Capitulo 3 - THOT

Contestó como lo esperaba, con un sonido somnoliento, aún sin estar alerta, no deje que terminara de despertar, su hablar no era coherente , las palabras salieron frenéticas de mi boca

— te necesito en mi casa de inmediato, hay una chica, se está congelando, no sé qué hacer con ella, dime ¿qué hago? no puede morir— hubo silencio en la llamada, hasta que sus instintos debieron echar mano a su pensamiento aún dormidos, ya que inmediatamente me dijo

—desnúdala y ponla frente a la chimenea, si tienes una cobija térmica, pónsela encima cubriéndola totalmente y ponla al mínimo, solo al mínimo… dame 2 minutos estaré allí — y sin más cuelgo, sabía que llamarlo tan tarde en la madrugada era señal de alarma para él, cada vez que lo llamaba era para que me sacara del lío, habíamos sido un par de adolescentes desordenados, aunque él siempre se encargaba de sacarme de todos los problemas, aún siendo el menor de nuestro grupo de amigos Thot siempre había solucionado nuestros problemas, corrí escalas arriba e hice exactamente lo que él me pidió, encontré la manta térmica y al bajar a las a la estancia la conecte al enchufe cercano a la chimenea y la cobije totalmente, su cabello aún estaba pegado a su rostro y quería ver qué había debajo, antes solo había tenido un pequeño vistazo, pero la urgencia de ponerla bien superó esa necesidad de conocimiento, como dijo Thot puse en el mínimo la manta y me senté a esperar, aun nervioso, sabía que dos minutos en el dialecto de un médico podrían ser 10, 20 posiblemente 30 minutos, pero esperaría con paciencia, sé que él llegaría y llegaría con una solución, que él no dejaría que a ella sufriera daños, no permitiría que pasara nada…¿por qué me interesaba tanto ella? seguía siendo para mí un misterio, deje que mi mente volara en el porque estaba tan interesado en la chica hasta que la puerta de mi casa sonó con dos contundentes golpes, dos no tres, eso además de su olor me avisó que mi amigo había llegado, miré el reloj que había al lado de la chimenea para ver que sus dos minutos solo habían sido cinco, me alegré mucho al ver que había traído su bolso de médico y que además traía su compañera, Thot había tomado compañera no hace más de un año, pero ella se había vuelto parte de la familia rápidamente, abrí la puerta aun desnudo y aunque mi mejor amigo frunció el ceño, no le presté mayor importancia, los guíe hasta cerca de la chimenea, el pequeño montículo cubierto con la manta los esperaba, mi amigo arrancó la manta que cubría la pequeña chica, dejándola nuevamente desnuda sobre la alfombra, todo su cuerpo en exhibición el sonido rasgado y gutural que salió de mi garganta y mi pecho que mi lobo dejó salir fue algo posesivo, algo totalmente agresivo, algo que jamás había hecho y menos dirigido a mi amigo, sus ojos se ampliaron, sus manos se levantaron inmediatamente y los ojos de su compañera me recorrieron

—amigo soy yo, cálmate, estoy aquí para ayudarla, además deja de ser ridículo yo tengo a mi compañera— para enfatizar este punto Dalia se acercó a él y pasó su brazo por la cintura, él todavía estaba agachado, cerca de la chica inconsciente, pero tenía los brazos en alto, en un acto de sumisión, pasé mis manos por mi despeinado cabello corto y lo miré con una confusión increíble en el rostro, él no sabía que me estaba sucediendo… Yo tampoco.

Me aparté de él avergonzado sintiéndome mal por haberle gruñido, no sabía dónde había salido esto, esa sensación de ser posesivo, de rabia por qué alguien más la viera desnuda y querer que nadie más pudiera ver su cuerpo me estaba desconcertando, pero me alejé, tiré de todo mi autocontrol y me retiré poniendo mi espalda contra la pared más alejada de la chimenea, Thot se volvió a su trabajo, rápidamente sacando todo lo que tenía en su gran maletín negro, de allí sacó varias bolsas de suero que entregó a su compañera Dalia, una enfermera entrenada, ella entendió rápidamente que tenía que hacer y corrió hacia mi microondas, puso las bolsas dentro con solo 10 segundos en su programación, yo solo estaba ahí parado, mirando todo el procedimiento mientras ellos terminaban todo, en menos de lo que pensé las dos bolsas estaban colgadas de los lados de la chimenea y los pequeños tubos estaban prendidos a las muñecas de la pequeña chica, Dalia había descubierto su rostro y había puesto su cabello a su alrededor para que se secara, era una pequeña chica con pómulos altos, nariz redondeada y labios llenos, no sería una de esas chicas que miras en la calle, tenía ojos grandes y pestañas negras pero no curvadas, cejas delineadas y al igual que su cabello indomables, me quedé mirándola por demasiado tiempo, no sabía que era la sensación que sentía mi pecho, esto era más de lo que podía procesar mi lobo, lo sabía, había gritado en mi oído la palabra apenas había caído mi mirada en su rostro.

COMPAÑERA...

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