(Narrado por Darío)
Nuestra despedida fue épica. En la puerta de mi casa entre promesas, lágrimas y besos, abrazándonos mucho, confesándonos nuestros sentimientos antes de que se marchase en el taxi.
Iba a atesorar ese momento toda la vida, a pesar de que las cosas fuesen mal. Una despedida como esa era lo que me había faltado cuando la dejé ir aquella vez.
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- Necesito un favor – dije hacia Diego, que me miró sin comprender – te haré un ingreso de todos los activos que tengo ahora, el efectivo, el dinero del banco e incluso te dejaré mi casa – me mir
Narrado por María.Entré a aquel bar llena de dudas, aún aterrada por lo que iba a permitir que sucediese entre nosotros aquella vez, pero no me parecía ético irme sin despedirme. Ya me despedí de su familia, y en aquel momento tenía que hacerlo de él.Se giró a mirarme en cuanto escuchó como arrastraba la maleta. Miró hacia esta y luego hasta mí.Me senté en el alto taburete y él metió la maleta entre nuestros asientos para que nadie pudiese robarla.- Una coca cola, por favor – pedí al camarero. Él sonrió, moviendo su vaso de agua con hielo. ¿Qué hombre en su sano juicio entraría en un bar para pedir algo así? Él era único en su especie, me lo dijo una vez.- ¿De verdad vas a irte con él? – me mordí el
María.No estaba en el hotel, tampoco en el aeropuerto. Seguía en el mismo bar, bebiendo un chupito tras otro, sin poder decidir a cuál de los dos elegir.Pensé que ya había elegido. Se suponía que quería estar con Darío. Entonces… ¿por qué demonios no podía irme al aeropuerto? ¿Por qué tenía ganas de subir a su habitación de hotel?¡Dios! Estaba en una gran encrucijada que podría afectar a mi futuro, a lo que quería hacer con mi vida. Y lo tenía demasiado claro, tan sólo estaba asustada porque jamás pensé que elegiría a Santiago por encima de Darío. No se sentía como una decisión mía, era como si estuviese siendo coaccionada por alguien más. Y la culpa de todo la tenían mis sentimientos hacia Santiago, que lo ponían to
Narrado por María.No quería pensar en lo absoluto en lo que había sucedido entre Santiago y yo, porque cada maldito paso que daba hacia él me alejaba a pasos agigantados de Darío, y eso no era algo que iba a permitir.Estaba echa un lío y ni siquiera sabía cómo iba a escapar de todo aquello.Mamá no preguntó nada cuando aparecí en casa con la maleta a cuestas empapada a causa de la lluvia que estaba cayendo fuera. Me abrazó tan fuerte como necesitaba y me deshice en trozos con un llanto que hacía ya tiempo necesitaba.Fue paciente y no preguntó nada, tan sólo me bañó como si aún fuese una niña pequeña, puso un plato de comida sobre la mesa y me arropó en su cama, recostándose a mi lado, mientras lágrimas silenciosas seguían saliendo.No podía de
Narrado por María.Fueron unos días de lo más alentadores. Ayudar a mamá con las clases, tomarme el atrevimiento de aprender la técnica de la pintura con acrílico y atreverme a dibujar después de mucho tiempo sin hacerlo … me hizo sentir bien.Me reuní con las chicas en la cafetería de siempre y las puse al día sobre mis proyectos en Mónaco. Estaba entusiasmada con todo y muy feliz. Eso las sorprendió, pues cuando me marché estuve rota durante mucho tiempo.Fue agradable volver a verlas. Paula vivía en aquel entonces con Miguel, eran polos opuestos así que discutían mucho. Pero ella era feliz, no había más que verla cuando hablaba de él. Camila seguía viviendo con su abuela aún, seguía insistiendo en ir despacio con Manuel, más después de que
Narrado por María.Abrí los ojos impactada por un ruido constante mientras mamá entraba en la habitación y se quejaba al respecto.- ¿Acaso no escuchas el teléfono? – se quejó – Contesta de una vez, me está volviendo loca. – Lo agarré de la mesita de noche, estaba más que preparada para volver a colgarle a Darío sin tan siquiera contestar cuando vi el nombre de otra persona. Lo descolgué con rapidez y una sonrisa tonta se dibujó en mi rostro, haciendo que mi madre se calmase en exceso.- Hola – contesté entusiasmada de volver a escuchar su voz.- ¿Te he despertado? – quiso saber. Lucía preocupado y tan ansioso como siempre.- Un poco – dije con sinceridad. Eso le hizo reír al otro lado - ¿qué tal has dormido? – mam&
Narrado por María.Él insistió en que no quería molestar, mamá alegó que si sólo era el fin de semana debía quedarse en casa, él volvió a declinar su oferta insistiendo en que estaría más cómodo en un hotel y que ya lo había reservado. Y allí estábamos en la recepción del hotel para hacer el checking, mientras mamá esperaba fuera.Pagó con tarjeta, aceptó el gesto de la recepcionista ante el mapa de la ciudad que le cedió con los lugares más emblemáticos a visitar de Barcelona y luego miró hacia mí.- No podría resistirme si estuviésemos en la misma casa – dijo al fin. Asentí, entendiendo la verdadera razón por la que él iba a quedarse en el hotel – subiré a dejar la maleta y dejaré
Darío.No quería pensar en la puta situación de mierda, ni en lo que sentía ante la mínima posibilidad de que ella tuviese algo serio con ese tipo, no cuando sus besos me devolvían la vida y me volvían tan loco que estaba dispuesto a hacer cualquier tontería si con eso podía retenerla a mi lado.La apreté contra la estantería del fondo, ansioso, metiendo las manos por debajo de su blusa, queriendo más de ella. No pareció disgustada en un primer momento, de echo jadeó en mi boca y se aferró con más intensidad a mi chaqueta para que no me alejase ni un palmo.Mi parte racional quería pedirle miles de explicaciones, exigirle compromiso por las promesas que nos hicimos en las islas, pero mi cuerpo la había añorado demasiado, por lo que terminé queriendo tanto, que pronto t
María.Mis lágrimas no podían dejar de salir y yo no entendía nada. Se suponía que había elegido a Santiago, que era él el tipo que me hacía feliz… entonces… ¿por qué estaba tan derrotada de dejar fuera de mi vida a Darío?En medio de todo el frío que sentía mi corazón vi a Santiago. Con tan sólo una mirada supo que las cosas no iban bien. Pero lejos de reclamarme y pedirme explicaciones sobre lo que había pasado tan sólo levantó los brazos con una sonrisa calmada. Me tiré a sus brazos sin tan siquiera pensarlo y le abracé con fuerza mientras mi llanto salía al exterior y él presionaba mi cabeza contra sí, susurrando unas pocas palabras en mi oído.–Ya pasó – besó mi cabeza y trató