Alessio.Llega el padre de mi hermosa Ginebra y me dedica una reverencia algo torpe, yo le regreso el gesto haciendo un ligero movimiento de cabeza. El hombre toma asiento y me mira con nerviosismo al igual que a su esposa, mientras yo, estoy de lo más tranquilo y aliviado.—Majestad ¿A-A qué se debe s-su visita? — De momentos tartamudea y le cuesta hablar.—Creo que ya sabes a que he venido— Me acomodo en mi asiento. —Ginebra va a ser mi esposa y he venido hoy aquí a hablar sobre el dote que voy a darles por ella.—Majestad— Se levanta la mujer muy rápido de su asiento. —Ginny es una jovencita muy torpe y no creo que se adapte a su estilo de vida, es una chiquilla llena de energía y.… sin ofender, pero ella está tan llena de vida y alegría, que no creo que ustedes dos congenien bien.No puedo evitar reírme un poco por su comentario, ella tiene razón, mi hermosa Ginebra es una dama que reboza energía y vida, justo lo que necesito en mi palacio. Por unos instantes recuerdo lo de anoche
Niego suavemente con la cabeza y regreso la vista a la ventana, resoplando con fuerza, tengo que pedirle un consejo a mi Beta con respecto a esto, no quiero apartar de forma permanente a ese hombre de la vida de mi Ginebra, porque seguramente ocasionaré una mala reacción por parte de ella, pero no voy a permitir que pase los limites, todos estos asuntos me agobian demasiado.Para mi gran alivio, llegamos rápido a mi palacio o al menos eso me ha parecido, juro por todos los cielos que, si ella seguía hablando de ese tipo, la hubiera tomado aquí mismo, importándome muy poco lo que la gente del exterior escuche. No me gusta sentirme de esta forma, pero no puedo evitarlo... de tan solo pensar que alguien quiera alejar a Ginebra de mí, saca lo peor de mí.Abren la puerta y enseguida bajo para después ayudar a Ginebra, luego la jalo hacia el interior del palacio, la miro por encima de mi hombro y noto que algunas pequeñas lagrimas se empiezan a formar en sus ojos, esto hace que mi corazón s
Tocan a la puerta, haciendo que mi frustración se aleje un poco, miro por encima de mi hombro y me giro sobre mis talones, tratando de ignorar el desastre que he hecho. Carraspeo la garganta con algo de fuerza y luego digo "Pase" a la persona del otro lado. Lentamente se abre la puerta y aparece mi amo de llaves, que, al ver mi escritorio, arquea una ceja, pero no dice nada, simplemente se acomoda el traje.—Majestad, la señorita Ginebra ha salido del palacio."La señorita Ginebra ha salido del palacio" esas palabras resuenan por mi cabeza y enseguida suelto un fuerte gruñido, molesto porque mi amo de llaves ha dejado ir a mi Ginebra, aprieto los puños con fuerza al igual que mi mandíbula, estoy por reprocharle, pero Rafael me pide que me tranquilice y que debo escuchar hasta el final. Este es un paso para mi acercamiento con ella, así que tomo una gran bocana de aire y me relajo, le hago un ademán con la mano al hombre y él sigue hablando.—Como decía, la señorita Ginebra ha salido d
Suspiro de alivio al ver que el pobre chofer sigue ahí, al escucharme, se gira en mi dirección y me dice que suba rápido, que seguramente el rey debe de estar furioso por mi tardanza. Sin perder tiempo, me subo a la carrosa y él se pone en marcha enseguida, afortunadamente las calles están completamente despejadas y el regreso al palacio es rápido.Ver el palacio desde afuera de noche da bastante miedo, trago saliva con dificultad y aprieto contra mi pecho la caja, asustada por lo que me pueda encontrar en el interior, que seguramente será un rey furioso y ardiendo en cólera. Me siento mal por haberle fallado al amo de llaves, si me encuentro con el rey, le diré lo que me ocurrió.La carroza se detiene y el señor me ayuda a bajar, apenas todo el suelo, corro de regreso a la entrada principal del palacio, pero esta está cerrada haciendo que mi angustia crezca aún más, las palmas de mis manos sudan y me las limpio en la falda de mi vestido. Tomo aire y miro al cielo, tratando de pensar
Mis ojos se abren de par en par al ver al rey ahí parado, sosteniendo con fuerza al lobo, sus chillidos me sacan de mi trance y enseguida le tomo del brazo, todavía sigo temblando del miedo, pero no puedo permitir que mate a ese animal que solo hacia su trabajo.—¡Majestad, suéltelo! — Exclamo aterrada.Mis manos son muy pequeñas en comparación con su brazo y no importa que tan fuerte tire de él, el Alfa no cede ni un poco. Sin saber que más hacer, me paro frente a él y pongo mis manos sobre su pecho, volviendo a tratar de empujarlo, del esfuerzo que hago, mis brazos tiemblan; ¡Este hombre es enorme y pesado! Incluso mis manos se ven chicas sobre su pecho... que miedo. Si antes lloraba por mi vida, ahora lloro por la vida del lobo.El rey me mira de reojo para después soltar al lobo, que cae al suelo como un saco de papas, chillando y gimoteando, enseguida me giro hacia él y coloco su cabeza sobre mi regazo, acariciándolo con delicadeza.—Lamento que hayas tenido que ser castigado por
—Ginebra... — Susurra mi nombre delicadamente.—Bueno, es hora de ir a dormir majestad, mañana tiene mucho que hacer y seguramente tiene una fiesta de compromiso que organizar— Me giro hacia él dedicándole una enorme sonrisa. —No sé cómo es con los hombres lobos, pero, para nosotras o al menos para mí, una fiesta de compromiso es algo soñado— Bajo la mirada, completamente ruborizada. —Sé que es algo que a usted no le importa, pero.... desde niña, siempre quise una fiesta de compromiso, pero lamentablemente no podemos costearla, hubiera sido hermoso— Suspiro, llena de ilusión, imaginando como hubiera sido mi fiesta, rodeada de las personas que amo y de mis amistades, las pocas que tengo. —En fin, soñar no me va a dar lo que quiero, debo poner los pies sobre la tierra y juntar el dinero.El rey no dice nada, simplemente me ofrece su brazo de forma caballerosa y me acompaña por los enormes y largos pasillos, sospecho que es su forma de decirme “No me interesa tu vida ni tus sueños”, pero
Caída la tarde, todavía sigo caminando para ir a mi casa, las calles todavía tienen algo de gente, he tenido que pararme a descansar en una banca cerda de un parque, me quito mis zapatos y veo mis pies rojos e hinchados, es lo malo de que el palacio del rey esté colina arriba. Dejo que el aire me refresque y sigo caminando, para cuando cae la noche, por fin he vuelto a casa, exhausta y derrotada... es bueno que jamás voy a volver a caminar esa distancia. Abro la puerta de mi casa y veo que todo está apagado, la chimenea todavía tiene ascuas en su interior.Arrastro los pies hasta mi cuarto, cierro la puerta con cuidado y luego me voy directo a mi cama, tirándome sobre ella, un gemido de dolor se me escapa, pero luego es reemplazado por uno de placer cuando se me caen los zapatos, me pongo bocarriba y miro el techo, espero que el rey no se enoje porque me he ido sin despedirme... creo que... podría escribirle una carta.—¡Si, eso haré mañana! — Me siento en mi cama, llena de energía...
Siento que algo se posa sobre mi pecho y bajo la mirada, los ojos llenos de angustia de mi mujer me regresan a la realidad, ella ha posado sus pequeñas manos sobre mí y trata de empujarme.Tomo un poco de aire y suelto al lobo, ella enseguida se acerca a él, acaricia con ternura su cabeza y se disculpa con él repetidas veces. Luego se levanta del suelo y se gira hacia mí, ella todavía está temblando.—Gracias por auxiliarme— Su voz es temblorosa y se nota que tiene ganas de llorar.—¿Estas bien?Me acerco a ella y pongo mis manos sobre sus hombros, no se atreve a mirarme, simplemente apoya su frente contra mi pecho, puedo escuchar su respiración agitada que poco a poco se va tranquilizando.—Sí, gracias por preocuparse por mí y le juro que no fue mi intención provocar todo este problema.Acaricio con delicadeza su cabello, tengo ganas de tomarla entre mis brazos y no soltarla nunca, decirle que a partir de ahora ella nunca más correrá peligro, ya que estaré ahí para protegerla y cuida