Sarah Brown Vlad me dejó en la cama, se quedó conmigo todo el tiempo. Ahora, se encontraba durmiendo a mi lado, estaba de lado, dándome la espalda. Se había quitado la camisa para estar más cómodo, veía su espalda fuerte y con aquel tatuaje que le llegaba desde casi la nuca hasta la parte baja de la espalda. Tenía tatuado una cruz, no era muy calcado, pero sabía que tatuaje era. Me tumbe y lo abracé, dejé un beso en su espalda y cerré mis ojos. Empezó a moverse, se giró y se puso frente mia, pegado a mí rostro. Abrí los ojos y me encontré con su mirada, me observaba en silencio y me sentía nerviosa. Sonreí y me acarició la mejilla, mordí mi labio inferior, anhelaba que me acariciara así. Me fascina que me trate con tanta atención y amor, Vlad a cambiado conmigo, no es el hombre del principio. Pero sé, que su venganza sigue en pie, sé que sí ve a mi padre, no dudaría en matarlo. Aún tengo dudas de todo esas acusaciones, mi padre no es un asesino, él
Vladimir Sokolov Me sentí mal por como le hablé, no sé merecía eso. Ella se preocupaba por mí y yo la trato de esta manera, pero tengo mis motivos, tengo muchas mierdas en la cabeza. Tengo el tema de la organización, mis sentimientos por ella, que aún no sé el significado, porque no sé qué siento realmente. Me encanta tenerla a mi lado todo el tiempo, cuidarla, pero quiero poner claro mis sentimientos. Pero para eso, necesitaba alejarme de ella, porque se lo contrario, me volveré loco. María me echará la bronca, me gritará y me reprochará todo. Pero ella mejor que nadie, sabe lo que vivir con la muerte de mi mujer, el dolor que sentir al perderla.Me levanté y salí de la habitación y en el salón, me encontré con María limpiando la mesa. Caminé hasta las escaleras, pero su voz me detuvo. —No des un paso más. — tras aquella orden, me detuve y me giré sobre mis talones. La observé con uan sonrisa. —Ven aquí, vamos hablar.—Nana, me gustaría ducharme y d
Sarah Brown Me había dado una oportunidad con Vlad, me había abierto su corazón, me dijo que tenía miedo a tener de nuevo una debilidad. Le entiendo perfectamente, perdió a la mujer que amaba, con la que iba a tener una familia. Sus enemigos se encargaron de hundirlo, de buscar venganza. Esa venganza lo tenía cegado, le llenó de ira y dolor.Pero ahora le tengo conmigo, cu cabeza apoyada en mi pecho, abrazándome por la cintura. Sé que se ha quedado dormido, lo sé porque su respiración es tranquila y relajada. Me ha dejado viendo sola la película, pero no me importa, porque me encanta tenerle de esta manera. Mientras acarició su cabello con las yemas de mis dedos. —Cariño. — le llamo en un susurro, él me respondió con un sonido ronco desde su garganta. —Necesito ir al baño. Me soltó apoyando su cabeza en la almohada, salí de cama cuando me levanté, sentí un mareo repentino que nubló mi vista. Me detuve unos segundos y me volví a sentar.—Nena, ¿Estás
Vladimir SokolovMe duele mucho escuchar como habla de su destino, ella sabe que va a morir, lo tiene mentalizados. Pero no quiero que tire la toalla, quiero que sea valiente y que no se rinda.Pero para eso estoy yo, para ayudarla, para apoyarla y que nunca se rinda.Ahora la tengo apoyada en mi hombro y acaricia mi mano. Me encanta tenerla de esta manera, tan cerca de mi. —¿Quieres dormir? — pregunté acariciando su brazo. —Si, pero quiero que duermas conmigo. — sonreí y asentí.—Claro, vamos. — me levanté y la ayudé.La cogí de la mano y nos subimos a la habitación, entramos y cerré la puerta. Sarah fue directa a la cama, se descalzó y se metió dentro de la cama. Fui y me puse a su lado, la acerqué más a mí cuerpo y me acurruqué en su cuello. La verdad que necesito dormir, tengo mucho sueño y deseaba dormir sin una hora específica para levantarme. Cuando desperté, busqué a Sarah con la mano, pero no la encontré. Abrí los ojos y no la vi a mi lado, era ya d
Sarah Brown Tenía aquí a esa mujer, una mujer que miraba como su enemiga. Bueno, no estoy aquí por casualidad. Pero puedo notar su odio hacía a mí, me da igual es o no su prima y de donde venga. No dejaré que me vuelvan a humillar, ya bastante tuve con el hermano de Vlad, no toleraría otra loca más.Estamos cenando, yo me mantengo callada, mientras escucho la conversación de ellos. Vladimir está feliz de verla, se lo puedo notar. No estoy celosa, es su prima y es normal que quieran ponerse al día. Vlad de vez en cuando me observa y yo le devuelvo el gesto.—¿Usaré la habitación de siempre? — preguntó la rubia. —Tengo un sueño horrible.—Pues cena y te acuestas. — respondió mi chico. —Y si, ocuparas la habitación de siempre. — ella asintió. —Acuéstate, Sarah y yo haremos lo mismo.—¿Dormís juntos? — la miré y bebí agua para ocupar mi sonrisa. —Si, dormimos juntos. — ella hizo una mueca de disgusto. —Antes de dormir, sabes que tenemos una conversación p
Sarah Brown ¿Cuándo llegas apreciar realmente tu vida? ¿Cuándo pierdes a un ser querido? ¿Cuándo recibes una mala noticia? ¿Cuando estás apunto de morir? ¿Cuándo tienes tus días contados en la vida?Para mí, fue peor noticia enterarme que tenía mis días contados. Qué dejaría a mi familia, que no les volvería a ver. Qué les dejaría solos. Sin su pequeña, como ellos me llamaban. Aprecié más mi vida, a vivir al máximo. Pasar tiempo con mi familia, como si mañana me fuese.Me veía más palida, con menos fuerza y cada vez mis mareos, eran más frecuentes.Por mucho que yo intentará seguir, luchar... Era en vano, mi corazón cada vez están más débil. Tengo miedo, mucho miedo y no lo niego. Tengo miedo a morir, miedo a dejar a mi familia, a no poder vivir como a mí me gustaría. Aunque mis padres sonrían y se vieran felices, sé que están sufriendo mucho. Su hija estaba enferma y la perdían, pero... ¿Qué podría hacer yo? Está maldita enfermedad me tocó a mí, me
Vladimir Sokolov Todo para mí se volvió frío, oscuro. Perder a mi esposa, fue lo peor que me pudo pasar. La extraño tanto, extraño sus besos, su sonrisa, su voz, todo. Ese hombre me la arrebató y no sabe que se metió con el tipo equivocado, le voy a pagar con la misma moneda. Seguí sus pasos, los pasos de su familia y sobretodo los pasos de su preciosa hija la cardiaca. Le voy a dar de su medicina, voy a darle donde más le duele. Su hija, es su tesoro, su ojito derecho.Todos los días, miro al cielo y le pido a mi esposa que me dé fuerzas, que me ayude. Qué me ayude a seguir adelante sin ella, pero no me da ninguna, no recibo ninguna señal.Miro la ficha de la joven, Sarah Brown. La hija querida del hombre que tanto odio, me hace gracia porque perderá a su hija. Esa niña tiene los días contados, en mi manos, durará menos. Ella no me sirve, solo es mi moneda cambio. Si se muere no, no es de mi incumbencia, solo quiero venganza. Soy el jefe más temido de
Sarah Brown Notaba algo blando debajo de mi cuerpo, estaba tan cómoda y calentita. No deseaba abrir los ojos, no quería salir de aquí. Todo estaba en silencio, no había ningún ruido. Lo único que escuchaba, era el silbido del viento golpear contra la ventana. Pero algo me hizo borrar todo de la cabeza, recordé lo que me había pasado ayer o antes de ayer, no lo sé con seguridad. Pero abrí los ojos de golpe y me incorpore, escaneé la habitación con muchos detalles. Era grande, elegante y olía a lavanda. Pero seguía observando todo, con lujos de detalles. Hasta que mis ojos captaron la figura de un hombre, sentando en una esquina de la habitación. Era de pelo castaño, con barba, sus ojos marrones y penetrantes. Su nariz puntiaguda y su mandíbula cuadrada, perfecta para su rostro. Sus labios era finos, pero algo gordos.Tenía un traje negro, tenía muchos anillos y pulseras. Me miraba fijamente, me sentía pequeña tras su mirada fría y sería. Tenía miedo,