(Narrado por Darío)
El sonido de aquella botella al vaciarse, mientras mi garganta tragaba ese embriagador mejunje que me hacía desconectar de la realidad, con las lágrimas inundando mi rostro, sin cese, escuchando de fondo esa canción, en bucle, era Numbs de Tom Odell, la única que me recordaba a ella.
¿A quién quiero engañar?
Todo. Absolutamente todo me recordaba a ella.
Dejé caer la botella al suelo, moviendo la cabeza al ritmo de la música, dejando escapar mi cálido aliento, en aquella fría noche, mirando hacia la chimenea apagada de mi mansión en Ibiza. Aún podía recordar la última vez que estuve allí, con ella, en como hicimos el amor en aquella misma alfombra en la que ese momento estaba sentado. Los gemidos de ambos estaban atrapados en las paredes de aquella casa, aún podía escucharlo a lo lejos.
Sonreí, sin ganas, volviendo a dar un largo sorbo de mi compañera en esos últimos dos años, una botella de ginebra.
Toda mi vida se detuvo cuando ella se fue, pero no podía reprocharle absolutamente nada, más después de que fue mi propia decisión. Al final, mi padre consiguió lo que quería, atacándome con lo único que sabía que no podría abandonar.
Recordaba como lo hacía antes, sacarla de mi mente por unas horas, recurriendo al calor corporal de otras mujeres, al ardiente sexo, borrándola de mi organismo, pero todo se iba a la m****a al terminar, al tumbarme en mi cama y recordar a esa preciosa chica que ya no estaba a mi lado.
Odiaba sentirme así, supongo que por eso dejé de usar a aquellas chicas, porque no quería convertirme en uno de aquellos tipos que hacen daño a los demás por estar hechos m****a. Nadie, absolutamente nadie, más que yo mismo tenía la culpa de todo aquello.
Un nuevo sorbo a aquella vacía botella me hizo comprender que lo estaba, así que la dejé rodar por el suelo, observándola allí, en aquella extraña posición.
Pensé en la vida de m****a que llevaba, en los negocios. Era el puto amo en el trabajo, me volqué en cuerpo y alma, y no había absolutamente nada que se me resistiese. Quizás era lo único que me hacía sentir vivo en aquellos días, que me alejaba de mis propios autodestructivos pensamientos. Pero... sabía que todos a mi alrededor se habían dado cuenta de que había cambiado.
Tragué saliva, dejándome caer hacia atrás, sobre la alfombra en la que una vez tomé a esa chica, sintiendo las lágrimas en mi sien, hundiéndose en mis cabellos.
La familia. Al menos había conseguido proteger eso, aunque una parte de mí siempre culparía a mi madre de lo sucedido, de no haber podido quedarme al lado de esa chica. ¿Por qué tenía que pagar yo los pecados de otros? ¿por qué no podía seguir adelante con mi vida y dejar de preocuparme de los demás? Seguía siendo el único pegamento que mantenía unida a esa desquiciada familia.
Mi padre, ese al que no volví a dirigirme desde que ella se marchó de la ciudad. Y lo sabía, joder, sabía perfectamente dónde estaba, pero era demasiado cobarde para correr a buscarla... porque... llegados a ese punto... ¿qué cojones iba a decirle?
Ni siquiera me buscó antes de irse, no pidió explicaciones ni una sola vez, y lo agradecí, pero ... me hizo sentir tan imbécil. ¿Por qué? ¿Tan poco signifiqué para ella como para no querer aferrarse a mi lado aquella vez?
Una parte de mí lo esperó, que se quedase a mi lado, que pidiese explicaciones, que me obligase a elegirla a ella. Pero las cosas no siempre suceden como uno quiere.
Yvonne era lo único que me quedaba, y la única a la que no quería recurrir. La evitaba, los negocios con su familia, y todo lo que tuviese que ver con Francia. Quizás esa era una de las razones por las que no quería ir a Mónaco. Pero... la más importante era otra.
No estaba preparado.
Dos putos años y mi mundo seguía detenido en el pasado, incapaz de avanzar en mi puta vida sentimental.
El teléfono comenzó a sonar, pero ni siquiera lo descolgué, solo miré hacia la pantalla, observando el nombre de mi madre reflejado en la pantalla. No iba a responder, y ella lo sabía.
Era difícil para mí hablar sobre lo que me sucedía, más cuando aún la culpaba por lo sucedido. Sus malas decisiones me habían obligado a dejar lo único que podía hacerme feliz en aquella vida.
Mi mente se fue lejos al pensar en ello, al día en el que mi padre descubrió el secreto de mi madre, cogiéndome a mí en medio de toda aquella m****a.
Los sonidos de sus zapatos resonaban por su despacho, mientras yo le observaba desde mi asiento, sin comprender su actitud, ¿por qué me había hecho venir si no iba a hablar de nada?
- Tengo trabajo que hacer – me quejé, cansado de aquella situación – si no es importante... - me puse en pie, dejándole claro que iba a abandonar su despacho, su edificio, a marcharme.
- Sé lo de Marsella – aseguró. Le miré, sin comprender – lo de Diego y tu madre – me quedé rígido, sin poder avanzar ni un ápice – ahora comprendo tantas cosas... su repentino interés por abrir un estudio en el centro, con tu mejor amigo como socio.
- Las cosas no son como tú piensas – le dije, intentando calmar los humos del patriarca. Él lucía molesto con mi posición en todo aquello – ellos ya eran socios antes de lo que sucedió en Marsella, además, sólo fue una vez, sólo...
- Eres tan iluso, hijo – añadió, dejándome sin aliento, ante la mirada de desaprobación que me echó – siempre guardando los secretos de los demás, protegiéndolos, sin obtener nada a cambio. ¿Acaso no has aprendido de los negocios que, en esta vida, las cosas no se hacen gratis?
- ¿Qué quieres a cambio de mantener todo este asunto en secreto? – pregunté, aterrado, pues no quería que Neus se enterase jamás de la clase de mujer que era nuestra madre. Yo había sufrido suficiente por los dos. Sonrió, como si todo aquello le hiciese gracia.
- Que aceptes el trato con los franceses – contestó, dejándome tan sorprendido, que incluso llegué a pensar que llevaba tiempo estudiando hasta el último detalle, como si todo aquello fuese algo planeado, piezas de un puzle que mover a su antojo – si Yvonne quiere que seas su novio de pega, lo serás – mi cara era un poema, jamás esperé algo así de él – aprovéchate de la situación, Darío. Esa niña está obsesionada contigo, y podremos sacar tajada de ello – tragué saliva, porque yo odiaba usar a las personas para mi propio beneficio.
- No pienso hacerlo – me quejé, molesto. Sonrió, como si esperase aquella respuesta, y fuese a rebatir en seguida.
- Por supuesto, tú tienes la última palabra en este asunto – aceptó – pero... piensa en todo el daño que podrás evitar si aceptas, piensa en Neuss, en lo desamparada que quedará tu madre cuando le corte el grifo y no pueda seguir invirtiendo mi dinero en su pequeño negocio.
¿Por qué tenía que seguir pagando por los errores demi propia madre, una y otra vez?
(Narrado por María)Trabajar en el estudio hasta bien entrada la noche era mi forma de huir de mis pensamientos aquellos días.Habían pasado dos años y se suponía que ya tenía que haberle olvidado. Al menos era lo que me gustaba admitir cuando hablaba con mamá y las chicas. Pero ... lo cierto es que aún tenía sentimientos por el hombre que más daño me hizo, incluso más que Antonio. Tenía el corazón lleno de cicatrices, remordimientos y pesadez. Y no podía lidiar con ello, así que ... simplemente huía todo el tiempo.La vida en Mónaco era todo lo que podía desear en aquellos días: trabajar dando clases en una academia de moda y colaborar con distintas tiendas de la ciudad proporcionándoles mis propios diseños a un precio muy por debajo. Al menos me daba para pagar las facturas.Unos leves golpes en la puerta me hicieron salir de mis pensamientos, giré la cabeza para mirar hacia Amélie y sonreí tenuemente.- Sabía que aún estarías aquí – volví la vista hacia el diseño que dibujaba – Tie
(Narrado por María)Las palabras fluyeron entre nosotros como si fuese un grifo abierto después de que perdiésemos la sensación de incomodidad.Me di cuenta en seguida de que él era distinto a lo que se veía a simple vista. Hablaba por los codos y se apasionaba tanto con las cosas que le gustaban, en especial con su trabajo. Quería contar tanto en tan poco tiempo que iba saltando de un tema a otro con rapidez. Quizás podía resultar confuso para cualquier otro ser humano, yo me acoplé y me fue fácil seguirle.Antropología era el tema principal. Nunca antes me resultó tan fascinante como cuando él hablaba de ella. Sentía que podía pasarme horas escuchándole hablar sobre fósiles de todo tipo, antiguas culturas o pueblos perdidos del África central. Era todo un cerebrito.No dejaba de dar vueltas al anillo que tenía en el meñique, como si se sintiese ansioso todo el tiempo y hacía bromas con una gran destreza. Lo cierto es que me olvidé de todo y me centré en esa conversación tan agradabl
(Narrado por María)Reconozco que nunca antes había disfrutado de la ciudad como hasta ese momento. Visitar cada lugar con una persona tan intensa fue abrumador. Era como si nada importase, solo nosotros y el lugar que nos rodeaba.Me di cuenta en seguida de que él era un tipo con el que se podía hablar de cualquier tema, incluso de moda y no era de extrañar, tenía gran estilo vistiendo. Me sorprendió que conociese de oídas a algunos diseñadores de moda.- Es demasiado – me quejaba después de que viésemos a una pareja que perfectamente podría haber tenido sexo en aquel banco, delante de todo el mundo. La forma en la que se besaban lo dejaba bien claro, lo mucho que se deseaban – hay que saber comportarse en sociedad.- Hay veces que no puedes evitarlo – contestó. Me fijé en él que tiraba el envoltorio del caramelo a la papelera más cercana justo cuando pasamos por delante – para ellos no existe nada más... ¿nunca has sentido un amor tan apasionado como ese? – nos detuvimos junto al ma
Narrado por María.La música estaba muy alta en aquella fiesta improvisada en casa de su primo. Todos sus amigos estaban allí, la mayoría me conocía por "la amiga rara de Amélie". Yo estaba cómoda aquellos días con ese extraño chico al que todos llamaban "el extranjero"- Deberías ponerle un poco por aquí – dijo su voz a mis espaldas, apareciendo por detrás, agarrando unas cuantas rodajas de tomate para ponerlas sobre un lugar poco poblado de la pizza. Le di un manotazo a su mano y él se quejó al respecto.- ¿Quién está haciendo la comida? – rompió a reír, mientras su primo miraba hacia nosotros, sin dejar de bailar junto a su novia.- ¿Qué se traen esos dos? – quiso saber. Ella se encogió de hombros, nunca se interesó demasiado por mi vida. De hecho, la única persona con la que me abrí en dos años para contarle sobre mis desventuras con Darío era Santiago - ¿no te ha contado nada?- Ella no es muy comunicativa que digamos – se quejó sin más.- Es sólo que he pensado que un poco más d
Narrado por Darío.Habían pasado dos años, se suponía que había olvidado, es lo que fingía casi a diario. Sentado en la terraza, disfrutando del desayuno, mientras Neus y Lucas gorroneaban, como de costumbre, fingiendo estar allí para recomponerme, ¿para qué? No había nada en este mundo que pudiese hacerme sentir mejor, no después de a lo que tuve que renunciar para mantener a salvo a mi familia.- Mira – señalaba hacia una de sus revistas de moda, emocionada, enseñándoselo a su esposo, mientras yo terminaba mi café – la presentación es mañana por la noche, podríamos ir – ambos se fijaron entonces en mí – tú también deberías venir.- No pienso ir a ningún sitio – contesté, con el humor de perros que me gastaba casi a diario. Bromear. Eso es algo que dejé atrás hacía mucho.- Venga cuñado – me animó Lucas, negué con la cabeza, en señal de que no iban a convencerme – quizás conozcas a alguna chica allí.- He terminado con eso – contesté. Estaba cansado, me pasé todo un año, después de q
(Narrado por María)Santiago Polo era toda una caja de sorpresas, cuanto más descubría de él más fascinada me sentía y más cosas quería conocer.Los días con él eran intensos, como en una maldita montaña rusa, y apenas tenía tiempo para pensar en las cosas que me preocupaban, por lo que Darío casi nunca estaba en mi mente.El broche a aquellos días lo puso él en aquella pequeña excusión en la playa junto a sus primos y sus amigos.- María – me llamó justo cuando recogía mi toalla y miraba hacia el bonito atardecer. Le observé, estaba muy guapo sin gafas - ¿puedes ayudarme? ¿Qué significa "faisons l'amour ce soir"? – sonreí, divertida, al darme cuenta de que una de las chicas quería pasar la noche con él – Ambra me lo acaba de decir y no tengo ni idea de lo que significa.- Significa que quiere que os acostéis – eso le sorprendió del todo. Miró hacia ella y luego hacia mí, y luego rompió a reír – Deberías aprovechar la oportunidad y tener sexo con una francesa.- Sexo sin compromiso –
Narrado por María.Cenar con nuestros amigos entre risas y bromas por su parte fue agradable. A pesar de que no podía hablar en francés se había hecho querer entre todos los demás. Era una de esas personas que brillaba con luz propia y lo llenaba todo con su luz allí donde iba.Caminar hacia casa con él siguiéndome de cerca, con las manos metidas dentro de su chaqueta que en aquel momento tenía sobre los hombros. Había refrescado.No quería pensar en esa sensación que aún tenía dentro de mí. Me sentía decepcionada, y no tenía nada que ver con Darío aquella vez. Era a causa del beso que Ambra le había dado frente a los servicios y del que yo fingí no darme cuenta.Me volví a mirar hacia él, no me gustaba nada lo que André había insinuado sobre que había algo otro tipo de relación entre nosotros. Sólo éramos amigos.- Si quieres pasar la noche con ella y cancelar nuestro plan no me importa – le dije. Él me observó, sin comprender – He visto como la besabas cuando volvía del baño – sonri
(Narrado por María)Daba leves pasos por el salón abrazada a él sin poder dejar de llorar como una estúpida, porque dolía demasiado, no estaba preparada para enfrentarme a la maldita situación. No quería que mi único apoyo en la ciudad se marchase y menos aún enfrentar la situación en la que podría volver a ver a Darío.La culpa de todo aquello era mía. ¿Por qué me bebí aquella botella de vino que mamá me envió el año pasado para mi cumpleaños? Sin lugar a dudas ya estaría caducada y por eso se me había subido tanto a la cabeza.Él no opinó cuando me vio bebérmela entera, tan sólo siguió hablándome sobre lo mucho que le gustaban los deportes de riesgo. Aseguraba que uno dejaba de pensar en las cosas que no eran importantes después de tirarse de un avión y estar tan cerca de la muerte.- Te sentirás mejor – prometió, sin hacer otra cosa más que abrazarme con fuerza, como si estuviese absorbiendo todo mi dolor y mis pesares – yo estaré siempre aquí por si necesitas cualquier cosa ¿lo sa