Narrado por María.
No quería pensar en lo absoluto en lo que había sucedido entre Santiago y yo, porque cada maldito paso que daba hacia él me alejaba a pasos agigantados de Darío, y eso no era algo que iba a permitir.
Estaba echa un lío y ni siquiera sabía cómo iba a escapar de todo aquello.
Mamá no preguntó nada cuando aparecí en casa con la maleta a cuestas empapada a causa de la lluvia que estaba cayendo fuera. Me abrazó tan fuerte como necesitaba y me deshice en trozos con un llanto que hacía ya tiempo necesitaba.
Fue paciente y no preguntó nada, tan sólo me bañó como si aún fuese una niña pequeña, puso un plato de comida sobre la mesa y me arropó en su cama, recostándose a mi lado, mientras lágrimas silenciosas seguían saliendo.
No podía de
Narrado por María.Fueron unos días de lo más alentadores. Ayudar a mamá con las clases, tomarme el atrevimiento de aprender la técnica de la pintura con acrílico y atreverme a dibujar después de mucho tiempo sin hacerlo … me hizo sentir bien.Me reuní con las chicas en la cafetería de siempre y las puse al día sobre mis proyectos en Mónaco. Estaba entusiasmada con todo y muy feliz. Eso las sorprendió, pues cuando me marché estuve rota durante mucho tiempo.Fue agradable volver a verlas. Paula vivía en aquel entonces con Miguel, eran polos opuestos así que discutían mucho. Pero ella era feliz, no había más que verla cuando hablaba de él. Camila seguía viviendo con su abuela aún, seguía insistiendo en ir despacio con Manuel, más después de que
Narrado por María.Abrí los ojos impactada por un ruido constante mientras mamá entraba en la habitación y se quejaba al respecto.- ¿Acaso no escuchas el teléfono? – se quejó – Contesta de una vez, me está volviendo loca. – Lo agarré de la mesita de noche, estaba más que preparada para volver a colgarle a Darío sin tan siquiera contestar cuando vi el nombre de otra persona. Lo descolgué con rapidez y una sonrisa tonta se dibujó en mi rostro, haciendo que mi madre se calmase en exceso.- Hola – contesté entusiasmada de volver a escuchar su voz.- ¿Te he despertado? – quiso saber. Lucía preocupado y tan ansioso como siempre.- Un poco – dije con sinceridad. Eso le hizo reír al otro lado - ¿qué tal has dormido? – mam&
Narrado por María.Él insistió en que no quería molestar, mamá alegó que si sólo era el fin de semana debía quedarse en casa, él volvió a declinar su oferta insistiendo en que estaría más cómodo en un hotel y que ya lo había reservado. Y allí estábamos en la recepción del hotel para hacer el checking, mientras mamá esperaba fuera.Pagó con tarjeta, aceptó el gesto de la recepcionista ante el mapa de la ciudad que le cedió con los lugares más emblemáticos a visitar de Barcelona y luego miró hacia mí.- No podría resistirme si estuviésemos en la misma casa – dijo al fin. Asentí, entendiendo la verdadera razón por la que él iba a quedarse en el hotel – subiré a dejar la maleta y dejaré
Darío.No quería pensar en la puta situación de mierda, ni en lo que sentía ante la mínima posibilidad de que ella tuviese algo serio con ese tipo, no cuando sus besos me devolvían la vida y me volvían tan loco que estaba dispuesto a hacer cualquier tontería si con eso podía retenerla a mi lado.La apreté contra la estantería del fondo, ansioso, metiendo las manos por debajo de su blusa, queriendo más de ella. No pareció disgustada en un primer momento, de echo jadeó en mi boca y se aferró con más intensidad a mi chaqueta para que no me alejase ni un palmo.Mi parte racional quería pedirle miles de explicaciones, exigirle compromiso por las promesas que nos hicimos en las islas, pero mi cuerpo la había añorado demasiado, por lo que terminé queriendo tanto, que pronto t
María.Mis lágrimas no podían dejar de salir y yo no entendía nada. Se suponía que había elegido a Santiago, que era él el tipo que me hacía feliz… entonces… ¿por qué estaba tan derrotada de dejar fuera de mi vida a Darío?En medio de todo el frío que sentía mi corazón vi a Santiago. Con tan sólo una mirada supo que las cosas no iban bien. Pero lejos de reclamarme y pedirme explicaciones sobre lo que había pasado tan sólo levantó los brazos con una sonrisa calmada. Me tiré a sus brazos sin tan siquiera pensarlo y le abracé con fuerza mientras mi llanto salía al exterior y él presionaba mi cabeza contra sí, susurrando unas pocas palabras en mi oído.–Ya pasó – besó mi cabeza y trató
María.Santiago era demasiado cabezota. Cuando se le metía algo entre ceja y ceja no había quién le hiciese cambiar de idea. Le acompañé al hotel a recoger la maleta, lució distante y parecía haber un gran abismo entre ambos. Evitaba el contacto físico y se mantuvo callado todo el trayecto hasta el aeropuerto.–Dime que volveremos a vernos – supliqué incapaz de soltar su brazo. No quería dejarle ir. Él agarró mi mano para que soltarme de él y evitó mi mirada – Santiago…–Cuando volvamos a vernos sólo podremos ser amigos – negué con la cabeza. Odiaba que él predijese las decisiones que yo iba a tomar incluso antes que las tomase – Estar contigo podría haber sido increíble, pero tú aún no estás preparada par
Darío.Aún no podía creerme que hubiese pasado la noche más mágica de mi vida con esa chica. No podía parar de mirarla y hacía ya largo tiempo que había amanecido. Debería estar pensando en prepararme para ir a trabajar, tenía obligaciones, pero no podía hacer más que verla a mi lado, sin querer estar en ningún otro lugar que no fuese ese.Tenía miedo, estaba aterrado de que despertase y reculase sobre sus pasos. Sabía que aún estaba confundida y que tenía sentimientos por otro tío. Eso sólo me molestaba demasiado, porque… ¿Cómo podía ella haberme olvidado tan rápido? Yo llevaba enamorado de ella toda la vida… Me dolía pensar en eso, en si sus sentimientos no serían tan grandes cómo lo eran los míos. Pero una cosa estaba clara, ella aún me amaba, y mi sola presencia había bastado para tambalear la relación que parecía estar empezando con ese tipo.Mi madre me preguntó una vez cómo podía tener esa fe ciega en lo que ella sentía por mí. En ese momento no tuve respuesta que darle, ni siq
María.¿Por qué seguía haciendo lo contrario a lo que debía cuando estaba con ese idiota? ¿Por qué perdía mi voluntad y me convertía en una dócil gatita cuando él estaba cerca?¡Era exasperante, os lo aseguro!–¿Cuándo vas a hablar con ese capullo? – preguntó mientras nos vestíamos por quinta vez consecutiva. Tan sólo esperaba que aquella vez fuese la definitiva – Estoy cansado por la forma en la que estás manejando la situación. Quiero que hables con él y le digas que lo que hay entre nosotros no ha terminado.–No es así como quiero manejarlo – le dije, mientras le abrochaba la camisa que él estaba abrochándose mal a propósito – Tienes que dejarme tiempo para que piense en todo esto, D