Capitulo 6 - La verdad

—aquí no hay nadie más, solo estamos tú y yo— le dije intentando suavizar mi voz ronca por las emociones, no creía que esas iban a ser las primeras palabras que le decía a mi compañera, esperaba profesarle mi amor, admirar su belleza, ella me miró confundida

—¿La señorita Victoria y la señora Antonia no llegaron anoche? no recuerdo qué pasó… pero necesito comunicarme con ellas— el pulso acelerado y sus ojos dilatados me dijeron que temía algo pero todavía no sabía.

— cálmate, podemos llamarlas, tengo un celular cerca de la cocina… pero dime primero ¿cómo llegaste aquí?— ella me miró y la confusión volvió a su rostro

— no recuerdo mucho— dijo pensativa —solo sé que la señorita Victoria y la señora Antonia me dejaron en el camino y me señalaron una luz ahí quedaba la hacienda donde nos íbamos a quedar, me pidieron que subiera por el camino estrecho ya que con el auto tendrían que dar muchos giros y yo caminando llegaría primero, así podría poner el lugar cálido para su llegada— cerró los ojos y suspiró— me perdí ¿cierto?— yo le di una media sonrisa y le dije es

—seguro, aquí no hay haciendas, las únicas casas cercanas son la de mi amigo Thot y unas cuantas más, haciendas no hay, pero me pregunto si tenías que caminar ¿porque tenías un atuendo tan poco práctico para este clima?—ella agachó la cara ocultando su vergüenza

— la verdad es que no creímos que necesitara mi abrigo—cuando dijo que creímos la incertidumbre me decía que ella estaba segura de que necesitaba su abrigo… otra persona le aseguró que no, ¿querían deshacerse de ella? Antes que mi mente se fuera a la deriva, ella me sacó de mis pensamientos

—¿puedo usar tu celular ahora?—preguntó con los ojos brillantes esperanzados

— claro que sí —le dije y bajamos a la cocina, antes de entregarle el celular ella me miraba con ojos esperanzados pero antes de que pudiera poner sus manos en él le informe

—hay una condición más para entregarte mi móvil —ella frunció el ceño pero aún tenía esperanza en su mirada espero a ver cuál era mi última condición

—debes poner en altavoz tu comunicación, la verdad no sé a quién llamarías— ella asintió entendiendo mi desconfianza, yo era un extraño para ella y ella era una extraña para mí, una que ya amaba. En silencio escuché cómo marcaba los números uno, dos timbrazos, tres y cayó a buzón, repitió la llamada, esta vez al segundo timbrazo contestó una voz malhumorada

—¿ sí?—

— buenos días señora Antonia, qué pena molestarla… pero creo que el día de ayer me equivoqué del camino y …me perdí— un resoplido de frustración se escuchó al otro lado de la línea

— No te perdiste lo suficiente, hasta para perderte eres estúpida, esperaba deshacerme por fin de ti— esas palabras retorcieron mis tripas mi lobo se puso inmediatamente en alerta buscando La amenaza que estaba atacando a nuestra compañera, la pequeña chica seguía en silencio, la voz en el teléfono prosiguió

—esperaba que te congelaras y murieras, esperaba que el reporte que hice de persona desaparecida me trajera consigo todo el dinero que he invertido en tu bienestar por todos estos años, pero tú, como siempre tienes que echar todo a perder, tenías que sobrevivir, tenías que volver a castigarme con tu insufrible presencia, hazte un favor y hazme un favor ¡ Muérete ¡ …donde vuelvas a cruzarte conmigo es seguro de que no voy a hacer nada amable, !acabas de costarme mucho dinero¡, entonces por tu bien no aparezcas, porque si apareces tendrás un grave inconveniente o mejor sigue mi consejo y ¡muérete!—sin más la comunicación se cortó, miré a la pequeña chica frente a mí, tenía los ojos enormes, desorbitantes, brillantes por las lágrimas sin derramar y el estado de shock no le permitía hacer nada, la llevé lentamente y la senté al lado de la cocina, en una de las dos pequeñas sillas que habían allí, aún no había salido de tu asombro, pero la dejé estar, si se demoraba en reaccionar, llamaría a mi amigo para que me aconsejar, Thot siempre era buen consejero y sabría qué hacer, él tenía una compañera propia, sus temblorosas manos tomaron la taza de café y por mecánica la llevó a sus labios, la satisfacción más grande y ridícula me recorrió, estaba bebiendo de mi taza, mi compañera estaba sentada en mi cocina ,disfrutando de todo lo que yo podía ofrecer, cuando por fin parpadeó y las lágrimas gordas cayeron por sus mejillas, volteó a mirarme, su estado había cambiado, ahora se veía como alguien desolado, devastado, como alguien a quien le habían arrancado todo lo que poseía, me sentí mal por ella, pero aún no conocía su pérdida ¿quiénes eran a estas personas que esperaban que ella muriera? ¿quiénes eran estos seres sin corazón que estaban esperando una compensación por sus atenciones? recordé que podía averiguar todo sobre ella, yo era policía, podía averiguar todo lo que quisiera con su nombre, eso me hizo recordar, ni siquiera había preguntado su nombre, mi lobo gruñó “compañera” para él era así de simple, no necesitaba un nombre al que agarrarse, no necesitaba un término, para él, ella era la única, la compañera predestinada, la que siempre estábamos esperando y la que siempre anhelaríamos, su voz muy quebrada me sacó él ensimismamiento que tenía

— ¿y ahora qué haré?— empezó a sollozar levemente y sus lágrimas se volvieron cada vez más frecuentes, más seguidas aunque ella la limpiaba valientemente

—¿a dónde iré?—preguntó, pasándose las manos por su cabello desordenado, yo simplemente me acerqué a ella y la abracé , ese pequeño acto de amor la hizo quebrarse, me abrazó y lloró por un largo rato, sollozando lentamente dejando todo olvidado, cuando sus lágrimas cesaron y pudo volver a mirarme, decidí que le traería toda la paz que pudiera, le daría más de lo que había perdido.

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