Capítulo 42.

Una corneta me sacó de mis pensamientos. Tomé mi cartera, mi teléfono, mis galletas dentro de un envase de plástico y salí de la casa. En la calle vi una Blazer dorada creo que del año 2000 —porque era similar a la de mi abuela— y caminé con una emoción bastante disimulada.

¿Era mi abuela?

Abrí la puerta del copiloto y solo vi a Murphy.

— ¡Buenos días, compañera! —saludó con euforia—. ¿Cómo amaneces?

Pensé que eras mi abuela.

—Bien porque mis crisis no me mataron anoche —dije con simpleza sentándome en el asiento del copiloto. Miré a Murph y noté un indicio de terror en sus ojos, no pude evitar soltar una risa corta—. Pensé tanto que me quedé sin neuronas.

Murph tenía unos veinticinco años, era mayor que yo por d

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