Ginebra.
Nos avisan que el rey nos espera en la sala principal, todavía me siento un poco aturdida ya que mientras estábamos de camino, me quedé dormida y por más que sacudo la cabeza, no puedo dejar de bostezar y mis ojos se cierran ¿Qué hora serán? Ya es muy tarde como para que siga despierta, espero que esto sea rápido y pueda volver a casa cuanto antes.
Todas nos encaminamos hacia la sala principal, pero yo he decido ir atrás, mirando con atención a las mujeres, muchas de ellas tienen una postura recta y emanan aires de nobleza pese a que son de clase baja, ellas definitivamente están destinadas a la grandeza, se muestran muy seguras de sí mismas, es probable que el rey escoja a una de ellas, además de que son muy hermosas, con esas mejillas rosadas y esos labios rojos que parecen cerezas, también tienen un hermoso cabello, se nota que lo cuidan mucho. Por estar distraída viendo a esas bellas damas, tropiezo con mi propio pie; debo parecer una idiota. Afortunadamente, alguien me toma del brazo enseguida y me ayuda a mantener el equilibrio, enseguida volteo a ver a mi rescatista y me topo con la mujer que estaba a mi lado en la carroza, la del olor extraño, ella me dedica una pequeña sonrisa y me ayuda a incorporarme.
—Muchas gracias, eres muy amable.
Ella niega suavemente con la cabeza y me dedica una pequeña sonrisa, ese gesto tan amable por parte de la desconocida, hace que me sonroje un poco; ahora que la miro mejor, ella también es muy hermosa y más cuando sonríe. Torpemente me acomodo el vestido, tratando de disimular la metida de pata que he tenido.
—No tienes de que preocuparte, todas estamos nerviosas e incluso asustadas.
—¿Te asusta ser la esposa del rey?
Asiente con la cabeza sin dejar de sonreír, tiene una expresión cálida y amable, pero en sus ojos se refleja cierta tristeza; muchos piensan que ser la elegida para ser la futura esposa de algún rey debe ser lo mejor que le puede pasar a una, pero lo cierto es que, muchas veces, esos matrimonios terminan porque la esposa pierde la cabeza, de forma literal.
—Seguramente tu no ¿Verdad? — Con un ligero movimiento de cabeza me indica que sigamos caminando. —Lo digo porque te quedaste profundamente dormida en la carroza, como si este asunto fuera trivial para ti.
—¡N-No! — Exclamo asustada. —Claro que no— Carraspeo la garganta y bajo el tono de mi voz al darme cuenta de que he alzado mucho la voz. —Estoy aterrada, tengo miedo que el rey me elija como esposa, en especial porque soy algo torpe y distraída, además de que suelo hablar sin pensar muchas veces y tiendo a decir lo que pienso en cualquier situación... eso me ha traído muchos problemas.
Ella suelta una pequeña risita y me mira por el rabillo de su ojo, enseguida, bajo la mirada, apenada por lo que acabo de decir ya que no soy una jovencita ideal para alguien de un estatus muy importante y, que, muy probablemente, le traiga muchos problemas a su majestad.
—Me alegra ver que, al menos una de nosotras es sincera.
—No tendría por qué mentir.
Ella se nota complacida por mi respuesta y asiente levemente con la cabeza, su postura se ha relajado y se nota más tranquila que hace unos instantes, parece ser que era lo único que necesitaba, una conversación tranquila y honesta, para aliviar sus miedos.
—Muchas de nosotras mentiremos con respecto a nuestra forma de ser, sólo para quedar bien, en especial si el rey nos pregunta, aunque claro, también inventaremos uno o dos defectos, pero nada importante o relevante.
—¿Tu lo harías?
—Contigo no, pero si con el rey, ya que... muchos de los padres quieren que su hija sea elegida como la esposa del rey, como es en mi caso, mis padres estaban ansiosos de que su majestad nos haya llamado a su presencia.
—Mi madre estaba muerta de angustia cuando vio al guardia en la puerta de nuestra casa.
Hace un poco para atrás su cuerpo, sorprendida por mis palabras; mi madre me dijo, que ella prefería que estuviera con alguien a quien yo quisiera para compartir el resto de mi vida y espero que así sea. Parpadeo un par de veces y me doy cuenta de que estaba mirando al suelo, enseguida levanto la mirada, al saber esto, miro de otra forma a las mujeres que tengo enfrente.
Nuestra conversación se ve interrumpida por un rechinido algo escalofriante, las enormes puertas de madera que llevan al salón principal se abren de par en par, revelando una hermosa habitación, decorada de forma elegante, una enorme lámpara cuelga sobre nuestras cabezas, al fondo una chimenea encendida, libreros empotrados a la pared, una gigantesca pintura del rey descansa encima de la chimenea, la expresión de su rostro es seria y estoica, parece que nada lo perturba, al menos esa sensación da al ver su retrato.
—Su majestad las atenderá en unos instantes.
El señor se pasa a retirar, cerrando las puertas detrás de él, la chica con la que estaba hablando sigue a mi lado, ambas caminamos hacia los estantes y revisamos los libros, es una pena que no sepa leer, pero es entendible, ya que somos una familia de escasos recursos, apenas tenemos para alimentarnos y alimentar a las vacas.
Mis ojos no paran de contemplar con atención los lomos de los libros, las letras doradas que descansan en ellas me llenan de curiosidad, tengo ganas de tomar y tratar de leerlo, pero teniendo en cuenta que son libros del rey, muy probablemente sean lecturas muy refinadas y con letras difíciles de entender. Me muerdo el labio inferior, tratando de contener mi impulso de tomar uno de esos libros.
—¡Comportate Ginebra! No estás en tu casa y no debes dejar mal a tus padres, somos pobres, pero no mal educados.
—¿Sabes leer?
La voz de la chica me saca de mi trance y volteo a verla, confundida por su pregunta, ladeo un poco la cabeza, esperando a que me repita la pregunta, ella suelta una pequeña risita ligeramente coqueta.
—Que si sabes leer— Repite entre risas disimuladas.
—No, claro que no— Regreso la vista al frente. —Pero como me encantaría leer y escribir, ese ha sido uno de mis grandes sueños, pero obviamente no podemos costearnos esas cosas.
—Ahh— Responde de forma decepcionante. —Creí que si, como estas mirando los libros, muy interesada en saber su contenido, pensé que sabias leer.
Una vez más, nuestra conversación se ve interrumpida, las dos miramos en dirección a la puerta, que se ha vuelto a abrir, revelando al hombre que nos ha traído aquí, avisándonos que nos formemos en una fila, que el rey nos va a atender. Enseguida, todas volvemos al centro de la sala y nos acomodamos en nuestros lugares, menos mal que me he puesto otra vez a lado de esa chica tan agradable.
—Por cierto, me llamo Rosalía ¿Y tú?—Ginebra.—Un gusto Ginebra.—Lo mismo digo Rosalía, espero que después de esto podamos seguir hablando.—Me encantaría.Dejamos de conversar cuando escuchamos unos pasos muy firmes, curiosa, miro hacia la puerta y veo al rey entrar en la habitación, enseguida, su mirada se posa en las jóvenes que están al inicio de la fila y camina hacia ellas. Me asomo un poco y luego regreso a mi lugar, creí que toda esta presión me quitaría el sueño, incluso pensé que ya se me había pasado cuando me quedé hablando con Rosalía, pero estando parada y quieta, el cansancio me vuelve a invadir.Un bostezo, luego otro y otro, se me escapan y por más que trato de controlarme me es imposible hacerlo, vuelvo a asomarme para ver hasta dónde está el rey y me doy cuenta de que no ha llegado ni a la mitad, un resoplo se me escapa y me vuelvo a acomodar en mi lugar.Para tratar de distraerme, juego con mis manos, la falda de mi vestido, incluso con mi cabello, pero nada pare
Levanto un poco la mirada, confundida por lo que acabo de escuchar y no me refiero a su pregunta, sino al tono de su voz, la verdad es que creí que me iba a gritar o que me regañaría por la sarta de babosadas que dije sin pensar.—Sí creo que sea grande, demasiado diría yo— Abro los ojos de par en par y me doy un golpe en la frente, como bien lo dije... hablo sin pensar y cuando me doy cuenta de la tontería que hice, ya es tarde. —¡Digo, es usted alto! Sí, eso... alto.Me dedica una sonrisa galante y niega suavemente con la cabeza, parece ser que mis desvaríos y torpeza le divierten, pero, ¿Por cuánto tiempo? espero que el suficiente para que me deje volver a mi casa con mis padres en una sola pieza. Da un paso hacia mí, manteniendo esa postura firme e imponente.—No me refería a mi estatura, me refería a mi edad ¿De verdad crees que soy viejo?Ladeo un poco la cabeza, pongo mi espalda recta y miro con atención al rey, no veo ni una sola cana sobre su cabellera negra y abundante, tamp
—Claro que si, además... es su cuarto.—Mi cuarto está a lado— Ríe entre dientes.—Majestad, todos los cuartos de este palacio son suyos— Le dedico una pequeña risita. —Además, no me sentiría tranquila durmiendo sola en este cuarto.Se quita el saco y lo deja sobre el pie de cama, luego empieza a desabotonar sus mangas y las arremanga hasta los codos, para luego acostarse sobre su lado de la cama, me siento tan feliz de que haya aceptado mi invitación, que yo también me acuesto y me acerco un poco a él, levanto la mirada y ambos nos miramos directo a los ojos.—Gracias por acceder a mi petición, majestad.—Descuida, después del susto de muerte que te he dado, es lo mínimo que puedo hacer.Pone una de sus manos sobre mi brazo derecho y tira de mi con suavidad hacia él, colocándome sobre su pecho, me he quedado aturdida por su repentina acción, que no estoy segura como actuar, nerviosa, pongo mi mano sobre su pecho y al escuchar sus latidos, cierro los ojos suavemente.—¿Estas cómoda?—
Un suspiro de alivio se me escapa cuando la sirvienta me dice que ya estamos cerca del comedor, todavía sigo aferrada a su brazo por miedo a caerme. Estando frente a la puerta, un guardia nos saluda de forma cordial para después abrir la puerta de par en par. Como todo en este lugar, es hermoso y lujoso, en medio de la habitación hay una gigantesca mesa alargada con varias sillas, todas bien acomodadas, en la cabecera, como era de esperar, está el rey sentado, perdido en sus pensamientos, pero cuando escucha nuestros pasos, enseguida voltea a vernos, dedicándonos una enorme sonrisa, acto seguido, se levanta de su asiento y camina unos pasos en mi dirección para después detenerse.Antes de poderme acercar más, la sirvienta detiene su paso y me dice que no puede seguir avanzando sin el permiso del rey, dicho esto, me suelta del brazo y yo le miro de forma suplicante, esperando a que se apiade de mí y me ayude a caminar hacia él, pero ella niega suavemente con la cabeza, antes de alejars
Con el desayuno terminado, nos levantamos de nuestros asientos y empezamos a caminar hacia la salida, la verdad es que me deja mal tener que dejar todos esos trastes sucios sobre la mesa, estoy demasiado acostumbrada a lavarlos y a limpiar el lugar donde comimos, pero el Alfa me ha dicho que no me preocupe. Como todo un caballero, me ha ofrecido su brazo para luego empezar a andar. En poco tiempo llegamos a la entrada del palacio.Miro al cielo y está completamente despejado, la brisa que acaricia mi rostro es refrescante, muy diferente al aire que sopla dentro del palacio, esa es fría y hasta da repelús. Cuando salimos de la sombra del techo que está en la entrada, un pequeño gemido de placer se me escapa al sentir los rayos del sol calentando mi piel, ahí adentro parece que vive una criatura de las tinieblas, que además de que el aire parece viciado, la luz del sol no entra mucho y los pocos rayos que logran colarse, se sienten fríos.Salgo de mi trance cuando escucho la voz del rey
Observo con atención mi alrededor y veo a mi madre levantando las cosas que se le han caído del susto, enseguida corro hacia ella, gritando felizmente. Como era de esperar, me toma entre sus brazos y unos pequeños sollozos se le escapan, pero tiene una enorme sonrisa dibujada en sus labios.Igual que mi madre, me pongo a llorar llena de alegría y felicidad, ya que... por alguna extraña razón, tenía miedo de no volverlos a ver nunca más, ni a estar en mi casa a su lado, creí que... me la pasaría el resto de mi vida lejos de las personas que amo y quiero, que locura, el rey no haría tal cosa, me ha demostrado que puede ser un hombre muy amable y gentil, es una pena que haya estado solo durante tantos siglos.Nos tranquilizamos un poco y luego me toma de los hombros alejándome un poco de ella, toma con suavidad mi rostro con sus manos y la acuna, me siento feliz de tener cerca a mi mamá; ella al igual que mi papá, son en las personas que más confío en el mundo y siempre que estoy a su la
Sin poderlo resistir, le doy un fuerte abrazo y él también me regresa el gesto, ambos estamos muy felices de volvernos a ver, pero como dije antes, solo me fui una noche y eso es bueno, solo fueron unos momentos de susto.Después de darnos un largo y reconfortante abrazo, nos separamos, luego nos dedicamos esa sonrisa traviesa y nos terminamos tumbando en el césped, mirando el cielo, como siempre lo hemos hecho. Estos momentos de paz y despreocupación son muy relajantes, porque cuando estoy ocupada ayudando a mis padres, apenas tengo un momento de respiro.—El festival se acerca, estoy muy emocionado ¿Qué crees que haya de nuevo este año?—No sé, pero quiero ir a probar toda la comida posible, siempre encontramos cosas deliciosas ¿Verdad?En lo que platicamos, observamos las nubes y empezamos a imaginarlos con diferentes formas y a inventar historias fantásticas, como, por ejemplo, vimos una nube en forma de dragón, que ataca a un caballero que protege a su doncella, luego vimos otro
Alessio.Llega el padre de mi hermosa Ginebra y me dedica una reverencia algo torpe, yo le regreso el gesto haciendo un ligero movimiento de cabeza. El hombre toma asiento y me mira con nerviosismo al igual que a su esposa, mientras yo, estoy de lo más tranquilo y aliviado.—Majestad ¿A-A qué se debe s-su visita? — De momentos tartamudea y le cuesta hablar.—Creo que ya sabes a que he venido— Me acomodo en mi asiento. —Ginebra va a ser mi esposa y he venido hoy aquí a hablar sobre el dote que voy a darles por ella.—Majestad— Se levanta la mujer muy rápido de su asiento. —Ginny es una jovencita muy torpe y no creo que se adapte a su estilo de vida, es una chiquilla llena de energía y.… sin ofender, pero ella está tan llena de vida y alegría, que no creo que ustedes dos congenien bien.No puedo evitar reírme un poco por su comentario, ella tiene razón, mi hermosa Ginebra es una dama que reboza energía y vida, justo lo que necesito en mi palacio. Por unos instantes recuerdo lo de anoche