Hola, mis bellas lectoras. Bueno me paso por aquí por pedir disculpas por el retraso de las actuaciones, hemos estado en una época donde hemos estado malos. Mis hijos estuvieron con gripe y no a la vez, primero uno y luego el otro, después fui yo. Hemos estado malitos y no he podido darles actualizaciones y por eso, os pido mil disculpas. Ya estoy escribiendo el capítulo y espero que hoy tenga el capítulo, perdón otra vez. Besos desde España.
Sarah Brown Mordí mi labio al ver cómo él, obedeció mi orden. Jamás imaginé que lo hiciera, pero también tiene que entender que lo hago por su bien.Él me cuidó, aunque muchas cosas, las tengo prohibidas, pero sé que puedo contar con él, que jamás me dejaría sola. Vladimir sabe cómo cuidarme, cuando me dan los ataques, sabe calmarme. Sabe mirarme a los ojos y relajarme, ahora, me toca a mí cuidarle y obligarle hacer determinadaa cosas. Salí del despacho y en el salón me encontré con María, que doblaba una cortinas. Me acerqué a ella con una sonrisa —Hola, María..— ella se giró y me mostró su dentadura tras aquella sonrisa. —¿Cómo estás? —Hola, mi niña. — me saludó sin dejar de hacer sus cosas. —¿Cómo te encuentras? Vlad a subido a ducharse.—Lo sé, le he obligado, tengo que curar su herida. — María dejó de hacer lo que hacía y me observó, yo me puse nerviosa tras aquella mirada confusa.—¿Vladimir hizo eso? — asentí. —No me lo puedo creer, él jam
Sarah Brown Desperté, la luz del sol se colaba por la habitación. Me giré y Vlad no estaba a mi lado, miré la hora y marcaban las nueve de la mañana.Esté hombre es un madrugador, ¿No se puede quedar más tiempo en la cama?Me levanté y fui al baño, encendí la llave de la ducha y entré en él. Me relajé debajo de la regadera, el agua caía por mi cuerpo, relajando cada músculo de mi cuerpo. Dios, esto es una bendición, me daba una paz y calma.Cuando acabé, me enredé una toalla en mi cuerpo y otra en el pelo. Me miré en el espejo y me noté más delgada, mi rostro marcaban mis ojeras. »Sarah, tu enfermedad sigue avanzando y sintiéndolo mucho, irá a peor. La medicación ayuda, pero cuanto más avanzas, menos efecto hace. Sarah, estás en lista de espera. Tenemos que esperar para tu operación.«Los recuerdos y las voces de mi doctor, penetran mi cabeza. Saber que tenía los días contados, que iba a morir, no es algo que quieras recibir. Disfruto de los dias
Vladimir Sokolov La dejé que llamara a sus padres, no sé porque lo hice, pero ver una sonrisa en sus labios y lo vi. Salí de la casa y fui al polígono, mi escolta me informó que encontró al hombre que me disparó. Aún estoy adolorido por el balazo, me molesta, pero necesito encontrar al culpable. Sé que fue él, pero fue contratado por alguien.Cuando llegué, observé el lugar, no había nadie, todo estaba solitario. Caminé hasta la puerta gris que tenía enfrente, entré y me encontré a un hombre sentado en una silla, con la cabeza tapada y sus manos atadas. Mis escoltas detrás de él, con las manos hacia delante. Uno de ellos, se acercó a él y le quitó el sacó de la cabeza. El hombre levantó la cabeza y parpadeaba seguidamente por la luz, acostumbrándose a la luz. Me observó y le sonreí de lado, caminé hasta él, cogiendo una silla y sentándome frente a él.—¿Sabes quién soy? — él negó, podía ver su miedo en sus ojos. —¿No? Si eres quién me disparó a dist
Sarah Brown ¿Cuándo llegas apreciar realmente tu vida? ¿Cuándo pierdes a un ser querido? ¿Cuándo recibes una mala noticia? ¿Cuando estás apunto de morir? ¿Cuándo tienes tus días contados en la vida?Para mí, fue peor noticia enterarme que tenía mis días contados. Qué dejaría a mi familia, que no les volvería a ver. Qué les dejaría solos. Sin su pequeña, como ellos me llamaban. Aprecié más mi vida, a vivir al máximo. Pasar tiempo con mi familia, como si mañana me fuese.Me veía más palida, con menos fuerza y cada vez mis mareos, eran más frecuentes.Por mucho que yo intentará seguir, luchar... Era en vano, mi corazón cada vez están más débil. Tengo miedo, mucho miedo y no lo niego. Tengo miedo a morir, miedo a dejar a mi familia, a no poder vivir como a mí me gustaría. Aunque mis padres sonrían y se vieran felices, sé que están sufriendo mucho. Su hija estaba enferma y la perdían, pero... ¿Qué podría hacer yo? Está maldita enfermedad me tocó a mí, me
Vladimir Sokolov Todo para mí se volvió frío, oscuro. Perder a mi esposa, fue lo peor que me pudo pasar. La extraño tanto, extraño sus besos, su sonrisa, su voz, todo. Ese hombre me la arrebató y no sabe que se metió con el tipo equivocado, le voy a pagar con la misma moneda. Seguí sus pasos, los pasos de su familia y sobretodo los pasos de su preciosa hija la cardiaca. Le voy a dar de su medicina, voy a darle donde más le duele. Su hija, es su tesoro, su ojito derecho.Todos los días, miro al cielo y le pido a mi esposa que me dé fuerzas, que me ayude. Qué me ayude a seguir adelante sin ella, pero no me da ninguna, no recibo ninguna señal.Miro la ficha de la joven, Sarah Brown. La hija querida del hombre que tanto odio, me hace gracia porque perderá a su hija. Esa niña tiene los días contados, en mi manos, durará menos. Ella no me sirve, solo es mi moneda cambio. Si se muere no, no es de mi incumbencia, solo quiero venganza. Soy el jefe más temido de
Sarah Brown Notaba algo blando debajo de mi cuerpo, estaba tan cómoda y calentita. No deseaba abrir los ojos, no quería salir de aquí. Todo estaba en silencio, no había ningún ruido. Lo único que escuchaba, era el silbido del viento golpear contra la ventana. Pero algo me hizo borrar todo de la cabeza, recordé lo que me había pasado ayer o antes de ayer, no lo sé con seguridad. Pero abrí los ojos de golpe y me incorpore, escaneé la habitación con muchos detalles. Era grande, elegante y olía a lavanda. Pero seguía observando todo, con lujos de detalles. Hasta que mis ojos captaron la figura de un hombre, sentando en una esquina de la habitación. Era de pelo castaño, con barba, sus ojos marrones y penetrantes. Su nariz puntiaguda y su mandíbula cuadrada, perfecta para su rostro. Sus labios era finos, pero algo gordos.Tenía un traje negro, tenía muchos anillos y pulseras. Me miraba fijamente, me sentía pequeña tras su mirada fría y sería. Tenía miedo,
Sarah BrownMe mantenía en aquella habitación, encerrada sin saber nada de nadie, sin saber de mis padre y de Catalina. Tenía miedo que le hubieran hecho daño, ese sicópata, era un puto demente. En aquel balcón sentada, sintiendo el aíre fresco calar mi piel. Miraba el campo y el sonido de las ramas de los árboles. Mi padre siempre me decía que me mantuviera fuerte, que no dejara que nadie me intimidara. Siempre fui fuerte, alegre. Pero estar aquí, me estaba matando lentamente. Necesito saber de mis padres, necesito llamarles y escuchar sus voces. Tengo miedo de no volverles a ver, miedo de morir aquí y nadie lo supiera. Quiero un consejo de mi padre, los abrazos cálidos de mi madre, los besos cariñosos de mi abuela. Necesito saber de Catalina, saber que está bien y no la hicieron daño. Miré al cielo gris y cerré los ojos, pidiendo a Dios por mi, por mi familia y Catalina. Me acurreque en el sofá, abrazando el cojín y cerré mis ojos. Me encantaba res