Capítulo 34.

Un par de segundos después, la rubia, el abogado y el padre de Juliana habían abandonado el departamento dejándome con grandes dudas y una frustración mezclada con impotencia por no haber obtenido información suficiente.

Me senté, soltando un gran suspiro de cansancio, y llevándome ambas manos a mi cabello.

Estaba tan cerca, tan cerca de tener algo, una pista, un indicio, lo sentía, algo me decía que iba por buen camino.

Le di un gran golpe a la mesa y me levanté furiosa caminando hasta donde estaban mis compañeros de trabajo.

—Dime que fuiste inteligente y le diste un hisopo limpio —le hablé a Griff interrumpiendo su conversación con Hicks.

—Así es —metió la mano dentro del bolsillo de su bata blanca y sacó un tubito de vidrio con un hisopo dentro—. Es probable que ya no nos dejen interrogarla así que necesitaremos esto.

—Es ella —susurré mirando al vacío, recordando sus respuestas una a una en mi mente—. No tengo las pruebas suficien

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