(Narrado por María)Caminaba a paso ligero por el aeropuerto arrastrando mi maleta. No quería pensar en lo patética que fui la noche anterior, en las locuras que estaba cometiendo para huir de ese hombre que me hacía daño una vez más.Dejar toda mi vida en pausa y volver a huir con el rabo entre las piernas, porque no podía enfrentar aquella situación.Me quería, pero no lo suficiente. Yo lo elegí a él por encima de todo y él prefirió el dinero a nuestro amor.¿Por qué el ser humano estaba tan podrido?Una vez un buen amigo me dijo que cada persona en este mundo tiene dos grandes amores. Yo ya había conocido y perdido al primero, quizás era el momento de dejarle atrás y conocer al segundo. Sonreí, ante la sola idea de volver a verle.Me bajé del autobús y miré hacia la universidad con una gran sonrisa. Todo el dolor que había sentido por Darío se disipaba al pensar en Santiago. Eso era algo bueno ¿no? Que él tuviese la capacidad de sanarme de esa manera.- Piense en las posibilidades
(Narrado por María)Su padre era un buen tipo, sólo había que ver como trataba a su mujer para saber cuánto la amaba. No dejó de preguntarme sobre el trabajo que me apasionaba en un buen rato. Lucía tremendamente interesado en conocer los detalles sobre por qué una diseñadora se había fijado en un profesor universitario.- Su hijo me hizo olvidarme de todo en cuánto hablé con él un par de palabras – contesté. Él entrelazó nuestros dedos de una forma especial y yo sonreí – Me hace reír.- Las risas son muy importantes – aseguró su madre, mientras disfrutada de aquella lasaña que la cocinera había preparado. Parecía una persona normal. Nadie nunca habría notado que ella estaba enferma si no estaba al tanto de la situación – Santi es para ella lo que tú para mí, Martín.- Ya veo... - sonrió y brindó con su vino mientras su hijo y yo lo hacíamos con agua.- Nosotros nos marcharemos ya – dijo él de pronto. Ladeé la cabeza para mirarle, mientras se ponía en pie y me obligaba a hacerlo a mí
Narrado por MaríaDimos varios traspiés por mi habitación entre risas divertidas. Me lo había pasado muy bien, él era todo un payaso. Me gustaba mucho.- ¿Cuánto tiempo vas a quedarte? – preguntó de pronto. Me apoyé en el escritorio y le observé, ni siquiera había pensado en ello.- ¿Cuánto tiempo puedo quedarme? – sonrió, divertido.- Tengo responsabilidades aquí, pero ... me encanta que estés aquí – sonreí, sabía que era lo que quería decir – Por mí puedes quedarte toda la vida.- Mi trabajo está en Mónaco.- Puedes trasladar tu estudio aquí – sugirió.- Aún tengo sentimientos por otro tío.- Tienes razón, estoy corriendo mucho – se quejó, desviando la vista un momento – no quiero presionarte. Sabes que esa nunca ha sido mi intención – asentí, pues sabía que era justo así – Debería irme y dejarte descansar – dio un paso hacia tras y le agarré del suéter impidiendo que pudiese marcharse a ningún lugar.- No te vayas.- No creo en el sexo sin compromiso – asentí. Sabía que él era así.
Narrado por Darío.No podía dejar de mirarla desde que había llegado a mi casa. Me parecía irreal, una puta locura que estuviese allí, a mi lado, sobre el sofá, tomando una infusión. Sabía que dejarla ir era lo correcto, era lo que había pretendido hacer desde el principio, pero después de tenerla allí, junto a mí... me parecía imposible volver a alejarla de mí. Más después de haberla visto tan radiante con otro tío.Me estaba matando no ser yo el que dibujase sonrisas en su rostro.La amaba, incluso más que antes. Ella siempre superó las expectativas de lo que esperaba, incluso momentos antes, cuando aceptó aquel encuentro.Ella me quería, y por eso me daba tanto miedo... me aterraba volver a dañarla, como jamás me aterró nada en este mundo. Porque sabía que con un solo movimiento en falso podría perderla y mandarla a los brazos de ese tipo para siempre.- Se suponía que no iba a ir a Mónaco – le dije, haciéndola partícipe de aquella información – pero en cuanto Neus me dijo que esta
Narrado por Darío. Me quedé dormido entre sus brazos, mientras la miraba, acurrucada junto a mí. Dejad vuestra mente perversa fuera de esto, no pasó nada sexual entre ambos, no porque no lo deseásemos, sino porque no era el momento. Y cuando desperté aquel hermoso sueño seguía sucediendo. Ella estaba allí, dormida, tan preciosa como siempre, con su mano apoyada en mi cabeza. Sonreí feliz, como hacía mucho que no me sentía, dejando a un lado los miedos, esperanzado, sin querer pensar en cada cosa que podría salir mal. Mi padre podría destruirlo de nuevo, y no quería tentar a la suerte, no aún, no hasta haber puesto a salvo todo lo que me importaba. No quería seguir guardando los secretos de mis padres, ni arriesgar mi felicidad por ellos. No era justo que pagase los platos rotos de otros. Quería estirar el tiempo a su lado, por eso me rehusaba a despertarla, a avisarla de que era tarde y teníamos que marcharnos, despedirnos, quizás un hasta pronto, o un adiós para siempre. Sus ojo
Narrado por María.El taxi se detuvo frente a la universidad y yo bajé llena de dudas.Una parte de mí estaba feliz con las promesas que había hecho junto a Darío. Pero la otra se arrepentía por no poder quedarse junto a un buen hombre como lo era Santiago.No podía dejar de pensar en eso que dijo: cada persona tiene dos grandes amores. Y yo parecía haberlos encontrado a los dos.Si alguien era culpable de todo aquello esa era yo, que antes de cerrar un capítulo había querido empezar otro dejando el anterior a la mitad.Me sentía tan mal en ese momento, no podía dejar de pensar en todos aquellos momentos que había pasado a su lado, junto a Santiago, en todas las risas que me dio, nuestros besos y pensar en un futuro con él que ya no podría ser me hacía daño. Pero pensar en no te
(Narrado por Darío)Nuestra despedida fue épica. En la puerta de mi casa entre promesas, lágrimas y besos, abrazándonos mucho, confesándonos nuestros sentimientos antes de que se marchase en el taxi.Iba a atesorar ese momento toda la vida, a pesar de que las cosas fuesen mal. Una despedida como esa era lo que me había faltado cuando la dejé ir aquella vez..- Necesito un favor – dije hacia Diego, que me miró sin comprender – te haré un ingreso de todos los activos que tengo ahora, el efectivo, el dinero del banco e incluso te dejaré mi casa – me mir
Narrado por María.Entré a aquel bar llena de dudas, aún aterrada por lo que iba a permitir que sucediese entre nosotros aquella vez, pero no me parecía ético irme sin despedirme. Ya me despedí de su familia, y en aquel momento tenía que hacerlo de él.Se giró a mirarme en cuanto escuchó como arrastraba la maleta. Miró hacia esta y luego hasta mí.Me senté en el alto taburete y él metió la maleta entre nuestros asientos para que nadie pudiese robarla.- Una coca cola, por favor – pedí al camarero. Él sonrió, moviendo su vaso de agua con hielo. ¿Qué hombre en su sano juicio entraría en un bar para pedir algo así? Él era único en su especie, me lo dijo una vez.- ¿De verdad vas a irte con él? – me mordí el