¿no? –Acabé pasando la noche en casa de Darío – confesé. Mamá se sorprendió al respecto – Estoy echa un lío, mamá – se sentó junto a mí y se olvidó de preparar el desayuno. –Quédate con el hombre que te haga feliz - ¡Qué fácil era decir eso! –Santiago me hace feliz, pero luego llega Darío y agita mi corazón de esa forma que sólo él sabe y pone patas arriba mi mundo. –Creo que ya lo tienes claro. Sigues enamorada de Darío. ¿Hasta cuándo vas a seguir negándotelo
Tenía miles de compromisos en aquellos días a causa del gran éxito que mis diseños tuvieron por culpa de la colaboración. Todo el mundo quería uno de mis vestidos, tocados u otros complementos.Las cosas estaban yéndome muy bien en el estudio, tenía ofertas de trabajo en el extranjero, pero yo tenía muy claras mis prioridades. A pesar de eso, viajaba a menudo fuera de la ciudad para dar charlas, conferencias incluso para colaborar con marcas de moda.Ya ni siquiera tenía tiempo para dar clases, aunque de vez en cuando me gustaba impartir algún curso intensivo sobre la moda sostenible.Tenía un montón de bolsas en las manos, además de la maleta, después de mi regreso de mi viaje a Milán. Sabía que había alguien que iba a saltar de alegría en cuanto se enterase de mi regreso. Pero quería darle una sorpresa.Entré en la casa con mi llave y saludé a uno de esos tantos perros que Darío solía adoptar de mientras que les encontraban un hogar. Dejé las bolsas y la maleta en la puerta antes de
(Narrado por Darío)El sonido de aquella botella al vaciarse, mientras mi garganta tragaba ese embriagador mejunje que me hacía desconectar de la realidad, con las lágrimas inundando mi rostro, sin cese, escuchando de fondo esa canción, en bucle, era Numbs de Tom Odell, la única que me recordaba a ella.¿A quién quiero engañar?Todo. Absolutamente todo me recordaba a ella.Dejé caer la botella al suelo, moviendo la cabeza al ritmo de la música, dejando escapar mi cálido aliento, en aquella fría noche, mirando hacia la chimenea apagada de mi mansión en Ibiza. Aún podía recordar la última vez que estuve allí, con ella, en como hicimos el amor en aquella misma alfombra en la que ese momento estaba sentado. Los gemidos de ambos estaban atrapados en las paredes de aquella casa, aún podía escucharlo a lo lejos.Sonreí, sin ganas, volviendo a dar un largo sorbo de mi compañera en esos últimos dos años, una botella de ginebra.Toda mi vida se detuvo cuando ella se fue, pero no podía reprochar
(Narrado por María)Trabajar en el estudio hasta bien entrada la noche era mi forma de huir de mis pensamientos aquellos días.Habían pasado dos años y se suponía que ya tenía que haberle olvidado. Al menos era lo que me gustaba admitir cuando hablaba con mamá y las chicas. Pero ... lo cierto es que aún tenía sentimientos por el hombre que más daño me hizo, incluso más que Antonio. Tenía el corazón lleno de cicatrices, remordimientos y pesadez. Y no podía lidiar con ello, así que ... simplemente huía todo el tiempo.La vida en Mónaco era todo lo que podía desear en aquellos días: trabajar dando clases en una academia de moda y colaborar con distintas tiendas de la ciudad proporcionándoles mis propios diseños a un precio muy por debajo. Al menos me daba para pagar las facturas.Unos leves golpes en la puerta me hicieron salir de mis pensamientos, giré la cabeza para mirar hacia Amélie y sonreí tenuemente.- Sabía que aún estarías aquí – volví la vista hacia el diseño que dibujaba – Tie
(Narrado por María)Las palabras fluyeron entre nosotros como si fuese un grifo abierto después de que perdiésemos la sensación de incomodidad.Me di cuenta en seguida de que él era distinto a lo que se veía a simple vista. Hablaba por los codos y se apasionaba tanto con las cosas que le gustaban, en especial con su trabajo. Quería contar tanto en tan poco tiempo que iba saltando de un tema a otro con rapidez. Quizás podía resultar confuso para cualquier otro ser humano, yo me acoplé y me fue fácil seguirle.Antropología era el tema principal. Nunca antes me resultó tan fascinante como cuando él hablaba de ella. Sentía que podía pasarme horas escuchándole hablar sobre fósiles de todo tipo, antiguas culturas o pueblos perdidos del África central. Era todo un cerebrito.No dejaba de dar vueltas al anillo que tenía en el meñique, como si se sintiese ansioso todo el tiempo y hacía bromas con una gran destreza. Lo cierto es que me olvidé de todo y me centré en esa conversación tan agradabl
(Narrado por María)Reconozco que nunca antes había disfrutado de la ciudad como hasta ese momento. Visitar cada lugar con una persona tan intensa fue abrumador. Era como si nada importase, solo nosotros y el lugar que nos rodeaba.Me di cuenta en seguida de que él era un tipo con el que se podía hablar de cualquier tema, incluso de moda y no era de extrañar, tenía gran estilo vistiendo. Me sorprendió que conociese de oídas a algunos diseñadores de moda.- Es demasiado – me quejaba después de que viésemos a una pareja que perfectamente podría haber tenido sexo en aquel banco, delante de todo el mundo. La forma en la que se besaban lo dejaba bien claro, lo mucho que se deseaban – hay que saber comportarse en sociedad.- Hay veces que no puedes evitarlo – contestó. Me fijé en él que tiraba el envoltorio del caramelo a la papelera más cercana justo cuando pasamos por delante – para ellos no existe nada más... ¿nunca has sentido un amor tan apasionado como ese? – nos detuvimos junto al ma
Narrado por María.La música estaba muy alta en aquella fiesta improvisada en casa de su primo. Todos sus amigos estaban allí, la mayoría me conocía por "la amiga rara de Amélie". Yo estaba cómoda aquellos días con ese extraño chico al que todos llamaban "el extranjero"- Deberías ponerle un poco por aquí – dijo su voz a mis espaldas, apareciendo por detrás, agarrando unas cuantas rodajas de tomate para ponerlas sobre un lugar poco poblado de la pizza. Le di un manotazo a su mano y él se quejó al respecto.- ¿Quién está haciendo la comida? – rompió a reír, mientras su primo miraba hacia nosotros, sin dejar de bailar junto a su novia.- ¿Qué se traen esos dos? – quiso saber. Ella se encogió de hombros, nunca se interesó demasiado por mi vida. De hecho, la única persona con la que me abrí en dos años para contarle sobre mis desventuras con Darío era Santiago - ¿no te ha contado nada?- Ella no es muy comunicativa que digamos – se quejó sin más.- Es sólo que he pensado que un poco más d