GraceEl sol romano acariciaba mi rostro cuando bajé del avión privado, paso a paso, por la escalera que se desplegaba como una alfombra de bienvenida. A pesar del yeso que cubría mi brazo izquierdo, me sentía más ligera, como si la ciudad misma me abrazara en un cálido apretón. Y ahí estaba él.Edward.Apoyado junto a la última escalera, con una mano en el bolsillo y los ojos fijos en mí como si nada más existiera. Su chaqueta de lino clara se movía suavemente con la brisa, y su sonrisa —esa que era solo mía— iluminaba más que el cielo despejado de Roma.—Bienvenida —dijo, ofreciéndome su mano con cuidado—. Este fin de semana será solo nuestro. Quiero que te enamores de Roma tanto como yo lo estoy de ti.Mi pecho se apretó suavemente ante esas palabras. No respondí con palabras, solo entrelacé mis dedos sanos con los suyos, sintiendo que el mundo alrededor se desvanecía, dejando solo un eco de promesa y felicidad.Un Sabor a RomaNuestro primer destino fue una pizzería legendaria en
GraceEsa noche – RomaEl auto negro, un elegante sedán con vidrios polarizados, se detuvo con suavidad frente al Hotel de Russie. No era un hotel cualquiera; era uno de los lugares más exclusivos de Roma, un faro de lujo y discreción a solo unos pasos de la bulliciosa Piazza del Popolo. Desde el momento en que uno ponía un pie en el vestíbulo, decorado con una elegancia clásica que evocaba otra época, hasta el tranquilo jardín interior salpicado de luces suaves y estratégicamente ubicadas, todo parecía sacado de un sueño. O quizás, de una película romántica que solo podías realmente ver, sentir y comprender si te atrevías a vivirla en carne propia, si te permitías sumergirte en su atmósfera irreal.Nuestra suite estaba ubicada en el último piso del hotel, una ubicación privilegiada que ofrecía privacidad y vistas incomparables. Una vista panorámica de toda Roma se desplegaba majestuosamente más allá de las ventanas abiertas de par en par. Las cortinas de seda, ligeras y vaporosas, se
EdwardEl portón de hierro forjado se abrió lentamente, revelando el largo camino de grava blanca que llevaba a la casona principal. Cada piedra parecía contar una historia, susurrando secretos del pasado, mientras las bugambilias trepaban por las paredes de piedra, como si nunca se hubieran detenido en el tiempo. Respiré hondo, aferrando el volante del jeep, sintiendo cómo algo en mi pecho se aflojaba al ver el hogar de mi infancia. Era un lugar que había dejado una huella indeleble en mi alma.Grace, sentada a mi lado, observaba el paisaje con una leve sonrisa, sus ojos brillando con una mezcla de nostalgia y esperanza. Había estado aquí antes… pero nada era igual. El paisaje que alguna vez fue nuestro refugio se había transformado en un recordatorio de todo lo que habíamos vivido y perdido.—Se siente como volver a casa —murmuró, rompiendo el silencio que se había instalado entre nosotros.La miré de reojo, admirando esa luz en sus ojos, a pesar del yeso que envolvía su brazo, a pe
En la ciudad ruidosa y siempre brillante que nunca descansa, en una época en la que los rascacielos se alzaban altos, empezó la historia de Grace. Nació en el lugar donde los sueños y las desilusiones de Nueva York se encontraban, y su vida tomó un rumbo difícil desde que tenía tan solo tres años.Era un día oscuro y lleno de problemas, como la tormenta que se acercaba en el horizonte de la vida de la pequeña Grace. Su pelo rubio estaba desordenado sobre sus hombros, recordando la melena que solía tener su madre. Sus ojos grises reflejaban la inocencia que pronto se vería envuelta en la soledad. Su madre, parecida en belleza, pero afectada por una decisión que no se podía cambiar, estaba frente a ella. Su padre, desesperado, intentaba retenerla en un último intento por mantener a la familia unida. Pero la madre, con ojos grises, quizás perdidos en un destino incierto, se fue sin remordimientos. La promesa de un futuro feliz se desvaneció con cada paso que daba, dejando a un padre dete
En la universidad…La atmósfera del aula se volvió tensa, solo rota por el suave zumbido de las luces fluorescentes. Grace, en su pupitre, luchaba contra el cansancio que la envolvía como una manta pesada. Sus ojos se cerraban brevemente, resistiéndose al deseo de sumergirse en un sueño reparador.— Grace, ¿estás bien? —El profesor la llamó cuando se acercó a ella, quedando a medio metro de distancia, alejado de la curiosidad de los demás alumnos, Grace parpadeó, esforzándose por mantenerse despierta mientras se enderezaba en su asiento.— Sí, profesor, solo estoy un poco cansada. —sonrió débilmente. El maestro frunció el ceño, sus ojos, examinando más allá de la respuesta superficial de Grace.— Eres una de mis mejores estudiantes, Grace, y es evidente que algo te está afectando. Tu rendimiento es excepcional, pero hoy… hoy no pareces tú misma. —Grace intentó sonreír de nuevo, pero sus ojos revelaban una carga más profunda.— Solo he tenido algunas noches difíciles, últimamente, prof
Grace se tornó lívida al escuchar la propuesta del hombre de fuerte presencia, sin embargo, no podía aceptarla. Cambiar su libertad para asumir una identidad ajena no estaba en sus planes, a pesar de la atractiva oferta financiera. Aunque el dinero sería más que bienvenido, la sugerencia de pausar su maestría durante un año y que, al concluir, él costearía la totalidad del programa académico, no encajaba con sus principios.Si optara por el acuerdo propuesto, la deuda de su padre quedaría saldada, pero Grace estaría vinculada a la vida de este hombre durante doce meses. Durante ese período, las preocupaciones financieras quedarían atrás, y no habría nada de intimidad entre ambos. La relación sería puramente una fachada ante la familia del hombre, concebida únicamente para eludir un matrimonio forzado. A pesar de sonar como un cliché, la contradicción entre la apariencia de opulencia del hombre, evidenciada por su costoso traje, y la elección de Grace como su pretendida esposa temporal
Grace llegó un par de minutos tarde a su trabajo. Al entrar, registró su asistencia y fue al baño para guardar sus cosas en su casillero de inmediato. No había nadie alrededor. Mientras se ponía la filipina, escuchó murmullos. Frunció el ceño y se acercó. Al final del pasillo de casilleros, quedó boquiabierta al ver a Marlon besándose con la gerente del restaurante. Grace jadeó de sorpresa, y al notarla, la pareja se separó, ambos observándola con sorpresa.— Solo me faltaba esto. — susurró Grace en voz baja. La carga emocional se volvía abrumadora. Entre las preocupaciones por su padre, la propuesta del hombre del tren y ahora su exnovio siendo infiel con la gerente del restaurante, se sentía abrumada.— Grace, —intentó explicar Marlon, — No es lo que parece. — La mujer a su lado, evidentemente molesta, lo apartó y se acercó a Grace, ignorando las advertencias previas.— Quédatelo. No compito por hombres. Si decides ser su nueva novia, recuerda, — le lanzó la filipina contra la cara
Después de un breve y bastante incómodo silencio, Grace decidió romperlo:— Una pregunta. — Comenzó a decir Grace, observándolo fijamente, esperando una reacción — ¿Me ha estado siguiendo desde el metro?Edward se inquietó un poco por la mirada de Grace. Aunque consideró cambiar de tema, optó por no dar una respuesta obvia, ya que necesitaba cerrar el acuerdo a como diera lugar.— ¿Vas a aceptar el acuerdo o no? — le recordó Edward, presionando por una decisión rápida. Grace se levantó y, antes de marcharse, le dijo con firmeza:— Mañana por la mañana tendrá una respuesta. ¿Tiene algún número de celular? ¿Un correo privado?La tensión entre los dos era palpable. Edward apretó los labios, notando que Grace estaba siendo demasiado evasiva.— El evadir no te sirve de nada, necesito una respuesta. ¿No ves que tu situación es precaria ahora, sin trabajo? — su tono era áspero, exigiendo una decisión inmediata.Ante el tono áspero de Edward, Grace se molestó, incluso siendo desconocidos. Dec