Aitana no supo cuánto tiempo se quedó allí, frente a él, sintiendo la electricidad entre sus cuerpos sin siquiera haberse tocado. Iván era una presencia imponente, pero no de una manera que asustaba, sino de una que encendía algo dentro de ella. Algo primitivo, desconocido.
—Déjame invitarte a un trago —dijo él, su voz como un roce en su piel. Aitana asintió, aunque no estaba segura de qué estaba aceptando realmente. Un cóctel apareció en la barra frente a ella, rojizo, con un leve aroma a frutos silvestres. Lo probó y el sabor fuerte y dulce se deslizó por su lengua. Iván la observaba, atento a cada una de sus reacciones. —¿Te gusta? —preguntó él. Ella asintió, pero sus ojos estaban más interesados en él que en la bebida. —Dime algo, Aitana… —Iván se inclinó levemente, reduciendo la distancia entre ellos—. ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este? —Quería… salir de mi zona de confort —respondió, sincera. Él sonrió de lado. —Me gusta eso. ¿Quieres que te ayude? La forma en que lo dijo, la intensidad en su mirada, el calor que se acumulaba en su pecho… Todo en él era una provocación. Aitana no era ingenua, sabía lo que estaba ocurriendo. Sabía que con un solo "sí" podía adentrarse en un mundo completamente nuevo. Y por primera vez en su vida, quiso saltar al vacío. —Sí —susurró. Iván deslizó sus dedos por su muñeca, un roce apenas perceptible que envió una corriente eléctrica por todo su cuerpo. —Bien —dijo él, su tono bajo y cargado de promesas—. Ven conmigo. Aitana sintió que su corazón latía desbocado cuando Iván la guió a través del bar, pasando por una puerta discreta en la parte trasera. Subieron unas escaleras angostas y llegaron a un pasillo iluminado con una luz tenue. Él abrió una puerta y la dejó pasar. El apartamento de Iván era amplio y masculino, con tonos oscuros y muebles elegantes. La ventana mostraba la ciudad iluminada, y la música del bar llegaba como un murmullo lejano. Él cerró la puerta detrás de ella. —¿Te asusta estar aquí conmigo? Aitana se giró para mirarlo. Él estaba cerca, demasiado cerca. Su olor a madera y especias la envolvía. —No —respondió, aunque su respiración traicionaba su nerviosismo. Iván alzó una ceja, su expresión era una mezcla de diversión y deseo. —¿Quieres que te bese, Aitana? Su nombre en sus labios sonaba diferente, como una caricia. Ella mordió su labio inferior sin darse cuenta, sintiendo que el aire se espesaba a su alrededor. —Sí —susurró. Él deslizó sus dedos por su mejilla, bajando hasta su cuello con una lentitud que la hizo contener el aliento. Su pulgar rozó su mandíbula mientras sus labios apenas rozaban los de ella. Un roce leve, un juego de provocación que la hizo estremecerse. Aitana cerró los ojos, esperando, anticipando el momento en que finalmente la besara. Pero Iván no tenía prisa. —Tienes miedo —murmuró contra su piel, su aliento cálido enviando escalofríos por su espalda. —No —negó ella, abriendo los ojos para encontrarse con su mirada intensa. Él sonrió de lado, sus dedos deslizándose hasta su nuca, enterrándose suavemente en su cabello. —Entonces, dime que me deseas. El atrevimiento de sus palabras la hizo sentir un fuego inesperado en su vientre. Aitana no estaba acostumbrada a ese tipo de juegos, pero algo en Iván la impulsaba a explorar, a dejarse llevar. Su corazón latía con fuerza cuando levantó la mirada, su voz apenas un susurro. —Te deseo. Fue todo lo que él necesitó. Iván inclinó la cabeza y atrapó su boca con la suya en un beso profundo y exigente. No hubo suavidad en el primer contacto, solo una necesidad contenida que explotó entre ellos. Su lengua se deslizó dentro de su boca, reclamándola, probándola con un hambre que la hizo gemir contra sus labios. Aitana sintió cómo su cuerpo se derretía contra el suyo, sus manos aferrándose a su camisa mientras Iván la estrechaba más contra él. Sus labios eran hábiles, dominantes, pero también juguetones, alternando entre besos profundos y mordidas suaves que la dejaban sin aliento. Sus dedos viajaron por la curva de su cintura, bajando con lentitud hasta el borde de su blusa. La tela se deslizó entre sus dedos cuando la levantó ligeramente, dejando su piel expuesta al aire fresco del apartamento. —Eres tan suave… —susurró contra su cuello, dejando un rastro de besos ardientes por su clavícula. Aitana jadeó cuando sus labios encontraron el punto sensible bajo su oreja. Su piel hormigueaba bajo cada caricia, su mente nublada por el deseo creciente. —Dime que siga… —pidió él, su voz ronca y cargada de promesas. Ella no podía negarse. No quería. —Sigue… Iván sonrió contra su piel antes de levantar su blusa y deslizarla por sus brazos, dejándola en ropa interior frente a él. Sus ojos recorrieron cada centímetro de su piel con adoración y deseo. —Eres hermosa… —murmuró, deslizando las yemas de los dedos por la línea de su cintura. Aitana sintió su piel arder bajo su toque, su respiración entrecortada mientras él bajaba lentamente, dejando besos húmedos sobre su abdomen. Pero justo cuando sintió que estaba a punto de perderse por completo en el momento, Iván se detuvo. Levantó la cabeza y la miró con una intensidad que la dejó sin aire. —Esta noche no voy a tomarte, Aitana… —dijo con una sonrisa traviesa—. Quiero que pienses en este momento. Que lo sueñes. Que me desees tanto que la próxima vez seas tú quien me pida más. Su cuerpo tembló ante sus palabras, una mezcla de frustración y deseo puro corriendo por sus venas. Pero en el fondo, sabía que eso solo hacía que lo quisiera más. Esa noche, mientras intentaba dormir, con el sabor de sus besos aún en sus labios, Aitana entendió algo. Iván no solo despertaba su deseo. La estaba volviendo adicta a él.Aitana despertó con el cuerpo aún encendido, su piel hormigueando con el recuerdo de las manos de Iván recorriendo su piel durante la noche anterior. El roce de las sábanas contra su cuerpo desnuda la hizo estremecerse, y por un momento, cerró los ojos y se permitió revivir cada segundo de su encuentro.Sus labios aún parecían sentir la presión de los suyos. Su cuello aún ardía donde él la había besado. Pero, sobre todo, su mente estaba atrapada en sus últimas palabras:"Quiero que pienses en este momento. Que lo sueñes. Que me desees tanto que la próxima vez seas tú quien me pida más."Aitana dejó escapar un suspiro frustrado y se incorporó en la cama. Su teléfono vibró en la mesita de noche y, al verlo, sintió un pequeño vuelco en el estómago.Iván:"¿Dormiste bien, princesa?"Ella mordió su labio inferior, sonriendo ante la confianza en sus palabras. Sabía exactamente lo que hacía, cómo jugar con su mente y su cuerpo incluso a la distancia. No podía creer que le estuviera pasado to
El aire en la habitación se volvió más denso, cargado de una electricidad que vibraba entre ellos. Aitana sintió cómo cada fibra de su cuerpo respondía al roce de los labios de Iván sobre su piel, explorando con una mezcla de dulzura y hambre contenida. Su lengua dibujaba círculos perezosos sobre su pezón, sus labios atrapándolo con una suavidad exasperante antes de mordisquearlo con una intensidad que la hizo jadear. Su espalda se arqueó instintivamente, ofreciéndose más a él. —Me encanta cómo reaccionas a mi toque… —murmuró Iván, su voz baja y rasposa contra su piel. Aitana sintió cómo sus manos fuertes la recorrían, deslizándose por la curva de su cintura hasta aferrarse a sus muslos. Sus dedos rozaron el borde de su ropa interior, jugando con la tela, tentándola sin prisas. —Dímelo, princesa… ¿Quieres que siga? Su pecho subía y bajaba rápidamente, sus labios entreabiertos en un suspiro tembloroso. Su mente nublada por el deseo, por la necesidad que él despertaba en cada centí
Aitana salió de la ducha envuelta en una toalla, su cuerpo aún tembloroso por lo que había ocurrido con Iván la noche anterior. Pensó que sería solo una vez. Un juego. Pero la forma en que su piel aún ardía con su recuerdo le decía que esto no iba a detenerse tan fácilmente. Cuando revisó su teléfono, encontró un mensaje de él. Iván: "Esta noche. Ocho en punto. No llegues tarde." Era una orden, no una invitación. Aitana mordió su labio. Una parte de ella quería desafiarlo, no darle el control tan fácilmente. Pero la otra… la otra quería correr a él y perderse de nuevo en su mundo. Aitana: "¿Y si tengo otros planes?" La respuesta llegó en segundos. Iván: "Cancélalos." Ella sintió un escalofrío recorrer su espalda. No porque le asustara, sino porque su cuerpo respondía a su dominio de una forma que nunca había experimentado antes. Cuando llegó a su apartamento esa noche, Iván ya la estaba esperando. La puerta apenas se cerró cuando él la acorraló contra la pared, su boca atr
Aitana sintió un escalofrío recorrer su espalda. Algo en la manera en que Bianca la había mirado, en la forma en que Iván había reaccionado…Sabía que algo no estaba bien.Y su intuición no fallaba.Aitana se acercó a la puerta entreabierta, conteniendo la respiración mientras escuchaba.—¿Qué demonios haces aquí, Bianca? —susurró Iván con enojo.—Sabes por qué estoy aquí, hermano —respondió ella con frialdad—. No puedes escapar de esto.Hubo un silencio tenso antes de que Bianca añadiera:—Papá está de vuelta… y te está buscando.El cuerpo de Aitana se paralizó.¿De qué demonios estaban hablando?Aitana se quedó paralizada detrás de la puerta, el corazón golpeándole el pecho."Papá está de vuelta… y te está buscando."¿Qué significaba eso?Nunca había escuchado a Iván mencionar a su familia. Y por la tensión en su rostro cuando Bianca apareció, estaba claro que esto no era una simple visita fraternal.Intentó escuchar más, pero la conversación se había convertido en murmullos y luego
Aitana se despertó con el cuerpo envuelto en la calidez de Iván. Sus brazos la rodeaban con una firmeza protectora, como si incluso en sueños temiera perderla.Pero la paz duró poco.Iván se removió, su respiración se volvió errática, y su agarre sobre ella se tensó.—No… —susurró en sueños, el ceño frunciéndose en una expresión de angustia.Aitana se incorporó ligeramente, acariciando su rostro con suavidad.—Iván… despierta.Él inhaló bruscamente y abrió los ojos de golpe, como si emergiera de una pesadilla. Por un segundo, su mirada estaba perdida, como si no reconociera dónde estaba.Pero cuando sus ojos se encontraron con los de Aitana, su expresión cambió.—Lo siento —murmuró, pasando una mano por su rostro.—¿Pesadillas? —preguntó ella con suavidad.Él asintió, pero no dijo más.Aitana sabía que este no era el momento para presionarlo. En cambio, deslizó su mano por su pecho, su piel caliente bajo su tacto.—Estoy aquí —susurró.Iván la miró fijamente, y algo en su interior par
Llegaron a su auto, un deportivo negro que Iván encendió con rapidez. Apenas se alejaron del edificio, dos motos aparecieron en el retrovisor.—Mierda… —Iván apretó el volante—. Aguanta, princesa. Esto se va a poner interesante.Aitana apenas tuvo tiempo de sujetarse cuando Iván pisó el acelerador, el motor rugiendo mientras el coche se lanzaba por las calles de la ciudad.Las motos los seguían de cerca, moviéndose con precisión.—¿Quiénes son? —preguntó Aitana, su respiración agitada.—Hombres de mi padre —gruñó Iván—. Y no están aquí para charlar.El auto zigzagueó entre el tráfico, pero las motos no cedían. Uno de los hombres sacó algo de su chaqueta.Un arma.Aitana sintió un grito ahogarse en su garganta cuando el primer disparo impactó contra la carrocería.—¡Iván!—¡Lo sé! —respondió él, girando el volante con brusquedad para meterse en un callejón estrecho.Las motos los siguieron, pero Iván aprovechó la confusión para hacer un giro inesperado, llevándolos a una carretera secu
Aitana despertó con la sensación de calor recorriendo su piel. Abrió los ojos lentamente y encontró a Iván observándola.—¿Llevas mucho tiempo despierto? —preguntó con voz adormilada.—Lo suficiente para memorizar cómo te ves cuando duermes —respondió él con una sonrisa torcida.Ella rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír.—Ahora dime la verdad.Iván suspiró y se sentó en la cama, pasándose una mano por el cabello.—Te dije que mi padre no era un hombre común… pero eso no es suficiente.Aitana se incorporó, cubriéndose con la sábana.—Estoy escuchando.Él se quedó en silencio un momento antes de hablar.—Mi padre, Lorenzo Sokolov, es… un hombre peligroso. Controla negocios en la sombra, tráfico de información, lavado de dinero… y cuando alguien no le sirve, lo hace desaparecer.Aitana sintió un escalofrío recorrerle la espalda.—¿Y tú?Iván la miró.—Yo era su heredero. El que debía continuar con su imperio.—¿Y qué pasó?—Descubrí lo que realmente era. Vi cosas que nadie debería
El sonido del motor rugía mientras Iván conducía a toda velocidad por la carretera solitaria. La noche era espesa, las luces de la ciudad quedaban atrás y la adrenalina aún recorría el cuerpo de Aitana.—¿A dónde vamos? —preguntó, intentando calmar su respiración.—A un lugar seguro.Iván no apartaba la mirada de la carretera, su mandíbula tensa, sus nudillos blancos sobre el volante.Aitana quería creerle. Pero después de lo que acababa de pasar, se preguntó si algún lugar era realmente seguro.---Llegaron a un viejo edificio industrial en las afueras. Iván apagó el motor y se giró hacia ella.—Escúchame bien, Aitana. A partir de ahora, no confíes en nadie más que en mí.Ella asintió, sintiendo un escalofrío en la nuca.Entraron al edificio y bajaron por una escalera oculta hasta un sótano amplio con equipos de computación, mapas y armas en una mesa.Aitana tragó saliva.—¿Qué es este lugar?—Mi refugio. Aquí planeé mi salida del negocio de mi padre.Antes de que pudiera hacer más p