Un frío recorrió mi interior incitándome a gritar y saltar como si acabara de ganarme cincuenta millones de dólares.
La jueza sentenció la condena de Juliana y levantó la sesión. Dos oficiales tomaron a la asesina de los brazos, la esposaron y se la llevaron desapareciendo detrás de la gran puerta.
Yo, sin poder evitarlo más, abracé a Burns con todas mis fuerzas.
— ¡Lo hicimos! —celebré, aún abrazando al jefe—. ¡Burns, lo hicimos!
—No, señorita Sage —intervino el comisario detrás de mi supervisor—. Usted lo hizo.
Me separé del detective dejando la sonrisa en mi rostro.
—Bienvenida al Centro de Investigaciones, agente Hill —dijo el comisario sacando una placa del bolsillo de su saco.
Atónita por las palabras de aquel moreno, intercambié varias veces la mirada
No podía creerlo, no podía.¿Mi papá un narco? No, imposible.Cuando comencé a manejar, mi cabeza empezó a doler con fuerza, sentía que alguien me la estaba martillando. Intenté tomarme una aspirina de las que tenía en el auto, pero no sirvió de nada. En el camino me había estado haciendo preguntas, repitiendo las palabras de Yurik, tratando de entender por qué mi papá entraría a ese codicioso mundo. Pero, al mismo tiempo, estaba furiosa, mis manos se aferraban al volante con fuerza para intentar calmarme pero es que era inútil; me enfurecía tan solo pensar que, por la culpa de mi papá, una chica inocente murió y a mí casi me mataban. Me enfurecía pensar que mi padre se convirtió en todo lo que yo odiaba. Y sin duda alguna, me decepcionaba que el hombre que tanto tiempo adoré, terminó siendo una escoria.
—Mamá —me separé, sorbiendo mi nariz y secando mis lágrimas—. ¿Dónde está mi papá?—En su oficina —respondió, sonriente y contenta de verme.Pasé junto a ella y me dirigí hasta el despacho de Arian Hill.Esto termina ahora.Abrí las puertas de golpe y vi a mi padre sentado en su escritorio con el teléfono en la oreja y el ceño fruncido. Estaba claramente confundido y, a la vez, molesto.—Te llamaré luego, Hans —le dijo a la persona del otro lado de la línea para después colgar y mirarme confundido en su totalidad—. Hija, hola, ¿qué haces aquí? ¿Por qué entraste así?— ¿Era un contacto de drogas? —insinué, sintiendo la furia adueñarse de mí otra vez—. ¿Un proveedor?—Sag
—Hija —fue lo que dijo. Se veía roto, destrozado, y más le valía sentirse así—. Espero que algún día puedas perdonarme.Sabía que lo iba a hacer, después de todo era mi padre y lo amaba, pero por ahora no podía hacer otra cosa que no fuese fulminarlo con la mirada.—Sé que piensas que soy la peor persona del mundo, y sí, tienes razón —continuó—. Pero tú y Ted fueron los primeros que cruzaron por mi mente cuando me hablaron del negocio.Hundí el ceño sin entender a dónde quería llegar.—Antes de aceptar el trato, cambié a los propietarios de la cadena de hoteles y los coloqué a ustedes dos —confesó—. Tu hermano era quien tenía la mayoría de edad en ese momento por lo que le dije que era hora de manejar el negocio familiar de tu abuelo.&m
Solté absolutamente todo el aire en mis pulmones cuando me quedé sola y llevé una mano a mi frente.Mis padres acababan de ser arrestados por narcotráfico. Dos personas que, yo supuse, estaban totalmente en contra de las drogas. Fue un golpe muy bajo, fue demasiado y de verdad sentí que no iba a poder soportarlo por mucho tiempo.— ¿Sage? —una voz femenina se escuchó a mi espalda—. Sage, ¿por qué tus papás están arrestados?Me tomé un momento antes de voltear y enfrentar a la morena.—Mi papá era el enemigo de Jerome —respondí, tratando de mantenerme estable—. Mi mamá es cómplice.Clover entreabrió los labios y se acercó con lentitud.—Lo siento tanto, Sage —susurró con sinceridad—. Yo... no sé qué decirte.Dos figuras masculinas estaban
Dos meses han pasado desde el día en que ganamos el caso Simmons-Keys-Rogers, el mismo día que mis padres fueron arrestados y también el día en que dos de las personas, que consideraba sumamente importantes para mí, dejaron de hablarme. Hace dos meses les conté sobre el resto de mi enfermedad, sobre el resto de mi pasado y hace dos meses comencé a ir a terapia por eso. Necesitaba alguien con quien hablar después de, prácticamente, perder a mis padres y a mis amigos. Mi hermano estaba muy ocupado con los hoteles y no quería angustiar al abuelo Adrien con mis problemas.Pero, a pesar de que mi vida personal estuviese hecha una mierda, mi vida laboral iba al estrellato. Desde que me convertí en agente, dejé de ser mesera, cartero, transporte público y Cupido. Desde que empecé a trabajar resolviendo asesinatos, sentí al menos un poquito de estabilidad. Me caía perfectam
¿Era posible que en tan solo una noche una persona se volviese la mayor sospechosa de un asesinato donde no tuvo ni la menor participación? La respuesta es sí, el ejemplo soy yo. La impotencia que sentía porque me acusaran constantemente de algo que no hice me estaba haciendo perder la cabeza. Yo tenía coartada, tenía testigos que juraban estar conmigo, no había forma de que yo hubiese cometido ese asesinato, pero al parecer también habían personas que harían lo que fuera por verme pagar, por verme esposada y tras las rejas. Y no solo ellos estaban volviéndome loca; el asesino estaba jugando conmigo, con mis pistas, con mi vida. Ese sujeto, sea quien sea, sabía que yo estaba contra las cuerdas, que no tenía mucho tiempo y que, si no lo encontraba, iban a tomarme a mí como la culpable. Debía mover cielo y tierra para capturarlo antes de que se me escapara por completo. Debía capturarlo antes de que cerraran el caso y dictaran sentencia. Era ahora o nun
Toda mi vida he deseado ser una detective. Al mejor estilo de Sherlock Holmes. Desde pequeña gozaba de ver películas policiales con mi abuelo paterno Adrien, al igual que leer sus novelas sobre desapariciones extrañas y jugar a los detectives en el colegio; pero a medida que pasaron los años, me enfoqué más en la psicología dejando mi pasión por el misterio como un pasatiemp... — ¡Fíjate por donde caminas, niña estúpida! —gritó con molestia un hombre desde la ventanilla de un taxi. Y vaya que estaba molesto. Apresuré el paso hasta llegar a la acera. Suspiré al estar a salvo y seguí caminando. Entonces, siguiendo con lo anterior, a pesar de que dejé el misterio atrás por algunos años, mi pasión seguía allí y ese fiel sentimiento de querer salvar al mundo estaba latente y cada vez se hacía más presente. Pero claro, yo no era ningún tipo de superheroína, por lo tanto, mi objetivo se resumió a querer acabar con las ilegalidades de la pequeña ciudad en la que viví
Enseguida me invadió el olor a café y a estrés. También un poquito a muerto, pero eso fue porque la segunda morgue necesitaba mantenimiento. Toda el área de Homicidios abarcaba dos largos y anchos pisos de ese alto edificio. En el primer piso del departamento estaba el cuerpo administrativo donde se hacía todo el papeleo y registro de los casos. Ya en el segundo piso estaba todo lo referente a la investigación y análisis; con ello me refería a toxicología, balística, forense, etc. Varios agentes me saludaron por cordialidad, unos con un movimiento de cabeza, otros con la mano, algunos sonrieron, pero muy pocos dijeron «Buenos días». Allí siempre había algo que hacer y por eso todos estaban más pendientes de terminar con sus asuntos que saludar a una persona con amabilidad. Y yo pues respetaba y entendía sus razones, aunque no fueran del todo correctas. Subí unas cortas escaleras hasta llegar al segundo nivel de mi área de trabajo. En este piso se sentía más l