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Capitulo 5- Desayuno

El olor a tocino, huevos con verduras y café recién hecho despertaron mi lobo, cuando los dos parpadeamos aún somnolientos nos dimos cuenta de que estábamos en la alfombra, pero nos encontrábamos solos, la pequeña figura se había levantado y por el olor estaba en mi cocina haciendo el desayuno, mi lobo dejó salir una pequeña sonrisa, ya sabía que quería que mi compañera supiera cocinar y él también deseaba poner su hocico en todo lo que ella hiciera, todo lo que tuviera su amor él lo deseaba, me cubrí hasta la cabeza con la manta para poder transformarme sin ningún problema, después de que lo hice busqué mis bóxer, los pasé por mis piernas y subí sigilosamente al segundo piso para ponerme una camisa y algo más, no querías que viera un hombre desnudo ingresando a la cocina, cuando estuve satisfecho con mi apariencia, después de incluso cepillarme los dientes, baje a la cocina, estaba llena de ese fragante y dulce aroma que solamente el desayuno recién hecho con amor y esmero podía crear, cuando llegué a la cocina los ojos más cafés que pude ver en mi vida me saludaron, una sonrisa de cortesía se dibujó también

— Buenos días, puedes sentarte, el desayuno estará listo en unos minutos ¿deseas café?— las palabras no lograron salir de mi garganta, esto era casi un sueño, esperaba alguien que llorara, se retorciera pidiendo volver a su hogar, a su lugar. o ser llevada a donde debería estar, en vez de eso se había acoplado también que se había movido en mi cocina como si fuera suya, mi lobo me informó con cierto toque de gracia que la cocina era suya, sabía que tenía razón, no podía evitarlo, se sentía bien, me senté aun atónito, mientras ella servía una deliciosa taza de café recién hecho, pude ver que había movido la greca antigua que había en una esquina de la cocina abandonada, había encontrado el granos que están todavía guardado en mi alacena que no sacaba por pereza de hacer el trabajo yo mismo, realmente eso iba a ser un gran desayuno, pensé muy satisfecho en los confines de mi mente y esperé tranquilo a que ella lo sirviera

—¿azúcar?¿crema?— preguntó mostrando las dos pequeñas tazas recién lavadas con las pequeñas cucharas que tenía en un armario alto, Yo tampoco las utilizaba, acepté la crema, pero no el azúcar, le di un trago largo a mi café, dejando que el sabor se expandiera en mi lengua y dejando que el silencio se extendiera entre los dos, ella giró nuevamente hasta la estufa donde estaba haciendo un esponjoso omelette de solo clara, al lado vi que el horno estaba en funcionamiento, yo jamás lo había probado, desde que conseguí la casa el horno estaba allí, pero yo jamás había horneado nada, ella volteó a mirarme y preguntó

—¿deseas algo en específico?— yo simplemente negué con la cabeza, la melodiosa y dulce voz con un pequeño acento que no podía reconocer, me tenía como un idiota, ella volvió a sonreír tímidamente y siguió con lo que estaba, cuando terminó el omelette y el temporizador del horno sonó ella sacó del horno un gran molde de pan, se veía dorado por encima, crujiente y olía delicioso, con un gran cuchillo (que tampoco sabía de dónde había salido exactamente, ya que no recordaba tener cuchillos para el pan en mi casa) lo partió con total destreza y lo sirvió al lado del pequeño omelette de claras que había hecho, creí que era su desayuno, creí que tenía una dieta estricta y rigurosa qué debía seguir, lo que más me sorprendió fue que en un movimiento acomodo todo en una pequeña charola para llevar (tendría que preguntarle dónde encontró tantas cosas, no recordaba la charola) cuando me dirigió una mirada con una sonrisa pronunció

— en un momento regreso a entregarle a usted su desayuno, la señorita Victoria detesta su desayuno frío y lo prefiere en la cama, así que si me permite voy a buscar su habitación para dejarle un desayuno y luego volveré con usted— dio la vuelta, me quedé pensando en sus palabras ya que no había ninguna señorita Victoria a quién servir en mi hogar, suspiré dando otro trago largo a mi café antes de seguirla, sabía que era muy bueno para ser cierto, las palabras de Thot vinieron a mi cabeza “tú aliméntala y te deseo buena suerte” esperaba que no empezara con ataque de histeria apenas encontrara que solo estábamos los dos. Subió las escaleras con paso seguro, miro ambos lados inspeccionando el lugar, habían tres habitaciones una cada lado del pasillo y la mía que sería la del fondo, su determinación no cambió, siguió con paso firme hacia la habitación del fondo, viendo que era la puerta más maciza supuso que era donde resguardarían a la señorita Victoria, muchas preguntas empezaron a llenar mi cabeza ¿era una criada? ¿una dama de compañía para una chica pequeña? una pequeña señorita entonces pensé en ella como una niñera maternal, aunque la elección de desayuno aún no encajaba, cuando abrió la puerta con dificultad no vio a nadie en la cama, incluso la cama se encontraba hecha ( yo no había pasado la noche e mi habitación) se giró sin ningún recelo y se acercó a la siguiente habitación, cuando esta también estaba vacía su rostro se desencajó un poco, pero no dejo que se viera demasiado, cuando se acercó por fin a la última puerta esperando encontrar lo que estaba buscando y la abrió. Descubrir que no había nada la conmociono, pasó por sus rasgos y pude escuchar que su corazón se acelerado, me acerqué a ella y tomé la bandeja antes de que la pudiera dejarla caer, no sabía cómo podría reaccionar, cuando volteó a mirarme las palabras no salían de sus labios se esforzó, no pudo, yo contesté a su silenciosa pregunta —aquí no hay nadie más, solo estamos tú y yo— esto era un desastre.

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