Pero yo no soy de dejar las cosas como están si había algo que no encajaba. Era una persona lo suficientemente perseverante —aunque mi mamá me decía necia y fastidiosa a veces— como para seguir la investigación hasta que diera con el asesino. Esto del caso iba más allá de mis propios intereses cuando la muerte de una chica inocente —Destine— se vio involucrada.
De hecho, con más razón debía continuar, aunque mi vida también dependiera de ello.
Finalizando mi discurso motivacional, revisé la hora en mi reloj de muñeca: diez y trece minutos de la noche. No había nadie en la oficina más que unos compañeros de toxicología. Me tocaba irme caminando pues Murph tuvo que irse hace varias horas a ver nacer a su sobrino —o sobrina, no lo sé, habló rápido— Terry y Hicks ofrecieron en llevarme, pero los rech
No podía liberarme. Pataleaba, movía mis brazos con brusquedad, gritaba, pero nada funcionaba. Pensé en las clases de defensa personal, en las técnicas que me habían enseñado y en tratar de aplicarlas, pero por mucho que mi cerebro enviaba las órdenes, mis brazos y mis piernas no lo captaban. Estaba congelada, petrificada, el miedo me había nublado toda capacidad de razonar, reaccionar y atacar.Así que, sin fuerzas, cansada y mentalmente agotada, dejé de forcejear.Si te rindes, pierdes.Lo sabía, tenía claro que si me rendía me harían las peores cosas que podía imaginar, pero no tenía escapatoria, no tenía salvación. Ambos eran más grandes que yo en todos los sentidos. Las personas que rondaban por allí no se iban a meter por nada del mundo, ellos sabían que retar a la muerte traía consecuencias.
—No muerdo —su voz llegó a mis oídos después de unos largos minutos en silencio.Después de entrar, me tomé un largo baño, lloré en la ducha como por diez minutos hasta que me calmé y decidí dejar de pensar en ello por muy difícil que fuera. Pensarlo mucho haría que el trastorno se activase por completo y era algo que quería evitar a toda costa.Mi psicólogo me dijo que, si lograba controlarlo, todo iría bien.Tomé mis pastillas por si acaso y, sin perder más tiempo, bajé a la cocina. Desde entonces habíamos estado en completo silencio mientras veía a Kade cocinar no sé qué. No quería hablar porque estaba ligeramente impactada y porque estaba molesta conmigo misma por seguir teniendo contacto con un ladrón.—Lo siento —susurré—. Es que aún no proceso tod
— ¿Por qué no estás comiendo? —inquirí, bastante curiosa.—Antes de ir a vigilarte, había cenado en casa de Owen —respondió con simpleza.—Eres un acosador, ¿lo sabías? —lo señalé con el tenedor lleno de los últimos macarrones en mi plato.—También un ladrón —continuó, encogiéndose de hombros—. Soy muchas cosas.— ¿Por qué lo haces? —pregunté como si ya no pudiese contenerlo.— ¿Hacer qué? —quiso saber.—Robarles a las personas, ¿por qué lo haces?Noté que suspiró con lentitud y, tras unos segundos, dejó de fregar para girarse por completo.— ¿Por dónde quieres que empiece? —se acercó, secándose las manos con un trapito de cocina.
— ¿Tu mamá logró salir de las drogas?Sonrió y bajó la cabeza para ver sus manos.No voy a mentir, era una sonrisa muy linda. Como una sonrisa Colgate.—La puse a elegir entre las drogas y yo —dijo sin levantar la cabeza, pero aún con la sonrisa.— ¿Y? —añadí, insistente.—Me eligió a mí.No sé por qué, pero tuve una chispa de emoción dentro de mí.—Después de eso, comencé a estudiar duro para ganarme una beca. La obtuve luego de presentar la prueba de admisión a la universidad y logré empezar lo que tanto ansiaban mis padres para mí —podía ver la tristeza y un ápice de emoción en sus ojos—. Pero al vivir con mi soledad, comencé a necesitar dinero ya que la universidad no me dejaba suficiente tiempo para buscar un tr
Escuchar a las aves cantar, mezclado con la poca luz que se colaba por la ventana, hubiesen sido una hermosa forma de despertar para empezar el día con alegría y entusiasmo.Pero mi caso no fue así.Me despertó una Clover enérgica —sí, otra vez—, dispuesta a sacarme sonrisas con un café negro cargado y unas donas con glaseado de chocolate.Lo agradecía, claro que sí, después de todo no me gustaba cocinar, pero la castaña entró a la habitación gritando unos «buenos días» que casi me hicieron clavar las uñas en el techo.La noche anterior, luego de tomar mis pastillas, solo recuerdo ver a Kade al pie de la escalera mientras yo subía a mi habitación a dormir. Supongo que después de eso, se fue a su casa a dormir igual. Lo más extraño era que me desperté con ese sentimiento de decepció
Por otro lado, mi interior estaba gritando por el pánico mientras que mi exterior solo fruncía el ceño haciéndose la desentendida.Hora de fingir demencia.— ¿De qué hablas?—Sé que estuviste con un chico hace dos noches —soltó con severidad.¿Qué?— ¿Qué? —pronuncié, atontada por la confusión.—La vecina me llamó y me dijo que un chico se fue de tu casa a las seis de la mañana —mencionó cruzándose de brazos.Solté una carcajada llena de los nervios que me generó el pánico.Esperen... ¿seis de la mañana? Kade no se había quedado, ¿o sí?—No veo la gracia —indicó esperando alguna respuesta.Como dije antes, Burns era un padre para mí y es por
La morena hizo silencio como si de la nada le hubiesen arrancado la lengua.— ¿Sigues ahí?—Sí, aquí estoy, pero... ¿Escuché bien? —su voz tenía una muy extraña mezcla entre confusión y un ápice de alegría.—Sí —llevé una mano a mi frente—. Clover esto no puede pasar, no puede gustarme.Un grito de emoción de parte de mi amiga hizo que alejara el teléfono de mi oído.— ¡Te gusta Kade! —gritó como si le acabaran de decir que volvió One Direction.—No me gusta —dije casi de inmediato, pero luego suspiré con frustración una vez más y miré el techo—. Bueno sí, pero solo un poquito.—Estoy feliz por ti —dejó saber—. Que te guste alguien no es malo.
Allí me encontraba frente a La Nonna para ver a Kade y escuchar lo que sea que iba a decirme.El lugar estaba poblado, pero tampoco lo suficiente como para lograr incomodar. Me encontraba literalmente parada frente a uno de los vidrios viendo el lugar desde afuera y analizando a las personas allí dentro. Todos se veían felices, reían, veían el juego de béisbol en la televisión o charlaban entre sí. Algunos eran grupos familiares, otros parecían ser compañeros de trabajo por la similitud de su ropa, y otros estaban en parejas o solos. De hecho, entre los solitarios pude ver a Kade con su mirada puesta en uno de los televisores.Llegó la hora.Sin perder más tiempo, entré a la pizzería en dirección a la mesa del chico. Una vez cerca, tomé asiento frente a él captando su atención por completo. Sus ojos lucían algo so