La camioneta blindada se detuvo en un área privada de la gran villa. Edward no había hablado durante el camino, y Grace evitó preguntarle sobre el encuentro con su madre. Recordando que se irían a primera hora a Nueva York, imaginó que no había sido una conversación agradable. Edward bajó del vehículo y miró hacia ella.―Toma mi mano, te ayudaré a bajar ―le dijo. Ella aceptó su mano y, con cuidado, se deslizó hasta llegar a él. Justo cuando estaba por bajarse por completo, él la detuvo, inclinándose un poco más hacia ella, sintiendo su respiración golpear la piel de su rostro. Sus ojos grises se abrieron, expectantes por el movimiento inesperado de Edward.―Quiero que te diviertas ―dijo él―. No pienses en lo que pudo haber pasado entre mi madre y yo. Esta noche, solo relajémonos para poder irnos a primera hora.―Tu familia mencionó el baile de máscaras, una de las primeras noches que cenamos juntos… ―susurró Grace. Pensó que se quedarían para el baile, pero al ver la determinación de
Edward se inquietó al no ver a Grace entrar del brazo de su padre cuando comenzó a sonar la marcha nupcial interpretada por el cuarteto de cuerdas. Se ajustó el cuello de la camisa de vestir, sintiendo una sensación nueva y desagradable.—Tranquilo, veré qué pasa —dijo Stefano, su padrino, a su lado. Edward lo detuvo con la mano, bloqueándolo para que no se moviera.Sus ojos se fijaron en Grace, caminando por el largo pasillo del jardín hacia él.—Oh, pensé que por un momento... —Edward dejó de escuchar a su hermano mayor, hipnotizado al ver a Grace en aquel monumental y perfecto vestido de novia. Los invitados se pusieron de pie al notar su presencia; muchos quedaron sorprendidos al ver a una novia tan espectacular, sabiendo que era la futura esposa de Edward Langford. La mayoría de los presentes eran socios de negocios de Edward y algunas amistades cercanas, en su mayoría empleados de empresas con altos puestos ejecutivos. También estaba presente la prensa italiana más renombrada, c
Edward anunció que se tomarían un par de minutos para regresar al banquete y acompañar a los invitados en el gran jardín. Entrelazó su mano con la de Grace y la apartó sutilmente del grupo de personas que se acercaban a felicitarlos. Edward, en realidad, se sentía incómodo; todo lo que sucedía a su alrededor en ese momento lo abrumaba, casi llevándolo al límite.—Espera, no puedo correr con este vestido —se quejó Grace. Él mantenía su mano firme y, con la otra, ella recogió un poco del vestido para no pisarlo al caminar. Edward lo notó y se detuvo para ayudarla. Grace sonrió al ver la lucha de Edward por levantar un poco la tela y acomodarla sobre su brazo, sin querer soltar su mano. Estuvo a punto de poner los ojos en blanco cuando finalmente, satisfecha, lo vio y retomaron el camino hacia el interior de la villa. Al percatarse de que estaban solos, subieron a la segunda planta. Grace frunció el ceño, sin entender a dónde la llevaba o qué quería hablar, que requería alejarse de todos
Edward y Grace fueron abordados por sus hermanos y sus esposas al salir. Viendo que Grace estaba entretenida hablando con una de sus cuñadas, Edward se adelantó para saludar a los Hilton. Al llegar a la mesa, un hombre alto y fornido, vestido de etiqueta, le saludó efusivamente.—¡Edward Langford! Felicidades, ¿dónde está la afortunada? —preguntó, visiblemente emocionado, por haber sido invitado a un evento tan privado de alguien con quien había hecho negocios antes.—En unos momentos viene. ¿Cómo estuvo el viaje? —preguntó amablemente Edward a Noah Hilton. Luego, se acercó una mujer rubia de ojos grises, luciendo un elegante vestido de noche. —Marie, bienvenida —le saludó caballerosamente. Marie, esposa de Noah, era una mujer hermosa, rubia y de ojos grises, que sonrió al terminar el abrazo de felicitación.—El viaje fue tranquilo, he dormido como un león durante el vuelo. Marie está emocionada; es su primera vez en Italia.—Gracias por invitarnos, Edward, y déjame decirte —Marie se
Marie observó cómo Edward se alejaba con su esposa hacia el interior de la villa. Noah, que no pasó por alto este detalle, la condujo hasta la mesa donde estaban y la miró en silencio.—¿Está todo bien? —preguntó Noah. Marie miró a su esposo y le sonrió débilmente.—Sí, claro. ¿Por qué lo preguntas? —respondió Marie.—He notado cómo miraste a la joven esposa de Edward. —Noah intentó ver más allá de su expresión, pero solo encontró el muro familiar que tanto protegía Marie. Tomó su mano y acarició sus nudillos, sonriéndole mientras la acercaba a su lado. Pero Marie tenía una sospecha que la inquietaba. De hecho, pensó que debería irse en ese momento y regresar al hotel del pueblo. Sabía que la velada no terminaría bien si sus sospechas eran ciertas.Mientras tanto, un rato después, Grace y Edward recibían las felicitaciones de los invitados. De vez en cuando, Grace se encontraba con la mirada fija de Marie, lo que empezaba a inquietarla.—¿Quieres irte a cambiar? —preguntó Edward. El s
—Para usted… señora Langford. —escuchar aquella respuesta de parte de Grace, provocó un fuerte escalofrío en Edward, este le recorrió de pies a cabeza, llegando a… Su “amigo”, de inmediato, se repuso e intentó que la boda, fuese una guerra innecesaria.—Grace—la llamó Edward acercándose a ella, se sintió extraño intervenir en un asunto que no debería de importarle, pero ahí estaba, en medio de las dos mujeres, intentando rescatar a su ahora, esposa.—Entiendo tu actitud en esta nueva posición, —dijo Marie reponiéndose de lo que acababa de pasar—Y es válido. Y no merezco que me escuches después de todos estos años y así explicar el otro lado de la moneda… —Grace bajó el escalón para estar frente a ella.—Yo soy quien merezco escuchar la respuesta a mi pregunta después de todos estos años. —Edward tomó el codo de Grace de manera discreta.—Creo que no es el momento. —susurró, pero Grace se soltó sutilmente del agarre de él, y sin mirarlo, dijo:—Nunca será el momento, si no es hoy, no s
Lorenza estaba frente a la puerta de la villa, bajó la mirada a su vestido de noche, uno que había comprado para este día, se mordió el labio y dudó en tocar el timbre, escuchó a lo lejos la música sonar, ¿Y si nadie le abría la puerta?—Aquí estás—dijo Alessandro apareciendo por la puerta lateral de la casa que daba al interior del jardín. Lorenza se tensó al verlo, tenía su pajarita colgando de su cuello desarreglado.—Sí, aquí estoy. —tomó un poco de aire para poder tranquilizar su corazón acelerado. Cuando Alessandro se detuvo frente a las escaleras principales de la casa, miró detenidamente a su esposa.— ¿Entonces? ¿Todo eso que me dijiste por llamada? ¿Es verdad? ¿Vienes a hacer las paces con tu hijo y ahora tu nueva nuera? —Lorenza presionó sus labios, volvió a aclararse la garganta y bajó lentamente cada escalón hasta quedar uno arriba para estar a la misma altura de Alessandro, miró detenidamente sus canas que cubrían la mayoría de su cabellera y barba. — ¿O es que realmente
Grace empezó a desempacar el último traje y sus ojos se abrieron de par en par al ver que no era para nada adecuado ese conjunto y regresar a la fiesta. “Debe de ser una broma” pensó. Sus dedos acariciaron la tela que se encontraba aún dentro de la funda.— ¿Está todo bien? —Grace se exaltó al escuchar la voz de Edward detrás de ella, cuando se giró en su dirección, estaba cerrando la puerta detrás de él. Pudo notar sus comisuras evitando ser alzadas y mostrar una sonrisa pícara.—Estoy algo…—se aclaró la garganta—Algo, confundida. —y se repuso, intentando que sus mejillas no se enrojecieran más de lo que ya estaban. Edward sí que estaba disfrutando como se había puesto al ver la ropa interior para la noche de bodas.— ¿Confundida? —hizo esa pregunta Edward casi a punto de sonreír.—Sí, confundida. —la actitud de Grace dio un giro, como si sintiera que se estuviera burlando de ella, y ya en su vida le habían hecho bastante como para que Edward se sumara a la lista. Se cruzó de brazos y