—Claro que si, además... es su cuarto.
—Mi cuarto está a lado— Ríe entre dientes.
—Majestad, todos los cuartos de este palacio son suyos— Le dedico una pequeña risita. —Además, no me sentiría tranquila durmiendo sola en este cuarto.
Se quita el saco y lo deja sobre el pie de cama, luego empieza a desabotonar sus mangas y las arremanga hasta los codos, para luego acostarse sobre su lado de la cama, me siento tan feliz de que haya aceptado mi invitación, que yo también me acuesto y me acerco un poco a él, levanto la mirada y ambos nos miramos directo a los ojos.
—Gracias por acceder a mi petición, majestad.
—Descuida, después del susto de muerte que te he dado, es lo mínimo que puedo hacer.
Pone una de sus manos sobre mi brazo derecho y tira de mi con suavidad hacia él, colocándome sobre su pecho, me he quedado aturdida por su repentina acción, que no estoy segura como actuar, nerviosa, pongo mi mano sobre su pecho y al escuchar sus latidos, cierro los ojos suavemente.
—¿Estas cómoda?
—Sí, usted es muy cómodo.
Todavía con los ojos cerrados, restriego un poco mi mejilla contra él, como si fuera algo común entre nosotros dos, es extraño. Al escuchar mejor sus latidos, me doy cuenta de que su corazón está latiendo bastante rápido ¿Acaso tendrá algún problema en el corazón? No tengo idea, pero de lo que si estoy segura es que, su cercanía me ha provocado una extraña sensación de seguridad y protección, como si fuera alguien importante en mi vida, es, cuanto menos, curioso que él provoque ese sentimiento en mí, de lo tranquila que me siento, he relajado mi postura, dejándome llevar por esta sensación tan reconfortante que me rodea.
Como todas mis mañanas, apenas siento los rayos del sol refunfuño un poco enojada y me niego a abrir los ojos, así que me acomodo, mi mano se topa con algo duro y firme, esto hace que se dibuje una pequeña sonrisa en mis labios, ya que también se siente suave.
—Buenos días.
Una voz masculina llega a mis oídos, esto hace levante enseguida la mirada y me topo con los ojos del rey, enseguida me siento en mi lugar y me disculpo con él por haber hecho eso de forma tan confianzuda, creo que debo tener el rostro completamente rojo como un tomate.
—Descuida, no tienes por qué ponerte así.
—Claro que sí, le he acariciado el pecho sin permiso... no soy digna de tocarlo.
—Tocaste mi camisa, es bastante suave y debo admitir que dan ganas de pasar la mano por ella.
—Aun así... no está bien, además de que me he dormido sobre usted... eso es aún peor.
—Yo te acosté sobre mí, así que no tienes por qué ponerte tan nerviosa ni sentirte avergonzada, tranquila.
Me dedica una pequeña sonrisa para después sentarse en la cama y estirar los brazos, puedo escuchar cómo le truenan algunos huesos, él suelta un ligero gemido de placer y luego se levanta de la cama, camina hacia el pie de cama y toma su saco negro, se lo pone y se dirige a la puerta de la habitación; incluso recién despertado, se ve muy apuesto.
—Arreglate, que vamos a desayunar.
Miro hacia la ventana y veo que ya hay rayos de sol en el cielo, sin darle credibilidad a lo que estoy viendo, me levanto de un salto de la cama y corro hacia la ventana, abro los ojos de par en par y me doy cuenta de que ya es demasiado tarde. Me giro sobre mis talones y corro hacia la puerta, levantando un poco la falda de mi vestido, seguramente mi madre me va a regañar.
Mientras corro, miro de reojo a Su majestad, nuestros ojos se encuentran por unos instantes y no puedo evitar mirarlo mientras sigo avanzando, paso a lado del rey y él me toma del brazo, haciendo que me pare en seco, sigo sin quitarle la vista de encima, pero siento como me aprieta un poco y bajo la mirada, luego pongo mi mano sobre la suya y trato de apartarlo con suavidad, pero él no cede ni un poco.
—Majestad, tengo que irme, se me ha hecho tarde para iniciar con mis labores.
—Te he dicho que te arregles, porque vamos a desayunar.
Su mirada se ha vuelto seria y su voz es firme y ligeramente fría, además de ser imponente. Hace que me gire sobre mis talones y me regresa al interior de la habitación.
—Una sirvienta vendrá a ayudarte a arreglarte, así que no te preocupes.
Me quedo pensativa por unos instantes y antes de que cierre la puerta, volteo a verlo, ahora su expresión es la de hace unos instantes, cálida y suave. Cierra la puerta y suelto un ligero suspiro, siento que me he metido en un gran problema y no sé por qué.
Me quito mi ropa cuando estoy dentro del baño y me doy una ducha, el agua caliente es fantástica, quiero quedarme aquí por horas, pero tengo muchas cosas que hacer, así que me termino de bañar y salgo de la ducha, mientras me seco el pelo, escucho la voz de una mujer al otro lado de la puerta, que me dice que está ahí para ayudarme con mi vestimenta.
Apenada y con los colores sobre mi rostro, salgo del baño dando pequeños pasitos. La mujer, al verme, se acerca a mí y me pide que me quite la toalla para poder arreglarme, cierro los ojos y trago saliva con dificultad, nerviosa, dejo caer la toalla al suelo.
—Tranquila señorita, no tiene por qué ponerse tan nerviosa.
—Perdón, es que, estoy acostumbrada a vestirme sola.
—Entiendo, pero usted no podría ponerse este vestido sola.
Asustada por sus palabras, abro los ojos enseguida y veo que el vestido que ha traído es enorme, la falda es muy ancha y muy pomposa, al menos para mí, ya que las faldas de mis vestidos no son tan grandes ni anchas, aunque claro... nosotros no podemos permitirnos comprar vestimentas tan costosas y lujosas.
Sin mediar más palabras, la criada me ayuda a ponerme la ropa interior y luego el corset, apretándolo bastante, algunos jadeos se me escapan y respirar se me dificultad un poco, luego empieza a ponerme el vestido, ajustándolo a mi cuerpo, después me pide que tome asiento en una banca y me pone los zapatos.
Una vez que ha terminado de ayudarme o, mejor dicho, que me ha vestido, me pide que me siente en un banquito que está frente a un tocador. Apenas tomo asiento, toma el cepillo que estaba ahí encima y empieza a desenredarme el cabello de forma amable; me siento como si fuera una niña pequeña, sé que es su trabajo, pero puedo arreglarme sola el cabello, es bastante vergonzoso, menos mal que nadie me está viendo. Ella empieza a hacerme un hermoso peinado y cuando termina, coloca una peineta sobre mi cabeza, dándole un toque más elegante al peinado. Luego me ayuda a levantarme del lugar, me cuesta mucho trabajo caminar ya que no estoy acostumbrada a caminar con zapatos de tacón.
—Tranquila señorita, yo la ayudo.
El camino hacia el comedor ha sido todo un martirio para mí y mis pobres pies, ya que los zapatos me aprietan de los dedos y cuando camino, siento que mi pie se va hacia adelante, es muy incómodo esto, pero debo respetar las reglas del palacio y si el rey dice que debo arreglarme para desayunar con él, entonces eso será, menos mal que será solo por esta ocasión. Soñar con volverme a poner mi ropa cómoda y zapatos me llena de cierta ilusión, lo que no extraño en lo absoluto es tener que levantarme temprano para ayudar en la granja, eso es horrible, de eso no hay duda, en especial porque el sol no ha salido cuando me toca levantarme de la cama.
Un suspiro de alivio se me escapa cuando la sirvienta me dice que ya estamos cerca del comedor, todavía sigo aferrada a su brazo por miedo a caerme. Estando frente a la puerta, un guardia nos saluda de forma cordial para después abrir la puerta de par en par. Como todo en este lugar, es hermoso y lujoso, en medio de la habitación hay una gigantesca mesa alargada con varias sillas, todas bien acomodadas, en la cabecera, como era de esperar, está el rey sentado, perdido en sus pensamientos, pero cuando escucha nuestros pasos, enseguida voltea a vernos, dedicándonos una enorme sonrisa, acto seguido, se levanta de su asiento y camina unos pasos en mi dirección para después detenerse.Antes de poderme acercar más, la sirvienta detiene su paso y me dice que no puede seguir avanzando sin el permiso del rey, dicho esto, me suelta del brazo y yo le miro de forma suplicante, esperando a que se apiade de mí y me ayude a caminar hacia él, pero ella niega suavemente con la cabeza, antes de alejars
Con el desayuno terminado, nos levantamos de nuestros asientos y empezamos a caminar hacia la salida, la verdad es que me deja mal tener que dejar todos esos trastes sucios sobre la mesa, estoy demasiado acostumbrada a lavarlos y a limpiar el lugar donde comimos, pero el Alfa me ha dicho que no me preocupe. Como todo un caballero, me ha ofrecido su brazo para luego empezar a andar. En poco tiempo llegamos a la entrada del palacio.Miro al cielo y está completamente despejado, la brisa que acaricia mi rostro es refrescante, muy diferente al aire que sopla dentro del palacio, esa es fría y hasta da repelús. Cuando salimos de la sombra del techo que está en la entrada, un pequeño gemido de placer se me escapa al sentir los rayos del sol calentando mi piel, ahí adentro parece que vive una criatura de las tinieblas, que además de que el aire parece viciado, la luz del sol no entra mucho y los pocos rayos que logran colarse, se sienten fríos.Salgo de mi trance cuando escucho la voz del rey
Observo con atención mi alrededor y veo a mi madre levantando las cosas que se le han caído del susto, enseguida corro hacia ella, gritando felizmente. Como era de esperar, me toma entre sus brazos y unos pequeños sollozos se le escapan, pero tiene una enorme sonrisa dibujada en sus labios.Igual que mi madre, me pongo a llorar llena de alegría y felicidad, ya que... por alguna extraña razón, tenía miedo de no volverlos a ver nunca más, ni a estar en mi casa a su lado, creí que... me la pasaría el resto de mi vida lejos de las personas que amo y quiero, que locura, el rey no haría tal cosa, me ha demostrado que puede ser un hombre muy amable y gentil, es una pena que haya estado solo durante tantos siglos.Nos tranquilizamos un poco y luego me toma de los hombros alejándome un poco de ella, toma con suavidad mi rostro con sus manos y la acuna, me siento feliz de tener cerca a mi mamá; ella al igual que mi papá, son en las personas que más confío en el mundo y siempre que estoy a su la
Sin poderlo resistir, le doy un fuerte abrazo y él también me regresa el gesto, ambos estamos muy felices de volvernos a ver, pero como dije antes, solo me fui una noche y eso es bueno, solo fueron unos momentos de susto.Después de darnos un largo y reconfortante abrazo, nos separamos, luego nos dedicamos esa sonrisa traviesa y nos terminamos tumbando en el césped, mirando el cielo, como siempre lo hemos hecho. Estos momentos de paz y despreocupación son muy relajantes, porque cuando estoy ocupada ayudando a mis padres, apenas tengo un momento de respiro.—El festival se acerca, estoy muy emocionado ¿Qué crees que haya de nuevo este año?—No sé, pero quiero ir a probar toda la comida posible, siempre encontramos cosas deliciosas ¿Verdad?En lo que platicamos, observamos las nubes y empezamos a imaginarlos con diferentes formas y a inventar historias fantásticas, como, por ejemplo, vimos una nube en forma de dragón, que ataca a un caballero que protege a su doncella, luego vimos otro
Alessio.Llega el padre de mi hermosa Ginebra y me dedica una reverencia algo torpe, yo le regreso el gesto haciendo un ligero movimiento de cabeza. El hombre toma asiento y me mira con nerviosismo al igual que a su esposa, mientras yo, estoy de lo más tranquilo y aliviado.—Majestad ¿A-A qué se debe s-su visita? — De momentos tartamudea y le cuesta hablar.—Creo que ya sabes a que he venido— Me acomodo en mi asiento. —Ginebra va a ser mi esposa y he venido hoy aquí a hablar sobre el dote que voy a darles por ella.—Majestad— Se levanta la mujer muy rápido de su asiento. —Ginny es una jovencita muy torpe y no creo que se adapte a su estilo de vida, es una chiquilla llena de energía y.… sin ofender, pero ella está tan llena de vida y alegría, que no creo que ustedes dos congenien bien.No puedo evitar reírme un poco por su comentario, ella tiene razón, mi hermosa Ginebra es una dama que reboza energía y vida, justo lo que necesito en mi palacio. Por unos instantes recuerdo lo de anoche
Niego suavemente con la cabeza y regreso la vista a la ventana, resoplando con fuerza, tengo que pedirle un consejo a mi Beta con respecto a esto, no quiero apartar de forma permanente a ese hombre de la vida de mi Ginebra, porque seguramente ocasionaré una mala reacción por parte de ella, pero no voy a permitir que pase los limites, todos estos asuntos me agobian demasiado.Para mi gran alivio, llegamos rápido a mi palacio o al menos eso me ha parecido, juro por todos los cielos que, si ella seguía hablando de ese tipo, la hubiera tomado aquí mismo, importándome muy poco lo que la gente del exterior escuche. No me gusta sentirme de esta forma, pero no puedo evitarlo... de tan solo pensar que alguien quiera alejar a Ginebra de mí, saca lo peor de mí.Abren la puerta y enseguida bajo para después ayudar a Ginebra, luego la jalo hacia el interior del palacio, la miro por encima de mi hombro y noto que algunas pequeñas lagrimas se empiezan a formar en sus ojos, esto hace que mi corazón s
Tocan a la puerta, haciendo que mi frustración se aleje un poco, miro por encima de mi hombro y me giro sobre mis talones, tratando de ignorar el desastre que he hecho. Carraspeo la garganta con algo de fuerza y luego digo "Pase" a la persona del otro lado. Lentamente se abre la puerta y aparece mi amo de llaves, que, al ver mi escritorio, arquea una ceja, pero no dice nada, simplemente se acomoda el traje.—Majestad, la señorita Ginebra ha salido del palacio."La señorita Ginebra ha salido del palacio" esas palabras resuenan por mi cabeza y enseguida suelto un fuerte gruñido, molesto porque mi amo de llaves ha dejado ir a mi Ginebra, aprieto los puños con fuerza al igual que mi mandíbula, estoy por reprocharle, pero Rafael me pide que me tranquilice y que debo escuchar hasta el final. Este es un paso para mi acercamiento con ella, así que tomo una gran bocana de aire y me relajo, le hago un ademán con la mano al hombre y él sigue hablando.—Como decía, la señorita Ginebra ha salido d
Suspiro de alivio al ver que el pobre chofer sigue ahí, al escucharme, se gira en mi dirección y me dice que suba rápido, que seguramente el rey debe de estar furioso por mi tardanza. Sin perder tiempo, me subo a la carrosa y él se pone en marcha enseguida, afortunadamente las calles están completamente despejadas y el regreso al palacio es rápido.Ver el palacio desde afuera de noche da bastante miedo, trago saliva con dificultad y aprieto contra mi pecho la caja, asustada por lo que me pueda encontrar en el interior, que seguramente será un rey furioso y ardiendo en cólera. Me siento mal por haberle fallado al amo de llaves, si me encuentro con el rey, le diré lo que me ocurrió.La carroza se detiene y el señor me ayuda a bajar, apenas todo el suelo, corro de regreso a la entrada principal del palacio, pero esta está cerrada haciendo que mi angustia crezca aún más, las palmas de mis manos sudan y me las limpio en la falda de mi vestido. Tomo aire y miro al cielo, tratando de pensar