Contestó como lo esperaba, con un sonido somnoliento, aún sin estar alerta, no deje que terminara de despertar, su hablar no era coherente , las palabras salieron frenéticas de mi boca
— te necesito en mi casa de inmediato, hay una chica, se está congelando, no sé qué hacer con ella, dime ¿qué hago? no puede morir— hubo silencio en la llamada, hasta que sus instintos debieron echar mano a su pensamiento aún dormidos, ya que inmediatamente me dijo —desnúdala y ponla frente a la chimenea, si tienes una cobija térmica, pónsela encima cubriéndola totalmente y ponla al mínimo, solo al mínimo… dame 2 minutos estaré allí — y sin más cuelgo, sabía que llamarlo tan tarde en la madrugada era señal de alarma para él, cada vez que lo llamaba era para que me sacara del lío, habíamos sido un par de adolescentes desordenados, aunque él siempre se encargaba de sacarme de todos los problemas, aún siendo el menor de nuestro grupo de amigos Thot siempre había solucionado nuestros problemas, corrí escalas arriba e hice exactamente lo que él me pidió, encontré la manta térmica y al bajar a las a la estancia la conecte al enchufe cercano a la chimenea y la cobije totalmente, su cabello aún estaba pegado a su rostro y quería ver qué había debajo, antes solo había tenido un pequeño vistazo, pero la urgencia de ponerla bien superó esa necesidad de conocimiento, como dijo Thot puse en el mínimo la manta y me senté a esperar, aun nervioso, sabía que dos minutos en el dialecto de un médico podrían ser 10, 20 posiblemente 30 minutos, pero esperaría con paciencia, sé que él llegaría y llegaría con una solución, que él no dejaría que a ella sufriera daños, no permitiría que pasara nada…¿por qué me interesaba tanto ella? seguía siendo para mí un misterio, deje que mi mente volara en el porque estaba tan interesado en la chica hasta que la puerta de mi casa sonó con dos contundentes golpes, dos no tres, eso además de su olor me avisó que mi amigo había llegado, miré el reloj que había al lado de la chimenea para ver que sus dos minutos solo habían sido cinco, me alegré mucho al ver que había traído su bolso de médico y que además traía su compañera, Thot había tomado compañera no hace más de un año, pero ella se había vuelto parte de la familia rápidamente, abrí la puerta aun desnudo y aunque mi mejor amigo frunció el ceño, no le presté mayor importancia, los guíe hasta cerca de la chimenea, el pequeño montículo cubierto con la manta los esperaba, mi amigo arrancó la manta que cubría la pequeña chica, dejándola nuevamente desnuda sobre la alfombra, todo su cuerpo en exhibición el sonido rasgado y gutural que salió de mi garganta y mi pecho que mi lobo dejó salir fue algo posesivo, algo totalmente agresivo, algo que jamás había hecho y menos dirigido a mi amigo, sus ojos se ampliaron, sus manos se levantaron inmediatamente y los ojos de su compañera me recorrieron —amigo soy yo, cálmate, estoy aquí para ayudarla, además deja de ser ridículo yo tengo a mi compañera— para enfatizar este punto Dalia se acercó a él y pasó su brazo por la cintura, él todavía estaba agachado, cerca de la chica inconsciente, pero tenía los brazos en alto, en un acto de sumisión, pasé mis manos por mi despeinado cabello corto y lo miré con una confusión increíble en el rostro, él no sabía que me estaba sucediendo… Yo tampoco. Me aparté de él avergonzado sintiéndome mal por haberle gruñido, no sabía dónde había salido esto, esa sensación de ser posesivo, de rabia por qué alguien más la viera desnuda y querer que nadie más pudiera ver su cuerpo me estaba desconcertando, pero me alejé, tiré de todo mi autocontrol y me retiré poniendo mi espalda contra la pared más alejada de la chimenea, Thot se volvió a su trabajo, rápidamente sacando todo lo que tenía en su gran maletín negro, de allí sacó varias bolsas de suero que entregó a su compañera Dalia, una enfermera entrenada, ella entendió rápidamente que tenía que hacer y corrió hacia mi microondas, puso las bolsas dentro con solo 10 segundos en su programación, yo solo estaba ahí parado, mirando todo el procedimiento mientras ellos terminaban todo, en menos de lo que pensé las dos bolsas estaban colgadas de los lados de la chimenea y los pequeños tubos estaban prendidos a las muñecas de la pequeña chica, Dalia había descubierto su rostro y había puesto su cabello a su alrededor para que se secara, era una pequeña chica con pómulos altos, nariz redondeada y labios llenos, no sería una de esas chicas que miras en la calle, tenía ojos grandes y pestañas negras pero no curvadas, cejas delineadas y al igual que su cabello indomables, me quedé mirándola por demasiado tiempo, no sabía que era la sensación que sentía mi pecho, esto era más de lo que podía procesar mi lobo, lo sabía, había gritado en mi oído la palabra apenas había caído mi mirada en su rostro. COMPAÑERA...Ella era nuestra compañera y aún estaba al borde de la muerte y no pude darme cuenta qué estaba haciendo hasta que llegué cerca a ella, estaba de rodillas antes de que pudiera volver a mi razón, estaba a punto de agachar la cabeza y pasar mi nariz por su cuerpo cuando mi amigo apretó bien mi hombro, sujetándome en mi lugar— para, la vas a asustar, ella va a empezar a sentir mucho dolor cuando su cuerpo empiece a desentumecerse y si se encuentra desnuda con un hombre enorme extraño oliendo su cuerpo va a ser algo aterrador ¿quieres que ese sea su primer recuerdo de ti? —Me alejé, aunque no lo deseaba pero sabía que lo que decía era cierto, sería horroroso que este fuera el primer recuerdo que tuviera de mí, siendo ella mi compañera, entonces me senté a su lado, aun desnudo preguntándome ¿qué podría hacer? Mi amigo recogía metódicamente todas sus cosas, mientras su compañera hurgaba en mi casa, lo sonidos la ubicaban en el segundo nivel, llegó prontamente con un par de bóxer que agrad
El olor a tocino, huevos con verduras y café recién hecho despertaron mi lobo, cuando los dos parpadeamos aún somnolientos nos dimos cuenta de que estábamos en la alfombra, pero nos encontrábamos solos, la pequeña figura se había levantado y por el olor estaba en mi cocina haciendo el desayuno, mi lobo dejó salir una pequeña sonrisa, ya sabía que quería que mi compañera supiera cocinar y él también deseaba poner su hocico en todo lo que ella hiciera, todo lo que tuviera su amor él lo deseaba, me cubrí hasta la cabeza con la manta para poder transformarme sin ningún problema, después de que lo hice busqué mis bóxer, los pasé por mis piernas y subí sigilosamente al segundo piso para ponerme una camisa y algo más, no querías que viera un hombre desnudo ingresando a la cocina, cuando estuve satisfecho con mi apariencia, después de incluso cepillarme los dientes, baje a la cocina, estaba llena de ese fragante y dulce aroma que solamente el desayuno recién hecho con amor y esmero podía cr
—aquí no hay nadie más, solo estamos tú y yo— le dije intentando suavizar mi voz ronca por las emociones, no creía que esas iban a ser las primeras palabras que le decía a mi compañera, esperaba profesarle mi amor, admirar su belleza, ella me miró confundida —¿La señorita Victoria y la señora Antonia no llegaron anoche? no recuerdo qué pasó… pero necesito comunicarme con ellas— el pulso acelerado y sus ojos dilatados me dijeron que temía algo pero todavía no sabía. — cálmate, podemos llamarlas, tengo un celular cerca de la cocina… pero dime primero ¿cómo llegaste aquí?— ella me miró y la confusión volvió a su rostro — no recuerdo mucho— dijo pensativa —solo sé que la señorita Victoria y la señora Antonia me dejaron en el camino y me señalaron una luz ahí quedaba la hacienda donde nos íbamos a quedar, me pidieron que subiera por el camino estrecho ya que con el auto tendrían que dar muchos giros y yo caminando llegaría primero, así podría poner el lugar cálido para su llegada—
Lileet Además de estar en un lugar desconocido y con un hombre que no conozco, las posibilidades de mi futuro son escasas, que el atractivo hombre que está frente a mí este dando opciones para mí solo me llena de pánico, no desconfío de su buena fé, tampoco de lo que puede hacer por mi, pero creo que su bondad pueda tener un límite demasaciado pronto, en este momento no tengo nada, ni la ropa que llevo puesta es mía, la posibilidad de quedarme con el no me molesta, pero prefiero la otra opción, las emociones que está despertando en mi no son fáciles de manejar y que el hombre más atractivo que haya visto en mi vida me quiera consolar me deja preguntándome ¿qué desea de mi?, es un espécimen magnífico, es alto de tez clara y cabello aún más claro, nariz pequeña y respingada, pómulos altos, labios delineados de un tono rosa opaco, ojos cafés intrigantes e inteligentes, cabello cortado a ras de su cráneo y cejas abundantes, sin mencionar la barbilla que demuestra poder, era un sueño, ad
Ya habían pasado más de tres días desde que ella estaba viviendo en el hotel, mi compañera estaba lejos de mí y mi lobo se estaba volviendo loco y frenético, habíamos hecho muchas cosas estúpidas, estás eran noches largas donde él pasaba todo el tiempo metiendo la nariz por debajo de la ranura de la puerta de su habitación con la esperanza de tener un poco de su aroma, noches largas donde miraba la luna con deseos de aullar, pero temeroso de hacerlo por miedo a espantarla, hipervigilantes con terror a perderla de la misma forma que llegó, está era nuestra nueva rutina nocturna, solo hasta la tercera noche ella decidió abrir la puerta, cuando su voz no sonó asustada, sino tranquila mi lobo boleó su rabo como si fuera un pequeño cachorro, ella se agachó a tocarlo tiernamente, mientras le decía —¡hola pequeño! ¿te acuerdas de mí? ¿Que hace tan lejos de tu casa ? ¿tu amo está cerca? ¿ no tienes frío allí afuera?— miro a ambos lados de la puerta, eso me dejó pensando, ella creía que mi
Los rayos del sol despertaron a mi lobo, la mañana cálida de invierno nos saludo y nos dio la sensación que todo iría bien, cuando mi lobo intentó mover su cuerpo se sorprendió, ya que una pierna y un brazo de mi compañera rodeaba nuestro peludo cuerpo, al darse cuenta de eso se inmovilizó nuevamente, dejando que la sensación de su cuerpo contra el nuestro se filtrara, era algo tan natural como respirar, pero no era tan común como debería, encontrar a una compañera era un suceso extraño, pero lo deje disfrutar el momento, él era un lobo feliz y yo era un hombre emocionado, estuvimos así demasiado tiempo, nuestro cuerpo se empezó a acalambrar, pero igual mi pequeño amigo no se movió, ella despertó un largo rato después de que nuestro cuerpo estuviera totalmente entumido y antes de terminar de soltar los hilos que aún la jalaban hacia el sueño, empujó su cara contra nuestro lomo y nos abrazo fuertemente, tomo varias respiraciones profundas llenando sus pulmones de nuestro aroma, era
El olor además de ofender mis fosas nasales también hizo temblar mi corazón y mi alma, eran hienas, esos animales carroñeros miserables tenían mi compañera, el olor que había golpeado mi nariz lo había sentido en varias escenas del crimen, todos robos menores, no había unido las dos cosas al tiempo, pero ahora no me quedaba duda, eran ellos los que estaban azotando nuestro pequeño pueblo con robos y ahora habían robado algo de suma importancia, habían robado algo de lo que se arrepentirían siempre, sentí pasos a mi espalda y cuando giré vi el hijo menor de Frank, un joven de no más de 20 años con el cabello salvaje, apenas empezando a volverse hombre, esperé a que se acercara a mí con gran impaciencia, para ver qué quería, aunque mi lobo quería llegar rápidamente a dónde lo llevaba el olor de las hienas. —puedo ayudarte — fue lo que susurró, agachando la cabeza —sentí el sonido del auto que se la llevó, pude oler el interior, olía animal sucio y humedad— lo miré y suspiré, no me gu
Lileet Todo fue rápido en un momento estaba aseando una de las habitaciones y en el otro estaba haciendo atada, amordazada y cubierta después de tal ultraje me metieron a la parte trasera de un auto que olía demasiado mal, no puedo explicar el olor simplemente olía mal, después de un viaje accidentado donde los baches del camino hicieron que mis dientes castañaran y mi cabeza golpeara contra algo duro, llegamos a un lugar en el cual el frío hacía que los huesos temblaran, no solo porque estábamos en invierno sino porque el lugar era demasiado desprotegido, sentí que se abrían puertas y luego nuevamente se cerraban mientras me dejaban en un lugar demasiado frío sobre el suelo duro, aún con las manos atadas y la capucha bien puesta en mi cabeza, respiraba con fuerzas, no podía entender que querían de mí ¿era de pronto la policía que se había dado cuenta de que estaba indocumentado y venían a hacerme todas las atrocidades que ya conocía o simplemente estaban buscando chicas jóvenes como