No se mueve.
Kade no se movía.
Estaba de espaldas a mí porque apenas se rompió el vidrio, él se giró clavando su vista en el jardín trasero de mi casa, y ahora estaba estático, casi como una estatua. Sentí algo semejante a la preocupación por el hecho de que no sabía en donde impactó la bala, no sabía si él estaba bien.
Entendía que el chico era casi un desconocido, pero no soy inhumana, me preocupo por las personas, y aunque él no fuese un santo, no debía morir. Era demasiado joven.
—Kade —pronuncié levantándome lentamente de la silla—. Kade, ¿estás bien?
Hubo unos segundos en silencio hasta que lo escuché hablar.
—No te muevas —fue lo que dijo.
No puse objeción y me quedé en mi lugar sin mover un músculo. Aunque no debía y
Mamá solía decirme que debía confiar en la mirada de las personas. Ella aseguraba que los ojos eran la puerta del alma, ya que ellos reflejaban los verdaderos sentimientos de cualquier ser humano. La ira, la envidia, la tristeza, la alegría, la sinceridad, la culpa, la mentira, eran emociones y acciones que se reflejaban en la mirada como un espejo. Ella me decía que, si quería saber lo que de verdad sentía una persona, solo tenía que leer sus ojos y tendría las respuestas. Sabría si esa persona era de fiar, si tenía buenas intenciones o ganas de lastimarme.Y aunque mi «yo» moralmente construido por la policía decía que estaba loca, a mi «yo» inocente le caía bien Kade, confiaba en él. Sus ojos no transmitían malicia, solo ganas de ayudar y honestidad. Pero él era un ladrón, una persona que le robaba cosas a otros que se part&i
Mi corazón comenzó a acelerarse demasiado rápido haciendo que mi respiración fuese a la par con él. Sentí que la habitación se estaba encogiendo, que yo me estaba encogiendo. De la nada sentí que alguien me ahorcaba con una cuerda. Llevé ambas manos a mi cuello para tratar de quitar la cuerda, pero era imposible, mi cuerpo estaba débil por la falta de oxígeno y no tenía fuerza ni para levantar un vaso con agua.¿Por qué Terry no hace nada?La habitación comenzó a tornarse borrosa, así como también sentí mi cabeza caliente a punto de explotar, sentía toda la sangre allí, toda la sangre acumulada. Mis párpados estaban pesados, me costaba mantenerlos abiertos, y sentía que poco a poco mi cuerpo estaba cediendo, que poco a poco iba apagándose hasta que lo escuché.Sage...
—Sus padres dicen haberla encontrado colgada del ventilador alrededor de las once de la mañana —le informó Hicks a Terry. El criminólogo lucía cansado, le hacían falta unas vacaciones.— ¿Hora de muerte? —el jefe se dirigió directamente a Brad, el forense.—Su hígado no está totalmente caliente pero tampoco está frío, su cuerpo está rígido al igual que su cuello, sus brazos —se detuvo como si hiciese cálculos en su cabeza—. Lleva entre seis y nueve horas muerta.— ¿Por qué se quitaría la vida? —inquirió Hicks mirando a la fallecida.—Ven, hablemos con los padres —me dijo Burns tras un empujón muy leve con su codo.Sin decir nada, salimos de la habitación, bajamos las escaleras y caminamos hasta la cocina. Allí estaban los padres de la chic
— ¿Es ella? —preguntó Evanie tras unos largos segundos de silencio—. ¿Encontramos al asesino?No podía ser así. Era... extraño pensar que la misma chica que asesinó a dos personas fue la que me recibió con tanta amabilidad y luego se quitó la vida. Era extraño pensar que Destine siempre fue la culpable, pero, ¿cómo lo hizo? ¿Le pagó a alguien? ¿Qué mierda pasaba?Las puertas del ascensor se abrieron dejando entrar a Terry. Su rostro se veía serio igual que siempre pero apenas notó que todos estábamos fuera de sí, paró en seco y frunció el ceño.— ¿Qué sucedió? —fue lo que preguntó.—Gané doscientos dólares —respondió Murph con una sonrisa—. Ah y encontramos al asesino.Terry miró a Hicks
Marqué el número de Terry. Primer tono, segundo tono, tercer tono y no respondía.—Maldición —susurré.Papá.Le marqué y no respondió. Seguí con mi mamá y mi hermano, pero seguían sin hacerlo.¿Dónde coño se metieron?Enseguida me entró una llamada, pero era Clover. De inmediato supuse que se trataba del video así que rechacé la llamada.Si escuchaba una puta frase de consuelo, iba a explotar.—Jordan y Hadley necesito su ayuda —caminé con rapidez hasta su lugar de trabajo—. ¿Pueden borrar ese video? Estaría eternamente en deuda con ustedes.—Lo haremos —el moreno asintió y comenzó a teclear en su computadora junto a la rubia.—Si Terry llega díganle que vaya a mi casa inmediatamente —le ped&
— ¿De qué me sirve tener contactos si ninguno me va a ayudar? —musitó Terry, hastiado, sentado en la mesa de mi casa.Eran las once de la noche, aproximadamente. Hace unas horas hablé con mis padres a través de una videollamada y me tranquilizaron por completo. Hablar con ellos fue terapéutico y casi relajante. Seguía molesta, pero ya no como antes, ya estaba mucho más tranquila.Jordan y Hadley lograron eliminar el vídeo unos cinco minutos luego de que me fui de la oficina, Terry habló con el productor del programa y le pidió que se disculparan porque la información era falsa. Por supuesto, ellos se negaron ya que estaba comprobado que todo era cierto y les valía madres haber perjudicado la vida de una chica.Idiotas.Clover se había ido hace dos horas porque estaba de guardia y la llamaron de urgencias.Volviendo a Terry, el homb
Una corneta me sacó de mis pensamientos. Tomé mi cartera, mi teléfono, mis galletas dentro de un envase de plástico y salí de la casa. En la calle vi una Blazer dorada creo que del año 2000 —porque era similar a la de mi abuela— y caminé con una emoción bastante disimulada.¿Era mi abuela?Abrí la puerta del copiloto y solo vi a Murphy.— ¡Buenos días, compañera! —saludó con euforia—. ¿Cómo amaneces?Pensé que eras mi abuela.—Bien porque mis crisis no me mataron anoche —dije con simpleza sentándome en el asiento del copiloto. Miré a Murph y noté un indicio de terror en sus ojos, no pude evitar soltar una risa corta—. Pensé tanto que me quedé sin neuronas.Murph tenía unos veinticinco años, era mayor que yo por d
Murph estuvo en shock por un momento.—Tenía diez años, ¿cómo pudo hacerse eso?—True tenía varios diagnósticos psiquiátricos —mencioné. Todos los sentimientos que tuve ese día estaban a flor de piel como si nunca se hubiesen ido.Cada imagen, cada segundo que pasé ese día, cada gota de sangre revivía en mi memoria, me sentía como si estuviese allí en el auto de sus padres y luego en su habitación viéndola suicidarse. Mi corazón latía con fuerza y cada latido dolía demasiado, mi respiración era irregular y tenía ese dolor punzante en el pecho. El que sentíamos cuando veíamos algo que no debíamos ver. Mi caso era que recordé algo que no debía. Algo que había superado hace tiempo.O eso creía.—Un año anterior al incidente, ell