Aitana sintió un escalofrío recorrer su espalda. Algo en la manera en que Bianca la había mirado, en la forma en que Iván había reaccionado…

Sabía que algo no estaba bien.

Y su intuición no fallaba.

Aitana se acercó a la puerta entreabierta, conteniendo la respiración mientras escuchaba.

—¿Qué demonios haces aquí, Bianca? —susurró Iván con enojo.

—Sabes por qué estoy aquí, hermano —respondió ella con frialdad—. No puedes escapar de esto.

Hubo un silencio tenso antes de que Bianca añadiera:

—Papá está de vuelta… y te está buscando.

El cuerpo de Aitana se paralizó.

¿De qué demonios estaban hablando?

Aitana se quedó paralizada detrás de la puerta, el corazón golpeándole el pecho.

"Papá está de vuelta… y te está buscando."

¿Qué significaba eso?

Nunca había escuchado a Iván mencionar a su familia. Y por la tensión en su rostro cuando Bianca apareció, estaba claro que esto no era una simple visita fraternal.

Intentó escuchar más, pero la conversación se había convertido en murmullos y luego, un silencio tenso.

Cuando la puerta se abrió de golpe, Aitana se encontró cara a cara con Bianca.

—Escuchar conversaciones ajenas es de mala educación —murmuró con una sonrisa afilada.

Aitana se irguió, negándose a mostrarse intimidada.

—Tal vez si hablaran menos en susurros, no tendríamos este problema.

Bianca entrecerró los ojos y luego miró a Iván por encima del hombro.

—Nos veremos pronto, hermano. Espero que no dejes que… otras distracciones nublen tu juicio.

Sin decir más, Bianca salió, dejando un aroma a perfume caro y una sensación de inquietud en el aire.

Aitana se giró hacia Iván, cruzándose de brazos.

—¿Vas a explicarme qué acaba de pasar?

Él pasó una mano por su cabello, exhalando pesadamente.

—No es nada con lo que debas preocuparte.

—¿En serio? —Aitana alzó una ceja—. Porque cuando alguien menciona que tu padre te está buscando, suena a que hay un problema.

Iván se acercó lentamente, su presencia envolviéndola como una sombra oscura y tentadora.

—Aitana… —su voz se volvió más baja, casi seductora—. No quiero que te involucres en esto.

—Ya estoy involucrada —susurró ella, mirándolo fijamente—. Así que dime la verdad.

Iván apretó la mandíbula. Por un momento, pareció debatirse entre alejarla o decirle lo que realmente estaba pasando. Pero en lugar de responder, la sujetó de la cintura y la hizo girar, empujándola suavemente contra la pared.

—¿De verdad quieres hablar de esto ahora? —su aliento cálido rozó su oído.

Aitana se estremeció cuando sintió su cuerpo presionando el suyo, su dureza contrastando con la suavidad de su piel.

—Iván… —susurró, pero su voz perdió firmeza cuando él bajó sus labios hasta su cuello, mordiendo suavemente antes de deslizar la lengua por la piel sensible.

—Déjame distraerte un poco… —murmuró contra su clavícula mientras sus manos exploraban sus curvas, deslizándose bajo la fina tela de su vestido.

Aitana sabía que estaba evitando responder. Sabía que había algo más oscuro detrás de todo esto.

Pero en ese momento, cuando él la levantó en brazos y la llevó a la cama, cuando su boca devoró la suya con desesperación, cuando sus cuerpos se unieron en un frenesí ardiente…

Decidió que las respuestas podían esperar.

Por ahora.