Aitana e Iván siguieron a Ezequiel hacia la casa, sintiendo el peso de la tensión en cada paso. El lugar era más grande de lo que parecía desde afuera. La decoración era una mezcla extraña entre lujo y decadencia: muebles de cuero caro, alfombras orientales gastadas, botellas de licor desparramadas en las mesas.Ezequiel se dejó caer en un sillón de piel y cruzó las piernas con la actitud de un rey en su trono.—Bien, hablemos de negocios —dijo, sirviéndose un trago.Antes de que Iván pudiera responder, uno de los hombres de Ezequiel entró apresurado, con la expresión tensa.—Jefe… tenemos un problema.Ezequiel giró la cabeza con lentitud.—¿Qué clase de problema?El hombre tragó saliva.—No estamos solos. Alguien nos siguió.El cuerpo de Aitana se tensó al instante.—¿Cuántos? —preguntó Iván, poniéndose en guardia.—Al menos dos coches. Se detuvieron a un kilómetro de aquí. Están observando.Ezequiel dejó su vaso en la mesa con un golpe seco. Su mirada se oscureció, pasando de la div
El aire en el túnel era denso y frío, con un leve olor a humedad y tierra vieja. Aitana sintió el eco de sus propias pisadas mientras avanzaban, su mano aún aferrada a la de Iván.No hablaron por varios minutos, escuchando solo su respiración y el goteo lejano del agua filtrándose por las paredes de piedra.Finalmente, Iván rompió el silencio.—Estamos a salvo, por ahora.Aitana soltó un suspiro que no sabía que estaba conteniendo y se dejó caer sobre una roca. Su cuerpo temblaba, aunque no estaba segura si era por el frío o por la adrenalina aún corriendo por sus venas.Iván se agachó frente a ella y le tomó el rostro con ambas manos.—¿Estás bien?Aitana asintió lentamente, pero sus ojos aún estaban dilatados.—Fue demasiado —susurró—. El fuego cruzado, las balas… pensé que nos matarían.Iván pasó un pulgar por su mejilla, en un gesto inesperadamente tierno.—Pero no lo hicieron. Estamos vivos.Aitana cerró los ojos y exhaló profundamente, tratando de calmar su corazón desbocado. Cu
El silencio que siguió a la confesión de Tomás era tan denso que se podía cortar con un cuchillo.Iván fue el primero en reaccionar.—Si tienes ese archivo, eres el hombre más buscado ahora mismo.Tomás asintió con una sonrisa amarga.—Lo sé. Por eso necesito su ayuda… y ustedes necesitan la mía.Aitana lo observó con recelo.—¿Cómo sabemos que no es una trampa?—Porque si fuera una trampa, ya estarían muertos —dijo él sin rodeos.Iván apretó la mandíbula. La situación era un infierno: si ese archivo era real, tenían algo mucho más grande entre manos. Podían intentar exponerlo, pero eso los convertiría en blancos inmediatos. Solo había una opción viable.—Negociemos.Aitana lo miró con sorpresa.—¿Negociar con quién?Iván suspiró, pasándose una mano por el rostro.—Con los que realmente tienen el poder.Tomás entendió al instante.—Con el gobierno.Aitana sintió un escalofrío.—¿Te refieres a los mismos que están involucrados en esta red?Iván la miró con gravedad.—Exactamente. Si ju
El sonido del tren deslizándose sobre los rieles la mantenía en trance. Aitana miraba por la ventana, observando cómo el paisaje de su pequeño pueblo desaparecía, cediendo espacio a la incertidumbre de la ciudad. Con sus 23 años, Aitana, una chica de piel clara, ojos verde agua, cabello largo y castaño con reflejos dorados, decidió mudarse desde su pequeño pueblo donde la conocían por ser una chica dulce, reservada y soñadora, hacia una pequeña ciudad en busca de nuevas aventuras.Cuando más cerca estaba de su nueva vida, su corazón latía cada vez más rápido. Siempre había soñado con algo más, con un mundo que fuera más grande que las calles estrechas y las miradas curiosas de sus vecinos. Ahora, ese mundo estaba a su alcance. Solo faltaban unos minutos y por fin sería libre.Cuando por fin llegó a la ciudad, la brisa nocturna le acarició la piel. No conocía a nadie, pero había algo en esa sensación de anonimato que la hacía sentir libre tal cómo siempre había deseado. Por fin había
Aitana no supo cuánto tiempo se quedó allí, frente a él, sintiendo la electricidad entre sus cuerpos sin siquiera haberse tocado. Iván era una presencia imponente, pero no de una manera que asustaba, sino de una que encendía algo dentro de ella. Algo primitivo, desconocido.—Déjame invitarte a un trago —dijo él, su voz como un roce en su piel.Aitana asintió, aunque no estaba segura de qué estaba aceptando realmente. Un cóctel apareció en la barra frente a ella, rojizo, con un leve aroma a frutos silvestres. Lo probó y el sabor fuerte y dulce se deslizó por su lengua. Iván la observaba, atento a cada una de sus reacciones.—¿Te gusta? —preguntó él.Ella asintió, pero sus ojos estaban más interesados en él que en la bebida.—Dime algo, Aitana… —Iván se inclinó levemente, reduciendo la distancia entre ellos—. ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?—Quería… salir de mi zona de confort —respondió, sincera.Él sonrió de lado.—Me gusta eso. ¿Quieres que te ayude?La forma en qu
Aitana despertó con el cuerpo aún encendido, su piel hormigueando con el recuerdo de las manos de Iván recorriendo su piel durante la noche anterior. El roce de las sábanas contra su cuerpo desnuda la hizo estremecerse, y por un momento, cerró los ojos y se permitió revivir cada segundo de su encuentro.Sus labios aún parecían sentir la presión de los suyos. Su cuello aún ardía donde él la había besado. Pero, sobre todo, su mente estaba atrapada en sus últimas palabras:"Quiero que pienses en este momento. Que lo sueñes. Que me desees tanto que la próxima vez seas tú quien me pida más."Aitana dejó escapar un suspiro frustrado y se incorporó en la cama. Su teléfono vibró en la mesita de noche y, al verlo, sintió un pequeño vuelco en el estómago.Iván:"¿Dormiste bien, princesa?"Ella mordió su labio inferior, sonriendo ante la confianza en sus palabras. Sabía exactamente lo que hacía, cómo jugar con su mente y su cuerpo incluso a la distancia. No podía creer que le estuviera pasado to
El aire en la habitación se volvió más denso, cargado de una electricidad que vibraba entre ellos. Aitana sintió cómo cada fibra de su cuerpo respondía al roce de los labios de Iván sobre su piel, explorando con una mezcla de dulzura y hambre contenida. Su lengua dibujaba círculos perezosos sobre su pezón, sus labios atrapándolo con una suavidad exasperante antes de mordisquearlo con una intensidad que la hizo jadear. Su espalda se arqueó instintivamente, ofreciéndose más a él. —Me encanta cómo reaccionas a mi toque… —murmuró Iván, su voz baja y rasposa contra su piel. Aitana sintió cómo sus manos fuertes la recorrían, deslizándose por la curva de su cintura hasta aferrarse a sus muslos. Sus dedos rozaron el borde de su ropa interior, jugando con la tela, tentándola sin prisas. —Dímelo, princesa… ¿Quieres que siga? Su pecho subía y bajaba rápidamente, sus labios entreabiertos en un suspiro tembloroso. Su mente nublada por el deseo, por la necesidad que él despertaba en cada centí
Aitana salió de la ducha envuelta en una toalla, su cuerpo aún tembloroso por lo que había ocurrido con Iván la noche anterior. Pensó que sería solo una vez. Un juego. Pero la forma en que su piel aún ardía con su recuerdo le decía que esto no iba a detenerse tan fácilmente. Cuando revisó su teléfono, encontró un mensaje de él. Iván: "Esta noche. Ocho en punto. No llegues tarde." Era una orden, no una invitación. Aitana mordió su labio. Una parte de ella quería desafiarlo, no darle el control tan fácilmente. Pero la otra… la otra quería correr a él y perderse de nuevo en su mundo. Aitana: "¿Y si tengo otros planes?" La respuesta llegó en segundos. Iván: "Cancélalos." Ella sintió un escalofrío recorrer su espalda. No porque le asustara, sino porque su cuerpo respondía a su dominio de una forma que nunca había experimentado antes. Cuando llegó a su apartamento esa noche, Iván ya la estaba esperando. La puerta apenas se cerró cuando él la acorraló contra la pared, su boca atr