En la universidad…
La atmósfera del aula se volvió tensa, solo rota por el suave zumbido de las luces fluorescentes. Grace, en su pupitre, luchaba contra el cansancio que la envolvía como una manta pesada. Sus ojos se cerraban brevemente, resistiéndose al deseo de sumergirse en un sueño reparador.
— Grace, ¿estás bien? —El profesor la llamó cuando se acercó a ella, quedando a medio metro de distancia, alejado de la curiosidad de los demás alumnos, Grace parpadeó, esforzándose por mantenerse despierta mientras se enderezaba en su asiento.
— Sí, profesor, solo estoy un poco cansada. —sonrió débilmente. El maestro frunció el ceño, sus ojos, examinando más allá de la respuesta superficial de Grace.
— Eres una de mis mejores estudiantes, Grace, y es evidente que algo te está afectando. Tu rendimiento es excepcional, pero hoy… hoy no pareces tú misma. —Grace intentó sonreír de nuevo, pero sus ojos revelaban una carga más profunda.
— Solo he tenido algunas noches difíciles, últimamente, profesor. Estoy tratando de equilibrar el trabajo, la maestría y las responsabilidades familiares. —El maestro asintió comprensivo, reconociendo la dificultad de mantener el equilibrio en una vida tan desafiante.
— Entiendo que tienes mucho en tu plato, Grace. Pero quiero que sepas que siempre estoy aquí para apoyarte, tanto académica como personalmente. Eres una estudiante excepcional, pero tu bienestar es igualmente importante.
Grace agradeció con la mirada, sintiendo alivio al saber que alguien se preocupaba por más que su rendimiento académico. A pesar de que la clase continuó, el maestro seguía observándola, consciente de que algo más allá de las asignaturas afectaba a su talentosa estudiante. El maestro, en su deseo de comprender y ayudar, reconoció la complejidad de los desafíos que enfrentaba Grace, una luchadora silenciosa que seguía persiguiendo sus sueños a pesar de las dificultades.
Al salir de su clase de maestría, la luz del atardecer tiñó el campus universitario con tonos cálidos. Aunque sus compañeros se acercaron con entusiasmo, Grace, agradecida, pero cansada, necesitaba alejarse de la socialización.
Un compañero le preguntó sobre la clase, y aunque respondió amablemente, evitó una invitación para unirse a sus planes posteriores. A pesar de insistencias, Grace declinó cortésmente, buscando un breve momento de soledad. Mientras se alejaba, experimentó la persistente sensación de separación que la acompañaba en cada interacción social.
***En el metro, la vibración suave del vagón la envolvió mientras buscaba un breve respiro en el trayecto. El escenario reflejaba la fatiga que la envolvía, y sus ojos se cerraron por un momento, buscando un respiro en un sueño ligero.
La paz efímera fue interrumpida abruptamente cuando, al despertar, Grace se dio cuenta de que su bolsa había desaparecido. La confusión se mezcló con la preocupación al darse cuenta de que no solo le habían robado, sino que también se llevaron sus identificaciones y el poco dinero que le quedaba para el mes.
El corazón de Grace latía con fuerza mientras buscaba frenéticamente su bolsa. Al notar el corte perfecto en el cordón, la realidad del robo se volvió ineludible. La sensación de colapso se apoderó de ella, como si estuviera al borde de un abismo. En ese momento, en medio de la frustración y la vulnerabilidad, el deseo de desaparecer del mundo se hizo palpable.
Guardó las lágrimas mientras se aferraba a la determinación de seguir adelante. La pérdida material era un golpe, pero Grace sabía que el peso emocional que llevaba era mucho más abrumador. Respiró profundamente, intentando recuperar la compostura, pero la sensación de querer desaparecer del mundo persistía, envuelta en la desesperación de una vida que parecía desmoronarse a su alrededor.
El metro, que solía estar abarrotado a esa hora pico, se volvía inusualmente vacío a medida que los pasajeros parecían desaparecer de los asientos circundantes. El silencio se instaló en el vagón, y el vacío a su alrededor creó una atmósfera inquietante.
Grace, en su anhelo de cerrar los ojos y encontrar un breve respiro, notó que el asiento a su lado quedaba vacío, al igual que el resto del vagón. Ignorando a los pocos pasajeros que quedaban, solo quería perderse en la nada por un momento.
Sin embargo, su necesidad de paz se vio interrumpida cuando una alta figura en traje elegante eligió el asiento frente a ella, a pesar de que había otros asientos vacíos en el vagón. Un escalofrío recorrió la espalda de Grace mientras el aroma de su colonia se impregnaba en el aire. La figura se desplazó sin decir palabra y se acomodó en el asiento. El silencio entre ellos se volvió palpable, y la tensión en el aire se cortó con la mirada penetrante del hombre, que ahora estaba a solo unos metros de distancia. La figura rompió finalmente el silencio, su voz profunda y resonante, se escuchó con fuerza en el espacio reducido del vagón.
—Hay asuntos pendientes que necesitamos discutir. — A los costados del vagón, dos hombres en traje elegante custodiaban las entradas, manteniendo una postura impenetrable. La mirada del hombre se volvió más intensa, mirando a Grace fijamente. —Verás, quiero ver la garantía que dejó tu padre para saldar una deuda. Ahora, que te veo mejor, creo que podríamos hacer un cambio en el acuerdo con él. Pero necesito tu cooperación. —Grace, confundida y asustada, no entendía por qué estaba involucrada como garantía en un acuerdo. La presión en el vagón se intensificaba, y la oferta del hombre tenía una sombra de amenaza. La situación se volvía más claustrofóbica con los custodios a los lados.
— ¿Qué? ¿De qué es de lo que habla? ¿Qué garantía? ¿Qué acuerdo? ¿Qué deuda de mi padre?—el corazón de Grace latió apresuradamente.
—Veámoslo como una oportunidad para tu padre. Pero quiero que lleguemos a un acuerdo de manera personal. Tú y yo. Tengo algo entre manos, Grace. Algo que podría cambiarlo todo. Y, qué mejor que tomar a la familia como pago definitivo. —con una sonrisa sutil pero al mismo tiempo amenazadora.
Grace, decidida, se puso de pie.
—Yo no soy garantía de ningún acuerdo, así que arregle el asunto con mi padre y exclúyame a mí de todo el asunto. Así que… déjenme bajar —insistió, se puso de pie e intentó avanzar, pero los hombres a los lados del pasillo le bloquearon el camino. El hombre le mencionó un documento confidencial con la firma de su padre. Sorprendida y asustada, Grace pensó: ¿Qué es lo que has hecho, padre? A pesar de la firme negativa de Grace a ser garantía de algo, el hombre insistió, y sus acompañantes reforzaron su posición. A pesar de pedir que la dejaran bajar, fue ignorada.
—Te ordeno que te sientes en ese lugar—le señaló el asiento que acababa de dejar libre—Y escuches detenidamente lo que tengo que decirte, ya que sé que te interesará —indicó el hombre, mirándola descaradamente. —Mejoraré tu vida, Grace, y no te arrepentirás—agregó, mientras ella se sentaba lentamente, considerando la propuesta con un latido acelerado en el corazón.
Grace se tornó lívida al escuchar la propuesta del hombre de fuerte presencia, sin embargo, no podía aceptarla. Cambiar su libertad para asumir una identidad ajena no estaba en sus planes, a pesar de la atractiva oferta financiera. Aunque el dinero sería más que bienvenido, la sugerencia de pausar su maestría durante un año y que, al concluir, él costearía la totalidad del programa académico, no encajaba con sus principios.Si optara por el acuerdo propuesto, la deuda de su padre quedaría saldada, pero Grace estaría vinculada a la vida de este hombre durante doce meses. Durante ese período, las preocupaciones financieras quedarían atrás, y no habría nada de intimidad entre ambos. La relación sería puramente una fachada ante la familia del hombre, concebida únicamente para eludir un matrimonio forzado. A pesar de sonar como un cliché, la contradicción entre la apariencia de opulencia del hombre, evidenciada por su costoso traje, y la elección de Grace como su pretendida esposa temporal
Grace llegó un par de minutos tarde a su trabajo. Al entrar, registró su asistencia y fue al baño para guardar sus cosas en su casillero de inmediato. No había nadie alrededor. Mientras se ponía la filipina, escuchó murmullos. Frunció el ceño y se acercó. Al final del pasillo de casilleros, quedó boquiabierta al ver a Marlon besándose con la gerente del restaurante. Grace jadeó de sorpresa, y al notarla, la pareja se separó, ambos observándola con sorpresa.— Solo me faltaba esto. — susurró Grace en voz baja. La carga emocional se volvía abrumadora. Entre las preocupaciones por su padre, la propuesta del hombre del tren y ahora su exnovio siendo infiel con la gerente del restaurante, se sentía abrumada.— Grace, —intentó explicar Marlon, — No es lo que parece. — La mujer a su lado, evidentemente molesta, lo apartó y se acercó a Grace, ignorando las advertencias previas.— Quédatelo. No compito por hombres. Si decides ser su nueva novia, recuerda, — le lanzó la filipina contra la cara
Después de un breve y bastante incómodo silencio, Grace decidió romperlo:— Una pregunta. — Comenzó a decir Grace, observándolo fijamente, esperando una reacción — ¿Me ha estado siguiendo desde el metro?Edward se inquietó un poco por la mirada de Grace. Aunque consideró cambiar de tema, optó por no dar una respuesta obvia, ya que necesitaba cerrar el acuerdo a como diera lugar.— ¿Vas a aceptar el acuerdo o no? — le recordó Edward, presionando por una decisión rápida. Grace se levantó y, antes de marcharse, le dijo con firmeza:— Mañana por la mañana tendrá una respuesta. ¿Tiene algún número de celular? ¿Un correo privado?La tensión entre los dos era palpable. Edward apretó los labios, notando que Grace estaba siendo demasiado evasiva.— El evadir no te sirve de nada, necesito una respuesta. ¿No ves que tu situación es precaria ahora, sin trabajo? — su tono era áspero, exigiendo una decisión inmediata.Ante el tono áspero de Edward, Grace se molestó, incluso siendo desconocidos. Dec
Grace caminó sin rumbo durante unas dos horas, sin un lugar donde dormir, sin dinero, pero sin hambre. Consideró acurrucarse en una banca de un parque o dormir en un vagón del metro, planeando decidir qué hacer por la mañana.Mientras caminaba y pensaba en su próximo paso, se limpió las mejillas empapadas por lágrimas. Estaba decidida a alejarse de su padre, buscando la paz mental y emocional que tanto anhelaba. Al llegar al inicio de las escaleras del metro, alguien la detuvo agarrándola del codo. Era Edward.— ¿No deberías estar descansando en tu departamento? —preguntó Edward. Grace no respondió de inmediato. Lloró desconsoladamente, apoyando su frente en el pecho de Edward. Después de unos momentos, ella se dio cuenta de la presencia de Edward y se enderezó.—Disculpa, no era mi intención manchar tu ropa deportiva —dijo Grace, limpiándose las lágrimas.—No te preocupes por eso. ¿Por qué dejas tu departamento? —preguntó Edward, notando las lágrimas de Grace.—He dejado mi departame
Grace se deleitó con el agua tibia en su rostro, relajándose y tomándose el tiempo necesario para disfrutar del momento mientras se lavaba.—Esto es puro deleite —susurró al sentarse en el asiento, a un metro de distancia, cubierto con el mismo azulejo de la ducha. Observó cómo caía el agua, extendió la mano para sentir su suavidad y disfrutó del momento. Recordó las complicaciones en su departamento, donde tenía que dar brincos para aclimatarse antes de ducharse, una rutina diaria. Al finalizar, tomó la bata blanca detrás de la puerta y exploró las lujosas amenidades del gran lavamanos de mármol oscuro. La crema sorprendió con su aroma y textura al aplicarla en su piel, proporcionando una sensación de lujo. —Dios mío, esto es delicioso. —Se untó la crema en brazos, piernas y rostro, notando cómo aliviaba la sequedad. Reflexionó sobre el dinero y la felicidad. —Todo lo que el dinero puede hacer... dicen que el dinero no da la felicidad, pero creo que es lo contrario. Tener dinero para
Al escuchar esas palabras, Edward sintió que las cosas empezarían a ir según lo planeado, como él había previsto. Se habría sentido realmente decepcionado si Grace no hubiera aceptado, y eso habría dejado su futuro en un estado de incertidumbre. ¿Pero por qué le preocupaba eso?—Bien —respondió al levantarse, y se encaminó hacia la salida. De inmediato, repasó cuál sería el siguiente paso: conseguir ropa. Se volvió hacia Grace, que aún estaba sentada en el sofá, con los ojos muy abiertos, esperando lo que vendría a continuación. —Un asesor de moda vendrá —dijo, observándola—El ama de llaves te preparará una maleta con ropa nueva. ¿Hay algo en particular que necesites? —Grace se quedó sin palabras por un momento.— ¿A qué te refieres con ropa? ¿Me vestirás como alguien de tu altura? —Edward presionó con dureza sus labios, luego suspiró.—No quiero ofenderte, pero no puedo permitir por nada del mundo que uses la ropa desgastada que llevas puesto y en ese bolso de ropa. —Grace se cubrió
Edward observó el paisaje urbano desde su ventana, con los rascacielos dominando la vista, excepto en el área cercana a su habitación. Frente a él se extendía el río Hudson, con la majestuosa Estatua de la Libertad a lo lejos. Sus manos descansaban en los bolsillos de su pantalón mientras dejaba escapar un suspiro. — ¿Me extrañarás? —una voz femenina lo interrumpió por detrás. Al oírla, él simplemente rodó los ojos con irritación. Sarah era una de las mujeres con las que Edward satisfacía sus deseos ocasionalmente, pero ella había cruzado la línea, buscando algo más que solo placer. Aunque había dejado claro desde el principio que no quería involucrarse emocionalmente, Sarah persistía en sus intentos. Edward se giró hacia ella con seriedad, sin gesto alguno de afecto, haciendo que Sarah ajustara rápidamente su sostén y bajara la mirada para evitar observar su ira. —Lo siento. No debería haber preguntado algo que sé que nunca sucederá. —Edward se aproximó y, deteniéndose frente a el
Edward reflexionó sobre las últimas palabras de Grace en la lujosa habitación del hotel donde la había alojado. Estaba absorto en sus pensamientos mientras el avión despegaba rumbo a Italia. Ninguna mujer se había negado a compartir su cama antes, ninguna. Pero Grace logró hacer que su orgullo descendiera del pedestal en el que siempre estaba.— ¿Solo tengo diez horas para aprender todo sobre tu familia? —preguntó Grace, pasando de una hoja a otra con la información que le había dado Edward. Quería que se familiarizara con cada detalle para que los reconociera cuando llegaran. Quería que pareciera una relación real y que él le hubiera contado todo sobre su familia para evitar que sospecharan que no era así y lo descubrieran.—Es el tiempo aproximado del viaje. —respondió Edward, dando un pequeño sorbo a su copa de champán con elegancia. Observó a Grace por un momento y notó cómo sus mejillas se coloreaban cuando ella presionaba los labios y se concentraba en las hojas que sostenía. Fr