—Por cierto, me llamo Rosalía ¿Y tú?
—Ginebra.
—Un gusto Ginebra.
—Lo mismo digo Rosalía, espero que después de esto podamos seguir hablando.
—Me encantaría.
Dejamos de conversar cuando escuchamos unos pasos muy firmes, curiosa, miro hacia la puerta y veo al rey entrar en la habitación, enseguida, su mirada se posa en las jóvenes que están al inicio de la fila y camina hacia ellas. Me asomo un poco y luego regreso a mi lugar, creí que toda esta presión me quitaría el sueño, incluso pensé que ya se me había pasado cuando me quedé hablando con Rosalía, pero estando parada y quieta, el cansancio me vuelve a invadir.
Un bostezo, luego otro y otro, se me escapan y por más que trato de controlarme me es imposible hacerlo, vuelvo a asomarme para ver hasta dónde está el rey y me doy cuenta de que no ha llegado ni a la mitad, un resoplo se me escapa y me vuelvo a acomodar en mi lugar.
Para tratar de distraerme, juego con mis manos, la falda de mi vestido, incluso con mi cabello, pero nada parece funcionar y para empeorar las cosas, cada vez que parpadeo me cuesta más trabajo abrir los ojos.
El clic clac del reloj hace eco en mi cabeza, una y otra vez, el sonido es tan relajante, que hace que me dé más sueño, dejo caer los hombros y cierro los ojos, "Solo será un momento" me digo en mis adentros mientras me dejo llevar por ese sonido tan relajante.
De lo relajada que estoy, mi cuerpo se mese de adelante hacia atrás, como si tratara de seguir el ritmo de algo que solo está en mi cabeza, luego, puedo sentir como una sonrisa tonta se dibuja en mis labios al recordar cómo me sentía de relajada cuando la brisa del aire fresco de las mañanas acaricia mi rostro y revolvía mi cabello levemente, poco a poco, mi cuerpo se hace hacia la izquierda, encontrándome con un hombro suave y reconfortante. Esa persona se mueve un poco y al darme cuenta de que me he acomodado sobre alguien desconocido, me despierto rápido y me disculpo con Rosalía, que se ríe un poco por mi actuar, yo me siento muy avergonzada por lo ocurrido.
A lo lejos, vuelvo a escuchar los pasos del rey, todavía se escuchan demasiado lejos, así que decido dormitar un poco más... solo otro ratito. Sin darle muchas vueltas al asunto, cierro los ojos una vez más y dejo que sus pasos me duerman junto con el sonido del reloj. Lastimosamente, mi sueño se ve interrumpido por uno de mis bostezos, esto es una señal de que no estoy en mi casa y debo mantenerme despierta hasta que todo esto acabe.
Aburrida y fastidiada, me giro hacia mi compañera, todavía con los ojos cerrados, incluso abrirlos me da pereza. Le pregunto si cree que el rey va a tardar mucho, pero no recibo respuesta de su parte, así que decido abrir los ojos y noto que tiene la mirada puesta al frente, su postura me deja confundida y frunzo el ceño.
—Rosalía... ¿Crees que tarde mucho el rey? Es que... como te habrás dado cuenta, me estoy muriendo de sueño— Susurro delicadamente, esperando a que Su majestad no me escuche.
Ella sigue teniendo la misma postura, pero en esta ocasión, me ha mirado por el rabillo de su ojo y ha regresado la vista al frente muy rápido. Rosalía no me dice nada, creo que la he ofendido por mi actuar.
Apenada, bajo la mirada y busco en mi mente las palabras adecuadas para disculparme por lo ocurrido y que no era mi intención dormirme sobre su hombro. Una vez que tengo en mente lo que le diré, abro un poco la boca, tomando una ligera bocanada de aire.
—¿También tienes sueño? Es normal, ya es tarde y bueno, todas tenemos cosas que hacer mañana ¿no? yo, por ejemplo, tengo que ayudar a mis padres a cuidar de los animales de la granja y a preparar algunas cosas antes del festival— Me rasco un poco la nuca y me río entre dientes, esperando a que ella reaccione. —Ojalá esto termine pronto ¿No crees?
Escucho como alguien carraspea la garganta y enseguida miro al frente, topándome con unos enormes ojos morados, que me miran con suma atención, su mirada me ha dejado tan impactada como hipnotizada; debo admitir que, de cerca, el rey es un hombre realmente apuesto y de buen ver, me impresiona que no haya contraído matrimonio antes. Al darme cuenta de que lo he estado ignorando todo este tiempo, le dedico una sonrisa nerviosa y agacho la cabeza, esperando a que no se enoje por mi comportamiento inapropiado.
—Lo siento mucho... n-no me había percatado de su presencia.
—Me di cuenta— Responde en un tono suave y ligero.
Repentinamente, siento como un bostezo se acerca y trato de contenerlo con todas mis fuerzas, pero es en vano ya que se me termina escapando y eso no es lo peor, son de esos bostezos muy ruidosos, esto hace que me ponga mucho más roja por lo ocurrido. Seguramente he ofendido al Alfa por mi actuar, pero no lo hice apropósito, de verdad estoy que me muero de sueño.
—¡L-Lo lamento mucho, majestad! — Exclamo con fuerza, pero en realidad parece que estoy gritando como una loca. —Sé que a usted no le importa ni nada, pero...— Atisbo la mirada hacia él. —Es que, son mis horas de dormir y como me tengo que levantar muy temprano— Le miro con nerviosismo y apenada. —¡Pero no quiero decir que sus asuntos no sean importantes! Claro que lo son... yo solo digo que...— Me quedo callada al darme cuenta de que he vuelto a meter la pata. —Yo sé que usted tiene energía suficiente para seguir en pie tan tarde, aunque sea alguien grande... ¡Pero no estoy diciendo que usted sea un viejo, claro que no!
A lo lejos, escucho unas risitas, debo estar dando un espectáculo vergonzoso y no es para menos que se estén riendo de mí, como me hubiera gustado esconderme en el bosque, pero como bien dijo mi padre, los hombres lobos tienen un excelente olfato y solo hubiéramos creado problemas a lo gratis.
De lo avergonzada que estoy, pongo mis manos sobre mi rostro, deseando que la tierra me trague de una vez por todas y que no me deje salir nunca, lo he echado todo a perder y eso no es lo peor, lo peor es que, muy probablemente, he dejado en vergüenza a mis padres, dándole a entender al rey que ellos son unos padres muy pésimos para criar a una hija, aunque la realidad sea otra.
—¿Piensas que soy viejo? — Su voz es suave y delicada.
Levanto un poco la mirada, confundida por lo que acabo de escuchar y no me refiero a su pregunta, sino al tono de su voz, la verdad es que creí que me iba a gritar o que me regañaría por la sarta de babosadas que dije sin pensar.—Sí creo que sea grande, demasiado diría yo— Abro los ojos de par en par y me doy un golpe en la frente, como bien lo dije... hablo sin pensar y cuando me doy cuenta de la tontería que hice, ya es tarde. —¡Digo, es usted alto! Sí, eso... alto.Me dedica una sonrisa galante y niega suavemente con la cabeza, parece ser que mis desvaríos y torpeza le divierten, pero, ¿Por cuánto tiempo? espero que el suficiente para que me deje volver a mi casa con mis padres en una sola pieza. Da un paso hacia mí, manteniendo esa postura firme e imponente.—No me refería a mi estatura, me refería a mi edad ¿De verdad crees que soy viejo?Ladeo un poco la cabeza, pongo mi espalda recta y miro con atención al rey, no veo ni una sola cana sobre su cabellera negra y abundante, tamp
—Claro que si, además... es su cuarto.—Mi cuarto está a lado— Ríe entre dientes.—Majestad, todos los cuartos de este palacio son suyos— Le dedico una pequeña risita. —Además, no me sentiría tranquila durmiendo sola en este cuarto.Se quita el saco y lo deja sobre el pie de cama, luego empieza a desabotonar sus mangas y las arremanga hasta los codos, para luego acostarse sobre su lado de la cama, me siento tan feliz de que haya aceptado mi invitación, que yo también me acuesto y me acerco un poco a él, levanto la mirada y ambos nos miramos directo a los ojos.—Gracias por acceder a mi petición, majestad.—Descuida, después del susto de muerte que te he dado, es lo mínimo que puedo hacer.Pone una de sus manos sobre mi brazo derecho y tira de mi con suavidad hacia él, colocándome sobre su pecho, me he quedado aturdida por su repentina acción, que no estoy segura como actuar, nerviosa, pongo mi mano sobre su pecho y al escuchar sus latidos, cierro los ojos suavemente.—¿Estas cómoda?—
Un suspiro de alivio se me escapa cuando la sirvienta me dice que ya estamos cerca del comedor, todavía sigo aferrada a su brazo por miedo a caerme. Estando frente a la puerta, un guardia nos saluda de forma cordial para después abrir la puerta de par en par. Como todo en este lugar, es hermoso y lujoso, en medio de la habitación hay una gigantesca mesa alargada con varias sillas, todas bien acomodadas, en la cabecera, como era de esperar, está el rey sentado, perdido en sus pensamientos, pero cuando escucha nuestros pasos, enseguida voltea a vernos, dedicándonos una enorme sonrisa, acto seguido, se levanta de su asiento y camina unos pasos en mi dirección para después detenerse.Antes de poderme acercar más, la sirvienta detiene su paso y me dice que no puede seguir avanzando sin el permiso del rey, dicho esto, me suelta del brazo y yo le miro de forma suplicante, esperando a que se apiade de mí y me ayude a caminar hacia él, pero ella niega suavemente con la cabeza, antes de alejars
Con el desayuno terminado, nos levantamos de nuestros asientos y empezamos a caminar hacia la salida, la verdad es que me deja mal tener que dejar todos esos trastes sucios sobre la mesa, estoy demasiado acostumbrada a lavarlos y a limpiar el lugar donde comimos, pero el Alfa me ha dicho que no me preocupe. Como todo un caballero, me ha ofrecido su brazo para luego empezar a andar. En poco tiempo llegamos a la entrada del palacio.Miro al cielo y está completamente despejado, la brisa que acaricia mi rostro es refrescante, muy diferente al aire que sopla dentro del palacio, esa es fría y hasta da repelús. Cuando salimos de la sombra del techo que está en la entrada, un pequeño gemido de placer se me escapa al sentir los rayos del sol calentando mi piel, ahí adentro parece que vive una criatura de las tinieblas, que además de que el aire parece viciado, la luz del sol no entra mucho y los pocos rayos que logran colarse, se sienten fríos.Salgo de mi trance cuando escucho la voz del rey
Observo con atención mi alrededor y veo a mi madre levantando las cosas que se le han caído del susto, enseguida corro hacia ella, gritando felizmente. Como era de esperar, me toma entre sus brazos y unos pequeños sollozos se le escapan, pero tiene una enorme sonrisa dibujada en sus labios.Igual que mi madre, me pongo a llorar llena de alegría y felicidad, ya que... por alguna extraña razón, tenía miedo de no volverlos a ver nunca más, ni a estar en mi casa a su lado, creí que... me la pasaría el resto de mi vida lejos de las personas que amo y quiero, que locura, el rey no haría tal cosa, me ha demostrado que puede ser un hombre muy amable y gentil, es una pena que haya estado solo durante tantos siglos.Nos tranquilizamos un poco y luego me toma de los hombros alejándome un poco de ella, toma con suavidad mi rostro con sus manos y la acuna, me siento feliz de tener cerca a mi mamá; ella al igual que mi papá, son en las personas que más confío en el mundo y siempre que estoy a su la
Sin poderlo resistir, le doy un fuerte abrazo y él también me regresa el gesto, ambos estamos muy felices de volvernos a ver, pero como dije antes, solo me fui una noche y eso es bueno, solo fueron unos momentos de susto.Después de darnos un largo y reconfortante abrazo, nos separamos, luego nos dedicamos esa sonrisa traviesa y nos terminamos tumbando en el césped, mirando el cielo, como siempre lo hemos hecho. Estos momentos de paz y despreocupación son muy relajantes, porque cuando estoy ocupada ayudando a mis padres, apenas tengo un momento de respiro.—El festival se acerca, estoy muy emocionado ¿Qué crees que haya de nuevo este año?—No sé, pero quiero ir a probar toda la comida posible, siempre encontramos cosas deliciosas ¿Verdad?En lo que platicamos, observamos las nubes y empezamos a imaginarlos con diferentes formas y a inventar historias fantásticas, como, por ejemplo, vimos una nube en forma de dragón, que ataca a un caballero que protege a su doncella, luego vimos otro
Alessio.Llega el padre de mi hermosa Ginebra y me dedica una reverencia algo torpe, yo le regreso el gesto haciendo un ligero movimiento de cabeza. El hombre toma asiento y me mira con nerviosismo al igual que a su esposa, mientras yo, estoy de lo más tranquilo y aliviado.—Majestad ¿A-A qué se debe s-su visita? — De momentos tartamudea y le cuesta hablar.—Creo que ya sabes a que he venido— Me acomodo en mi asiento. —Ginebra va a ser mi esposa y he venido hoy aquí a hablar sobre el dote que voy a darles por ella.—Majestad— Se levanta la mujer muy rápido de su asiento. —Ginny es una jovencita muy torpe y no creo que se adapte a su estilo de vida, es una chiquilla llena de energía y.… sin ofender, pero ella está tan llena de vida y alegría, que no creo que ustedes dos congenien bien.No puedo evitar reírme un poco por su comentario, ella tiene razón, mi hermosa Ginebra es una dama que reboza energía y vida, justo lo que necesito en mi palacio. Por unos instantes recuerdo lo de anoche
Niego suavemente con la cabeza y regreso la vista a la ventana, resoplando con fuerza, tengo que pedirle un consejo a mi Beta con respecto a esto, no quiero apartar de forma permanente a ese hombre de la vida de mi Ginebra, porque seguramente ocasionaré una mala reacción por parte de ella, pero no voy a permitir que pase los limites, todos estos asuntos me agobian demasiado.Para mi gran alivio, llegamos rápido a mi palacio o al menos eso me ha parecido, juro por todos los cielos que, si ella seguía hablando de ese tipo, la hubiera tomado aquí mismo, importándome muy poco lo que la gente del exterior escuche. No me gusta sentirme de esta forma, pero no puedo evitarlo... de tan solo pensar que alguien quiera alejar a Ginebra de mí, saca lo peor de mí.Abren la puerta y enseguida bajo para después ayudar a Ginebra, luego la jalo hacia el interior del palacio, la miro por encima de mi hombro y noto que algunas pequeñas lagrimas se empiezan a formar en sus ojos, esto hace que mi corazón s